Cultura

Días ajenos | Contar la verdad

"Me he pasado casi toda la vida ocupado en leer a los demás para entender cómo se hace para inventar de una forma verosímil", dice el escritor Bob Pop

Foto: MAURICIO RÉTIZ

Llevo cuarenta años aprendiendo a escribir. Preocupado –sin obsesionarme– por dar con la manera precisa de contarme. Llevo cuarenta años aprendiendo a hablar. Obsesionado –ahí sí– por decir exactamente lo que quiero decir en cada momento; por hacer que mis palabras alcancen a los otros antes de que les llegue el resto de mí. Me he pasado casi toda la vida ocupado en leer a los demás para entender cómo se hace para inventar de una forma verosímil, para explicar lo importante a través de ficciones protectoras, para dar con un buen formato convencional que me ayudara a mostrar sin exhibirme, para transformar lo que he visto en una mirada más amplia sobre la realidad.

Más de cuarenta años creyendo que estaba perfeccionando cierto arte del disimulo en forma de literatura (oral o escrita) que me serviría para poder ganarme la vida, obtener lo que los cursis llaman una voz propia o escapar de la atracción del abismo del silencio.

Hoy –por fin, después de todo este tiempo– sé que no he hecho otra cosa que prepararme para poder contar la verdad de la mejor forma posible. Una verdad nada universal, ni pretenciosa ni revolucionaria; una verdad que se limita a las cosas que me pasan, a ser capaz de decir exactamente cómo me siento cuando me preguntan cómo estoy o qué siento. Una verdad diminuta pero que me explica más que todas las ficciones monumentales con las que fantaseé y quise levantar con las herramientas literarias que fui aprendiendo a usar para una arquitectura de simulación que nunca me llegó a servir como refugio.

Hoy, después de todo, creo que contar la verdad es un acto de orgullo para el que hay que estar bien preparado. Que la verdad no se puede contar de cualquier manera, que hay que pasarse años aprendiendo a usar los trucos de los escritores y los charlatanes, los mismos que ellos usan para fascinarnos o engañarnos con sus inventos. No podemos decir la verdad como si a lo que contamos le bastara con ser cierto. Nos tiene que importar que nos crean tanto como nos importa cuando mentimos. Debemos tener tanto que ganar o perder que cuando estafamos. Porque una vez que os contamos una verdad bien contada y nos acostumbramos a que os importe no hay marcha atrás. Es adictivo.

Tampoco os creáis que es más fácil o supone un menor esfuerzo o preocupación que urdir una mentira. Contaros la verdad da tanto miedo como mentiros y temer que me vayais a descubrir. Contaros la verdad asusta aún más: temo que la próxima verdad sea igual que esta y no haya nada nuevo que contar. Y estar acabado.

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Comentarios
  1. Si la próxima verdad que cuentes es como esta que has contado, no te preocupes. Un consejo como este hace que los escritores nóveles se pongan las pilas para seguir leyendo y leyendo sin parar y aprender a expresarse tal y como lo haces tú. En realidad estoy describiendo como me ha servido a mí tu artículo, pero estoy seguro de que a muchos les habrá pasado.

    Aprovecho para decir que la entrevista que se te hizo en ‘Otra vuelta de Tuerka’ (muy buena, por cierto) también me ayudó a aprender sobre la vida misma.

    Un abrazo Bob y mucho ánimo con tu trayectoria.

  2. Bob Pop: soy seguidor incondicional tuyo, de Juan Carlos Monedero, de Patricia Lòpez. Sigo a Andreu Buenafuente en sus monòlogos y sòlo con ciertos invitados como tù.
    Para mí son figuras extraordinarias que abordan temas de peso con gracia, sencillez, espontaneidad y sin miedo.
    Un abrazo Bob Pop.

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