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Carta a mi padre
"Te mataron a ti pero no consiguieron matar las generaciones que vinimos detrás. Ninguna otra historia podrá cambiar la nuestra. Te quiero mucho".
Esta es la historia de la ausencia de un padre en la vida de su hija. La carta, reconstruida por Olivia Carballar a partir del testimonio de Felisa González, está incluida en el libro ‘El ADN de la Memoria: fosas del franquismo, semillas de memoria’, un trabajo de la asociación sevillana Nuestra Memoria basado en una exposición fotográfica del mismo título.
Carta a mi padre
Hola, papá. ¿Te ves ahí en la foto? La que te tiene cogido soy yo. Sí, la primera de la fila. Sí, sí, Felisa, la pequeña. Estoy segura de que me reconoces. Ay, que me han sacado con el chaquetón arrugado… ¡Tengo 80 años! Y sabes una cosa, ¿papá? Que te echo de menos. No sabes cuánto, papá. Te echo muchísimo de menos.
Yo no me acuerdo de nada porque tenía tres años cuando ocurrió todo. Bueno, me faltaba un mes para cumplirlos. Aquello pasó en febrero y yo los hacía en marzo. Y a mamá nunca le gustó hablar de estas cosas, ¿sabes? Me da mucho coraje, mucha pena que en casa no se haya hablado de esta historia. Y se tenía que haber hablado, papá. Y tanto que se tenía que haber hablado.
Pero eran otros tiempos y había miedo. Mamá, aunque siguió con nosotras, conmigo y las hermanas, también murió ese día contigo. Nunca la vi de otro color que no fuera el negro. Siempre de negro. Negro el vestido, negras las medias. Negro, negro, negro… Mira, ahí la tienes en la imagen. El que sujeta su foto es tu nieto Felipe, el hijo de la hermana Isabel. La siguiente es su mujer, María. Y toda esa larga fila de la fotografía es tu preciosa familia. ¡Y no estamos todos, eh! Porque como dice Lolo, el fotógrafo que recogió ese momento de risa y alegría que estás viendo, te mataron a ti pero no consiguieron matar las generaciones que vinimos detrás, las generaciones que vinieron después. La del final, la chica que está embarazada, es Isabel María, tu bisnieta. Ya ha nacido el bebé. Un niño muy lindo llamado Álvaro. A pesar de todo, aquí estamos, aquí seguimos pariendo.
Bueno, en realidad yo no he tenido hijos, papá. No he tenido esas preocupaciones ni las alegrías que dicen que te dan los hijos. Y que quizá, pienso muchas veces, hubieran hecho menos dolorosa tu ausencia. Tú, en cambio, sí sabes qué es dejar tres hijas a la deriva. Con 13, 5 y 3 años. La hermana Isabel y la hermana Dolores han muerto ya. Se han ido sin saber dónde estás.
Pero no estés triste, papá. Mis hermanas y yo fuimos al colegio, aprendimos a leer y a escribir, como tú querías, como escribiste en esa carta antes de… antes de… no sé como te dirían que te iban a matar, no sé, no sé, no sé… No sé qué sangre fría hay que tener para matar a una persona, para matar a una persona inocente como tú, para matar a tantas personas como yacen en las cunetas.
Yo no he sido feliz, papá. Eso sí te lo tengo que decir. Te lo confieso. Buenas, buenas, me han pasado muy pocas cosas. O será que tu pérdida la tengo clavada tan adentro… Siempre he vivido con esa pena, con la pena de una hija que no tiene un padre para pedirle un abrazo, o un consejo, o un lo que sea que hubiere necesitado. He pasado mucho. Ya sabes que antes no era como ahora. Estudié lo que pude, luego me puse a coser y luego a trabajar para seguir viviendo. Me coloqué en la joyería Reyes, en Sevilla, en las calles Tetuán y Álvarez Quintero. Y allí he estado 30 años. Esa es mi vida, papá. Me casé. Mi marido era taxista y murió hace tres años con una enfermedad degenerativa. Durante dos décadas he estado cuidándolo. Ahora no me pierdo un acto en el que pueda hallar una pista sobre tu paradero, un homenaje para reconocerte.
¿Ves el árbol del fondo de la foto? Es un naranjo. Estamos en San José de la Rinconada, en un pequeño campito donde me instalé. Nos fuimos de Carmona hace 40 años. Allí, de todas maneras, nos trataron bien. A mamá la trataron bien. Nunca le pusieron problemas.
Y menos mal que nos quedó ella, porque he conocido a gente que se quedó sin los dos, sin su padre y sin su madre, siendo unos niños. Mamá nos sacó adelante sola. Si supiera que estoy haciendo lo que estoy haciendo… Seguramente ahora lo habría entendido. Y quién sabe si no se hubiera sumado a la búsqueda. Murió con 81 años. Con dignidad. Ay, papá. Hay cosas tan dolorosas… Le pidieron que firmara un papel que ponía que tu muerte había sido natural… ¡Muerte natural, papá! Lo que fuese para tapar aquellos monstruosos crímenes. Es verdad que ella no hablaba de lo que ocurrió, pero jamás habría aceptado esa ofensa a tu nombre.
Te fuiste y te engañaron para que volvieras. Conozco la historia. Cuántas veces pienso en lo distinto que habría sido todo si no hubieras regresado. Si nos hubiéramos marchado todos fuera, al exilio. Es duro, pero al menos habrías vivido. Se me pone la piel de gallina. No puedo imaginar mi vida contigo a mi lado, papá. Y a la vez pienso en ello cada día. Creo que la primera vez que estoy diciendo papá es ahora, mientras te explico el sentido de esta bella fotografía. Papá. Papá. Papá.
Estoy haciendo lo imposible por encontrarte. Dicen que te trajeron a las tapias del cementerio de Sevilla y allí te fusilaron. No sé si estarás ahí. Hace unos días firmé un papel para pedir que abrieran la fosa y parece que van a comenzar los trabajos de localización muy pronto. No sé si estarás ahí… y no sé si aparecerás a tiempo. A mi tiempo. Pero voy a seguir intentándolo. Me dijeron que hace muy poquito, una mujer de 91 años había encontrado a su padre en Guadalajara. Ascensión, creo que se llama. Ascensión Mendieta. Me emociono mucho, ¿sabes? De momento, tengo tus cartas y tu retrato, que sé también que a otras familias ni las fotos les dejaron. Felipe González de los Santos. Ese eres tú, papá. Mi padre. Ninguna otra historia podrá cambiar la nuestra. Te quiero mucho.
CARTA EN UNA CUNETA. (La historia del genocidio jerezano)
https://jerezrecuerda.blogspot.com/2018/07/presentacion-del-libro-carta-en-una.html
Rosa Galán «quiso honrar esta historia, quiso contarla y quiso que el mundo la conociera para poder darle voz a los vencidos, los caídos y los anónimos que la memoria olvida con tanta facilidad. Relatar la infancia abandonada, arrancada por el capricho de unos pocos, madurar a la fuerza, y tener que llevar esa carga para siempre es el legado que nos deja esta historia»…
Rosa Galán tenía una historia personal que contar y decidió que era el momento de soltarla al mundo. La obra trata de la historia de un chico y la historia de una España «que ya no recordamos, la historia de un momento y un lugar que cambiaron para siempre a este país. Una historia cargada de sentimientos, cruda y real, tal y como es la vida, en la que relata cómo este chico se hizo un hombre en tiempos muy difíciles».
Qué dolor, se me saltan las lágrimas y no paran.
Gracias Felipe González de los Santos, gracias Felisa González, y gracias a Olivia Carballar.
Gracias
En el pueblo de Monzón de Río Cinca (Huesca) dónde nació AMADEO GRACIA BAMALA,
siguen honrando al genocida Franco con el título de alcalde honorario perpetuo y hijo adoptivo de la ciudad.
¡que cosa es la ignorancia, el adoctrinamiento y la manipulación!.
¡qué desesperanza le entra a uno si tiene que convivir con este tipo de gente!.
http://arainfo.org/cambiar-monzon-propone-quitar-a-franco-el-titulo-de-alcalde-honorario-perpetuo-e-hijo-adoptivo-de-la-ciudad/
EN MEMORIA DE LA FAMILIA DE AMADEO GRACIA BAMALA Y DE TODAS LAS VICTIMAS QUE DESENCADENO EL GOLPE DE ESTADO OLIGARCO/FASCISTA DEL 36.
La imagen de su familia, los Gracia, es un clásico, un símbolo de los refugiados españoles, del éxodo que los franceses llaman «la Retirada».
«No creo que nunca se llegue a hacer la más mínima justicia sobre tanto dolor,
escarnio y humillación»
Amadeo creyó siempre que esta foto, su foto, era el único documento gráfico que
quedaba del drama que un día sufrió. Ahora tiene delante el filme Levès avant le jour (…), en el que aparece en movimiento, de niño, junto a los suyos. Su padre, Mariano, falleció al poco de cruzar la frontera francesa con sus tres hijos. Su madre había muerto tiempo atrás en Monzón (Huesca) reventada por la misma bomba franquista que a Amadeo le segó media pierna y a su hermana la extremidad entera. De la madre no tiene recuerdos Amadeo; de su progenitor, apenas unos pocos. Hoy lo verá andando, mirando a la cámara, alto, delgado, abatido, con mantas a la espalda,
llevando de la mano a su cría, Alicia, inválida; seguido por el pequeño Amadeo,
agarrado a un señor también mutilado, y por su otro hijo ya adolescente, Antonio…
https://connombreyapellidos.es/victima/gracia-bamala-amadeo/
https://elpais.com/diario/2011/11/27/eps/1322378841_850215.html
QUEIPO CON LOS SUYOS
La tumba de Queipo de Llano está en la sevillana basílica de la Macarena, como Dios (o Su Santa Iglesia Católica) manda. A lo mejor Dios y SSIC mandan algún día otra cosa, pero de momento no es el caso. Lo que no consigo entender es el empeño de la izquierda republicana en obligarlos a sacar el sepulcro de ahí.
Precisamente por respeto a la memoria histórica de lo que la Iglesia católica fue, y a la constatación de lo que la Iglesia católica –pese a los avances– es.
Me dicen que esta Iglesia ya no tiene nada que ver con aquella que fue cómplice de la barbarie nacionalcatólica como se puede apreciar con los nuevos aires del papa Francisco. Se refieren a ese papa que –refrescándonos la memoria– sigue beatificando periódicamente a cientos de “mártires” de solo un bando de la Guerra Civil (adivinen cuál); dudo que los papas pío-filofascistas del siglo pasado se hubieran atrevido hoy a superar esa desvergüenza.
Se refieren, en fin, a ese feroz enemigo, aunque tan amoroso, de derechos fundamentales de los homosexuales, de las mujeres… de las personas.
Por supuesto, si llega un día en el que la Iglesia quiere sacar al criminal de guerra de su templo, magnífico, será un buen síntoma. Mientras tanto, los sin duda bienintencionados esfuerzos por obligarla a hacerlo me parece que contribuyen, en contra de lo que pretenden, a un olvido gratuito de la memoria histórica. Lo inaceptable sería que aún quedaran calles y plazas con el nombre de este u otro asesino fascista, o cualquier recuerdo en su honor en un emplazamiento público.
De modo que la tumba del canalla debe, en mi opinión, permanecer en su sitio mientras así lo desee la Iglesia. Que se quejen, si lo estiman oportuno, sus miembros más decentes o políticamente correctos, pero no facilitemos otros, defensores de la dignidad y de la memoria histórica, un cierre en falso del asunto propiciando un lavado de cara, un sepulcro blanqueado. En suma, muy bienvenidos sean los zapateados sobre la réplica de la lápida del genocida y las vigilias antifascistas en la puerta de la basílica, que ayudan a no olvidar la terrible infamia e informan a los jóvenes que no saben de ella. Pero no forcemos a sacar de la Macarena los restos de Queipo, que, por otra parte, estando ahí se hace más fácil imaginar el ingenuo desahogo que seguramente sugeriría Boris Vian: escupir sobre su tumba.
Juan Antonio Aguilera Mochón
Gracias por la carta. Haría mucha falta que inundásemos las redes con nuestras historias y búsquedas.
He conocido a mi padre y madre y a todos mis abuelos. Pero mi abuelo paterno llevo luto pos sus hermanos. Nunca se atrevió a buscar. Estoy buscando por el, y mis tíos abuelos me llenan de orgullo.
http://rubusarctos.blogspot.com/?m=1
Gracias Felisa por tu carta. Cuánto dolor, cuántas alegrías truncadas. Una vida rota y la de toda una familia. Me ha conmovido. Te deseo mucha fuerza para seguir viviendo, en su nombre. Sé feliz por él el tiempo que tengas… En su honor y con todas tus fuerzas. Él querría verte feliz. Encuentra tu paz.
Ojalá pueda encontrar esa satisfacción. Es una carta preciosa y durísima.
Gracias, Felisa. Gracias, Olivia