Cultura
La mirada de José Ovejero | El regreso de las multitudes
La multitud, reflexiona el autor en su artículo semanal, es signo de unos tiempos en los que la rabia está a flor de piel: "Y la rabia puede ser creativa o destructora".
‘La mirada’ es una sección de ‘La Marea’ en la que diversas autoras y autores ponen el foco en la actualidad desde otro punto de vista a partir de una fotografía. Puedes leer todas las de José Ovejero aquí.
La multitud es acogedora, nos permite participar en una energía colectiva, amplifica nuestra voz, el contacto con los demás diluye nuestros límites, nos devuelve la sensación de comunidad, dirige nuestros pasos, genera la imagen de un enemigo compartido, nos vuelve, también, más valientes de lo que somos. Y nos hace sentir que estamos haciendo historia; ocupar un espacio que no era nuestro, cortar una calle, imponer quién pasa y quién no, crear barreras, atizar el fuego: son formas de afirmar nuestro poder.
Cuando durante las revueltas de los indignados se gritaba “no nos representan” se estaba dando una explicación al hecho de que todas esas personas que antes se quedaban en sus casas esperando que otros actuasen y decidiesen por ellas, hubieran decidido ser protagonistas directas: tengo que estar yo ahí, yo, mi cuerpo, mi energía, mi ira, porque quienes deberían ocuparse de mis necesidades no lo están haciendo, porque recortan mis derechos y mis posibilidades. Por supuesto las razones individuales eran variadas y, en algunos casos, contradictorias.
Pero la multitud lima las contradicciones, las empuja al segundo plano porque en el primero está la acción, que conoce menos matices. En los últimos meses las multitudes han ocupado ciudades en Irán, Venezuela, Líbano, Ecuador, Santiago de Chile, Bolivia, Cataluña, Hong-Kong… En cierto sentido es reconfortante que la gente defienda sus derechos en una acción colectiva. Y sin embargo a veces la multitud da miedo, porque esa supuesta defensa de derechos puede esconder el deseo de limitar los de los demás. También porque se está volviendo frecuente que intereses ocultos azucen a la masa para que les resuelva lo que no saben resolver con la actividad política, para recurrir al uso de la fuerza sin asumir la responsabilidad por ello. La insurrección supuestamente espontánea resulta estar manipulada por grupos que no dan la cara ni ponen el cuerpo. Entonces la multitud no es protagonista sino instrumento, marioneta, víctima y verdugo también de quien la utiliza.
La multitud infunde esperanza y miedo. De cualquier manera, es signo de unos tiempos en los que la rabia está a flor de piel. Y la rabia puede ser creativa o destructora. Depende de contra quién se dirija, y cómo, y por qué.
Razonamiento muy convincente.
Lo que sí está claro, hablo por este país, que el poder lo hemos de coger el pueblo, no dejarlo en manos de los políticos que ellos siempre van a remolque de quienes más poder o fuerza tienen.
El pueblo por delante. Los políticos que cumplan el mandato del pueblo.
Creo que aquí habrá que salir a la calle, sería deseable que todo concurriera pacíficamente.
Cuando no mandan los que están acostumbrados a mandar siempre, los grandes lacayos del poder económico, éstos empiezan a conspirar a manipular a poner las cosas difíciles y no paran hasta que tumban al adversario. Lo llevan en sus genes golpistas, traidoras y tramposas.
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MADRID: La Ingobernable es indesalojable
A las cuatro de la mañana, con nocturnidad, la policía municipal desalojaba el edificio donde se alojaba La Ingobernable en la calle Gobernador 39 de Madrid.
Frente a quienes generan ciudades escaparate llenas de coches que expulsan a la vecindad, frente a quienes gobiernan para la elite financiera, La Ingobernable ha nutrido de vida a la ciudad de Madrid, ha fomentado la participación ciudadana y ha acercado la política a la sociedad madrileña. Entre sus paredes, de manera autogestionada y voluntaria, se han realizado talleres, charlas, exposiciones y jornadas, y también ha servido de alojamiento en momentos de emergencias para personas desplazadas o sin hogar que no han recibido atención institucional. Las grandes movilizaciones feministas y ecologistas de estos últimos años se han gestado ahí. Todo junto ha supuesto más labor política, social y cultural de la que el Ayuntamiento de Madrid puede presumir.
Cuando más se necesita una sociedad organizada para afrontar la crisis socioecológica, el alcalde del Partido Popular, el partido que regaló este edificio vacío y sin uso a sus amigos, hoy desaloja este edificio. Un alcalde que teme a quienes se organizan desde abajo. Un alcalde que además ha decidido declararle la guerra al aire limpio, a las bicicletas y los carriles bici, a quienes caminan o a quienes quieren ejercer el derecho a la participación ciudadana. Un alcalde que le ha declarado la guerra a la vida.
https://www.ecologistasenaccion.org/130526/la-ingobernable-es-indesalojable/