Sociedad

El manual de resistencia que no se titula ‘Manual de resistencia’

Mientras Pedro Sánchez presentaba su libro, un ensayo titulado 'Manual de resistencia', Paqui Maqueda presentaba el suyo, un manual de resistencia titulado 'La Cuerda'.

Varios ejemplares de 'La Cuerda', de Paqui Maqueda.

Mismo día. Misma hora. Uno en Madrid. La otra en Sevilla. Uno acompañado de periodistas y políticos. La otra acompañada de historiadores y víctimas. Uno es el presidente del Gobierno. La otra es presidenta de la asociación Nuestra Memoria. Mientras Pedro Sánchez presentaba su libro, un ensayo titulado Manual de resistencia, Paqui Maqueda presentaba el suyo, un manual de resistencia titulado La Cuerda

–No hace falta presentar a Paqui. Yo la conozco desde que tenía 14 o 15 años y siempre ha sido una mujer con mucha energía. Muy ágil, muy fuerte y se pringa, pero se pringa de verdad. La última alegría que nos ha dado es el cabezón ese que se ha traído [el Goya al mejor documental por El silencio de otros], que ojalá sea el primer capítulo de una serie, dijo a su lado otro referente de la memoria histórica, Cecilio Gordillo. 

–Empecé en esto por un mandato familiar. Mi madre me dijo que habían fusilado a su abuelo. Ha sido un viaje emocionante, con muchos altibajos, de los que me siento muy orgullosa, respondió la autora. 

Paqui Maqueda, en el centro, junto a Cecilio Gordillo y José Luis Gutiérrez.

La Cuerda (El Garaje Ediciones) es un conjunto de voces que hablan, camino a su fusilamiento, de sus pensamientos, de su vida, de la intolerancia hacia todo aquello que, por ser distinto, es temido y debe ser aniquilado. Seis víctimas: un alcalde, una maestra, un jornalero, un hombre ya anciano, el dueño de una tienda de comestibles, una mujer embarazada. Una cuerda. Aquella a la que el bisabuelo de la autora, como tantas otras personas fusiladas, iba atado. Dos falangistas los escoltan. Los acompañan un sacerdote. El señorito del pueblo señala el camino. “Que lo haga Paqui Maqueda no sorprende a quienes la conocemos desde hace años y sabemos de su compromiso con la memoria colectiva y su resistencia a que el pasado se cierre en falso”, escribe en el prólogo Isaac Rosa.

El acto, organizado por el Ateneo Libertario Guillermina Rojas en la sede de la CGT en la capital andaluza, fue en sí mismo un manual de resistencia. “No vamos a rendirnos”. “No nos van a aburrir”. “No debemos tener miedo”. “Ya hemos toreado en plazas complicadas”. “La memoria histórica no tiene vuelta atrás”. Fueron algunas de las frases pronunciadas en la mesa, compuesta por Maqueda, Gordillo y el historiador José Luis Gutiérrez, que insistió en que el debate sobre la derogación o no de la ley de memoria histórica tras la llegada al Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos, con el aval de Vox, no debe ser el centro del debate: «Estamos en un buen momento para volver a tomar impulso. No necesitamos leyes para exhumar, porque antes lo hacíamos simplemente hablando con el ayuntamiento de turno y ahora nos tiene que dar permiso la Junta». Maqueda añadió que, como familiar, no quiere abrir más fosas comunes, que debe ser la Administración la que lo haga, como una obligación de Estado: «Entendimos [con la ley] que ese era el camino. Pero si tenemos que volver a hacerlo, volveremos a hacerlo». “Esto es un acto de resistencia”, concluyó la autora, trabajadora social en el Ayuntamiento de Sevilla, que resiste por todos lados. Viene de comer con un grupo de amigas para organizar el 8 de marzo y le acaban de regalar un bolso con un mensaje feminista en la misma sala donde está presentando el libro.

Asistentes al acto de presentación de ‘La Cuerda’.

Más de dos horas de debate. Un hombre del público cuenta cómo su padre vio de niño cómo eran los fusilamientos. Una mujer expone que su marido no sabía ni cómo se llamaban sus abuelos. Otro hombre explica que sobre el cementerio civil donde enterraban a los fusilados en su pueblo se construyó una capilla. Su padre pasó por varias cárceles del franquismo y a él y a su madre ha dedicado un libro, La quimera del olvido. «No es que sea Pérez Reverte, pero bueno…», dice con modestia. «Mejor, mejor», murmura el auditorio.

Otro asistente pone como ejemplo otro movimiento de resistencia que cuyo aniversario se está celebrando estos días, 20 años de la insumisión: «Ese mismo quebradero de cabeza se lo habéis dado vosotros a mucha gente que se dice demócrata. La familia del dictador está desafiando al Estado que se dice democrático, mientras miles de familias no saben dónde están los huesos de sus familiares». Según explica, su padre se salvó de milagro: «En los 80 estaba cagado de miedo, pero aprendió cosas. Él se reía de las investigaciones de la policía. Nosotros nos las creemos».

El encuentro también abordó la función social de la página Todos los nombres, promovida por el Grupo de Trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT-A. “Algún día tendríamos que escribir la cantidad de anécdotas que nos han pasado”, dijo Gordillo, que recordó que hasta el momento son ya más de 90.000 las personas represaliadas por el franquismo registradas en la web. Cada día reciben una media de cuatro correos de familias que buscan a un abuelo, a un tío, a una tía. El equipo realiza investigaciones. Denuncia. Pelea. Escucha. “La exhumación de la columna minera de la Pañoleta, por ejemplo, se hizo porque dos mujeres, a través de Todos los nombres, conocieron que su tío podía ser una de las víctimas. Esa exhumación se hizo porque estas dos mujeres, una desde Buenos Aires y la otra desde Nueva York, se empeñaron. Y ya nadie habla de esas mujeres”, expuso Gordillo. Se llaman Pilar Comendeiro y Nelly Bravo. Todas estas “pequeñas historias, que son grandes” –incidió– son las que han sostenido el equipo, las que hacen que sigan mirando hacia adelante, las que nutren un manual de resistencia que no se titula Manual de resistencia.

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Comentarios
  1. «EL MAR SERA…»
    Otra cautivadora lectura.
    A través de los ojos inocentes de los niños se puede ver también el caciquismo de los terratenientes y del cura del pueblo, hostiles a los métodos innovadores del maestro y responsables finalmente del asesinato del maestro Benaiges.
    También el adormecimiento de la gente de aquel entorno que sin ser mala está acostumbrada a que otros decidan por ella. Tienen miedo a ser libres.
    «Un día vino un retratista a la escuela. El maestro le preguntó ¿Quién es usted? Soy de Briviesca y venía a ver si quería sacar una fotografía de los niños de la escuela. El maestro nos dijo que fuésemos a lavarnos y a arreglarnos. Cuando vinimos, bajamos los dos bancos a la calle y el retratista nos puso bien y nos retrató», de esta forma relataba uno de los alumnos de Antoni Benaiges, el momento en el que se inmortalizaba a este maestro catalán con su grupo de 17 escolares que sería asesinado al inicio de la guerra civil. Para cumplir su promesa de llevarles a ver el mar regresó al pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba, a pesar de estar ya de vacaciones, lo que hizo posible su detención el 19 de julio de 1936 y posterior asesinato seis días después. En el expediente de depuración las autoridades locales califican su conducta como «antisocial y antipatriótica».
    La historia de este maestro catalán es breve pero intensa. Apenas ejerció dos años la docencia, cursos 34/35 y 35/36, pero dejó su impronta en los que fueron sus alumnos pues había bebido de las fuentes de la libre enseñanza y de la escuela renovadora. Quienes lo conocieron le calificaban como un avanzado a su tiempo que quería hacer de sus pupilos personas críticas. Para ello introdujo en su labor docente las técnicas Freinet, donde el texto libre, la imprenta y la correspondencia escolar tienen un protagonismo especial. Gracias a que la familia de Benaiges ha conservado un ejemplar de los cuadernillos realizados con una pequeña imprenta se sabe qué hacían y pensaban aquellos niños de un pequeño pueblo de apenas 200 habitantes -35 en 2017- en el que por entonces no había ni luz, ni agua corriente, ni carretera.
    Sebastián Gertrúdix y Sergi Bernal han recuperado su historia y testimonios de quienes le conocieron que le califican como una «persona muy abierta que sacaba de excursión a sus alumnos. Muchos padres estaban contentos porque les dejaba libres y no les pegaba, otros a lo mejor no tanto pues en lugar de llevar a sus alumnos a misa los llevaba al monte y podía ser un mal ejemplo para los jóvenes. También porque tenía un gramófono para que los niños bailaran».
    Su amigo y también maestro Patricio Redondo que compartía las técnicas Freinet, tuvo más suerte pues pasó por los campos de concentración franceses y se exilió a Veracruz (México) donde fundó en el año 1940 una escuela. «Gracias a él, Antoni Benaiges es más conocido en México que aquí pues allí sigue vivo», explica Bernal que comenzó a interesarse por su historia en 2010 cuando asistía a la exhumación de esqueletos en La Pedraja, unos montes que atraviesa la carretera nacional entre Logroño y Burgos donde el forense Paco Etxeberría inició un trabajo en una fosa común. «El último día de exhumación una persona del pueblo pasó por la fosa comentando que una de las víctimas de entre los 105 esqueletos había sido el maestro de su pueblo lo que me llevó de un campo de muerte a otro de vida al conocer su trabajo en la escuela».
    https://en-clase.ideal.es/2018/11/23/sebastian-gertrudix-y-sergi-benal-presentan-en-granada-el-mar-sera/

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