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Por qué no soy comunista
"Me refiero al comunismo que tiene su origen en la filosofía de Marx y que Lenin materializo con la revolución rusa", explica el autor.
Recientemente, he leído un libro de Alberto Garzón titulado Porqué soy comunista. Es un libro que merece la pena leerse. Me gustaron mucho sus análisis sobre la evolución de la ciencia y la economía, y su presentación de la situación en el mundo capitalista. Pero yo llego a una conclusión radicalmente distinta a la suya: yo NO soy comunista. Me refiero al comunismo que tiene su origen en la filosofía de Marx y que Lenin materializo con la revolución rusa. Porque cuando se tiene el bien común como un objetivo prioritario y el compartir se considera una actitud fundamental para alcanzar los ideales de igualdad y fraternidad, no puede faltar un cierto espíritu comunista.
En las páginas 97 encontramos las claves de esta divergencia. En ellas podemos leer que “Marx y Engels nunca basaron su defensa del comunismo en valores éticos y morales; de hecho, criticaron con dureza a quienes así lo hacían”. Alberto Garzón afirma que «A ambos les importaba el conocimiento más que la moral». En consecuencia, la defensa del comunismo la buscan en el conocimiento científico. Y creen que la han encontrado. “Tanto Marx como Engels pensaban que habían descubierto las leyes de funcionamiento de la sociedad capitalista, y con ello asumieron que el orden social era equiparable a cualquier orden físico y, en consecuencia, interpretable según códigos científicos… En el discurso ante la tumba de Marx, el propio Engels explicó que de la misma forma que Darwin ha descubierto las leyes del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto las leyes del desarrollo de la historia humana”.
Garzón resume esta postura escribiendo: “Esto quiere decir que el comunismo queda justificado no porque cuenten con una moral superior, sino porque el estudio y conocimiento del capitalismo y de la historia de la humanidad un ha llevado a él como conclusión racional y sobre la base de la ciencia”.
Ahora bien, si nos metemos en el campo científico, las hipótesis tienen que ser refrendadas por los experimentos realizados en la realidad. ¿Ha confirmado la realidad del último siglo y medio las tesis de Marx sobre la evolución de la sociedad capitalista y la llegada de una sociedad socialista?
Para mí resulta evidente que no lo ha confirmado. Y las esperanzas de que lo confirme en un futuro son ciertamente escasas. La opinión de que las contradicciones del capitalismo acabarían abriendo paso hacia el socialismo, tampoco parece muy fundada. Precisamente, estamos viendo que el deterioro de las condiciones de vida en las sociedades capitalistas lo que está fomentando son las opciones de extrema derecha.
Se puede hacer el intento de reinterpretar en el plano filosófico las tesis de Marx para continuar manteniéndolas. Ni puedo, ni quiero descalificar esos intentos que pretenden continuar apoyándose en la filosofía de Marx para avanzar hacia una sociedad más justa y libre. Todos los esfuerzos que vayan en esa dirección tienen algo de positivo. Pero yo apuesto decididamente por trabajar en la construcción de una sociedad poscapitalista basándose en los valores éticos y morales que Marx y Engels, con su filosofía radicalmente materialista, rechazaron. Para Marx y Engels el determinante último del comportamiento humano era el factor económico. Ese predominio último de lo económico no nos permite elevarnos sobre el hombre unidimensional de Marcuse, acabamos marchando en paralelo con los auténticos y profundos valores del capitalismo: su feroz materialismo y su radical falta de ética.
No podemos negar la gran importancia que en las decisiones humanas tienen las motivaciones económicas, pero no debemos pasar por alto que el verdadero determinante último de los seres humanos es su opción ética. Por motivaciones éticas, una persona puede llegar a sacrificar no sólo sus bienes materiales, sino su propia vida. Aparte de estos casos excepcionales, en sentido ético, el principio incuestionable de que debemos hacer lo que está bien, está presente de la humanidad desde los tiempos más remotos. Podemos volverle la espalda a ese sentido ético y actuar guiados solamente por el egoísmo individual (la mentalidad capitalista nos empuja vehementemente a que lo hagamos así), pero, a pesar de todo, los valores éticos permanecen en el fondo del espíritu humano, y la gran mayoría de la humanidad los siente vivos. En ese sentido ético, tendríamos que apoyarnos para construir un mundo donde se hagan reales la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Marx fue un hombre de su tiempo y, a pesar de ser un crítico agudo de la ideología burguesa, también fue influenciado por las ideas y prejuicios dominantes en su época, entre otras cosas, Marx asumió tanto a la pretensión cientificista de los economistas como la creencia en la inevitabilidad del progreso humano y de la ciencia.
Escribía aquí hace tiempo que vamos, si no estamos ya, hacia una sociedad deseducadora. Decía entonces, y reafirmo ahora que con la mercantilización, desde temprana edad, mal vamos a conseguir que la ciudadanía del futuro esté constituida por personas libres autónomas y solidarias. Una sociedad, que huye de la filosofía, esto es amar al saber, favorece la ignorancia, el miedo, el odio y la sumisión casi general de la persona, niega su futuro. De esta manera pues, se crea el malestar que convierte a la humanidad en insolidaria y a la sociedad en una selva. Decía al respecto Gracián: “Así llega el hombre a ser lobo para el hombre, si no es peor ya ser hombre”.
Pienso que si seguimos inyectando clasismo, competitividad y despreocupación por lo común, seguiremos en la deseducación. La educación no es responsabilidad exclusiva de la familia y de la escuela, sino de la sociedad en general que crea un ambiente que viene sometiendo a ambas instituciones. Tanto el capital, como los medios de comunicación que éste domina, propugnan la mercantilización de toda persona, adulta o en crecimiento. Por ello se puede llamar más que selva al ambiente en que desde la más tierna edad se promueve el tener y la competitividad para el propio beneficio.
Bien haría la derecha empezar a decir las cosas como deben ser, sobre todo, ante los supuestos recortes que siempre aplican a los servicios públicos, difundamos que lo único que nos puede satisfacer es la Escuela Única, es decir que además de Pública y Coeducadora ha de ser la única que se financia con recursos públicos. Y quien la quiera a su medida, como con los demás servicios públicos que los paguen de su bolsillo. Así quizá tardemos algo más en conseguirla, pero habremos recuperado algo de claridad y honor.
-Antonio Martínez Lara-
https://laicismo.org/escuela-unica-o-la-escolarizacion-en-la-selva/
Está claro que si el ser humano carece de una conciencia altamente ética, hará fracasar las mejores idelologías.
Esta ha sido ni más ni menos la historia de la humanidad.
¿Sabes cuándo vamos a sacar los valores éticos del fondo del espíritu?