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David García: “Las emociones no son las únicas responsables de la polarización”
David García es investigador en el Complexity Science Hub.
Esta entrevista está incluida en el dossier La urgencia de los matices, de #LaMarea66. Puedes suscribirte aquí.
¿Cómo influyen las emociones en la polarización de una sociedad?
Gran pregunta sin una respuesta sencilla. Sabemos que las emociones con alto componente de activación, como el miedo, el enfado, o el entusiasmo, hacen que los individuos tomen posiciones más extremas. Pero eso no significa necesariamente que las emociones sean las únicas responsables de la aparición de polarización estable a gran escala, aunque pueden ser una explicación. Desde otros puntos de vista, hay intervenciones en las emociones de las personas que ayudan a aliviar los conflictos entre grupos. Por ejemplo, un estudio vio que hacer pensar a la gente sobre sus reacciones emocionales les hacía reducir sus prejuicios en un análisis entre palestinos e israelíes.
¿Y el lenguaje?
Sobre el lenguaje tampoco es fácil responder. Uno de los patrones más habituales en sociolingüística es el sesgo de entregrupo, que es un patrón del lenguaje que aparece cuando hablamos de gente de nuestro grupo (o nuestro bando) en comparación con cuando hablamos sobre los de otro grupo. Por ejemplo, al hablar, generalizamos aspectos positivos de la gente de nuestro grupo y explicamos de forma concreta los aspectos negativos, mientras que sucede al revés cuando hablamos de gente de otros grupos. Un ejemplo de estudios al respecto es uno que hice con textos de Wikipedia. Más del 90% de editores son hombres y se ve ese sesgo cuando escriben biografías sobre mujeres o sobre hombres.
¿Y en Twitter, qué papel juegan las emociones?
Hay más de un papel, pero creo que el más relevante en este tema es cómo influyen la compartición de información o el retuiteo. Sabemos que el contenido más emocional se comparte más, y que esto es especialmente visible cuando hablamos de emociones relacionadas con temas morales en discusiones sobre política. Los temas que generan fuertes emociones o están ligados a fuertes identidades de grupo son más propicios a manifestar polarización. Sobre todo, los sentimientos de identidad nacional o de género en estos casos combinan los dos factores y son un caldo de cultivo perfecto para la polarización.
¿Cree que en España ha aumentado en los últimos tiempos esa polarización?
Depende de qué consideremos los últimos tiempos. Si hablamos de un par de generaciones, sí es cierto que ha aumentado la polarización. Pero este es un patrón a nivel mundial, no solo en España, y se puede explicar por el incremento de conflicto entre élites que se genera tras tiempos de bonanza económica y del aumento en la desigualdad ecónomica. Hay un modelo muy interesante de un colaborador mío, Peter Turchin, que explica las oscilaciones de conflicto político en la historia. En 2010 le invitaron a hacer una predicción en un número especial de Nature y, de todos los científicos que hablaron, él fue el único que dijo que la cosa se iba a poner peor y que los conflictos políticos iban a aumentar.
¿Cómo podemos reducirla desde el lenguaje y las emociones?
Esa es la pregunta del millón. Las intervenciones emocionales en estudios psicológicos parecen tener efecto, incluso a medio plazo, pero todavía estamos bastante lejos de poner a prueba esos métodos a la escala de sociedades enteras. A gran escala solo conozco dos estudios, uno funcionó y otro no, así que es difícil sacar conclusiones.
¿Cree que determinadas formas de hacer periodismo acrecientan la polarización?
Tampoco tenemos resultados muy fiables, pero ciertos contenidos no ayudan a reducir la polarización. Noticias con sesgo de entregrupo ayudan, por ejemplo, a normalizar un lenguaje polarizante, lo que a la larga puede contribuir. También el clickbait con títulos emocionales contribuye a la atención a contenidos con informacion errónea, o la falta de tiempo de los periodistas para contrastar noticias genera un ambiente de falta de confianza que es ideal para que emerjan rumores que aumentan la polarización.
¿Hacia dónde vamos en una sociedad polarizada?
Pensando en el ciclo histórico que mencionaba antes, parece que es demasiado pronto para que se reduzcan los conflictos políticos. Es decir, que va a ir a peor. Pero la diferencia con el pasado es que ahora tenemos esa perspectiva histórica y datos y medios para intentar contrarrestarla. Esta semana [posterior al cierre de esta edición] saco un artículo con unos colegas sobre cómo la ciencia de sistemas complejos puede ayudarnos a entender cómo estabilizar la democracia.
A más cultura, el ser humano razona y piensa por sí mismo, más diversidad de pensamiento; a más incultura, más tv basura, más publicidad consumista, más información manipulada, más rebaño que actua sin reflexionar, emocionalmente y como le interesa al sistema capitalista que lo tiene sutilmente sometido.
Es lo que impera hoy frente a las pocas personas críticas a las que el sistema no ha podido someter.