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Clara Grima: “Yo reivindico los lunares con la cabeza llena de números y grafos”
La doctora en Matemáticas por la Universidad de Sevilla acaba de descubrir, junto a un equipo andaluz, el escutoide, una nueva forma geométrica. Esta entrevista forma parte del especial 'Andalucía sin tópicos'.
El especial ‘Andalucía sin tópicos’ está publicado en LaMarea65. Aquí puedes leer ‘Verdades malas y verdades buenas’.
Hoy la Clari se ha arreglado un poquito –dice ella–, con blusa verde, gafas negras, chaqueta roja y una pinza en su pelo, también rojo, que se quita para hacerse la foto de esta entrevista. La que se arregla de verdad para ir a la Universidad es su madre, Trini, que tiene artrosis de tantas escaleras como ha limpiado. “Para ella es como venir al templo del saber”, prosigue la Clari en su despacho. La Clari, como la conocían en el barrio de Coria del Río (Sevilla) donde se crió –azotado por las drogas en los 80–, es Clara Grima. Y está sentada en un despacho de la Universidad de Sevilla gracias a las casas que su madre limpió y a las manos manchadas de grasa de su padre, Salvador, mecánico tornero. Clara Grima es doctora en Matemáticas, divulgadora científica, autora de diversos libros, del blog científico para niños y niñas Mati y sus mateaventuras. Clara Grima preside la Comisión de Divulgación de la Real Sociedad Matemática Española, acaba de ser galardonada con el Premio Especial del Jurado en los Premios Prisma, uno de los más prestigiosos en la divulgación científica en España, y acaba también de descubrir, en el equipo liderado por el biólogo celular Luisma Escudero, una nueva forma geométrica. Se llama escutoide. El hallazgo ha dado la vuelta al mundo en los principales medios de comunicación. “Más repercusión internacional es imposible, pero no sé si hubiera tenido más repercusión nacional si el hallazgo se hubiera producido en Madrid o Barcelona. No lo sé, eh”, duda.
Dejemos a los niños (y a las niñas) de Castilla y León y Andalucía en paz. ¿Cómo le explicaría a la exministra de Agricultura Isabel García Tejerina, para que lo entienda, qué es un escutoide?
Pues no sé si se va a enterar [risas]. El escutoide es la forma geométrica que hemos descubierto aquí en Andalucía. El líderdel grupo, Luisma Escudero, se puso a mirar en el microscopio los epitelios, que son los tejidos que cubren casi todos nuestros órganos, y sospechó que no era verdad lo que venía en todos los libros, porque hasta ahora se pensaba que esos epitelios estaban formados por unas cajitas, por unos prismas. A él, que es bastante escéptico y con bastante pensamiento crítico, como debe ser un científico, no le cuadraba. Observó que había dos cajitas pegadas y que por debajo se habían separado. Es decir, no podía ser un prisma, se había metido algo por en medio. A ver, para que lo entienda Tejerina. A diferencia del prisma, las tapas del escutoide no tienen que tener el mismo número de lados arriba y abajo. Es algo así como un prisma que alguien ha retorcido, y ese giro hace que se peguen unos con otros, lo que da consistencia y elasticidad a los tejidos, porque los tejidos no son planos. ¡Imagina para recubrir un hígado! En resumen, es como un prismita que se ha enrollado con otros escutoides para hacer un tejido resistente y consistente. Y eso lo ha hecho la naturaleza.
Y todo esto, andaluz, andaluz…
Sí, y con pocos recursos. Yo sí soy fija de la Universidad y otro miembro del equipo, Alberto Márquez. Pero Luisma Escudero tiene una beca Ramón y Cajal. Y el único que no está en Andalucía, no porque no quiera sino porque es un cerebro fugado, es Javier Buceta. Es decir, es un equipo con pocos medios y con gente que tiene contratos nada estables, pero gente con muchas ganas y tesón. Gente que ni siquiera tiene buenas condiciones de trabajo, y desde Andalucía se ha sacado esto. Luisma hizo unos escutoides con plastilina de su hija Margarita porque ni siquiera tenemos impresoras 3D. Estamos muy orgullosos. Hemos abierto una puerta y, como pasa en ciencia, abres una puerta y te encuentras un pasillo infinito con más puertas.
Algo así sucede para llegar a su despacho. Muy al fondo, en una segunda planta, hay una puerta distinta a todas las demás. “We can do it!”, se puede leer en un pequeño cartel con un dibujo de Mati, la protagonista de su blog –ilustrado por Raquel García, catalana–. Su brazo, doblado con el puño en alto, tiene tatuado el número pi. Tras esa puerta se abre una habitación llena de fotos de sus hijos, de color, de dibujos infantiles… Hay una maceta, libros y una señal que avisa de que no hay magia ni discriminación que valga: “Soy mujer y hago ciencia“. Punto. Sobre la mesa, junto a un ordenador austero y un jarabe antitusivo, luce un pequeño cuadro con la ecuación de Euler, en punto de cruz, que le regaló su amiga Mamen. “El Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla (IMUS) tiene investigadores en los primeros puestos, una posición a nivel mundial muy importante, y en Medicina somos punteros en muchos terrenos, a pesar de los recortes de Mariano Rajoy y demás. El PP cortó el grifo. Y la ciencia no es darle a un botón. Venga, toma un montón de millones ahora e investiga… Ahora hay que volver a arrancar el coche. Y es verdad que tenemos trabajos precarios, pero también tenemos los mejores hospitales. Mira, también está la candidatura de Granada para el acelerador de partículas”, recuerda.
¿Por qué entonces sigue recayendo sobre Andalucía la etiqueta de ‘atrasada’?
Un problema es que, a veces, lo creemos nosotros mismos, estamos un poco acomplejados. Y luego está el comodín del informe PISA. Tú trae a un niño sueco y lo sientas donde estudian mis hijos, en un aula cinco horas sin aire acondicionado y lo pones a estudiar, y luego le haces el PISA. Yo acabo de venir de lo Premios Princesa de Asturias, donde he sido jurado en Investigación Científica y Técnica –fue galardonado el biólogo sueco Svante Pääbo–, y he ido vestida de rojo con lunares blancos, presumiendo de ser andaluza –muestra la foto en el móvil–. Y había gente que me miraba como diciendo ‘¿y esta?’. Pues, digo, yo reivindico los lunares con la cabeza llena de números y grafos.
También se sigue asociando el humor o la gracia a la falta de rigor. ¿A usted le han dicho que es andaluza con tono despectivo?
Lo uno y lo otro. Es decir, a veces me han dicho, ‘ay, me ha encantado tu conferencia, claro, como eres andaluza y tienes ese arte…’. Y también me ha ocurrido lo contrario: ‘Te ha salido demasiado campechana la intervención, como eres andaluza…’. ¡Pero es que en Andalucía hay gente saboría! Yo no es que sea más simpática o dicharachera o espontánea o metepatas por ser andaluza. Mi hermana es andaluza como yo, nos queremos con locura, pero no se le ocurriría hablar como yo hablo. A mí me llaman del gabinete del Ministerio y, al colgar, digo ‘venga, un besito’. Básicamente porque se me olvida con quién estaba hablando [risas]. A mi hermana nunca se le ocurriría despedirse con un besito de alguien a quien no conoce. No obstante, también te digo que en mis clases de álgebra no se ríe ni dios. A veces digo una chorrada, no se ríen porque van que no pueden y me entra más la risa por el ridículo que he hecho [más risas].
Y entonces Clara Grima, que de niña escribía poemas cuando se enfadaba, dice que antes que matemática quería ser cantante de copla. Y luego Madonna. Y luego filósofa –afirma que su profesor de Filosofía, Antonio Hurtado, fue fundamental en esa primera parte de su educación–. Y luego periodista. Hasta que se enamoró, por fin, de las matemáticas: “Siempre me gustaron, no había que estudiar ni aprenderse nombres, aprendías la regla y jugabas, deducías”.
¿Fue duro estudiar la carrera?
Yo venía con un expediente magnífico, era la empollona del instituto y suspendí los primeros parciales. Después de llorar, me limpié los mocos y p’alante. Lo que sí recuerdo también es que todas mis amigas tenían dinero para ropa, para salir… Y a mí se me iba todo el presupuesto en el autobús y en las fotocopias. ‘Ya tendrás’, me decía mi madre, que fue muy pesada y nunca me dejó abandonar. Vosotras no vais a limpiar escaleras ni a llevar una babuchas en el bolso. Somos cuatro hermanas y dos hermanos. De todos, cinco somos universitarios y uno es empresario, y le va muy bien.
Sobre la mesa también hay una foto en blanco y negro: es ella de niña, con su mano sobre el pecho de su madre, un gesto que aún hoy, solo con verlo, la tranquiliza. “A mis hijos –protagonistas también del blog– le encantan las matemáticas, pero igual me salen físicos, ¿te imaginas? [risas]. No sé. Uno se llama Salvador, por mi padre. Y el otro Ventura, por su bisabuelo paterno, Ventura Márquez Sicilia. “Él se fue de las Minas de Riotinto, en Huelva, porque no quería trabajar en la mina y terminó siendo concejal de Esplugas de Llobregat. Un andaluz que terminó en Cataluña, rojo, en el 36, y se pasó muchos años en la sombra. Tuvo mucho reconocimiento en Francia y poco en España, por cierto”.
Es «marchosa» la matemática Clara…
Qué bonitas son las matemáticas, no hay mejor carrera 🙂 ojalá volver a la universidad y descubrir de nuevo el mundo. Ojalá poder volver a Andalucía y tener un buen trabajo para no tener que tener el coño en volandas toda la vida.
Que comentario tan bonito triste y cierto al mismo tiempo.