Opinión

Solo nosotros podemos ayudar a Assange

"El lobo feroz que distorsiona nuestra democracia está entre nosotros, y no en el Kremlin, y esto es lo que Assange decía desde el principio", reflexiona el filósofo.

El fundador de Wikileaks, Julian Assange.

Al final ha pasado. Julian Assange ha sido sacado a la fuerza de la embajada ecuatoriana y arrestado. No es ninguna sorpresa: había muchos indicios que apuntaban a ello. Una o dos semanas antes, Wikileaks preveía el arresto, y el ministro de Asuntos Exteriores de Ecuador respondía con lo que hoy sabemos que era una mentira descarada (que no había planes de cancelar el asilo de Assange), trufada de otras mentiras (sobre una supuesta publicación de Wikileaks de fotos de la vida personal del presidente ecuatoriano: ¿por qué iba Assange a querer arriesgar su asilo haciendo algo así?).

El reciente arresto de Chelsea Manning (ampliamente ignorado por los medios de comunicación) también apuntaba a este desenlace. Aunque fue indultada por el presidente Obama, ha vuelto a ser detenida, y ahora está en aislamiento, para obligarla a revelar información sobre su relación con Wikileaks como parte de la acusación que espera a Assange cuando los Estados Unidos consigan echarle el guante (si es que lo consiguen).

Recibimos otra pista cuando el Reino Unido afirmó que no extraditaría a Assange a un país en el que pudiera enfrentarse a la pena de muerte (en lugar de decir, simplemente, que no sería extraditado a los Estados Unidos a causa de Wikileaks), lo que prácticamente confirmó la posibilidad de su extradición a EEUU. Y eso por no mencionar la larga y lenta campaña de difamación, perfectamente organizada, que bajó a niveles inimaginables hace un par de meses, con unos rumores no contrastados según los cuales los ecuatorianos querían librarse de él por su mal olor y su ropa sucia.

Los primeros ataques contra Assange comenzaron con sus examigos y colaboradores afirmando en público que Wikileaks comenzó bien, pero que después se echó a perder por las tendencias políticas de Assange (su obsesión contra Hillary Clinton, sus sospechosas relaciones con Rusia…). A estos, les siguieron difamaciones más directas y personales: es un arrogante paranoico, obsesionado con el poder y el control… Ahora hemos llegado al nivel directamente físico del olor corporal y las manchas.

¿Assange paranoico? ¿Quién no lo sería viviendo permanentemente en un apartamento pinchado del suelo al techo, sujeto a la constante vigilancia organizada de los servicios secretos? ¿Megalómano? ¿Acaso no implica que eres una gran amenaza al menos para algunos el hecho de que el (ahora ex) jefe de la CIA diga que tu detención es su prioridad número uno? ¿Que se comporta como el líder de una organización de espías? Es que Wikileaks ES una organización de espías, aunque sea la que sirve al pueblo, manteniéndolo informado de lo que ocurre entre bastidores.

Pasemos a la pregunta del millón: ¿por qué ahora? Creo que un nombre lo dice todo: Cambridge Analytica, un nombre que representa todo aquello contra lo que lucha Assange: la revelación de las relaciones entre las grandes empresas privadas y las agencias gubernamentales. No olvidemos lo central, incluso obsesivo, que fue el tema de la influencia rusa en las elecciones estadounidenses, y ahora sabemos que quienes predispusieron a la gente a favor de Trump no fueron hackers rusos (con Assange), sino nuestras propias agencias de proceso de datos, en coalición con fuerzas políticas. Esto no significa que Rusia y sus aliados sean inocentes: probablemente intentaron influir en el resultado, del mismo modo que EEUU hace en otros países (aunque en esos casos se llama ayudar a la democracia…). No obstante, sí significa que el lobo feroz que distorsiona nuestra democracia está entre nosotros, y no en el Kremlin, y esto es lo que Assange decía desde el principio.

¿Pero dónde, exactamente, está ese lobo feroz? Para entender por completo el alcance del control y la manipulación tenemos que ir más allá de las relaciones entre corporaciones privadas y partidos políticos (como es el caso de Cambridge Analytica), hacia la interpenetración de las empresas de proceso de datos (como Google o Facebook) y las agencias de seguridad nacionales. No debería sorprendernos China, sino nosotros mismos, cuando aceptamos la misma regulación y seguimos creyendo que conservamos toda nuestra libertad y que los medios tan solo nos ayudan a darnos cuenta de nuestros objetivos (mientras que en China son totalmente conscientes de que están regulados). La imagen general que surge de todo ello, junto con lo que sabemos sobre las relaciones entre los últimos avances en biogenética (realizar escuchas sobre el cerebro humano, etc.), nos proporciona una imagen adecuada y terrorífica de nuevas formas de control social, lo que hace que el viejo totalitarismo del siglo XX parezca una máquina de control bastante primitiva y torpe.

El mayor logro del nuevo complejo cognitivo-militar es que la opresión obvia y directa ya no es necesaria: es mucho mejor controlar a los individuos y darles un empujoncito en la dirección adecuada si siguen percibiéndose a sí mismos como los agentes libres y autónomos de su propia vida… Esta es otra de las razones clave de Wikileaks: nuestra falta de libertad es más peligrosa si se percibe como el medio mismo de nuestra libertad –¿qué puede ser más libre que el flujo incesante de comunicaciones que permita a cada persona individual popularizar sus propias opiniones y formar comunidades virtuales a su libre albedrío?–.

Como la permisividad y la libre elección han sido elevadas al rango de valor supremo en nuestras sociedades, el control social y la dominación ya no pueden aparentar infringir la libertad del sujeto: deben aparentar (y ser apoyados por) la misma experiencia personal de los individuos libres. ¿Qué puede haber más libre que nuestra navegación sin límites en la web? Así es como el “fascismo que huele a democracia” opera a día de hoy.

Por eso es absolutamente imperativo que mantengamos las redes digitales fuera del control del capital privado y el poder del Estado. Es decir, mantenerlas totalmente accesibles al debate público. Assange acertó de pleno en su libro clave sobre Google, el extrañamente ignorado Cuando Google Encontró A WikiLeaks (Nueva York: OR Books 2014): para entender cómo nuestras vidas están reguladas hoy, y cómo se viven esas regulaciones como si fueran nuestra libertad, tenemos que concentrarnos en las oscuras relaciones entre las corporaciones privadas que controlan nuestros bienes comunes y las agencias estatales secretas.

Ahora vemos por qué Assange debe ser silenciado: después de que estallara el escándalo de Cambridge Analytica, todos los esfuerzos de los poderosos están dirigidos a reducirlo a un caso particular de mal uso por parte de algunas corporaciones privadas y partidos políticos –pero ¿dónde está el Estado en sí mismo, los resortes medio invisibles de eso que llaman el deep state?–. No es de extrañar que The Guardian, que ha informado de manera extensiva sobre el escándalo de Cambridge Analytica, haya publicado recientemente un asqueroso ataque contra Assange, retratándolo como un megalómano y un fugitivo de la justicia. Escriban todo lo que quieran sobre Cambridge Analytica y Steve Bannon, pero no repares en las cosas que Assange nos señalaba: que los aparatos del Estado que deberíamos esperar que investigasen el escándalo” son, por sí mismos, parte del problema.

Assange se presentó a sí mismo como el espía de y para el pueblo: no espía al pueblo para los poderosos, sino que espía a los poderosos para el pueblo. Por eso nosotros, el pueblo, somos los únicos que podemos ayudarle ahora. Solo nuestra presión y nuestra movilización puede atenuar el apuro en que se encuentra. A menudo se lee que el servicio secreto soviético no solo castigaba a sus traidores, incluso aunque le llevase décadas hacerlo, sino que también luchaba empecinadamente para liberarlos si habían sido capturados por el enemigo. Assange no tiene a ningún Estado detrás, solo a nosotros, el pueblo, así que hagamos al menos lo que hacía el servicio secreto soviético, ¡luchemos por él sin pensar en cuánto nos llevará!

Wikileaks solo es el comienzo, y nuestro lema debería ser uno de carácter maoísta: que cien Wikileaks florezcan. El pánico y la furia con que han reaccionado a Assange los poderosos, los que controlan nuestros bienes comunes digitales, demuestran que tal actividad da en el blanco. Habrá muchos golpes bajos en esta lucha –nuestro bando será acusado de hacerle el juego al enemigo (como la campaña contra Assange por estar al servicio de Putin)–, pero debemos acostumbrarnos a ello y aprender a contraatacar con más fuerza, enfrentando a unos contra otros sin piedad hasta derribarlos a todos.

Nota: Este artículo ha sido actualizado el 18 de abril para corregir un matiz de traducción.

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Comentarios
  1. Desde Rusia, donde está refugiado, el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense Edward Snowden ha tachado la detención de «momento negro» para la libertad de prensa. «Los críticos de Assange pueden alegrarse, pero este es un momento negro para la libertad de prensa», ha afirmado en su cuenta de Twitter

  2. Sergio Rivas:
    Porque Rafael Correa lo protegía; pero llegó el sucesor de Correa, el corrupto Lenin que es medio aliado del yankee y se acabó la protección.
    Los mejores presidentes (no digo santos) que ha tenido latino-América o están encarcelados, procesados o perseguidos, estos países hoy tienen corruptos y gangsters de presidentes.
    Tú lo entiendes?

  3. El mundo está en deuda con Julian Assange: informó con valentía de importantes crímenes de estado, crímenes contra la humanidad. Su caso debería aterrorizar a la prensa. Pero no. Los medios corporativos, que hicieron un gran negocio con sus revelaciones, le pagan ahora con la indiferencia y el olvido. Pero ¿se podía esperar otra cosa de la gran prensa internacional?
    Wikileaks destapó 700.000 documentos, que revelaron: los asesinatos, la corrupción y los abusos contra los derechos humanos, por parte de EEUU, en países como Irak o Afganistán; sus prácticas de espionaje masivo, incluso a gobiernos aliados; las torturas en cárceles secretas o en la Base Naval de Guantánamo; y todo tipo de casos de diplomacia sucia.
    https://insurgente.org/lo-que-el-mundo-le-debe-a-julian-assange/

  4. Todos unidos para que florezcan millones de wikileaks y poderosos sepan que no les dejaremos ponernos de rodillas.

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