Cultura | Entrevistas

Títeres desde abajo: “La identidad de clase está desapareciendo”

La compañía Títeres desde abajo vuelve a los escenarios con Paral·lel 55, una obra que reflexiona sobre las luchas laborales a partir de la huelga de la Canadiense de 1919.

Raúl García, Alfonso Lázaro y Mikel Fernandino.

Títeres desde abajo presentan en Ròmbic, el festival de títeres para adultos de Barcelona, su último montaje Paral·lel 55. ¿Qué pasaría si los títeres empezaran una huelga antes de la función? ¿Las lágrimas de los niños provocarían una inundación en el teatro, sus progenitores reclamarían enfurecidos la devolución del precio de la entrada y una indemnización millonaria por arruinar sus planes del sábado? ¿Y los titiriteros, que harían? ¿Asumirían las reivindicaciones de los títeres aceptando el chantaje o tomarían represalias?

Dos años después de la polémica detención de la compañía por la representación en Madrid del montaje La Bruja y Don Cristóbal, que destapó la censura sistemática que sufrían algunas manifestaciones culturales disidentes, Raúl García y Alfonso Lázaro vuelven a los escenarios junto con Mikel Fernandino con una obra que reflexiona sobre las luchas laborales a partir de la huelga de la Canadiense de 1919.

Paral·lel 55 habla sin tapujos de las huelgas laborales y la lucha de los trabajadores y trabajadoras. Un ejercicio que mira al pasado para aterrizar en nuestro presente. Un presente donde el sistema de producción cada vez más fragmentado aísla a los trabajadores en sus hogares, como dice Alberto Prunetti “entre Netflix y el miedo al despido”. ¿La clase obrera está desapareciendo?

Lo que está desapareciendo es la identidad de clase. Existe el deseo de salir de la clase obrera. Todo el mundo desea ser emprendedor o empresario en un sistema laboral cada vez más descentralizado donde los trabajadores ya no se reúnen, conversan y comparten. 

Con esta obra pretendemos hablar de la huelga como mecanismo de lucha, un mecanismo que cada vez está más deslegitimado porque para los que gobiernan no ofrece garantías para la convivencia. Por ejemplo: el ruido molesta a los vecinos, las octavillas no se pueden distribuir porque ensucian, no se pueden quemar neumáticos para hacer una barricada porque contamina y así un largo etcétera de justificaciones para mantener el orden por el bien común. Todos estos elementos que llamamos “ciudadanistas” merman un aparato de presión como es la huelga. Además, las prácticas de la organizaciones obreras cada vez son más simbólicas y menos efectivas.

La huelga de la Canadiense cumple 100 años y para algunos es un episodio desconocido de la historia reciente.

Sí, nos ha sorprendido mucho que gente de Barcelona no la conociera, pero la verdad es que en este país hay poca memoria histórica y se mira poco para atrás. Recuperar las luchas que nos han precedido también sirve para proyectarnos hacia el presente y el futuro.

¿Hay por tanto una voluntad didáctica y pedagógica en Paral·lel 55?

Pues lo cierto es que no planteamos el montaje como una obra documental, sino que la Canadiense nos servía como excusa para hablar de la deslegitimización de los aparatos de la lucha obrera y hacerlo desde el humor y el entretenimiento. Ahora bien, la gente que la ha visto nos dice que sería ideal que está obra se viera en los institutos y en las universidades. La memoria reciente es importante para evitar que los imaginarios de la derecha campen a sus anchas. Cuarenta años de dictadura y los cuarenta de transición que han venido después, han hecho que muchos eventos revolucionarios quedaran silenciados y tantos otros censurados.

¿La censura ha vuelto?

La censura nunca se ha ido. Existe y se ha visto en hechos como los de Valtonyc, Hasel, Cassandra y tantos otros. Nosotros, al ser detenidos, sin quererlo, nos convertimos en un símbolo de la lucha por la libertad de expresión. Al final lo que hicimos fue una obra que cuestionaba al poder con títeres de cachiporra. Una tradición de marionetas con antepasados en la comedia del arte como Pulcinella o el Guiñol, el Punch o Kásperle en Alemania. Marionetas para adultos en tono de comedia que en el siglo de oro se representaban por la calle para los obreros. Federico Garcia Lorca recuperó, en los años 30, esta tradición y le dio un gran valor literario.

¿La cultura puede ser una herramienta de transformación social?

La cultura de manera aislada no es transformadora. La cultura puede acompañar discursos y luchas concretas pero no los crea, ayuda a reflexionar sobre ellos y a transmitirlos.

Los hechos que motivaron la detención de ambos fueron en buena parte por el desconocimiento de las marionetas para adultos, de esta parte de nuestra cultura.

Sí, la tradición de marionetas para adultos está muy presente en muchos países y en España lo estuvo en el siglo de oro y después con la generación del 27. Lo que pasa es que cuando actúas en la calle, cuando montas un retablillo, la gente se sienta sin saber qué va a ver, dando por hecho que será un espectáculo para niños. Pensamos que nuestra sociedad está un poco confusa en cuanto a lo que pueden ver los niños y lo que no.

La Bruja y Don Cristóbal, igual que Paral·lel 55, no son obras para el público infantil, de hecho estamos programados en el festival de Títeres para adultos, Ròmbic, en Barcelona y normalmente actuamos en centros sociales y okupas. Pero que no sean obras pensadas para niños no significa que ellos no puedan verlas. El teatro de cachiporra lleva siglos en la calle representando espectáculos críticos y dando cachiporrazos a los “malos” y hasta ahora no parece que nadie esté traumatizado.

Sin embargo, en esta nueva producción y después de los incidentes de la obra La Bruja y Don Cristóbal, ¿han tenido dudas acerca de la temática y la puesta en escena? ¿La detención y el revuelo posterior que hubo les ha hecho crear con miedo?

El dramaturgo de Paral·lel 55 no formaba parte de la compañía cuando hicimos La Bruja y Don Cristóbal así que la creación no se ha visto tan condicionada, pero la sensación de duda existe. Constantemente nos hemos estado preguntando si estaba bien lo que hacíamos o si no, si poner ese cartel, si decir tal o cual frase. El miedo está ahí. Es lo que intentan, que tengamos miedo y obviamente lo consiguen. Han conseguido que encaminemos la lucha a poder pensar y decir cosas, cuando la lucha es hacer cosas. No es decir una tontería u otra, hacer un chiste o un tuit. La lucha es decir la verdad.

A veces sentimos miedo, otras veces rabia, pero cada sentimiento te empuja a hacer algo. La rabia te hace estar activo pero puede llevarte a la provocación y hacerte perder la perspectiva creativa. Es una pena que el miedo merme la capacidad de creación y a veces incluso te haga autocensurarte para trabajar. Existe esa censura indirecta que ya no depende de ti: gente que no te contrata porque has estado envuelto en polémica y entonces en algún momento piensas que si quitaras esto o lo otro podrías hacer más bolos.

Sin embargo, en su caso la censura los ha hecho más visibles. El año pasado, a raíz del caso Valtonyc, se empezaron a montar exposiciones, conciertos e incluso grandes equipamientos y eventos culturales se subieron al carro de la defensa de la libertad de expresión, por intereses más económicos que políticos. ¿Hay un marketing de la censura? ¿La censura puede convertirse en un producto del capitalismo?

Sí, claro que existe el marketing de la censura. De hecho a nosotros nos invitan a muchos eventos, pero si vamos no lo hacemos como Títeres. No nos hemos querido convertir en símbolo de nada, lo hemos sido a nuestro pesar. Además, nos nos sentimos muy identificados con el discurso de defensa de la libertad de expresión desde un marco de libertades democráticas. Entendemos que acotar la libertad de expresión como derecho democrático le sirve también al poder para ir parcelando nuestros derechos, limitando nuestras libertades.

¿Qué pasó con Santiago Sierra y su exposición Presos políticos en la España contemporánea?

Este podría ser el ejemplo más grande de marketing de la censura donde nos hemos visto envueltos. En su exposición se nos nombraba y ni siquiera nos preguntó si queríamos aparecer. Nos enteramos por la prensa que había fotos nuestras que formaban parte de en una obra de arte que tenía un precio desorbitado, o no, según el mundo del arte, pero que a fin de cuenta la censura se vendía como objeto artístico.

Ya no solo nos molestó que a la censura la absorbiera el capitalismo y la hiciera producto, sino que en el caso de Sierra se utilizara el concepto de presos políticos en un momento donde se estaba hablando del tema, instrumentalizándolo por razones artísticas, obviando las 56.000 personas más que están en las cárceles privadas de libertad.

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Comentarios
  1. Cómo puedo conseguir las obras o los guiones,quiero hacer algo parecido en mi país,estoy en Colombia y aquí sí que hay problemas laborales,asesinatos,descriminacion racial

  2. NI NOS DOMARON, NI NOS DOBLARON, NI NOS VAN A DOMESTICAR
    La memoria de Marcelino Camacho, la de aquel fresador que vivió hasta casi el final de sus días en un piso de 60 metros cuadrados sin ascensor, la del dirigente que impuso como condición para ser liberado la de cobrar el mismo salario que las limpiadoras del sindicato, la del luchador que pagó con 14 años de cárcel su compromiso con la clase obrera.
    Toneladas de sufrimiento y toneladas de dignidad.
    La derrota, la cárcel, el exilio, la fábrica y otra vez la cárcel. Y siempre, siempre, la lucha. La historia de miles sintetizada en un jersey y una olla colectiva.
    Una película documental titulada «Lo posible y lo necesario» recorre estos días las salas de toda España. «Lo posible y lo necesario» representa mucho más que un homenaje a Marcelino Camacho o a Josefina Samper. Constituye además una lección sobre la historia del siglo XX en España y una excepcional herramienta de formación sindical y política….
    (El Saltodiario)

  3. Las nuevas generaciones no están acostumbradas a luchar. Se lo han dado todo hecho y éso no es bueno. Todo lo que consiguieron sus mayores con luchas y hasta con sangre se lo están dejando llevar por nada.
    No es el caso de algunos pueblos, curtidos en luchas, en determinación, en perseverancia…
    como los indígenas de Brasil frente al gobierno fascista de BOLSONARO.

    El Gobierno de Bolsonaro prácticamente les declaró la guerra a los Pueblos indígenas nada más llegar al poder al mostrar su intención de robar sus tierras.
    Ante esta amenaza los pueblos indígenas empezaron a movilizarse. En enero lideraron la mayor protesta internacional de la historia por sus derechos. Y en marzo diversas etnias protestaron, de norte a sur del país, contra la amenaza de eliminar el sistema nacional de salud indígena (SESAI). La movilización fue muy exitosa y el Ministerio de Salud dio marcha atrás en su decisión.
    La resistencia funciona.
    https://www.survival.es/recogidasdefirmas/stopgenocidiobrasil?utm_source=SPANISH%3A+email+updates&utm_campaign=a834a63561-&utm_medium=email&utm_term=0_60e0d56bf6-a83

  4. la cultura tiene que ser libre y poder expresarse libremente sin censura, de lo contrario no estaremos en democracia y todo lo que no guste al poder o al capital será considerado «terroristas» que es la nueva forma de criminalizar todo.
    No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando raperos y otros artistas como vosotros sufrís acoso y represión.
    contra la ignorancia y oscurantismo: libros , cultura, educación, Arte

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