Entrevistas

Guillermo Fernández-Vázquez: “No podemos permitir que la ultraderecha se apropie de ideas como la familia, la seguridad o el orden”

Guillermo Fernández-Vázquez es investigador de la Universidad Complutense de Madrid y lleva años examinando la política francesa. Acaba de publicar Qué hacer con la extrema derecha en Europa (Lengua de Trapo, 2019), un libro en el que en lugar de mirar por encima del hombro a los votantes del partido de ultraderecha Frente Nacional –ahora renombrado Agrupación Nacional–, repasa su historia para entender cómo se convirtió en el partido más votado en las elecciones europeas en el país de la Liberté, Egalité, Fraternité. 

Fernández-Vázquez empezó a cuestionarse el relato que le había llegado del ascenso de la ultraderecha francesa cuando, en una estancia en el país galo en 2013, escuchó un discurso en el que Marine Le Pen defendía a los jóvenes españoles que tuvieron que abandonar España por la política de recortes de la Unión Europea. Seis años después, las instituciones españolas asisten a la llegada de Vox.

El cineasta francés Joseph Gordillo pasó meses grabando a vecinos de su pueblo que habían votado a Le Pen para un documental que permitiese entender las razones que llevaron a estas personas –que no tienen rabo ni cuernos– a votar a la ultraderecha. Y fundamentalmente vemos que es porque el neoliberalismo descarriló sus vidas, dejándoles en unas condiciones de precariedad y explotación que les hacen sentir que sus vidas no merecen ser vidas. ¿Las izquierdas de Francia y España han entendido esto?

Los sectores progresistas y la izquierda tienden a analizarse y mirarse el ombligo demasiado, mientras atienden poco a sus adversarios políticos. En Francia vi cómo los medios de comunicación a menudo iban a los sitios donde vivían estos votantes para mirarlos como se mira a un animal en un zoológico. Pero son personas como tú y como yo, que en cierto momento sintieron que el partido de Le Pen estaba expresando mejor una parte de lo quieren. 

En España, una parte de los votantes de Vox viene del Partido Popular, pero otra del trabajo que ha hecho el partido ultraderechista con el mundo rural, de la caza, que no tiene que ser gente de extrema derecha necesariamente, sino que este partido ha puesto en la agenda y politizado cuestiones que les preocupaba. Esa es su principal virtud. 

Y también la de aspirar a convertir en sus votantes a sectores que tradicionalmente no lo han sido, mientras las izquierdas dirigen sus discursos exclusivamente a convencer, conservar o recuperar a los que consideran sus legítimos seguidores. 

Eso es muy evidente en el caso francés del Frente Nacional o en el italiano de Salvini, que buscan votantes en los caladeros tradicionales de la izquierda. 

En Francia, por ejemplo, el funcionariado ha rechazado históricamente a la ultraderecha. Pero entre 2013 y 2015, el Frente Nacional intentó atraerlo criticando las políticas de recortes, actualizando sus discursos sobre la familia, la homosexualidad, tratando de presentarse como más liberales en cuestiones culturales y sociales, mientras mantenían su posición antiinmigración. Este cambio de estrategia sería algo así como si la izquierda fuese a buscar el voto de la España vaciada.  

Pero la izquierda tiene el gran obstáculo de que sus discursos económicos resultan difícilmente creíbles o realistas en una economía global neoliberal, regida por macrocorporaciones que están precarizando nuestras vidas cotidianas, como Amazon, Glovo o las grandes cadenas. Da la sensación de que las propuestas económicas de izquierdas se hubiesen contentado con ser faros u horizontes éticos. 

Es verdad que la izquierda no trabaja mucho el tema económico y, por tanto, no hace muchas propuestas. También es cierto que lo que está prometiendo ahora la izquierda son planteamientos muy moderados, es lo que decían los partidos socialdemócratas en los años 80 y 90. 

Pero la principal preocupación de la ciudadanía es la creación de empleo, un asunto que apenas se aborda en los debates políticos, muy probablemente porque ningún partido sabe muy bien cómo hacerlo en esta interdependencia global basada en la creciente precarización. Así que les dejan la puerta abierta a los nuevos partidos de la extrema derecha.

La extrema derecha se centra en cuestiones culturales, como Vox con el feminismo. Y la izquierda suele hacer de perfecto espejo dándole la batalla en esas cuestiones. Y puede estar bien darla, pero hay que invertir tiempo y estudio en otras propuestas, como las que se están haciendo sobre Economía Verde o el Green New Deal. Curiosamente, la ultraderecha de algunos países europeos se atreve también con esto. 

En 2017, el Frente Nacional recogía en su programa electoral la necesidad de reindustrializar el país o fomentar la economía de proximidad con el objetivo de preservar el medio ambiente. ¡La ultraderecha defendiendo la ecología y los derechos sociales! Si se atreven los sectores más inteligentes de estos partidos, ¿cómo no lo va a hacer la izquierda? 

Portada del libro de Guillermo Fernández-Vázquez

De hecho, es algo que suelen comentar los eurodiputados españoles del grupo Verde: que a menudo votan conjuntamente con partidos conservadores del norte de Europa en cuestiones medioambientales, algo que sería impensable con el Partido Popular español, entre los que encuentran, incluso, escépticos de la crisis climática. 

Los Verdes nórdicos y alemanes han conseguido ser lo suficientemente hegemónicos como para llegar a convencer a los conservadores. Eso es una victoria muy importante que en España no ocurre. Y ese es el reto: qué hacer para que incluso los más fervientes adversarios no se atrevan a rechazar ciertas ideas que defiende la izquierda.

¿Qué papel han jugado los medios de comunicación franceses en el crecimiento del Frente Nacional?

Un papel muy interesante. El Frente Nacional nace en 1972 pero no tiene entidad hasta 1984, cuando Jean-Marie Le Pen aparece por primera vez en la televisión. Hay que pensar en el contexto de un solo canal de televisión, en el que él hace una performance tremenda, causa un gran revuelo, se vuelve conocido… Toda su estrategia en los siguientes años consiste en suscitar la reacción de los medios mediante la provocación. Y los medios le hacen de altavoz, pero también se escandalizan y lo diabolizan. En 2011, llega Marine Le Pen a la dirección del partido y se da cuenta de que, si alguna vez quiere gobernar, necesita desdiabolizar su imagen en los medios, como le llaman a la nueva estrategia. Porque sí, llegan a la segunda vuelta presidencial, pero Chirac saca un 80% de los votos y Le Pen un 20%. Necesitan no ser odiados por una mayoría de la población, así que empiezan a presentarse como un partido normal, se cambian el nombre a Agrupación nacional…

Vox se parece más al Frente Nacional primero que al de Marine. El año pasado, hablando con un dirigente del Frente sobre Vox, cuando aún nadie hablaba de ellos, me dijo “para existir tendrán que hacer lo que hemos hecho nosotros, provocar para tener un 10% de los votos, y después ya se plantarán otras cosas para crecer”. Y es lo que están haciendo con todo ese histrionismo: convertirse en una supuesta fuerza de choque contra lo que los de Abascal llaman el consenso socialdemócrata. Ya veremos qué hacen después. Pero por ahora les ha servido para condicionar ayuntamientos, comunidades autónomas; es decir, ser una fuerza relevante. 

¿Y qué otras lecciones podríamos aprender de la prensa gala sobre cómo gestionar los discursos de la ultraderecha? 

No sé si han logrado dar con una fórmula, hay diversidad en la respuesta. Lo que pienso es que Vox espera generar escándalo o pánico moral. Y es normal que a veces los medios se hagan eco de las barbaridades que dicen, pero quizás, la estrategia más interesante fuese preguntarles por las cosas de las que no quieren hablar. En su programa defiende un sistema mixto de pensiones, ¿qué tiene Vox que decirle entonces a los pensionistas, muchos de los cuales les han votado? ¿Y al sector del taxi? ¿Defienden Uber y Cabify? 

Esas preguntas les incomodan más que hablar de la bandera, de Catalunya o del Día del Orgullo Gay, que es lo que les hace crecer. 

Y también porque con los rumores sobre inmigración aprendimos que para combatirlos no basta con datos que desmonten sus mentiras, porque los prejuicios trabajan desde la emoción, los miedos y la bilis. Y eso es lo que pasa con Vox, por lo que no basta con desmontar sus mentiras. 

Efectivamente hay que desmentirlas con datos, pero sobre todo hay que convencer y seducir. Hay que proponer algo que sea más atractivo para la gente. Vox ha puesto mucho interés en apelar y convencer a la gente de la España vaciada, pero en su programa electoral defienden un plan hidrológico como el de Aznar. ¿Qué tiene que decirle Vox a los agricultores de Aragón y Castilla y León? Vox es mucho mejor en su comunicación política que a la hora de elaborar el programa político, por lo que es mucho más fácil pillarle en lo segundo. 

En España, la memoria histórica vuelve a ser una cuestión controvertida en el espectro político. ¿Cómo interpreta el Frente Nacional el papel de Francia en la II Guerra Mundial? 

En ese tema ha hecho un cambio muy fuerte. Todavía cuando algún periodista le pregunta por ello a Jean-Marie Le Pen, este intenta rehabilitar la figura del mariscal Pétain, colaborador del régimen nazi. Durante 30 años, Le Pen padre banalizó el consenso sobre quiénes fueron los buenos y los malos en la II Guerra Mundial. Decía que el Holocausto no fue para tanto, lo llegó a llamar “un detallito” de la contienda.

Pero Marine Le Pen cambia el discurso e intenta reapropiarse de la Resistencia porque sabe que la inmensa mayoría de los franceses se siente orgullosa de ella. El que fuese su número dos,  Florian Philippot, que es un hombre joven y abiertamente homosexual, fue preguntado en la radio por el Frente Popular francés, que es la bestia negra para la ultraderecha, y contestó que fue un gran momento para la conquista de derechos sociales y que, por tanto, es un periodo a reivindicar. 

Eso es osadía política y no sé si me puedo imaginar a Vox reivindicando las virtudes del Frente Popular español o de la Segunda República. O con respecto al feminismo. Mientras Vox lo presenta como su enemigo, Le Pen ha tratado de presentarse como esa mujer que defiende a las mujeres de los musulmanes, de quienes obligan a otras mujeres a ponerse el velo. De hecho, en 2017, FEMEN protestó en uno de sus mítines y ella se lo tomó a broma diciendo que esta gente de izquierdas está loca por venir a perturbar el único acto de una candidata mujer que defiende a las mujeres. Una actitud muy distinta a la de Rocío Monasterio. 

También es cierto que Le Pen está en una posición hegemónica que le permite responder desde una posición de superioridad que Vox, al menos de momento, no se puede permitir. Pero retomando lo que apuntaba sobre el número dos de Le Pen, desde hace unos años el Frente Nacional intenta atraer el voto del colectivo LGTBI. ¿Cómo?

Como una cuestión de derechos sociales. El Frente Nacional es un movimiento muy nacionalista, por lo que su primero objetivo es defender la identidad francesa. Así que presentan los derechos sociales –el derecho al divorcio, la diversidad sexual, el derecho a la jubilación, al paro…– como parte de la cultura e identidad francesa. De algún modo, para ellos, que el aborto sea legal en Francia no es resultado de luchas concretas, sino una especie de emanación de la cultura francesa y, por tanto, hay que defenderlo no tanto porque sea justo sino porque es francés. 

Incluso la unión homosexual -no suelen llamarlo matrimonio-. La aprobación por parte del gobierno de Hollande del matrimonio entre personas del mismo sexo fue respondida con importantes manifestaciones a la que acuden todos los partidos de la derecha clásica, los republicanos. El Frente Nacional no las apoya oficialmente, tratan de no significarse en este tema. Así te encuentras con la ultraderecha siendo más moderada en este sentido que la derecha clásica y este tipo de decisiones explica en cierto sentido por qué ha logrado penetrar en colectivos que antes le eran ajenos o marginales. 

Y al mismo tiempo, convirtiendo a la comunidad musulmana en el enemigo. La ultraderecha utiliza como palanca para la crítica el hecho de que haya parte de las comunidades musulmanas que no reconocen los derechos de los homosexuales, por ejemplo. 

Esto se explica también desde la concepción del laicismo francés, que en España nos cuesta tanto entender. Pero ahondando en esa idea, la ultraderecha plantea continuamente el hecho de que la mayor tasa de natalidad de la población musulmana así como el crecimiento de los movimientos migratorios va a hacer que cada vez sea mayor el peso de esta comunidad en su país, lo que genera que cada vez esté más estigmatizada, criminalizada y aislada. Lo que retroalimenta su discurso y polariza a la sociedad. ¿Cómo puede quebrar la izquierda esta normalización del racismo? 

Hablando una vez con un militante del Frente Nacional me dijo: “Si nos quieres entender, piensa que nosotros estamos obsesionados con que nuestro país se convierta en Sudáfrica”. Yo no le entendí. Y añadió: “Que nosotros, los blancos descendientes de los galos, terminemos siendo una minoría racial dentro de nuestro país”.

Eso, que en su momento me pareció un dislate de un militante loco, es lo que me he encontrado cuando he asistido a congresos del Frente Nacional y he hablado con sus dirigentes. Su estrategia política se basa en la teoría de que la sociedad se aboca a esa situación, en la que al final las tendencias políticas se dividirán entre globalistas, como los llaman ellos, y el nacionalismo identitario. Y que, consecuentemente, ellos solo tienen que esperar a que todas estas contradicciones afloren. Entonces los partidos socialdemócratas desaparecerán y solo habrá Macrones y Lepenes, o Riveras y Abascales, en el caso español.

El análisis falla en el hecho de que entienden que un señor que procede o es descendiente de argelinos nunca va a ser francés, que va a ser siempre argelino. Cuando una sociedad puede ser perfectamente francesa y mestiza; de hecho, ya lo es. 

Pero eso no cabe en su visión. 

Ellos consideran que de allí de donde son tus abuelos condiciona completamente tu comportamiento y visión del mundo, son muy esencialistas. Entienden que ser árabe es esto y ya está. Por suerte, las identidades culturales y políticas son algo mucho más maleable. 

Esta ola neoconservadora no es exclusiva del continente europeo, es global: son Trump, Bolsonaro, Johnson, Salvini o Abascal en Occidente, pero también son la dictadura china y otros regímenes asiáticos. En el mundo árabe, esa ola conservadora se ha concretado en grupos como el Estado Islámico –aunque hay muchos otros–, y en una lectura salafista del Corán que los países del Golfo llevan décadas divulgando. Todos estas manifestaciones tienen los mismos objetivos: los derechos de las mujeres y el colectivo LGTBI, las personas librepensadoras, las que creen en el trabajo comunitario… ¿Qué puede hacer la izquierda para frenar esta fuerzas que apuestan por la involución?

En un mundo cada vez más inestable y donde las existencias, la vida laboral y personal, son una sucesión de precariedades, la gente necesita aferrarse a unas identidades rígidas, que es en lo que se basa la ultraderecha. 

Para combatirlo no hay que permitir que esas opciones políticas acaparen las ideas y símbolos que estas sociedades anhelan. Por ejemplo, los y las portavoces de Ciudadanos habla todo el rato de la familia. ¿Por qué la izquierda regala la familia a la derecha? Otra cosa es lo que entendamos por familia, pero no le podemos regalar este deseo de tener una vida más estable, porque es una opción que tiene mucho predicamento en todos los estamentos sociales. 

La cuestión es disputarle estos conceptos con los que se sienten muy cómodos y con los que mejor les va, pero resignificándolos y dándoles el contenido que nosotros queremos, que es lo mismo que hacen ellos. Como cuando Marine Le Pen resignifica el concepto de feminismo y se lo lleva a su terreno. No podemos permitir que se apropien o monopolicen ideas como la familia, la seguridad o el orden porque son cuestiones que preocupan a la mayoría de las personas.

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Comentarios
  1. DETRAS DE LA ULTRADERECHA Y DE LA DERECHA, OS OLVIDAIS DE QUE SIEMPRE ESTA LA IGLESIA, ESE GRAN PODER EN LA SOMBRA, ADOCTRINANDO PARA QUE SEAMOS SUMISOS SUBDITOS DEL SISTEMA ESTABLECIDO DEL QUE ELLA FORMA PARTE INDIVISIBLE DESDE TODOS LOS TIEMPOS. Ella sigue adoctrinando en los idearios religiosos desde la escuela.
    Todos los niños nacen ateos, sin ninguna idea sobre ningún dios, decía el Barón D’Holbach, o, dicho de otro modo, nos convertimos en creyentes después de ser adoctrinados en la infancia, cuando aún no poseemos herramientas de autodefensa intelectual y todo lo que aprendemos pasa a formar parte, hasta los seis o siete años, del armazón subconsciente que sustentará nuestras creencias más profundas sobre nosotros mismos y sobre el mundo. De ahí que las religiones comiencen su proceso de aleccionamiento y sometimiento ideológico y emocional desde los primeros días de la vida, y de ahí que impongan su presencia desde las primeras etapas de la Educación reglada, lo cual, parafraseando al político y escritor británico Benjamin Disraeli, es una verdadera tragedia, porque “donde empieza la religión termina el conocimiento”; la sociedad, la “cultura” y las familias, ya a priori también adoctrinadas, se encargan del resto.
    https://www.elplural.com/opinion/ateismo-en-aumento_221879102

  2. …el neoliberalismo descarriló sus vidas, dejándoles en unas condiciones de precariedad y explotación que les hacen sentir que sus vidas no merecen ser vidas…
    Sí, pero si pueden consumir irresponsable e innecesariamente «a todo trapo» bien que les gusta el neoliberalismo, nunca se plantearon si era ético o perjudicial para el Planeta y la especie humana.
    Es verdad que el neoliberalismo descarriló sus vidas en el sentido de que en lugar de inculcar valores, cosa que no es lo suyo, los atrofió y confundió, hasta conseguir que la gente adoptara sus valores: la codicia, la insolidaridad, el competidor en lugar del compañero.
    Difícil veo yo que se pueda crear empleo, cuando las máquinas, la informatización, han ocupado el puesto de las personas.
    O bien cuando se ha intentado presionar a alguna multinacional en demanda de los derechos del trabajador y de la legalidad, o amenaza con largarse o se larga a países que trabajan por poco más que el bocadillo. En realidad no tiene necesidad de largarse pues los poderes del país están con ella, no con el trabajador.
    ¿No pasó ya el tiempo del Green New Deal?. Es el tiempo de socialismo genuino o autoexterminio.
    Más, mucho más peligroso que Vox sigue siendo el partido Popular, pues desde 1939 tiene tentáculos y poderosos poderes establecidos en todos los rincones de la España que ha de helarte el corazón.
    Aquí no tienen necesidad de reivindicar a la II República ni al Frente Popular pues les restaría votos. A los herederos francofascistas les vota en tropel el rebaño de adoctrinados en el franquismo, los clientes de las iglesias, los colegios que adoctrinan en religión, los que se han creído la historia que escribieron y nos cuentan estos vencedores fasciogolpistas -en brutalidad que no vencedores morales- de aquella progresista II República que tantas esperanzas despertó en el pueblo.

  3. El error es el mismo de siempre,

    menos hablar o tildar de ultra derecha a otros partidos y mas trabajar en resucitar la izquierda, que ha perdido todo contacto con la realidad

  4. por eso no podemos dejar que nos roben nuestras bases, nuestra filosofía y nuestras luchas esos que están para exterminar todo lo que no es como ellos.
    todos somos culpables que ganen terreno porque hemos pasado de todo y no luchamos!!!!la lucha de clases es la misma hoy que ayer pero algunos porque tienen móvil no se han enterado

  5. lo que hace que nos salgan nuevos nazis es simplemente la falta de educación , la izquierda ha renunciado a las misiones pedagógicas, ha renunciado a ir a la base y a vivir como la base y se ha aburguesado olvidando sus principios marxistas, leninistas así que los locos nazi-fascistas lo tienen fácil para lavar el cerebro prometiendo la luna y buscando culpables demagógicos a todo, no tienen ni que parecerse a obreros simplemente se inventan bulos, sacan el terror y meten miedo con la diferencia eso mas la crisis y la religión ya tienen el terreno abonado!!!!
    para salir de esto hay que volver al trabajo en los barrios pobres olvidados de todo a los que nadie ha tendido una mano y a los que las mafias han sometido hilo a hilo en su tela de arana!!! sin nuevas misiones pedagogicas iremos al brazo exterminador del capitalismo: el fascismo-nazismo

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