Entrevistas

Mar Cambrollé: “La exclusión laboral de las mujeres trans se hace con la complicidad del Estado y de las centrales sindicales”

Mar Cambrollé es la presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, donde consiguió que se aprobase una de las leyes más avanzadas para las personas trans y sus familias.

Mar Cambrollé, segunda por la izquierda, con sus compañeras de la Asociación de Transexuales de Andalucía

Mar Cambrollé (Sevilla, 1957) es parte de la historia de este país. Su lucha por los derechos de las mujeres y hombres trans desde la Transición ha sido y es infatigable. La responsabilidad de representar a un colectivo, lejos de entibiarla, la empuja a tener un discurso traslúcido y tan afilado que siempre termina pinchando hueso.

Conversamos con ella sobre la celebración del Orgullo, la relación de la comunidad trans con el movimiento LGTBIQ+, con los feminismos y con las instituciones. Nadie sale indemne, y todos salen como aliados.

El colectivo de personas trans sigue siendo de los más discriminados en el mundo y en España, si no el que más. ¿Por qué?

Seguimos viviendo un trato subhumano porque estamos excluidas del mercado laboral, pero no es paro, es distinto: es la imposiblidad de tener un trabajo normalizado del 80% de las personas trans en el Estado español. El termómetro es mirar a aquellas profesiones que no requieren cualificación, como ser dependienta en el Mercadona o El Corte Inglés, limpiadora de colegios, edificios o bancos… No contratan a las mujeres trans. La exclusión laboral de las mujeres trans se hace con la complicidad del Estado y de las centrales sindicales, que no mueven un dedo. 

El Estado debería indemnizar a esas personas trans, de más de 60 años, que viven en la absoluta precariedad porque nunca han tenido un trabajo reglado ni han podido cotizar a la Seguridad Social. Tienen derecho a una reparación estatal que les permita pagar una vivienda y comer dignamente. Y esto es así en todos los países, no hay uno solo donde las personas trans no sean discriminadas. 

¿Cómo ha sido vuestro encaje y relación con el movimiento LGTBIQ+?

Han borrado a la mujer trans de su historia para construir un relato gaycentrista y, por tanto, androcéntrico. Por eso creamos, ya en los años 80, Transexualia, la primera organización de mujeres trans del Estado español. Los hombres se incorporaron después. 

En general, se han impuesto unos patrones muy androcéntricos, basado en la fuerza, la virilidad, la violencia, el enaltecimiento del hombre musculado… Los totalitarismos siempre se han cebado con lo femenino porque somos el pilar que deconstruye todas las opresiones. Los gays lo han asumido y se han decantado por una representación hipermasculinizada, plumófoba y transmisógina. Han querido gustar al poder, infiltrarse en las instituciones, y en lugar de convertirse en nuestros aliados, han sido un obstáculo para que accedamos a derechos.

El Orgullo se ha convertido en un desfile en el que las marcas se anuncian, y las reivindicaciones han pasado a un segundo plano. Por eso en Andalucía celebramos el Día del Orgullo Trans, porque vimos que el movimiento nos invisibilizaba. Reunimos artistas, exposiciones, poesía y leemos un manifiesto para empoderar a la juventud trans. 

El movimiento LGTBI se ha vuelto clientelar, y se ha puesto al servicio de la validación de las estrategias políticas. Pero el movimiento social se debe mover en lo necesario, no en lo posible, que es lo que te responde siempre la clase política. Por eso no se deben mezclar, por eso el movimiento feminista, que es lo más transgresor y subversivo que hay en este momento, tiene que escapar de los partidos políticos. 

De hecho, las mujeres trans sois una parte muy importante de los movimientos feministas.

Las mujeres trans hacemos una gran aportación al feminismo porque atacamos a la raíz del cisheteropatriarcado, con nuestros rasgos de género y orientación sexual. Por eso, nuestras hermanas cis deben entender que vivimos situaciones muy análogas a las que ellas sufrieron hasta convertirse en sujetos de pleno derecho: cuando no tenían derecho al voto, a tener una cuenta corriente individualmente, a viajar solas…. Han vivido una situación de trato subhumano como el que estamos viviendo nosotras aún.

Pues ahora tienen que ser capaces de empatizar y ponerse en los zapatos de esas otras hermanas que viven la violencia patriarcal de manera estructural y con consecuencias parecidas: las personas trans, y en especial las mujeres por razón de género, no somos consideradas sujetos de derecho para el Estado. Éste, junto a la medicina, nos tutela, privándonos de la capacidad de decisión, cuando patologizan y desnaturalizan las identidades trans. 

Pero en Andalucía consiguieron aprobar en 2017 la Ley para garantizar los derechos, la igualdad de trato y no discriminación de las personas LGTBI y sus familiares en Andalucía, de las más avanzadas del mundo. 

Y nos costó el castigo de la Junta de Andalucía. Yo llegué a amenazar con una huelga de hambre y amarrarme a las rejas del Parlamento si no aprobaban dos puntos fundamentales: despatologizar las identidades trans y reconocer la libre autodeterminación del género, sin contar con la medicina.

Conseguimos arrancarle esa ley a la Administración, pero nos dejaron sin recursos para ejercer una labor que esta asociación lleva 12 años desarrollando. 

¿La ola reaccionaria que recorre el mundo ha traido también un repunte de la transfobia?

Ya desde los años 80 hay una corriente antiderechos que surgió en los Estados Unidos. Fundamenta su agresión hacia nosotras en un dogma biológico que es incapaz de entender que la diversidad es biológica y que las identidades trans forman parte de la propia naturaleza. 

Estas corrientes transexcluyentes sostienen que las trans no tenemos derecho a ocupar espacios de las mujeres. Yo no tengo que pedir permiso para ocupar ningún espacio porque soy feminista. Quizás el problema del feminismo no sean las trans sino las que se comportan con herramientas del patriarcado, argumentando desde lo genital. Desde luego no son feministas porque promulgan discursos de odio y antiderechos hacia otras hermanas. Me parece que están más cerca de posiciones de Vox, ultracatólicas, de El Yunque o de Hazte Oír que del feminismo. 

El feminismo es empático, interseccional, igualitario y capaz de dar una respuesta a todas las situaciones de opresión que tienen que ver con la raza, con la identidad, con la explotación laboral, con la clase social… Y por el contrario, estas mujeres excluyen a las mujeres trans, que han sido golpeadas, violadas y asesinadas como nuestras hermanas cis. 

Hay que recordar que en regiones como América Latina, el 20% de las mujeres trans son expulsadas del hogar a una edad muy temprana, el 60% no termina sus estudios básicos, y muchas son asesinadas muy jóvenes, a partir de los 20 años. 

¿De dónde bebe esa transfobia?

Hablan de un feminismo científico, como si la biología para ser una mujer lo determinara lo que tenemos entre las piernas. No hay mayor ignorancia o aseveración más patriarcal y machista que querer determinar que unos genitales condicionen la orientación o el género de las personas. Es algo superado por la la antropología, la sexología, por la propia existencia de las personas trans e intersex, que ponemos de manifiesto que nuestros genitales no determinan nuestra identidad.  

Nos responsabilizan, además, de reproducir los roles más marcados de género. Nosotras no los inventamos, pero utilizamos la feminidad como una vía de comunicación. Y cómo será que el franquismo consideraba lo femenino algo transgresor y nosotras hemos hecho una revolución subidas en tacones, con plumas y pintalabios rojo. 

¿Cómo llegan los y las jóvenes trans a la asociación? 

Lo que peor llevo es cuando una madre o un padre no les apoyan, porque lo viven con depresión, ansiedad, y no entiendo que sean tan egoístas como para amarse más a sí mismos que a sus hijos e hijas. 

La primera sociedad con la que nos encontramos es la propia familia. Si esta nos da un portazo en la cara, crecemos con una gran ausencia. Por eso hay una alta incidencia de suicidios entre la juventud trans.  

Pero también están muy empoderados: tienen conciencia de sus derechos, se indignan cuando en la universidad no respetan su identidad.. Hay rebelión y estrategias de resistencia.

¿Cuáles son sus próximas luchas como asociación?

Entrar en los materiales educativos para que cuando enseñen el cuerpo humano no hagan un planteamiento binario de hombre-pene y mujer-vulva, porque eso es educar en la exclusión de otros cuerpos que son sexuados y deseados, los de las personas trans. Y en el ámbito universitario queremos retirar cualquier material que diga que la homosexualidad se puede curar, o que las identidades trans son un trastorno, porque esos discursos perpetúan el estigma. 

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Comentarios
  1. Convincente:
    La diversidad es biológica y las identidades trans forman parte de la propia naturaleza.
    Nadie debemos ir contra natura. Es lo peor que se puede hacer.

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