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Se vende

"Cada vez que entra un nuevo posible inquilino, siento que me redecora la casa. Incluso algunos se traen cuadros para ver si les gusta a esa hora cómo les cae la luz"

Foto: National Library of Ireland

He puesto un cartel de «se vende» en el balcón de mi casa y llevo una semana sin parar de atender a posibles compradores. Me encanta que me llamen, recibirles, y enseñarles habitación por habitación. El baño, la cocina, el cuarto de estar… Disfruto especialmente observando a las parejas y escuchando sus comentarios, todos calculan espacios, planean dónde colocarán la cuna, el aparato de música, la caja de herramientas, el mueble bar… Revisan los altillos, los muros de carga y buscan enchufes donde no los hay. Cada vez que entra un nuevo posible inquilino, siento que me redecora la casa. Incluso algunos se traen cuadros para ver si les gusta a esa hora cómo les cae la luz. El único problema ahora es la portera, que se ha hartado de tanto ir y venir, y me amenaza cada mañana con chivarse a mi casero

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