Internacional

La cuarta Corea

"Viajar a Corea del Norte también es una oportunidad para contrastar la imagen maniquea, diabólica y caricaturizada que, a menudo, los medios de comunicación han trasladado de la dictadura".

Dos mujeres pasean por el centro de Pyongyang. PATRICIA SIMÓN

Artículo publicado en #LaMarea65, ‘Las élites ante el clima’. Puedes adquirirla aquí.

La sala apenas aplaudió cuando la pantalla se fue a negro y aparecieron los títulos de crédito. No habían dejado aliento, o tiempo, para dirimir si la película había gustado, las casi tres horas de trepidantes tiroteos, emboscadas y explosiones, los rostros desfigurados de soldados que seguían disparando hasta caer desplomados, la mano desmembrada a la que un compañero de batallón le coloca un dedo desgajado antes de enterrar el cadáver en el desierto, y mucha sangre, y mucho Soy un soldado de la Armada china, te llevaré a casa, y mucho terrorista del ISIS, aunque le llamasen de otra forma y sus actores tuviesen todos rostros caucásicos.

El público que asistía a la gala de inauguración del 16º Festival Internacional de Cine de Pyongyang, el pasado septiembre, acababa de presenciar el estreno no solo de una superproducción china, sino la puesta de largo cinematográfica del nuevo orden mundial. Con Operation The Red Sea, los privilegiados norcoreanos que ocupaban las butacas de la Casa del Cine, los diplomáticos de las embajadas extranjeras presentes en el reino comunista de los Kim, y el puñado de viajeros extranjeros presentes, habíamos comprobado cómo con este filme en el que la Armada china arrasa con los ‘piratas’ del Golfo de Adén y los terroristas islamistas que secuestran a trabajadores de sus empresas que expolian África, China ha decidido apropiarse sin rubor del discurso cinematográfico bélico estadounidense para presentarse como lo que es: la nueva potencia mundial. Y lo hace con tal alarde de efectos especiales y un uso tan histriónico de la banda sonora que casi daban ganas de refugiarse en los cánticos marciales que acompañan a las películas setenteras de la guerra de Corea programadas de la mañana a la noche en el canal de televisión norcoreano. Eso, cuando no está emitiendo una especie de videoclips conformados por fragmentos de sus filmes más conocidos al ritmo de las canciones patrióticas que hacen imposible a la población norcoreana abstraerse de la propaganda del régimen comunista que gobierna el país desde hace 70 años. Si apagan el televisor, los dos retratos que obligatoriamente coronan la estancia principal de todo hogar, con los rostros de  Kim il-sun y Kim Jong-il –el abuelo y el padre, respectivamente, del actual dictador Kim Jong-un– les seguirá vigilando. Si se asoman a la ventana para tomar aire, siempre atisbarán en algún punto del horizonte un mural de los exmandatarios, o una loneta con una consigna oficial, o unas esculturas que le recordarán quién hizo posible todo, dónde empieza y acaba la vida en su país, a quiénes les deben su existencia. Es como la Santísima Trinidad norcoreana, que ha constituido una especie de monarquía absolutista comunista en la que el culto a cualquier religión está prohibido porque ellos son Dios.

Los llamados píxeles humanos que forman las ilustraciones con cartulinas en los juegos Arirang han sido dedicados, por primera vez, a la paz. PATRICIA SIMÓN

Viajar a Corea del Norte supone asumir, como en muchas dictaduras, que solo podrás ver lo que te permitan observar las tres personas del gobierno, incluido el chófer, que siempre te acompañan; que la mayoría de las preguntas que se te pasan por la cabeza ni siquiera merecen ser verbalizadas, en una especie de acuerdo tácito al que se llega con los guías para facilitar la total convivencia que se dará en los siguientes días; y que muchas de las respuestas recibidas, por absurdas o inverosímiles que resulten, deberán ser recibidas como lógicas. Y hay mucho de road movie.

El equipo que te acompaña se aloja en el mismo hotel que te asigna el gobierno. No está permitido salir sin su compañía, y todos los traslados se hacen en su vehículo, que ante la sensación de estar recorriendo uno de los países más herméticos y desconocidos del mundo, termina convirtiéndose en una especie de nave espacial desde la que contemplar la cotidianidad de un pueblo que, ya sea a pie, en bicicleta, tranvía o metro, muestra brío y determinación en su actitud; dignidad en el andar de las mujeres, alzadas todas ellas sobre tacones y faldas entalladas a la cintura; diligencia en el caminar de ellos. Pero esta vitalidad es especialmente visible en la capital, una ciudad de 2,5 millones de habitantes en la que reside la clase más beneficiada por el régimen de un país donde Amnistía Internacional estima que hay unas 120.000 personas encarceladas en campos de prisioneros por razones políticas.

Pero viajar a Corea del Norte también es una oportunidad única para contrastar la imagen maniquea, diabólica y caricaturizada que, a menudo, los medios de comunicación han trasladado de la dictadura, especialmente a raíz de que George W. Bush inaugurase su invención del Eje del Mal en 2002 con Irán y Afganistán, por su supuesto apoyo al terrorismo, y Corea del Norte por su industria armamentística nuclear.

Antes, como tantos otros regímenes totalitarios –como la dictadura vecina china o la hasta ahora aliada Arabia Saudí–, la república de los Kim había sido visitada por representantes estadounidenses, de la altura del expresidente Carter, que viajó hasta en tres ocasiones, la más importante en 1994. Gracias a su intermediación se terminó de impulsar un programa de desnuclearización que mantuvo durante los siguiente años las relaciones entre ambos países en un ánimo más sosegado. Madeleine Albright visitó el país en 2000, cuando ocupaba la Secretaría de Estado con el presidente Clinton, que en aquellos momentos alcanzó sustanciosos avances en el entendimiento entre ambas naciones. Entonces llegó Bush y todo se redujo a la amenaza recíproca. Hasta ahora.

Estos días, sin embargo, son de esperanza y se intuye en el ambiente. De hecho, esta mañana, excepcionalmente, el chófer que siempre nos espera puntualmente en la entrada del hotel, se retrasa unos minutos. Llega corriendo y se disculpa entre sonrisas: estaba viendo el noticiero matinal dedicado a la cumbre de paz que se inició el día anterior en Pyongyang con la llegada de la amplia comitiva surcoreana, encabezada por el presidente, Moon Jae-in. No se trata solo de firmar oficialmente la paz entre dos naciones que fueron una hasta 1953, tras una guerra de tres años en la que se calcula que murieron más de tres millones de personas. Se trata también de iniciar un proceso de reunificación federal, así sea manteniendo la independencia de los dos países, y de normalizar los intercambios económicos con una nación, la norteña, en la que ya se atisban los signos que suelen despuntar en los países emergentes.

La ciudadanía norcoreana vuelve a casa tras haber haber sido llamada a dar la bienvenida al presidente surcoreano y a su comitiva, llegados para la Cumbre de la Paz celebrada en septiembre. PATRICIA SIMÓN

Feria del comercio

Una mujer paga con dólares el usb de memoria que acaba de adquirir. Pese a que, supuestamente, las monedas extranjeras están prohibidas para la población local, las transacciones con los billetes rubricados con el «In God we trust» («En Dios confiamos») se repiten en varios stands de la primera planta del edificio que alberga la feria del comercio de Pyongyang, que se celebra dos veces al año. Varios centenares de hombres y mujeres con vestimentas humildes, y en muchos casos procedentes de áreas rurales, según nuestra guía, hacen cola para poder ver o comprar el típico rallador de verduras que causa furor en cualquier teletienda o feria de muestras del mundo, pero también planchas de vapor, robots de cocina, aspiradoras, abrigos… La mayoría de ellos son de producción china y a precios que no suelen superar los veinte o treinta dólares.

Pero también hay cremas cosméticas de producción norcoreana –que ha imitado la puntera industria del país vecino sureño–, y que el régimen Kim ha convertido en una de sus banderas. Son míticas las visitas del presidente Jong Kim-un a las fábricas, en las que dicta recomendaciones para la mejora de sus producciones, en este caso, de ingredientes para las cremas antiarrugas e hidratantes. “Cuando vino el líder supremo, dio solución a los problemas pendientes”,  “Gracias al gran mariscal tenemos… las mejores cremas, esta biblioteca con 30 millones de libros, o la represa de ocho kilómetros de larga que construimos en cinco años», repiten los guías una y otra vez en cualquier instalación que visitamos. Son relatos cargados de fechas y kilómetros cuadrados, siempre enmarcados en la construcción de desorbitados y lujosos monumentos levantados en conmemoración del nacimiento o la muerte de alguno de sus líderes, o el inicio o el final de la guerra de Corea, o cualquier evento destinado a reescribir una Historia en la que los líderes supremos serán siempre los salvadores, los alumbrados, los resistentes frente al maléfico Estados Unidos o su “vasallo”, Corea del Sur.

Y todo ello sucede a pesar de que en los últimos meses, con las negociaciones de paz establecidas con ambos países, el discurso belicista que se transmitía por las omnipresentes pancartas rojas con consignas, murales, pósters y discursos televisivos, se han sustituido por el de la paz, la reunificación y la cooperación económica. La candidez casi hippie del lema paz y amor ha sustituido a la ira de las pinturas con niños celebrando el lanzamiento de misiles. Y las antiguas marchas militares han sido reemplazadas ahora por ilustraciones de mujeres con bolsos rebosantes de todo tipo de productos.

Este impulso de la economía se evidencia en los stands de esta feria, cuya primera planta está dedicada fundamentalmente a la innovación tecnológica y los artículos de mayor lujo de producción local: tabletsusb, televisiones de plasma y smartphones con los que, al menos, la población más acomodada –aunque nuestra guía insiste en “todo el mundo”– se comunica de manera cotidiana a través de la intranet norcoreana; lujosas cocinas occidentales, puertas y muebles de estilo sueco o paneles solares –habituales en las fachadas de los edificios de arquitectura soviética de la capital y en algunas de las zonas rurales–. Y también motocicletas chinas por unos 300 euros que los visitantes escudriñan con curiosidad y bicicletas eléctricas, habituales ya entre las miles de las tradicionales que recorren diariamente las calles de Pyongyang.

Se espera que esos signos de bonanza se terminen de disparar con el tratado de paz, para cuya firma el presidente Moon se hizo acompañar por una comisión con los representantes de las principales empresas surcoreanas, entre ellas, Hyundai, Samsung y LG. Se aspira igualmente a la construcción de un ferrocarril que comunique la península coreana y China. Un aperturismo que desde hace años, y por temporadas, se alimenta del turismo, fundamentalmente chino, que en estos días atesta hoteles, museos, e incluso la llamada Zona Desmilitarizada de Corea –hasta hace unos meses, la frontera más militarizada del mundo y, en estos momentos, esperanzador destino turístico–. Desde la terraza del complejo militar norcoreano, mujeres y hombres chinos se toman selfies con las instalaciones surcoreanas a poco más de un centenar de metros, mientras son observados por los turistas del país vecino.

Panorámica de Pyongyang, con sus mastodónticas edificaciones de arquitectura soviética. PATRICIA SIMÓN

Además de la feria del comercio y el festival de cine, el régimen de Kim Jong-un ha hecho coincidir la Cumbre de Paz con los juegos Arirang, famosos por reunir en el césped de uno de los estadios de fútbol más grandes del mundo, con capacidad para 150.000 espectadores, a varias decenas de miles de gimnastas. Eventos que han atraído también a turistas brasileños y de otras nacionalidades europeas, en cuyos países hay agencias que programan este destino desde hace años. Nos informan de que alguna agencia norcoreana de viajes ha contactado con touroperadores españoles para que los incluyesen en su oferta, pero no han obtenido respuesta. Quién sabe si porque, quizás, no han dado credibilidad a la propuesta.Un error porque, como bien sabemos en España, la llegada de turistas en contextos de dictadura, por restringido que esté el acceso, amplía horizontes, experiencias y referentes entre la población sometida. Y a los visitantes les obliga a recordar que en todo relato hay matices, preguntas aún sin respuesta, y respuestas que no habían leído publicadas.

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Comentarios
  1. Una acusación que pretende reprimir la solidaridad internacionalista
    Se ha lanzado una recogida de firmas de apoyo en torno al Manifiesto Contra la criminalización de la solidaridad con el pueblo palestino, además de comenzar los contactos con diversos Ayuntamientos, juristas y artistas de todo el Estado.
    La Plataforma cuenta ya con una web https://www.conninesporpalestina.org/ (en construcción), un perfil de Twitter (@PNinesPalestina) y una imagen identificativa que se irá difundiendo en los próximos días.

    Ángeles Maestro militante de Red Roja, exdiputada de IU en el Congreso de los Diputados (1989 y 2000), comunista, médica, militante antifascista y contra la guerra que ha hecho del internacionalismo una causa permanente.
    La causa contra Nines Maestro y otras dos compañeras representa una medida legal de criminalización de un acto solidario. Si ya a principios de año parecía inaudita una acusación por delito de financiación del terrorismo, el pasado 14 de junio se recibió la noticia de que la Audiencia Nacional había negado el sobreseimiento solicitado por la defensa.
    En declaraciones a la prensa Nines Maestro dejó claro que «Lo único que hemos hecho ha sido recaudar dinero para ayuda humanitaria en Palestina después de los ataques de Israel en dos ocasiones. Una a mediados de 2014 y otra a finales de 2015. Nada más. Entregamos el dinero recaudado, primero, a Leila Khaled y, después, a un representante de la Autoridad Nacional Palestina. Nunca pensamos que nos encontraríamos con una demanda por financiar el terrorismo. No tiene sentido».
    La Plataforma de Apoyo a Nines y Palestina se crea para proporcionar información y difusión del caso, buscar apoyos a nivel estatal e internacional y contribuir a sufragar los gastos judiciales.
    Entre los colectivos integrados en la plataforma figuran Anticapitalistas, BDS, CGT Corredor del Henares, Iniciativa Comunista, IU Madrid Ciudad, La Comuna, Madres contra la Represión, Movimiento Antirrepresivo de Madrid, Nodo50, Paz con Dignidad, Red Roja, Sindicato Asambleario de Sanidad-Madrid. Está y estará constantemente abierta a la incorporación de nuevas organizaciones y personas interesadas en extender un mensaje claro: la solidaridad internacionalista no es delito.
    https://kaosenlared.net/nace-la-plataforma-de-apoyo-a-nines-y-palestina/

  2. LOS PAISES DEMOCRATICOS
    por ejemplo ARGENTINA, 7.000 personas duermen en la calle solo en Buenos Aires; 5 murieron de frío en las últimas horas.
    Bajo el lema “La calle no es un lugar para vivir” gremios y movimientos sociales salieron a la calle para exigir respuestas ante la inacción del gobierno del presidente argentino, Mauricio Macri, por las muertes causadas por la ola de frío y el hambre.
    El pasado viernes se realizó un Censo Popular de Personas en Situación de Calle y se dio a conocer que hay más de 7.000 personas viviendo a la intemperie en la ciudad más rica del país. Un aumento del 70 por ciento en relación al año 2017 y una cifra 5 veces mayor que la reconocida por el Gobierno porteño.
    (telesur)

  3. Pues de amargadas y de vivir bajo una cruenta dictadura no tiene pinta el semblante sereno y alegre de estas mujeres.
    Lo que más lamento es que este país, por lo que nos cuentas, se va a convertir en otro país consumista. Justo lo que necesita el planeta en estos momentos. Vamos, que, cómo China, podría entrar a formar parte de la dictadura capitalista. La más sutil, fíjate que hasta se sabe vender por democracia, pero la más letal: mata en los cinco Continentes sometiendo, sembrando conflictos, guerras, hambre, apoyando a los peores dictadores a cambio de los recursos del país y mata en Occidente recortando los derechos y las libertades del ser humano, convirtiéndonos en siervos sumisos y precarios. Por matar ha matado hasta a la Madre Tierra.

  4. si tumpito se ha ido y anda pisando la frontera y todo debe ser que se va a permitir sacar a corea del norte de las fuerzas del mal y de la guerra contra el terrorismo de 2001, es bastante interesante porque qué quiere EEUU , qué negocios va a concluir ? tierras raras? joder a China poniendo a corea del norte entre la espada y la pared ? en fin que estoy curiosa de saber qué esta pasando en la nueva política EEUU la potencia venida a menos pero que sigue ladrando aunque ya se sabe perro ladrador poco mordedor , un perro viejo se queda también sin dientes. No todo pueden ser tuits je, je

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