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¿Por qué los árboles deben saber cuánto cobramos?

"La distribución y la riqueza de especies de los árboles están significativamente influenciadas por la desigualdad social", concluye el estudio.

La biodiversidad urbana también se ve afectada por la brecha salarial. Es la conclusión a la que hemos llegado mi compañera Guyu Dai y yo realizando una investigación para el Master de Estudios Medioambientales y Ciencias Sostenibles que estamos haciendo en la Universidad de Lund.

A través de la investigación, exploramos cómo la planificación urbana y la infraestructura verde de los municipios influyen en la diversidad de las especies arbóreas urbanas. Tras comparar los datos entre los barrios con mayor y menor ingreso medio en cinco ciudades del mundo, encontramos que incluso la distribución y la riqueza de especies de los árboles están significativamente influenciadas por la desigualdad social.

El poder urbano (verde)

Las ciudades globales están acumulando riqueza y recursos. Están desempañando un papel central como motores de la economía y formando corredores urbanizados transnacionales que superan los límites de los estados, asegura Simon Curtis en el Vanguardia Dossier, dedicado al ‘Poder de las ciudades’. Muchas grandes megalópolis mundiales ya ejercen de centros neurálgicos de economías enteras y su poder político está cada vez más presente en los grandes debates globales, retando incluso el poder estatal.

Uno de los ejemplos más evidentes es la coalición de las grandes ciudades estadounidenses (Nueva York, Chicago, San Francisco y Washington entre otros) que tras el anuncio de Donald Trump de dejar el Acuerdo de París, se unieron para dejar claro que ellos siguen vinculados al acuerdo. En el comunicado firmado por 380 alcaldes quedó clara su voluntad de seguir con el plan de reducir las emisiones hasta un 28% y monitorear los avances realizados por los demás firmantes.

Si tenemos en cuenta que en el año 2050, según los datos de la ONU, seremos un 70% de población humana viviendo en las zonas urbanas, la importancia de las ciudades para el futuro sostenible de la humanidad es más que evidente.

En las últimas décadas, se han establecido numerosos objetivos sostenibles. Muchos de ellos fueron transformados en planes de acción. Como solución y preparación para futuras ciudades, la mayoría de estos planes resaltaron la relación entre los humanos y la naturaleza. Esta relación pasa por reconocer que las áreas verdes juegan un papel vital en el ecosistema urbano. Brindan a las personas experiencias naturales de fácil acceso y aseguran la salud física y mental de los seres humanos, aseguran los investigadores europeos. Por lo tanto, en el futuro, muchos de los esfuerzos, actualmente enfocados hacia la protección de grandes hábitats naturales, deberán dirigirse hacia áreas altamente urbanizadas.

Este es el punto de partida para entender los beneficios para la salud y el bienestar que proporciona la vida en las áreas con mayor cantidad de árboles. Según los resultados del estudio Neighborhood greenspace and health in a large urban center, llevado a cabo en la ciudad de Toronto (Canadá), una mayor presencia de árboles directamente se traduce en unos mayores beneficios para la salud humana. De acuerdo con sus hallazgos, los residentes de áreas urbanas más verdes pueden disfrutar mejor los beneficios naturales que brindan los árboles y evidencian una correlación positiva entre la densidad de la población humana y la biodiversidad. Al mismo tiempo, en algunas partes del mundo, en las áreas urbanas ya se reflejan niveles más altos de biodiversidad, en comparación con los no poblados (Araújo, 2003).

Sin embargo, la forma en la que la biodiversidad está repartida dentro de los núcleos urbanos refleja, de forma sorprendente, las diferencias en biodiversidad entre los barrios altos y barrios bajos. Al parecer, de la información y estudios a la que hemos tenido acceso, el estatus socioeconómico y cultural de diferentes áreas de la ciudad parece tener efectos considerables en la estructuración de los patrones de biodiversidad urbana. «Los residentes de un estatus socioeconómico más bajo  simplemente tienen menos probabilidades de poder disfrutar de diversas comunidades de plantas y aves en sus vecindarios». Es la conclusión a la que llegaron los investigadores que llevaron a cabo un estudio pionero en este campo, en la ciudad de Phoenix (EE. UU.).

Fueron los resultados de este estudio los que nos motivaron a expandir la muestra y observar si las correlaciones parecidas se manifiestan en otras ciudades. Debido a la dificultad de obtener más datos que nos permitiesen realizar la comparación de la biodiversidad urbana en más barrios altos y barrios bajos de las grandes ciudades, nuestra investigación quedó limitada a cuatro grandes metrópolis mundiales. Londres, Nueva York, Malmo y Barcelona fueron las ciudades a cuyas bases de datos hemos tenido acceso para poder realizar las comparaciones. Evidentemente, para hacer unas conclusiones más generales haría falta extender la muestra. Sin embargo, los datos reflejados ofrecen indicios suficientes para orientar la atención hacía la importancia de prestar la atención en la igualdad de planificación de las áreas verdes en las ciudades.

Cuatro ejemplos

Londres es un ejemplo típico en el que el principal impulsor de las políticas de plantación de árboles y de selección de especies estaba estrechamente relacionado con la planificación previa del paisaje. El enfoque sistemático, iniciado por el informe de la Select Commission on Public Walks, realizado en 1833, proporcionó un contexto en el que la riqueza de especies aumentó con el tamaño de los parques (Cornelis y Hermy, 2003). Esta quizá es la principal razón por la cual en Londres, el bosque urbano no parece significativamente afectado por la desigualdad de ingresos.

A pesar de las diferencias de ingresos, el 24% de Newham está cubierto por áreas verdes, que está solo un 7% por debajo del promedio de Londres (Greater London Authority, 2013). Teniendo en cuenta que la diferencia de ingresos promedio de los hogares entre este distrito (siendo la más baja) y Kensington & Chelsea (la más alta) es casi seis veces mayor, la cantidad de áreas verdes y la diversidad de árboles no parecen seguir el patrón observado en Phoenix. Debido a que Newham tiene una cantidad casi tres veces mayor de árboles, es lógico llegar a la conclusión de que, proporcionalmente, debería mostrar un mayor número de especies. Aun así, este no es el caso de la siguiente ciudad que hemos observado.

En el caso de Nueva York, no vimos esta misma correlación. Al igual que la cantidad no está necesariamente vinculada a la calidad, después de analizar los datos del ingreso promedio más alto y más bajo de la ciudad de Nueva York, podemos decir que no está vinculado a la diversidad. A pesar de un número significativamente menor de parques y áreas verdes, la diversidad de especies de árboles en Staten Island(al ser el barrio con ingresos más altos) es casi idéntica a la de Brooklyn. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el número de parques en Staten Island es tres veces menor que el que se cuenta en el área de menores ingresos. Aun así, a pesar de esta diferencia y del hecho de que tiene 61.7% menos árboles plantados que Brooklyn, solo tiene una especie de árbol menos registrada.

En el caso de Barcelona, cuya estructura urbana se configuró durante la segunda parte del siglo XIX, más concretamente durante la transformación liderada por Ildefonso Cerdà, encontramos un patrón similar. En comparación con Nou Barris, el barrio de tradición obrera, el área de clase alta Sarria-Sant Gervasi, diseñada por Cerdà, tiene una mayor cantidad de jardines privados, en su mayoría pertenecientes a villas y otras unidades de vivienda unifamiliares. Al mismo tiempo, tiene una densidad de población más de dos veces menor que Nou Barris, donde se cuentan 209 habitantes por hectárea en un territorio de más de 800 hectáreas. Sin embargo, aunque se extiende en un territorio menor, todos los indicadores muestran que los residentes del distrito de Sarria-Sant Gervasi se benefician mucho más de la diversidad y de la cantidad de especies de plantas que los vecinos de Nou Barris.

Finalmente, donde más manifiesta quedó la diferencia entre los ingresos y la biodiversidad es la ciudad sueca de Malmö. Es la ciudad más socialmente segregada de las tres principales ciudades suecas y un ejemplo particularmente interesante para observar la correlación entre la equidad de ingresos y la diversidad urbana. Por un lado, en la escala de ingresos, tenemos a Herrgården. Con el 96% de toda su población nacida fuera de Suecia, el barrio está constantemente en el ojo de los medios de comunicación como fuente de noticias relacionadas con la violencia y el crimen, debido a su alta tasa de problemas sociales. Todo lo contrario a Västra Hamnen, que es un distrito de la ciudad nuevo, moderno e innovador y hogar  para muchas personas y familias de altos ingresos.

La comparación entre los dos hace que Malmö sea la ciudad con una mayor desproporción, tanto en el número de árboles como en las especies de árboles. Los datos de número de árboles y diferentes especies de árboles ilustran adicionalmente la brecha social existente entre los dos. Casi cinco veces mayor número de árboles, proporciona casi el doble de especies de árboles, en un distrito que cuenta con un ingreso promedio casi siete veces superior al de Herrgården.

Biodiversidad para la resiliencia

Tras el análisis de los resultados de cinco ciudades diferentes (Phoenix, Londres, Nueva York, Barcelona y Malmö), junto a los resultados del estudio llevado a cabo en Toronto, en cinco de los seis casos encontramos indicadores que muestran la correlación entre la desigualdad de ingresos de los hogares y la diversidad urbana de árboles y plantas. A menos que se tomen medidas para evitar que la desigualdad de ingresos afecte la biodiversidad, nuestras ciudades serán desequilibradas e insaludables.

La biodiversidad urbana aporta numerosos beneficios a las ciudades y sus habitantes. Estos beneficios pueden ser manifestados, entre otros, en la calidad del aire, el micro clima, la resiliencia del ecosistema y una mayor cantidad de especies de fauna e insectos. Al mismo tiempo, aparte de la planificación, el diseño y la gestión, la biodiversidad urbana también está influenciada por los aspectos socioeconómicos, los valores culturales y la dinámica de las poblaciones humanas, según aseguran desde la Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica.

Cabe también decir que los bosques urbanos favorecen la protección de la biodiversidad general.  Concretamente, en el caso de Suecia, muchas especies en peligro de extinción, identificadas en la Lista Roja de especies, encuentran refugio dentro de las áreas verdes urbanas (Alvey, 2003). Por todo ello y para que la diversidad de las especies pueda brindar múltiples ecoservicios, se ha de asegurar una mayor igualdad dentro de las áreas urbanas.

Además, parques y espacios verdes son parte del escenario público que forma parte de la esfera pública que es fundamental para “el cultivo de la ciudadanía, de modo que las personas de diferentes ámbitos de la vida se encuentren entre sí y así adquieran suficiente sentido compartido para poder pensar en el otro como ciudadano en una aventura compartida”, según decía Michael Sandel, el politólogo que enseña en Harvard.

Afrontando la cercanía del año 2050, hemos de tener muy claras las alternativas que ofrecer a unos 7.000 millones de seres humanos (70% de los 10.000 millones estimados por la ONU) que aspirará a tener una calidad de vida parecida a la que actualmente experimentamos en las sociedades occidentales. Eso  significaría reducir más de cien veces la intensidad de emisiones de carbono. Siguiendo con el mismo comportamiento que tenemos hoy en día esto simplemente no será posible.

La solución pasa por desmantelar las narrativas que mueven la rueda del consumismo. Aquellas que transforman en objetos la necesidad que tenemos por sentirnos parte de la sociedad, por encontrar el sentido y poder expresar nuestra identidad. Para conseguirlo hacen falta alternativas viables  al actual modo de vida basado en consumo.

“Desentrañar la cultura y cambiando la lógica social de consumismo requerirá un sostenido y sistemático esfuerzo, parecido al que fue usado para construirlo en primer lugar”, aconseja el profesor Tim Jackson, en Prosperity without growth. El camino pasa por asociarnos con la naturaleza y no con los objetos materiales producidos por la industria de consumo. Teniendo en cuenta que, en un futuro muy cercano, un 70% de los humanos únicamente podrá hacerlo en las ciudades, asegurar que todos, independientemente del nivel de ingresos, podrán disfrutar de la biodiversidad urbana, será fundamental para construir unas comunidades sanas, prosperas, plurales y resilientes.

Boris Matijas, nació en Yugoslavia, escribe en castellano y vive en Suecia. Es escritor, consultor y coach. Actualmente está cursando el Máster de Estudios Medioambientales y Ciencias de Sostenibilidad en la Universidad de Lund, Suecia. Es autor de los libros Cuenta siempre contigo(Premio Feel Good) y Conectar los puntos, Inventar lo posible (Plataforma).

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Comentarios
  1. ALBERTO CAÑEDO, ex-alcalde de CARCABOSO, y el caciquismo extremeño.
    Este alcalde que comenzó su revolución verde plantando dos tomateras frente al ayuntamiento, en un trabajo de largo recorrido reconocido por la UNESCO, que incluyó el reparto de lotes de tierra municipal para huertos de consumo, la habilitación de jardines comestibles, el apoyo de cooperativas transformadoras, de producción y distribución local y la realización de proyectos ecológicos de todo tipo.
    Este hijo de emigrantes retornado a Extremadura, en un raro flujo de vuelta a una tierra que cuenta hoy prácticamente con la misma población que hace un siglo, seguramente volvería a actuar del mismo modo una y otra vez.

    Lo haría a pesar de que sobre él pesa una condena de diecisiete años de inhabilitación como cargo público y la obligación de pagar, entre multas y costas judiciales, cerca de 120.000 euros.
    La cantidad de conexiones y estilos caciquiles que se acumulan, desgraciadamente, en la política extremeña, hace necesario revisar ciertos casos.
    A pesar de todo, Alberto y su sucesora, Lorena Rodríguez, quien ha continuado como alcaldesa un proyecto que reivindican colectivo y que logra, elección tras elección, cada vez mayores apoyos en el pueblo, no caen en el pesimismo. Así lo reivindica Alberto: “Hace falta recuperar la alegría, la consciencia de que la gente es capaz de cambiar las cosas”.
    https://apoyoalberto.com/web/
    http://arainfo.org/alberto-canedo-exalcalde-represaliado-de-carcaboso-presenta-en-zaragoza-el-libro-del-ecomunicipalismo-a-las-puertas-de-la-carcel/

  2. Elemental.
    Para vivir dependemos de la Madre Naturaleza. Cuanto más directo es el contacto, mejor es nuestra salud e incluso el bienestar interior ya que su buena energía aporta calma, serenidad.
    Los barrios obreros de las ciudades del sur de Europa suelen adolececer de árboles y de zonas verdes porque los pobres viven como en colmenas de abejas mientras que la gente rica se va a vivir a zonas verdes, con calles amplias, tiene amplias viviendas, jardín y jardinero.
    Siempre lo he visto así y tal como involuciona el mundo espero que al menos no vaya a peor.
    LOS BENEFICIOS DE LOS ARBOLES EN LAS CIUDADES
    https://www.sostenibilidad.com/construccion-y-urbanismo/los-beneficios-de-los-arboles-en-las-ciudades/

  3. Estimado Maurici, Muchas gracias por la aportación. Efectivamente, tiene razón sobre la citación de Cerdà. Por otra parte, el estudio está basado en los datos de los Parcs i Jardins y unicamente contabiliza las zonas verdes consideradas parques urbanos dentro de las zonas administrativas. No contabiliza las zonas considerdas parques naturales como es el caso del parque de Colserola. En Barcelona, igual que en el resto de las ciudades, nos hemos guiado por la información ofrecida por la administración municipal de los parques urbanos.
    Saludos cordiales,
    Boris Matijas

  4. Estimado Maurici, Muchas gracias por la aportación. Efectivamente, tiene razón sobre la citación de Cerdà. Por otra parte, el estudio está basado en los datos de los Parcs i Jardins y unicamente contabiliza las zonas verdes consideradas parques urbanos dentro de las zonas administrativas. No contabiliza las zonas considerdas parques naturales como es el caso del parque de Colserola. En Barcelona, igual que en el resto de las ciudades, nos hemos guiado por la información ofrecida por la administración municipal de los parques urbanos.
    Saludos cordiales,
    Boris Matijas

  5. A bote pronto, este artículo, como mínimo en lo que se refiere a Barcelona, es confuso.

    En primer lugar, el área de clase alta Sarrià-Sant Gervasi no fue diseñada por Cerdà. Sarrià-Sant Gervasi es uno de los diez distritos de Barcelona (Nou Barris es otro) que obtiene su nombre de los dos barrios más antiguos de la zona, Sarrià y Sant Gervasi de Cassoles, que eran dos pueblos independientes hasta que quedaron anexionados a la gran ciudad. Cerdà diseñó el Eixample, hoy también distrito y, por cierto, carente de áreas verdes en un modo alarmante.

    Pero es que hablando de áreas verdes, justamente Sarrià-Sant Gervasi y Nou Barris son, junto con Horta-Guinardó, los tres distritos que se adentran en la Serra de Collserola, auténtico pulmón verde de Barcelona. Sarrià-Sant Gervasi tiene la mitad del distrito en Collserola mientras que Nou Barris llegaría a un tercio y, además, de zonas con mucho arbusto y poco árbol en buena parte.

    Así que, o se explica mucho mejor y con más detalle, o comparar esos dos distritos en lo que se refiere a zonas verdes sería como comparar los tamaños de las naranjas y las mandarinas.

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