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Una víctima, una polémica, una esperanza: Ocasio-Cortez y la clase trabajadora
"Quizá es hora de darnos cuenta que en EEUU se empiezan a dar cuenta de algo que en Europa funcionó por mucho tiempo".
Pittsburgh Este. Son las ocho y cuarenta de la tarde en la pequeña localidad del Estado de Pensilvania. Vemos una calle desde una grabación de un móvil, viviendas unifamiliares de madera, un caótico tendido eléctrico corta el cielo. Dos coches de policía, con las sirenas encendidas, han dado el alto a un tercer vehículo. Un joven se baja a la carrera y sale de plano a través de un callejón. Uno de los agentes desenfunda su arma y realiza varios disparos. La vecina que graba el vídeo grita estupefacta: “¡Oh, dios, le ha disparado!”.
Anton Rose tiene 17 años. Y su huida no puede con la velocidad de las balas. Tres de ellas le alcanzan. Cae muerto. Los medios recogen la noticia. Destacan que el muchacho colaboraba en diferentes proyectos comunitarios, que no tenía antecedentes delictivos. El propietario de un gimnasio en el que Rose hizo una entrevista de trabajo hace un tiempo explica al Washington Post que el chaval fue a la cita de traje, a pesar del calor. Lo que se quiere transmitir al lector, lo que quienes le conocían intentan decir con estos detalles, es que era una persona integrada, confiable, un miembro más de la sociedad norteamericana. Se diría que incluso en su buena voluntad piden perdón.
El agente de policía es acusado de homicidio involuntario. En el juicio se deberá explicar por qué Rose iba en un coche en el que había dos pistolas. Un Chevrolet plateado que coincidía con la descripción de un vehículo que había participado en un tiroteo. El conductor fue detenido sin sufrir daños. Se ganaba la vida como jitney, taxista de bajo coste sin licencia, un emprendedor de la supervivencia en una población donde el 22% de sus vecinos viven bajo el umbral de la pobreza. ¿Eran las armas de Rose, del conductor, o de alguien que había tomado el transporte horas antes?
¿Por qué aquel adolescente huyó de la policía? ¿Por qué los agentes le dispararon a pesar de que no portaba armas ni hizo ademán de enfrentarse a ellos? Lo desconocemos. Lo que sí sabemos es que Anton Rose era negro en un país donde la policía, según datos del WP, ha matado a 491 personas en lo que va de año, el 18% de los mismos afroamericanos. Las protestas de activistas y vecinos se sucedieron en los días posteriores a la muerte del joven, como sucede especialmente desde que en 2013 se fundó Black Live Matter, un movimiento contra la violencia hacia las personas negras que intenta contextualizar sus causas políticamente, más allá de los presuntos errores de actuación policial aislados.
Quinn Norton es una periodista y activista que tomó notoriedad al cubrir para la revista Wired las protestas englobadas en lo que se conoció como Occupy Wall Street. Norton, de 45 años, es una mujer que pasó de trabajar de programadora a escribir para diferentes medios a raíz de las polémicas sobre derechos de autor, la cultura hacker y la experimentación cyborg (se implantó un imán en un dedo para detectar campos magnéticos).
El 13 de febrero de 2018 empezó siendo un gran día para Norton, pero acabó en una tormenta perfecta, de esas que suceden, cada vez con más asiduidad, en las redes sociales. El New York Times anunció su fichaje como columnista de opinión y tecnología. Al cabo de unas pocas horas, diferente usuarios de Twitter rescataron escritos de la periodista donde utilizaba la N-word, es decir, nigger, una palabra considerada de alto contenido racista en Estados Unidos que sin embargo ha sido recuperada por algunos negros como expresión de afirmación identitaria.
Norton intentó excusarse, aludiendo que lo había escrito de una forma parecida, diciendo que no era racista y que, incluso, ella misma pertenecía a la comunidad LGTBI. Su pasado activista también fue esgrimido por sus defensores en un intento de trazar una identidad que, en principio, no parecía casar con las acusaciones. Por otro lado se destapó que había tenido amistad en el pasado con Andrew Auernheimer, conocido como weev, un hacker que saltó a la fama al crear una brecha de seguridad en la multinacional AT&T. Weev, además, es un declarado ultraderechista.
El NYT, ante la imparable ola de indignación, despidió a Norton a las ocho horas de haber anunciado su contratación. Los debates se sucedieron en las jornadas siguientes siguiendo los tópicos de la libertad de expresión, las relaciones entre comunidades oprimidas, la identidad primaria de la periodista como blanca, antes que como mujer o LGTBI, los cruces ideológicos del activismo anti-globalizador, la cultura de Internet y la ultraderecha y si era razonable que lo escrito en una red social afectara a la vida laboral.
Lo cierto es que mientras que en Estados Unidos se ha llegado al consenso social de que los racistas no tienen cabida en los medios de comunicación, la población negra sigue sufriendo unos índices de diferencia de oportunidades, pobreza y violencia mayor que la blanca. Se diría que mientras que se ha llegado a un acuerdo general, dejando a un lado a la alt-right, sobre los resultados simbólicos de un conflicto, el conflicto permanece.
El racismo, que es un hecho que se mueve en el campo de lo simbólico, en el sentido de ser una construcción cultural para marcar negativamente a un grupo social por su raza, no solo por una maldad intrínseca de los blancos, sino por la necesidad económica de su explotación, en el caso de EEUU el desarrollo enorme de sus fuerzas productivas gracias a la esclavitud, permanece incluso aunque esa esclavitud fuera abolida.
La explotación, sin embargo, permanece, ocupando la población negra muchos de los empleos peor remunerados, viviendo en comunidades con una mayor desestructuración y ejerciendo y siendo víctimas de una mayor violencia, desde el ámbito callejero hasta el institucional. Así, lo simbólico que opera bajo lo cultural, sigue unido a su fuente, lo material que opera bajo las condiciones socio-económicas, siendo indisoluble de la misma.
Lo paradójico es que la mayoría de debates y polémicas que se dan en los medios norteamericanos, la opinión pública y el ámbito político, giran en torno a la identidad, lo cultural, sus expresiones simbólicas concretas. Lo paradójico si lo que se pretendiera fuera dar solución a estos problemas. Mientras que los debates en torno a condiciones laborales, educativas y habitacionales son cercenados de la esfera pública, los conflictos en torno a la corrección política, la diversidad como coartada o ariete y el enfrentamiento y competición por ver qué grupo identitario sufre una mayor opresión o tiene un mayor privilegio están a la orden del día.
Alexandria Ocasio-Cortez ha asaltado la actualidad este martes ganando las primarias demócratas en el Bronx y Queens contra Joseph Crowley, un peso pesado del partido. Los medios han resaltado su juventud, 28 años, frente a la senectud de su contrincante, su condición de mujer frente al tradicional candidato hombre, su ascendencia latina sobre el habitual retrato WASP del oponente (a pesar de que Crowley es católico e irlandés). Incluso, los más atrevidos, han hablado de la diferencia de presupuesto en las campañas. El País nombra a Ocasio-Cortez como una “millenial progresista”. Ella misma, emulando a una de las protagonistas de Juego de Tronos, escribía un tuit refiriéndose al ninguneo de los medios en campaña: “La chica que no tiene nombre: titulares del patriarcado político”.
En su vídeo de campaña ella habla de que ha nacido en un lugar donde el código postal determina tu destino. Explica que ha trabajado de educadora, de camarera, que es una neoyorquina de clase trabajadora. Que Nueva York ha cambiado, mientras que aparece la imagen de unos rascacielos del centro financiero, pero que para las familias obreras ese cambio ha supuesto que el alquiler y los seguros sanitarios se han disparado y sus sueldos se han desplomado. Y que por todo eso ella se presenta a la carrera por las primarias al Congreso, una carrera en la que compiten el dinero contra la gente.
En su vídeo aparecen vecinos del distrito haciendo campaña por ella, blancos, negros, latinos, una chica con hijab. No compiten, colaboran. No son individuos aislados, son algo más. Parece que han encontrado lo que determina en último término sus vidas. Representado por la candidata, pero que va más allá. Ocasio-Cortez no tiene reparos en definirse como socialista. En Estados Unidos, en el Estados Unidos de Trump.
A Europa estamos importando lo peor de la política norteamericana. Quizá es hora de darnos cuenta que ellos se empiezan a dar cuenta de algo que en Europa funcionó por mucho tiempo. Quizá es hora de buscar qué es lo que nos une, no lo que nos separa.
¿Democracia bajo el paraguas de la genocida dictadura capitalista?
¿Democracia cuando es una masa acrítica, por no decir rebaños de ovejas, la que vota?
Por cierto que según lo leído en varios medios el triunfo de Trump fué debido en gran parte al voto latino.
Ya sólo el hecho de que Alexandria sea socialista me congratula aunque pienso que, salvo que pase algo muy gordo en EEUU que lo desbarate todo, muy poco le van a dejar hacer.
ABOUT EUROPE:
La Comisión Europea estará presidida por una coalición conservadora y de extrema derecha.
Michel Reimon(Los Verdes-Austria) afirma que “la UE pasa un momento crítico, el Reino Unido se va, en Alemania e Italia hay ministros contrarios a las soluciones comunitarias y ahora en Austria tenemos un gobierno conservador y de extrema derecha que no está interesado en soluciones europeas”. Añade Reimon que este gobierno tiene “un discurso duro sobre conseguir más poder y tener más barcos y aviones en las fronteras”.
http://arainfo.org/la-comision-europea-estara-presidida-por-una-coalicion-conservadora-y-de-extrema-derecha/
He visto y seguido algúnos actos de Alexandria Ocasio-Cortez (Joven, inteligente, mujer, ‘socialista’) y de otros aspirantes de la plataforma ‘JusticeDems’. Hay medios críticos (AJ, RT, Univisión) dando voz y espacio a problemas silenciados que a su vez están generando otros muchos debates y movimientos alternativos sobre racismo, pobreza, salud, alojamiento, salarios/precaiado, nuevos sindicatos, contra el imperialismo, anti-guerras y frente a las intervenciones arbitrarias, pro-palestinos etc… Es cierto que se están moviendo cosas interesantes en EE.UU.