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De cómo el desahucio te hace humo

"Cuando, pese a no haber dejado de cumplir con tus deberes para con la sociedad, se te arrebata el techo, te conviertes en otra, desaparece todo aquello que creías saber y ya solo es humo".

UNO: Ya no soy nada. Yo era techo. Soy animal. Conozco algo que no ignoraba pero tampoco sabía: no hay animal al raso. No hay hembra con crías al raso.

DOS: No es la propiedad, es la violencia. No es la propiedad, es el techo. Ya se quedaron con las propiedades. No solo eso: elaboraron y difundieron la idea de que la propiedad es suya, porque las posibilidades, que siempre están por encima, son suyas. ¿De quién significa suyas? De quienes se quedaron con ellas. No es cierto que se tratara de un asunto de propiedades, porque cuando al final se han quedado con ellas, ahora desahucian alquileres, cuatro cada hora. Es la violencia, y esa violencia no desaparece porque se fundamenta en el techo de la misma forma que yo soy techo, o justamente por eso.

TRES: No son las posibilidades, es la identidad. De nuevo: yo soy techo. Mi identidad (lo que soy) se levanta sobre la capacidad de abonar un dinero o bienes a cambio de un techo. ¿Abonar con qué, exactamente? Con lo que sea. Y debajo de ese techo, por ejemplo y en mi caso, parir y criar.

CUATRO: No es la propiedad, es el trabajo. Pasando de teorías sobre el sujeto económico y etcétera, en la práctica de las lentejas recibo una retribución a cambio de ceder tiempo y talento. O sea, trabajo. Esa retribución me permite una idea (bastarda) de independencia económica. Y sobre dicha idea, mal que bien, construyo la posibilidad de ser sujeto (sujeta en este caso) sola, no sujeta-pareja.

CINCO: No es el dinero, es el contrato social. Respeto el color de los semáforos, no te robo el coche, pago mis impuestos y, a cambio, se respeta mi magro derecho a techo y alimento, en este caso para mí y mi prole, a suministro eléctrico y consumo de agua. Es un suponer. Y sí, un suponer simple y resumido, pero es.

NO TERMINA

LO QUE ES: Un desahucio empieza antes, muchísimo antes de que te quiten el techo, o sea, de que abran la posibilidad de que no respetes los semáforos, robes el coche o dejes de pagar tus impuestos. Antes de eso, se repiten otras privaciones: entra y sale la privación de la luz, la del agua, la de las comunicaciones, la de los alimentos… Para ti, y en mi caso para mi prole. Se sabe más o menos cuándo empieza un desahucio –justo cuando comienzan esas privaciones, fruto en general del no-salario—, pero no cuándo termina.

No es cierto que un desahucio acaba una vez recuperados trabajo y salario suficiente para techo, alimentos y suministros. Tras un desahucio ya no eres exactamente techo. Ya estás herida. Ya eres consciente de la violencia que pueden infligirte, y de la que ya te han endiñado. Sabes que aquello sobre lo que construiste tu identidad –y en mi caso, familia– es susceptible de devastación. Sabes que el cumplimiento de tus deberes no tiene por qué suponer el respeto a tus mínimos derechos. Entonces te preguntas qué es un derecho. Y en el momento exacto en el que te haces esa pregunta, fruto no de una paja mental sino de todo lo anterior, algo esencial salta por los aires. Lo que queda en “los aires” es muy difícil de recomponer. Ahora me pregunto si no será imposible.

El 24 de junio de 2013 salí de mi casa con dos hijos. Nos dejaron sin techo. Pasado ese tiempo, que hoy me parece una eternidad y son solo cinco años exactos, no he logrado reconstruir aquello que saltó por los aires. Ni siquiera encontrar las piezas para la reconstrucción. No es miedo lo que queda dentro de mí, sino algo infinitamente más brutal que lo que entendemos por el miedo o el temor a que vuelva a suceder. Se trata de la certidumbre definitiva de la violencia. Esta pregunta: ¿Es, pues, la violencia el fundamento de todo esto que llamamos sociedad? O sea: la posibilidad de establecer un pacto social real, veraz, acreditado, ¿es una farsa para consumo de idiotas?

Cuando, pese a no haber dejado de cumplir con tus deberes para con la sociedad, esa misma sociedad te arrebata el derecho más básico, animal –soy techo–, ya eres otra. Entonces, todo aquello que creías saber, y sobre lo cual habías construido no solo tu identidad sino la herencia social para tu prole, todo eso ya es humo. Humo.

Ya eres otra. Temo que para siempre. Humo.

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Comentarios
  1. Cristina qué grande eres! Valiente luchadora y buena escritora. De mayor (de espíritu jeje que de edad somos coetáneas) quiero ser como tú. Un besazo

  2. Eres la esperanza de que hay que seguir luchando por el cambio de una sociedad idiotizada por un capitalismo abyecto. Gracias Cristina.

  3. Cuando la violencia de un desahucio te azota, cuando el desahucio viene de tu propia sangre, cuando tus abuelos de forma desalmada te arrebatan todo, qué abuelos son aquellos que me echan de mi casa junto con mis hermanos, le hacen comprar a mi madre una casa en la playa a cambio de ésta, para irse de vacaciones, ahora niegan la permuta y me echan a la calle, con un único fin, sacar tajada económica, y esto quema

  4. No cambies nunca! Ese talento en decir las cosas claras y describir lo que pasa realmente a la gente en el día a día hace que detrás de Cristina haya millones de personas decentes en este país. Que no te afecte los indecentes que son muchos!

  5. Esta mañana te escuché en el programa «En Jake», emitido en la ETB y dirigido por el colega Iñaki Lapitz, que con cara de póker no sabía cómo responder ante la andanada de verdades que dejaste en las ondas sobre la inacción voluntaria y cobarde del psoe y sus diputados, de antes y de hoy (muchos/as los mismos/as), ante el delito que supone no poder juzgar a los responsables de los crímenes de la dictadura franquista (imprescriptibles, como bien señalaste), limitándose a anunciar gestos populistas como la retirada de la medalla al torturador Pacheco (Billy el Niño) o la de los restos de Franco del Valle de los Caídos.
    Aplaudo tu coraje y tu defensa de la verdad, además de compartir esa imposibilidad de reconciliación con los criminales y apologetas de la dictadura.
    Mi admiración por tus intervenciones y mi saludo cordial.

  6. Que gran mujer eres, y una gran periodista, ojalá todos los medios fueran tan claros como tú, estoy esperándote cada sábado en FAQS, te deseo mucha suerte a tí y a los tuyos

  7. Es admirable que escribas y pongas el foco en temas vitales sobre los que no muchos periodistas se pronuncian, incluso cuando se trata de asuntos que te afectan de forma personal. Resulta ciertamente liberador buscar tus escritos (nuevos ó antiguos) y acompañar tus reflexiones. Gracias

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