Análisis | Internacional
El litio como botín de guerra no justifica ni el golpe ni la gestión de Evo Morales
Luis Martín-Cabrera, director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California en San Diego, analiza la crisis boliviana a través de preguntas incómodas para la izquierda internacional.
Vaya por delante que no tengo ningún inconveniente en reconocer que lo que ha pasado en Bolivia es un golpe de Estado, que me alarma y me repugna el fanatismo que han mostrado los autoproclamados líderes de la revuelta Luis F. Camacho y Jeanine Áñez enarbolando Biblias contra el Estado plurinacional y haciendo gala de su machismo, su misoginia y su racismo quemando whipalas, la bandera de los pueblos indígenas del altiplano. Por lo mismo, me desgarra ver las imágenes de los muertos y los heridos en Cochabamba, en La Paz y en otros lugares del país que recorrí tantas veces estudiando el impacto de la extracción del litio en las comunidades que rodean el salar de Uyuni.
Sin embargo, me temo que las bizantinas discusiones filológicas que leemos en la prensa española y latinoamericana sobre si se trata de un golpe o no nos impiden ver la complejidad de la situación. La mayoría de estos textos leen el conflicto desde una óptica izquierda/derecha que hace tabla rasa de la situación actual, ligan el golpe con la larga e infame tradición de intervenciones militares en el continente auspiciadas y financiadas por la CIA y construyen un universo binario y maniqueo de buenos y malos. Esta lógica izquierda/derecha, siendo necesaria, no es analíticamente suficiente para entender la abigarrada realidad de un país donde el colonialismo interno es una realidad dolorosamente insoslayable.
En este sentido, la intelectual aymara Silvia Ribera Cusicanqui nos ha instado a huir de esta posición defendiendo que no se puede celebrar la caída del gobierno de Evo Morales como un triunfo de la democracia, pero tampoco creer en la “segunda hipótesis del golpe de Estado, que simplemente quiere legitimar, enterito, con paquete y todo, envuelto en celofanes, a todo el gobierno de Evo Morales en sus momentos de degradación mayor. Toda esa degradación, legitimarla con la idea del golpe de Estado es criminal, y por lo tanto debe pensarse cómo es que ha empezado esa degradación”
Preguntas incómodas para un tiempo incómodo
Por eso, conviene empezar haciéndose algunas preguntas incómodas que expliquen justamente cómo empezó esta degradación. Por ejemplo, cómo es posible que después de catorce años en el gobierno el MAS no tenga un candidato alternativo a la presidencia y la vicepresidencia del gobierno. ¿No hay entre los cuadros del MAS algún candidato o preferentemente candidata que pueda sustituir a Evo Morales y a su vicepresidente Álvaro García Linera? Soy consciente de que algunos países, como España, no le ponen límite a la reelección de sus presidentes. El problema es que la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, salida de una asamblea constituyente popular, sí estable un límite de dos mandatos. Es decir, no han cumplido con las mismas leyes que ellos se dieron.
Evo Morales ya se acogió de manera trapacera a su tercera reelección argumentando que su primer mandato era previo a la aprobación de esta Constitución, pero ¿era necesario convocar un plebiscito en 2016 para autorizar que Morales y García Linera se presentaran a la reelección por cuarta vez? ¿No había más remedio que acudir al derecho internacional y forzar al Tribunal Constitucional de Bolivia a aceptar que no presentarse a las elecciones del 2019 violaba los derechos humanos del presidente? Insisto, ¿no había nadie ‘MAS’ para sustituirlos? Sabiendo que uno de los caballos de batalla de la derecha internacional es la alternancia en el poder, ¿por qué ponérselo en bandeja? La falta de alternativas evidencia que bien hay tendencias autoritarias dentro del gobierno del MAS que se aferran al poder por encima de cualquier consideración política, bien se desaprovecharon años para formar “por abajo” a los cuadros del partido para asegurar su continuidad más allá de la vida política de sus líderes.
‘MAS’ preguntas sin respuesta: ¿Quién y por qué suspende el conteo electoral rápido la noche de las elecciones del 20 de octubre? ¿Quién y cómo nombró a los miembros del Tribunal Supremo Electoral? ¿Es cierto, como denuncia Pablo Solón, antiguo ministro del MAS, que fueron nombrados a dedo como muchos otros miembros de la magistratura para favorecer al gobierno? ¿Podemos justificar el fraude electoral verificado no sólo por la OEA sino por múltiples auditorias nacionales e internacionales? ¿Podemos desestimar la degradación o el autoritarismo como mal menor en nombre de las políticas sociales del gobierno del MAS?
El modelo extractivista-patriarcal
Es innegable que durante los catorce años del gobierno de Evo Morales ha habido una notable reducción de la pobreza a través de políticas públicas de redistribución de la riqueza. Asimismo, no se puede negar que, aunque sea de manera limitada y muchas veces simbólica, el Estado hizo un esfuerzo histórico por reconocer a la mayoría aymara, quechua y guaraní del país, transformándose en un Estado plurinacional. Pero la pregunta es, ¿sobre qué modelo económico se sustentan estas políticas redistributivas y antirracistas?
La respuesta a esta pregunta y la mejor guía para entender la situación actual se encuentra en las potentes intervenciones del movimiento feminista boliviano, una inteligencia colectiva lamentablemente silenciada en el relato del golpe de Estado de la izquierda internacional. Uno de estos grupos es Mujeres Creando.
En el año 2017 este colectivo feminista aceptó una invitación de la bienal de arte de Bolivia para pintar un mural siempre que pudiera llevarse a cabo en la fachada del Museo Nacional de Arte, a escasos metros de la sede del gobierno. En el centro de este “altar profano”, concebido por Maria Galindo, Esther Argollo y Danitza Luna, aparecía el escudo de Bolivia con el Cerro Rico de Potosí clavado sobre la espalda de un hombre arrodillado en posición de sumisión. El pene del hombre estaba amarrado con una cadena a una pesa de oro. A los lados podía leerse: “Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista” y “No hay nada más parecido a una machista de derechas que un machista de izquierdas”.
Las feministas de Mujeres Creando ponían así el dedo en la llaga –el mural duró menos de veinticuatro horas sin ser profanado– mostrando que las políticas extractivistas del Estado no se asentaban sobre una lógica de género neutral, sino sobre una solidaridad interna entre el colonialismo y el patriarcado que transforma los cuerpos de las mujeres y la tierra en mercancía y botín de guerra.
En efecto, el gobierno de Evo Morales no solo no modifico la lógica colonial extractiva del país basada en la exportación de minerales (oro, plata, estaño, cobre) a las metrópolis del Norte, sino que amplió el extractivismo otorgando más licencias mineras, intensificando la explotación del litio, ampliando la frontera de los agronegocios en el oriente y pactando con la oligarquía que ahora lo echa del poder.
The indigenous State, el trabajo etnográfico de mi colega Nancy Postero, da cuenta de la naturaleza sistemática de estas políticas extractivas y su reverso, la transformación del Estado Plurinacional en una performance indigenista sin contenidos materiales. Sí, parte de las regalías obtenidas con estos negocios sirvió para financiar programas sociales, pero ¿por qué nunca intentaron cambiar el modelo de desarrollo patriarcal colonial? ¿No vieron ninguna contradicción entre reconocer los derechos de la Pachamama en la Constitución y perpetuar un modelo económico absolutamente ecocida?
La lógica de extractivista/patriarcal llega a su paroxismo con el conflicto del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Natural Isidoro Sécure) del 2010-2011. El gobierno del MAS pretendía construir una carretera que cortaba a la mitad este territorio guaraní en pleno corazón de la Amazonia y una de las zonas de mayor biodiversidad del país para facilitar la extracción de hidrocraburos en el centro del parque y la extensión de los agronegocios. La oposición de los habitantes del territorio fue duramente reprimida por el gobierno de Evo Morales. Una de las personas que acompañaban a la marcha en defensa del TIPNIS era Esther Argollo, una de las autoras del mural de Mujeres Creando. En 2017 tuve la oportunidad de entrevistarla y me describió, todavía conmocionada, la brutal represión de la Policía de Evo Morales en el pueblo de Chaparina:
“Nos invadieron el campamento, nos cercaron, lanzaron gases, sacaron a los indígenas del lugar donde estábamos a patadas, a golpes, les amarraron, les taparon las bocas, tuve que correr con un niño al monte, porque… Era una señora, de las indígenas que estábamos en el campamento, era un domingo… La señora estaba con dos niños, uno se lo dio a uno de los indígenas y corrió al monte y el otro me lo dio a mí.”
Como puede verse, la brutalidad de la represión gubernamental no respetó ni siquiera a las niñas y niños que viajaban con las comunidades para defender sus territorios ancestrales. ¿Podemos pasar por alto estas atrocidades solo porque la oligarquía insurrecta es igual de violenta? ¿Se romperá el silencio sobre lo que pasó en Chaparina alguna vez?
En el conflicto del TIPNIS estaba la semilla de la lógica que ahora estalla en las calles de Bolivia. No combatir la lógica extractivista/patriarcal solo podía desembocar en una intensificación creciente de sus contradicciones y una repetición de sus lógicas patriarcales y neocoloniales. La politóloga y antigua militante Katarista Raquel Gutiérrez lee el conflicto actual como una “pelea de gallos” entre Carlos Mesa, jefe de la oposición en las últimas elecciones, Evo Morales y el “Macho Camacho” representante de la oligarquía cruceña:
Víctima-verdugo-redentor: en la confrontación política se instaló amplificado el triángulo simbólico patriarcal por excelencia. La aparición de Camacho-redentor desafía a Evo-verdugo y silencia a Mesa-víctima. Así, la mediación de la palabra feminista/femenina se hace cada vez más urgente y, a la vez, resulta más difícil. Se hace cada vez más complicado enunciar las palabras y diseñar las acciones que puedan hacer entrar aire en ese trágico triángulo que terminará por tragarnos a todas. Algunas voces se asustan y eligen plegarse a alguno de los redentores en oferta, otras nos empecinamos en no hacerlo.
En este triángulo no hay gallos inocentes, todos los caudillos ejercen violencia, no sólo la oligarquía cruceña: todos queman la casa del enemigo. Ahora la lógica perversa consiste en ver quién acumula más poder y más dólares para financiar la represión. En este contexto, si Evo Morales quiere de verdad evitar un baño de sangre debería, como anunció hace unos días, dar un paso al costado. Sería más sensato abandonar la ambivalencia y garantizar decididamente que el MAS tenga otra candidatura que garantice salvarse del naufragio y hacer de cortafuegos a las derecha racista.
El litio como botín de guerra y como excusa
El relato de la izquierda –golpe de estado, CIA, Evo-víctima, oligarquía racista, retorno de la Biblia al Palacio Murillo— se sutura definitivamente con la aparición del litio como botín de guerra, todo ello aderezado con unas citas muy ad hoc de Eduardo Galeano sobre los recursos naturales como la maldición de los pueblos del tercer mundo.
No cabe duda, como ya señalé en otro artículo, de que el litio se ha transformado en uno de los minerales más cotizados, pues es un elemento indispensable en la fabricación de autos eléctricos que sustentan el “capitalismo verde”. Bolivia cuenta con grandes reservas de litio en los salares de Uyuni y Coipasa y, en ese sentido, es totalmente plausible que la oligarquía blanca del país, en connivencia con algunas potencias extranjeras (Estados Unidos, pero también China, Rusia o Alemania…), estén afilándose los colmillos para subastarse el litio.
Pero, de nuevo, el gobierno de Morales no puede concebirse como un defensor puro de los recursos naturales y la diversidad ecológica de su país. Antes de la llegada al poder de Evo Morales, a finales de los años noventa, la empresa norteamericana FMC ya había intentado firmar una contrato para explorar litio en el salar de Uyuni. La presión de las comunidades locales y del Comité Cívico Potosino hizo desistir al gobierno neoliberal de Sánchez de Losada.
Tras la llegada al poder de Evo Morales en 2008, los yacimientos de litio pasaron a ser una concesión de COMIBOL (Comisión Minera Boliviana) y se creó la Dirección Nacional de Recursos Evaporíticos a cargó de Luis Alberto Echazú. El modo en que se realiza la transferencia de los terrenos ya es sospechoso. Habiendo recorrido todas las comunidades que se ubican alrededor del salar de Uyuni, puedo asegurar que en ninguna de ellas hubo consulta previa, libre e informada como exige el artículo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para autorizar la explotación de litio en territorio indígena. En lugar de eso, se recurrió al apoyo de una organización masista, la Federación Regional Única de Trabajadores Campesinos del Altiplano Sur (FRUTCAS), que había logrado, tras años de lucha, que algunos territorios aledaños al salar fueran declarados Tierras Comunitarias de Origen (TCO). Pero este subterfugio legal no significa que todos los ayllus del salar estén de acuerdo con la explotación del litio. Hay comunidades como Llica que están en desacuerdo y otras que lo aceptaron porque no veían otra opción.
Pero el asunto central es que se trataba nuevamente de un proyecto nacionalista extractivista. Los ingenieros de la planta de Llipi Llipi me explicaron en La Paz en 2016 que se iba a tratar de un proyecto completamente boliviano, ejecutado con capital boliviano, recursos humanos bolivianos y cuyos beneficios recaerían en el pueblo boliviano. Incluso llegaban a argumentar que podrían fabricar la batería de litio o incluso autos en Uyuni. Cuando les preguntaba sobre los potenciales impactos ambientales que iba a provocar la extracción, no solamente por el gasto de agua sino por los residuos que iba a generar la inyección de grandes dosis de cal en el salar para separar el magnesio del litio, respondían de nuevo con el imaginario nacionalista en el que el “oro blanco” prometía sacar, una vez más, al pueblo boliviano de la miseria, como en Potosí tantas otras veces.
La versión de algunos líderes de FRUTCAS era todavía más siniestra, pues cuando pregunte a Humberto Ticona, uno de sus líderes, si no veía contradicción entre los artículos de la Constitución en defensa de la Pachamama y la extracción del litio, me respondió: “Claro, por ejemplo ¿el litio de dónde viene? De las entrañas de la tierra. La Pachamama nos está dando una alternativa a sus hijos para poder sobrevivir”.
Incluso aceptando prima facie estas promesas de nacionalismo extractivo se trata de una historia de pésima gestión. En estos diez años de control de los yacimientos de litio del salar de Uyuni el gobierno ha cambiado de versión múltiples veces. El último episodio de la saga se remonta a abril del 2018, momento en el que el gobierno de Evo Morales firma una acuerdo con la empresa alemana ACI Systems GmbH para su explotación en régimen mixto con el Estado. El acuerdo ha sido finalmente revocado por las presiones de las comunidades circundantes al salar de Uyuni y de miembros del Comité Cívico Potosino. La negativa de las comunidades se debe en parte a su deseo de participar más activamente en los beneficios de la explotación del mineral, pero también porque, como me fue manifestado en múltiples entrevistas con miembros del pueblo Llica, las comunidades indígenas piensan que el salar es un ser vivo sagrado. Están convencidos, por ejemplo, que la quinoa real que se cultiva en la zona tiene una calidad especial por los vapores que despide el salar. Para las personas entrevistadas, la explotación del litio puede hacer implosionar el salar transformándolo en un barrizal, cuestión que sería vivida como una catástrofe epistemológica pues el yacimiento es un miembro más de la familia, junto con el volcán Tunupa, los cerros y todos los seres vivos que lo pueblan.
El gobierno de Evo Morales, con toda su retórica pachamámica, jamás se ha planteado escuchar a estas comunidades o repensar la explotación del litio para preservar un espacio sagrado y de alta bioversidad, ni antes ni ahora; lo que estaba en juego era simplemente el modelo de explotación y la distribución de los beneficios. La izquierda internacional que tanto se preocupa, y con razón, por la situación en Bolivia debería escuchar a esta gente y a todos los colectivos de la sociedad civil que no están afiliados con ninguno de los caudillos en pugna, como por ejemplo, Colectivo Curva, Colectivo Ch’ixi, Comunidad Pukara, Nación Qhara Qhara, Nación Yampara, Parlamento de Mujeres, Red UNITAS (y, entre otras, sus organizaciones afiliadas CEDLA, CEJIS y CIPCA) y Trabajadores Originarios Quechuas de la Provincia Oropeza.
Luis Martín-Cabrera es director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California en San Diego.
Algunas preguntas muy incomodas, para Morales y para los bolivianos. Primera,si Evo Morales es tan genial y tan revolucionario e hizo tanto por Bolivia , por que hay una emigración en masa de bolivianos a la Argentina y a los países vecinos? Solo a la Argentina se han venido mas de 2,5 millones y la mayoría llega en condiciones paupérrimas. En general, Evo Morales ha expulsado al 50% de la población de su país, a todos sus pobres y a todos sus desocupados. Habiéndose descargado de la mitad de la gente a la cual debía proveer de alimentación, empleo y educación, le resultó fácil alabarse de qué ha acabado con esas miserias en Bolivia.
Segunda, nadie cómo Morales para cacarear la matraca de la » hermandad» latinoamericana. Al oírlo, cualquiera diría qué es el nuevo Bolívar, pero, nada más falso. Morales ha establecido leyes altamente discriminatorias contra los latinoamericanos y , en especial, contra los argentinos. En efecto, al argentino que va de turista a Bolivia: se le debe cobrase todo al triple de su precio normal, no se le permite comprar combustible para su auto, si tiene la desgracia de enfermarse, no puede hacerse atender en hospital publico, sólo lo podrá hacer en clínicas privadas, donde, por la ley Morales, le deben cobrar todo al triple y el pago debe ser en dólares.
Lo ultimo de Morales y su hermandad latinoamericana. Morales ha creado una ley para incitar, empujar, a que los bolivianos vayan a la Argentina a robar autos de argentinos. Increíble? No!!! Muy cierto. Según esta ley, si el boliviano logra introducir el auto en Bolivia, allí, por la Ley Morales, el gobierno boliviano ( Morales) provee de chapa boliviana al vehículo, es decir, legaliza el robo. Ahora, si el dueño va a Bolivia a recuperar su auto, el boliviano que lo robó en la Argentina lo denuncia a la policía y esta, pronta, mete al dueño verdadero en la cárcel. Hay qué recordar, para ser justos, que esos millones de bolivianos que de vinieron a la Argentina, reciben de todo, y gratis, aquí. Siempre para hacer justicia, hay que decir que si no fuera la Argentina, que se hizo cargo sin quejarse de todos los bolivianos que Morales expulsó, por ser pobres, Evo Morales no duraba ni un año en el poder. Otros países, como Brasil, Chile o el Perú, nunca habrían permitido una entrada tan masiva de bolivianos. En el Perú, por unos miles, no 2,5 millones o más, de venezolanos, ya hay grandes manifestaciones, insultantes, para expulsarlos.
»lo que estaba en juego era simplemente el modelo de explotación y la distribución de los beneficio»
Ese simplemente que escribe el autor de este bodrio, evidencia lo que es estar en una torre de marfil desde su universidad en California, San Diego.
Seguramente este señor que le preocupa mucha la biodiversidad, vaya en patinete eléctrico a trabajar, a todos nos preocupa la pérdida de biodiversidad, pero alguien le ha explicado que con lo que cuesta un patinete eléctrico en sus EEUU, equivale al sueldo medio de un boliviano. Parece que no, o tal vez sí pero le da igual, en su mundo de yupi, la riqueza nace en el aire y no a través de la explotación de recursos naturales. Que fácil es hablar de decrecimiento desde EEUU
Agradezco que en La Marea se acojan otras voces, máxime si son tan bien documentadas, para que el discurso no se polarice. La realidad es siempre algo muy complejo. También agradezco las aportaciones de quienes han añadido comentarios antes que yo. Todo contribuye a que los que sabemos menos podamos formarnos una visión más clara.
Bolivia, una segunda evangelización a sangre y fuego. *Ollantay Itzamná*
*Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos*
“Bolivia para Cristo. Nunca más volverá la Pachamama al Palacio”, fue la sentencia triunfalista de Luis Camacho (uno de los principales actores locales visibles del golpe de Estado cívico-cristiano-militar) al imponer la Biblia sobre la bandera criolla boliviana en el hall del Palacio de Gobierno, en la ciudad de La Paz, el 10 de noviembre último.
Desde la perspectiva ritual, lo que más incomodó a los jerarcas católicos y evangélicos, a partir del 20/01/2006 hasta el 10/11/2019, fue la incorporación de simbologías, ritos e iconografías indígenas en la Palacio de Gobierno, “ignorando” la ritualidad y servicios religiosos del cristianismo católico. Este atrevimiento implicó la pérdida de los privilegios de los jerarcas religiosos.
El gobierno norteamericano, y sus cómplices locales bolivianos, en diferentes momentos intentaron defenestrar al “herético” gobierno indígena de Morales, pero no lo lograron. Hasta que recurrieron (quizás por intuición histórica) al instrumento más efectivo de la primera invasión/colonización: la Biblia y su Cristo.
Nosotros y ellos sabemos que la resistencia indígena frente a la invasión europea fue “sometida” no por los arcabuces y/o los caballos, sino por con Biblia y los doctrineros. Desde entonces, españoles y criollos se impusieron sobre los indígenas, instalando en la mente de éstos iconografías “sagradas” con fisonomías europeas. Imponiendo “valores” éticos como la mansedumbre, obediencia, humildad. Y censurando la rebeldía, la liberación…, etc.
https://www.telesurtv.net/bloggers/Bolivia-una-segunda-evangelizacion-a-sangre-y-fuego-20191121-0002.html
Todo el mundo hace errores y Evo el error fue apoyarse en la burguesía y no revolucionar en profundidad el país. La derecha boliviana durante décadas empobreció y saqueo el país y ahora intentan machacar lo obtenido durante 13 , la mano oscura de EEUU planea sobre todo un continente intentando acallar e instaurar un nuevo colonialismo esta vez de los recursos básicos, de los materiales de repente de moda para saquear a todo un pueblo, el planeta tiene un limite y machacándolo abrimos nuestra propia fosa .
Bien. Parece obvio pero es de agradecer que desde la izquierda nos apeemos de «todo lo nuestro está bien». Es doloroso hacer esta reflexión en plena masacre del pueblo boliviano, pero eso no puede tapar las críticas ni las autocriticas. Se gana legitimidad reconocimiendo los errores propios. Desde luego en España, no podemos dar lecciones de eso.
Soy un poco binario. Ahora no toca la crítica a lo hecho por Evo Morales, ahora toca el análisis y el estudio de las relaciones de la derecha boliviana con el imperio estadounidense. En Bolivia no existe una tercera vía a la dualidad golpistas enfrentados a Evo.
Me apena que medios alternativos sean soporte para difuminar las responsabilidades del golpe de Estado en Bolivia con críticas altisonantes a la prácticas de Evo Morales.
Aquí os dejo un enlace para comprender los elementos que han participado en el golpe de Estado en Bolivia:
https://www.celag.org/wp-content/uploads/2019/11/ee-uu-y-la-construccion-del-golpe-en-bolivia-1.pdf
En los próximos meses iremos viendo con más claridad los motivos del golpe. La dictadura capitalista no parará hasta someter a todos los pueblos. Empezando por los de Latinoamérica, su vecino y patio trasero. Seguro que Evo no era perfecto, pero sin duda podrá decir aquel viejo dicho: «Otros vendrán que bueno me harán».
Socialdemócratas como Jeremy Corbyn, Bernie Sanders han alabado la gestión de Evo Morales y lamentado este golpe, uno más en América Latina.
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Si hay algo difícil es ser de izquierdas en América Latina. Ha estado controlada en gran medida por instituciones regionales conservadoras (por ejemplo, la OEA) ampliamente financiadas desde Estados Unidos, cuya lista intervencionista en el continente es amplia e innegable, y con unos intereses geopolíticos evidentes con tantos recursos naturales necesarios para mantener las riquezas del norte (ahora sabemos que en Bolivia está la mayor reserva de litio del mundo). Pablo Muñoz (El Salto).
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«…Bajo el gobierno de Evo Morales, se invirtió el capital generado por la minería y los impuestos en servicios sociales, para implementar una mejora de la calidad de vida de las personas más empobrecidas de la clase explotada (pero no se cuestionó de raíz al capitalismo y siguió existiendo una clase explotada y una clase explotadora); las medidas sociales obviamente representaron un alivio para miles de familias bolivianas, pero como toda medida que no modifica la estructura misma del sistema socioeconómico, su durabilidad tenía fecha de caducidad. Tenía fecha de caducidad porque la clase explotadora no cesa nunca en su afán por profundizar los niveles de explotación y saqueo, dado que en base a esos mecanismos se enriquece.
La burguesía local y transnacional quería quitarse a Evo de en medio para profundizar los niveles de saqueo capitalista: no toleraba ya a un gobierno que no estuviera dispuesto a serle funcional al 100%. Evo no colectivizó los medios de producción, es decir la economía boliviana no fue socialista, sino que siguió siendo capitalista. De haber hecho cambios estructurales, de haber colectivizado los medios de producción, se hubiera fortalecido Bolivia frente a las pretensiones imperialistas; y la burguesía boliviana, profundamente explotadora y hostil a todo lo que no sea gobernar Bolivia como si las y los trabajadores fueran su servidumbre semi esclavizada, no se hubiera quedado enroscada en el poder económico, mediático e incluso institucional. Es el debate de fondo que este tipo de tragedias ponen de manifiesto: los límites del Reformismo y la necesidad de cambios estructurales, revolucionarios. Es el debate que Rosa Luxemburgo ya planteaba en «Reforma o Revolución» y que la Historia, una y otra vez, se encarga de poner de manifiesto. El Reformismo es tolerado por la burguesía un tiempo, incluso le puede llegar a ser funcional en ciertas circunstancias, en tanto que le «quita presión a la olla» de las tensiones sociales inherentes a las injustas relaciones de producción del Capitalismo. En el caso de Bolivia, es innegable que el gobierno de Evo aportó grandes avances, pero también era totalmente vulnerable a la voluntad de la burguesía al no haberse producido la profundización revolucionaria.
El Golpe de Estado llevaba tiempo fraguándose desde Washington. El pueblo boliviano llevaba semanas enfrentando el ataque del fascismo: la burguesía boliviana y transnacional, en su pretensión de tumbar al presidente Morales y su gobierno, con la finalidad de poder incrementar los niveles de saqueo capitalista contra el pueblo y la naturaleza, desató hordas mercenarias e incentivó el mayor odio racista»….
https://insurgente.org/cecilia-zamudio-golpe-de-estado-en-bolivia-para-profundizar-el-saqueo-capitalista/
Creo que, respecto a los medios de comunicación, suele existir una confusión entre ideología y rigor. La Marea puede tener una línea editorial «de izquierdas» pero, ante todo, es un medio de comunicación, independiente y que busca informar. Todo esto, que parece obvio en cualquier periódico, resulta en que La Marea, a mi entender, informa e informará siempre sin prejuicios y buscando la verdad contando con todos los puntos de vista críticos y rigurosos
Estoy de acuerdo con todo lo que plantea Pedro.
Lo que quisiera saber es como se determinan los artículos que se presentan en La Marea, porque me escama que un proyecto aparentemente de izquierdas publique cosas que justifican, inteligentemente, el golpe de Estado en Bolivia, con su critica exacerbada de Evo Morales.
Es vital q todos los colectivos tengan voz. Al principio parecía que Evo lo iba a conseguir y no se puede negar q hizo cosas buenas pero degeneró en autoritarismo cercano a una dictadura.
Desde el 20 de octubre, día de las Elecciones el movimiento ciudadano estuvo ahí, es verdad q tambien fue alentado por líderes cívicos pero no se puede menospreciar a toda esa gente que salía a las calles a protestar pacíficamente por el futuro de sus hijos. En Bolivia casi no había libertad de prensa y Evo además de amedrentar a los pobladores del TIPNIS también reprimió duramente a los discapacitados y eso la gente de la ciudad de La Paz no lo olvida.
En el mundo se ve la imagen romántica de un presidente indígena q lucha por los derechos de su gente pero la realidad es mucho más compleja y lamentablemente más delicada. Yo quiero mi país democrático con representantes q respeten las leyes y gobiernen para todos. Durante mucho tiempo han sido marginados muchos bolivianos y eso se tiene q acabar.
Gracias por apoyar con este artículo.
Me gustaría hacer algun comentario a lo que dice el autor de este artículo sobre Bolivia.
Mala espina me da cuando comienza su artículo con lo de ni izquierda ni derecha. Detras suele estar la típica persona que todo le parece mal sin hacer las matizaciones debidas ya que no hay ningun gobierno perfecto y de paso justifica, por la via de la crítica a todo lo que se mueve, los golpès de estado o los bloqueos a los paises que intentan cambiar la situación social y económica.
Hablar de degradación en la Bolivia de Evo Morales se corresponde perfectamente con lo que digo en el párrafo anterior.
Crítica a Evo Morales por presentarse nuevamente como candidato a presidente. Se olvida de que una cosa es ser gestor del sistema, como son los presidentes de los paises fuertemente capitalistas y otra cosa es ser lider de un pais que pretende cambiar de arriba a abajo e iniciar, aunque sea modestamente, la transición al socialismo. Esto no ahorra las críticas positivas que se le puedan y deban hacer por los errores que se cometen.
Dice que el tribunal supremo electoral es elegido a dedo. ¿Pero como se cree que se eligen en los demás paises, por votación popular?
Diga lo que quiera este señor NO ha habido fraude en las elecciones en Bolivia como se ha podido demostrar, y los observadores de la OEA que hacian la comprobación, se marcharon sin encontrar ningúna anomalis, pero diciendo que había habido fraude sin prueba alguna.
Critica la lógica extractivista del pais, sin mencionar que durante el gobierno de Evo Morales se hicieron 12 fábricas de litio, 3 fábricas de cemento, 2 fábricas automotrices, 28 fabricas de textiles y se crearon 12694 cooperativas. Tal vez echa de menos que Bolivia no hubiera superado a Alemania en industralización, pero se olvida que estos cambios en los paises del sur requieren de decadas y de luchar contra los poderes económicos de todo el mundo que no quieren que un pais del sur sea un mal ejemplo de independencia y soberania.
Con Evo Morales se acabó con la discriminación del pueblo indígena y de las mujeres: la mitad de los cargos públicos eran ocupados por mujeres, algo inédito en Bolivia, y el 68% eran indígenas. Tampoco menciona que el salario mínimo aumentó un mil por ciento, que se creo una pensión para los adultos mayores a partir de los 65 años, el analfabetismo pasó de 22,7 por ciento al 2,3 por ciento, se hicieron más de 25.000 Km. de carreteras, se construyeron 134 hospitales, 7.191 centros deportivos y 1.100 escuelas. Parece que todo esto no tiene importancia, pero por primera vez en la historia de Bolivia se habían conseguido tantos avances políticos, sociales y económicos.
Desligitimar a Evo Morales es apoyar a las élites corruptas que siempre han vivido a costa del pueblo y que han favorecido a las multinacionales y a los poderes económicos y financieros.