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Carlos Bardem: “Hoy en día no hay mayor lucha política que el ecologismo”
Los hermanos Bardem protagonizan 'Santuario', documental dirigido por Álvaro Longoria que narra la lucha por crear el mayor santuario marino de la tierra.
En una sociedad en que “nos han vendido que ya no existía la lucha de clases”, el ecologismo surge como la solución política a las sucesivas crisis y grandes recesiones “que sólo sirven para enriquecer a unos pocos y empobrecer a las grandes mayorías” y que “tienen mucho que ver con la emergencia climática”. Así opina el actor, guionista y escritor Carlos Bardem, quien en una entrevista con La Marea ha asegurado que “hoy en día, no hay mayor lucha política que el ecologismo”, pues es “la crítica más profunda y más razonada al sistema capitalista”.
Carlos Bardem, reconocido por películas como Celda 211 o Alacrán enamorado, ha acudido este fin de semana al Another Way Film Festival de Madrid —el festival de cine de progreso sostenible— para asistir a la proyección de Santuario, un documental que ha producido Greenpeace y que narra el viaje de los hermanos Carlos y Javier Bardem a bordo del barco de la ONG ecologista durante su campaña para crear un espacio marino protegido en la Antártida.
El filme, dirigido por el cineasta Álvaro Longoria (autor de títulos como The Propaganda Game, Hijos de las Nubes o Dos Cataluñas) —y quien también ha asistido al Festival—, trata de “motivar a la gente a ponerse en marcha” frente a la emergencia climática que, advierten, es “una de las mayores crisis sociopolíticas” de la Historia.
El largometraje muestra cómo, a pesar de recoger las firmas que Greenpeace pretendía aunar para presionar a la comunidad internacional sobre la conservación del Mar de Weddell, finalmente la Comisión del Océano Antártico (CCAMLR, en sus siglas en inglés) no logró la unanimidad en su encuentro anual en Tasmania para crear ese santuario marino, que sería el mayor espacio protegido del planeta.
En aquella reunión, celebrada en noviembre de 2018, veintidós de los veinticinco Estados que forman la CCAMLR votaron a favor. Sólo China, Rusia y Noruega votaron en contra. En un comunicado, Greenpeace acusó a estos países de “obstruir las oportunidades de cooperación” por anteponer sus intereses comerciales a la conservación ambiental.
Sin embargo, la presión social a raíz de la campaña, con los Bardem como embajadores de la misión, logró al menos que la industria pesquera noruega se retirara del negocio de la pesca de kril antártico. Fue —dicen— un avance importante, en tanto que este crustáceo, endémico del continente, es la base de la pirámide trófica del ecosistema antártico.
Por eso, Bardem juzga que fue una derrota relativa. “Era una guerra donde, aunque la batalla principal parece que no se consiguió ganar, sí se alcanzaron muchos objetivos adyacentes”.
Ambos cineastas, que han coescrito el guión de la cinta, coinciden en que para atajar la crisis ecológica y climática “las acciones individuales están muy bien y son necesarias, pero no suficientes”. Así, piden que se deje de colocar la responsabilidad sobre la ciudadanía y que se señale de una vez “a quienes son los verdaderos contaminadores, y a los que se benefician de esto” porque, según Bardem, “lo más triste de todo es que hay gente que saca un rédito muy alto de estas situaciones”.
“Nosotros hemos demostrado cómo hay gobiernos que están al servicio de intereses muy cortoplacistas. Están poniendo sobre nuestros hombros, de una manera muy falaz, el peso de salvar el planeta. Y está muy bien que vayas con una bolsa de tela a la compra, o que no uses pajitas de plástico. Hay que hacerlo, todo suma. Pero no basta. Lo que se muestra en este documental es que, si queremos preservar este planeta, hay que enfrentarse a quienes toman las decisiones y a quienes sirven esos políticos que toman las decisiones”, sostiene Bardem.
En este sentido, el actor considera que “el mayor acto de ecologismo que podemos hacer es votar”. “Votar en las elecciones y votar a las fuerzas políticas que realmente tengan un compromiso con estos temas y que planteen modelos alternativos, porque este modelo no da más de sí y estamos encaminándonos hacia una distopía”.
“Afortunadamente —apunta Longoria— los partidos verdes están tomando gobiernos en muchos países. Y aquí es cuestión de tiempo hasta que salga un partido verde de verdad. En España hay un hueco brutal y yo creo que al final surgirá, que la gente les va a votar y van a tener el control. Y una vez tengan el control van a cambiar las cosas rápidamente”.
“Lo que no puede ser es que se pase la responsabilidad al consumidor”, añade. “Si los vasos de plástico son más baratos que los de cartón, nadie puede obligar a una familia de pocos recursos a comprar los de cartón. El problema está en el sistema, que permite que no se esté pagando el coste ecológico de los productos”. La solución, a su juicio, pasa por equiparar valor y coste. “Un vuelo a la isla de Mauricio no puede costar, por ejemplo, 20 euros, porque el daño de la huella ecológica de ese vuelo por pasajero es brutal y debe ser penalizado”.
También están de acuerdo en que “la esperanza está en la gente más joven, en las personas que, por muchos motivos, se han mantenido al margen del discurso político tradicional y están entendiendo que es imposible conservar el planeta sin hacer una crítica radical al modelo capitalista”, mantiene Bardem. “Los jóvenes lo tienen claro. El problema es que muchos de ellos todavía no pueden votar”, lamenta Longoria.
Sin embargo, el director y el coprotagonista de Santuario discrepan respecto al modelo económico que hay que establecer para no rebasar los límites planetarios. Mientras Longoria apuesta por una transformación estructural del sistema de producción y consumo mediante la regulación —pero dentro del mismo marco económico—, Bardem busca un “cambio político radical” para construir un modelo alternativo al capitalista que, insiste, “está basado en una falacia, que es el crecimiento infinito”.
“Álvaro es un capitalista reformista y yo no creo en eso. Yo creo en lo que veo. Y hemos visto que es mentira que el modelo se regule solo. El modelo sigue siendo el que es y mientras no impulsemos un cambio político radical no va a haber una solución real”, asevera, y dice no querer sonar “apocalíptico”, pero recalca que “hay que dejar atrás ya cierta utopía medioambiental y cierto positivismo”.
“Afrontemos los hechos como son. ¿Qué va a pasar cuando los desplazamientos de refugiados climáticos sean de cientos de millones de personas como ha dicho un panel de expertos de la ONU hace unas semanas? ¿Qué va a pasar cuando en vez de ser varios millones de refugiados sirios sean 600 millones de personas de las partes más ricas del planeta buscando dónde vivir? eso será un cataclismo geoestratégico, social, político, militar… Y creo que es el momento de pensar qué podemos hacer”, sentencia.
El documental ha sido la aportación de los cineastas a una campaña que no sólo tenía vocación de preservar el ecosistema antártico frente a la amenaza de la pesca industrial y los efectos del calentamiento global, sino que buscaba además sentar precedente jurídico con el que crear más espacios marinos protegidos. Tal y como recuerdan desde Greenpeace, la comunidad científica subraya la urgencia de crear santuarios marinos en al menos el 30% de nuestros océanos para 2030.
Y, aún con la decepción de no lograr el objetivo de esa campaña, el optimismo fue el motor del rodaje de Santuario, inciden. “En el Festival de San Sebastián una crítica decía que la película es tan optimista que se puede permitir una derrota al final”.
Sobre lo que no se reconocen tan optimistas es respecto al resultado de las elecciones generales del 10N. En palabras de Bardem: “Aquí nos han puesto dos banderas delante de la cara y no hacen más que taparlo todo con banderas. Entonces, cuando el agua nos llegue al cuello, veremos que las banderas se mojan y que no sirven para nada”.
“el ecologismo, la crítica más profunda y más razonada al sistema capitalista”.
A la vista está, Carlos, el desastre ecológico son los efectos, la causa, el capitalismo.
O matamos al monstruo o éste acaba sin tardar con nosotros.
La ciudadanía tiene su parte de culpa, por estar dormida, por no estar con la conciencia en lo que interesa, para estar informada, exigir y dejar de colaborar con aquellas empresas y productos que contribuyen a la destrucción del Planeta.
Es la ciudadanía la que tiene el poder de cambiar el mundo si despierta.
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Según Greenpeace por segundo año consecutivo, Coca-Cola, Nestlé y Pepsi-Co encabezan la lista de empresas que más contaminan el planeta con sus plásticos. Estas empresas siguen sin mover un dedo y han intentado hacer un “lavado de cara ecológico” ofreciendo falsas soluciones, cuando sabemos perfectamente que el reciclaje tampoco es la solución. En sus manos está cambiar la situación de raíz, y para ello tienen que reducir drásticamente su producción de plásticos de un solo uso, que tenemos minutos en nuestras manos y tardan cientos de años en degradarse.