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Religión y ciencia

"Nos admiramos de los avances científicos, pero cuando la ciencia da la voz de alarma sobre el medio ambiente no nos liberamos de la sociedad de consumo", reflexiona el autor.

Instalación 'Esperando al Cambio Climático' del artista Isaac Cordal / Foto: Objetif Nantes/Flickr (CC BY 2.0)

Para mucha gente la religión y la ciencia son dos campos tradicionalmente enfrentados. Pero la realidad no es exactamente esa. Son los fundamentalismos, el religioso y el científico, los que están empeñados en el enfrentamiento de las dos visiones del mundo. Lo que pasa es que el fundamentalismo religioso, con mucha frecuencia, se ha impuesto ampliamente en las sociedades en las que predominaba una creencia religiosa, y parecía que no existía más visión de lo religioso que el fundamentalismo fomentado por las jerarquías eclesiásticas. Y ha ocurrido lo mismo con la religión católica y con el islam, el budismo o el hinduismo. También en el campo de la ciencia, muchos, deslumbrados por los portentosos logros alcanzados en las ciencias naturales a partir del Renacimiento, han abrazado el positivismo científico de una manera fundamentalista, considerando que toda la realidad se reduce a lo que puede ser medido y comprobado experimentalmente.

Lo que la historia nos muestra son personas que realizaron aportaciones fundamentales en el desarrollo científico de la humanidad y que conservaban unas profundas creencias religiosas: Copérnico era un monje polaco, Kepler era luterano, Newton era también teólogo. Más recientemente Georges Lemaître, que fue el primero en formular la teoría del ‘big bang’, era un sacerdote belga. Pierre Teilhard de Chardin, paleontólogo jesuita, tiene una profunda visión de la evolución que unifica ciencia, filosofía y mística. Hace tiempo  leí un libro titulado ‘Cuestiones cuánticas’, que lleva como subtítulo ‘Escritos místicos de los físicos más famosos del mundo’. Se refiere a las inquietudes espirituales de los creadores de la física cuántica. Cito como ejemplo unas palabras de Max Planck, el padre de la nueva visión del mundo que nos proporciona la física moderna. Escribe Planck: “La ciencia nos acompaña, pues, hasta el umbral del ego, y ahí nos deja abandonados a nosotros mismos….Pero el Imperativo Categórico ?es decir, el dictado del deber? es el principio orientador de la vida. Aquí la inteligencia debe ceder el puesto al carácter, y el conocimiento científico a la fe religiosa”.

Actualmente encontramos un terreno en el que la ciencia y la religión no solo no se enfrentan sino que van a la par: la conservación del medio ambiente de nuestro mundo. La encíclica Laudato Si, del papa Francisco, es sin duda el documento de más alto nivel que recoge las graves advertencias que el mundo científico nos hace sobre la necesidad imperiosa de modificar profundamente nuestro estilo de vida para mantener un medio natural en el que la humanidad pueda seguir desarrollándose. 

Sin embargo, vemos que sus llamamientos tienen un eco realmente muy escaso. Nos admiramos de los avances científicos de nuestra sociedad, pero cuando la comunidad científica nos da una voz de alarma tan seria, como la que da para la salvaguarda del medio ambiente, nos mostramos incapaces de liberarnos de la sociedad de consumo en la que estamos atrapados, y asumimos pasivamente el que los acontecimientos sigan su curso fatal. Y no será porque unas creencias religiosas se opongan a los planteamientos científicos. ¿O sí hay creencias religiosas que se oponen?

Ciertamente la oposición no viene del campo católico ?y tampoco podemos decir que otras religiones sean decididas impulsoras del crecimiento económico?. Sin embargo, en nuestro mundo se ha impuesto una fe, que no tiene el nombre de religiosa, pero que profesa una confianza total y da un culto fanático al nuevo dios; el dinero. El capitalismo es la religión dominante en nuestra sociedad. Se presenta como un sistema económico, pero debajo hay unas opciones humanas y unos valores éticos que tienen un carácter claramente religioso. El principio fundamental de los musulmanes: “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”, ha sido sustituido por la profesión de fe capitalista: “No hay más Dios que el Dinero y el Mercado es su profeta”. Y esta fe desprecia olímpicamente los llamamientos de la ciencia.

Antonio zugasti es socio cooperativista de ‘La Marea’.

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Comentarios
  1. Sólo necesitamos sentido común que lo hemos perdido porque nos hemos alejado de la Naturaleza que es la maestra más sabia.
    Nos acoge, nos sostiene, nos alimenta, y torpes criaturas, pretendemos manipularla. Lo que tenemos hoy son los resultados de esa manipulación.
    Los agricultores sencillos hace muchos años, mucho antes que los científicos, que venían observando estos cambios y comentando con preocupación que esta manipulación no iba a traer nada bueno.
    ¿Así ahora en las iglesias están instruyendo a sus fieles sobre el demonio del capitalismo al que alimentamos con nuestro irresponsable consumismo?.
    Los pobres, aunque quieran consumir no tienen mucho poder adquisitivo y como la iglesia, al menos la católica, ha sido siempre tradicional aliada de los ricos, del poder, sea dictatorial, sea genocida, si empieza ella misma por desprenderse de todas las riquezas materiales, de todas las riquezas de este mundo, para vivir con valores, tales como honestidad , humildad, fraternidad, comprensión, sabiduría, como dicen que vivió Jesús, que dicho sea de paso nada tiene que ver con ella, si empieza a predicar con el ejemplo, ésta si que sería la buena noticia del milenio.

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