Cultura | Internacional

“Como si fuéramos el enemigo”

Enzo Maqueira y Nicolás Ferraro repasan la nueva Argentina de Macri, entre el desánimo y alguna esperanza ligada al feminismo.

El escritor argentino Enzo Maqueira. PABLO MONTERO

“Poetas, narradores, cronistas, ensayistas, dramaturgos, ¿somos trabajadores? ¿Gozamos de los mismos derechos –servicios sociales, jubilación– que cualquier trabajador? ¿Qué lugar ocupa nuestra producción en el sistema de intercambio de bienes? ¿En qué condiciones trabajamos los que participamos de la creación de estos bienes y servicios culturales?”. Con esas preguntas se lanzó la argentina Unión de Escritoras y Escritores, colectivo impulsado, entre otras, por Selva Almada, Marcelo Guerrieri, Alejandra Zina o Enzo Maqueira, y que ha supuesto un impulso internacional para la reivindicación laboral en un sector cuyos derechos parecen no existir.

Doy con Maqueira (Buenos Aires, 1977) en Gijón, al calor de la Semana Negra que cierra sus puertas. Se trata de uno de los autores argentinos más celebrados de los últimos años; su novela Electrónica (Interzona, 2014) se convirtió en un estandarte generacional. Junto a él, otro escritor, Nicolás Ferraro (Buenos aires, 1986). Son dos novelistas de negra sin concesiones, con la dureza de la inteligencia. Maqueira viene con Hágase usted mismo (Tusquets) bajo el brazo; Ferraro, con Cruz (Revólver Editorial). A menudo, un autor de negra es el mejor analista de la situación de un país.

“Somos trabajadores y queremos cobrar y trabajar en consecuencia”, explica Maqueira sobre la Unión de Escritoras y Escritores. En su tono baila la reivindicación de clase sobre un fondo de rabia por la situación que vive el país desde que, en diciembre de 2015, Mauricio Macri alcanzara la presidencia de la nación. “Estamos en un lugar al que pensábamos que ya no íbamos a volver”, se lamenta Maqueira. Ferraro añade que “lo peor es el cinismo del gobierno a la hora de tomar decisiones y la violencia en el trato, como si fuéramos el enemigo”.

Ambos están de acuerdo en que lo más sorprendente ha sido que el golpe a los derechos de la población y los cambios sociales, políticos y económicos han llegado “sin transición”. Esperaban un gobierno neoliberal que introdujera un tránsito paulatino, y en cambio han virado “de un país que tenía en cuenta a las minorías a todo lo contrario… ¡en solo dos años!”. Enzo cabecea junto a los antiguos astilleros gijoneses. “Ahora nos dicen: ‘lo que sucede es que el gobierno anterior les hizo creer que tenían derecho a comprar una casa, tener vacaciones…’. Todo se ha destruido a una velocidad sorprendente”. Su compañero, Ferraro, trabaja en la Biblioteca Nacional. En cuanto Macri tomó el poder, lo despidieron, para volver a contratarle acto seguido. “Es una forma de presión”, explica. “El problema es que eligieron un enemigo que no era el enemigo. El problema es la culpabilización”. Represión, violencia, pobreza y recortes en los derechos fundamentales de la mayoría ya no son, denuncian, solo una amenaza. La idea del “enemigo” sobrevuela la conversación.

Para ilustrar la situación, exponen cómo la policía bonaerense ha pasado a detener a la gente por “portación de cara”. Como su nombre indica, se trata de que los agentes te llevan por delante con el único y terrible argumento de que tu cara les parece sospechosa. “Si te ven cara de pobre, de morocho… se te llevan”, explica Ferraro. Un ejemplo de la discriminación “de cara” que se extiende en Argentina supuso la detención el pasado marzo del futbolista ecuatoriano Fernando Gaibor, jugador en el Independiente, equipo de la Primera División argentina, una figura internacional. Así denunciaba la actuación policial a punta de pistola su entrenador, Ariel Holan: “Sospecharon que se trataba de un ladrón solo por su aspecto”.

Feminismo y cultura

Sin embargo, hay ranuras por las que se cuela la esperanza. La mayor de ellas se ha abierto en la lucha feminista por la legalización del aborto. Este pasado 15 de junio el Congreso aprobó el proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo. De nada sirvieron las presiones de los sectores conservadores y de la Iglesia católica contra una campaña llevada a cabo sobre todo por los colectivos feministas, un sector con una fuerza envidiable en Argentina, que ya mostró su potencia en las manifestaciones contra la violencia machista de los últimos años ligadas al #NiUnaMenos.

“La ley del aborto ha conseguido juntar a todo el arco progresista e incluso a algunos sectores del gobierno”, explica Enzo Maqueira, quien se queja de la sempiterna fragmentación de la izquierda. “Solo sucede en casos puntuales, pero…”. Parece dejar abierta la posibilidad de que esa unión pueda repetirse en otros ámbitos. “Lo único bueno procede del feminismo, y sobre todo en relación con el aborto”, apostilla Nicolás Ferraro. Como consecuencia de dichos avances, se ha producido una violenta campaña de acoso en redes contra quienes defienden la despenalización, lo que no parece arredrar a las defensoras.

Los dos escritores parecen aferrarse a las puntas que prestan algunos movimientos sociales, aislados pero potentes, como el feminista. Sin duda, la Unión de Escritoras y Escritores impulsada por Maqueira, pese a que podría parecer menor, es uno de ellos. Cuando los tiempos se oscurecen, las reivindicaciones de los sectores culturales ligadas a los derechos de los trabajadores suponen un acicate. Y la saludable evidencia de que existen formas de respuesta y reivindicación también desde la escritura, algo que no sucede en todos los países. Cada época tiene su narración, y los autores de novela negra suelen retratar el papel de las oscuridades.

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Comentarios
  1. Totalmente de acuerdo con «a menudo, un autor de negra es el mejor analista de la situación de un país» porque hay mucha vida negra en las situaciones de los países, ya sean los bajos fondos o las altas esferas, las psicologías de los que violan leyes o de quienes las escriben…

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