Opinión | OTRAS NOTICIAS
Una lista insoportable que se alarga este 25-N
Una nueva mujer ha sido asesinada este 25-N, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Según registros oficiales, este año ya son 45 las víctimas de la violencia machista. 973, desde 2003.
Gritamos que nos queremos vivas. En Madrid, México y Estambul. Y mientras lo hacemos, nuestras hermanas son asesinadas. Aquí, en España, un hombre ha apuñalado a su esposa hasta la muerte hace tan solo unas horas; quedan sin madre dos menores. ¿Cuántas más mujeres deben morir para que los asesinatos machistas sean tratados como terrorismo de Estado? ¿Para cuándo el cumplimiento del convenio de Estambul será prioridad política? Como decía una de las miles de pancartas que hoy se han podido leer en las calles: “No nací mujer para morir por serlo”.
Era inevitable que las políticas neoliberales que llevamos décadas soportando tuvieran consecuencias en todos los ámbitos de la sociedad y de la vida. Muchos años de alentar los fundamentalismos políticos y religiosos, de promover la indefensión y la crueldad, de fomentar la corrupción y la impunidad han dado sus frutos. Durante años, de la mano del Partido Popular, se ha intensificado la presencia de la religión, o sea, la irracionalidad en la escuela, se han creado “cátedras” de tauromaquia, se han resucitado prácticas crueles contra los animales, se han dado cursos de toreo en las escuelas, se ha aumentado la financiación de las corridas de toros, se han resucitado esquemas machistas y misóginos; es decir, se han normalizado en la conciencia colectiva el salvajismo y la bestialidad.
La ecuación es sencilla y muy contundente. La violencia genera violencia. Una sociedad insensibilizada ante la crueldad es una sociedad manipulable. Pan y circo, pan y fútbol o pan y toros. O pan y sanfermines. Se trata de que la gente no piense y no se pare a reflexionar; que no se cuestione nada y se deje llevar por sus automatismos más primarios y más obscenos. Pero en ese camino se legitima la compulsión, las salvajadas y el desenfreno, en perjuicio de los derechos humanos, de la sensatez y de la racionalidad.
(Coral Bravo – La incultura de la violencia)