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Tiempo
"Querer trabajar con rigor requiere tiempo. Y el tiempo -una de las principales condiciones laborales más olvidadas- es una exigencia para acabar con la precariedad"
Cuando escuchas a Leila Guerriero te das cuenta de que quieres ser Leila Guerriero. Pero claro, Leila Guerriero solo hay una. Entonces piensas que lo que quieres no es ser Leila Guerriero, sino trabajar como ella.
Leila, ya saben, vive del periodismo hecho con tiempo, con calma, del retrato de lo cotidiano, de las grandes historias. Leila Guerriero no quiere media hora de entrevista con el papa, como dijo recientemente en un acto organizado por el Centro de Estudios Andaluces en Sevilla. Leila quiere ir con él a comprar sus zapatos y sus gafas de la misma manera que va con Jaime o con Dolores a comprar el pan y la sal. Leila pasó dos años yendo y viniendo al pueblo de los suicidas y por eso los familiares le contaron lo que no se cuenta en media hora, ni en un día. No se cuenta en una semana cómo tu hijo, tu hermano o tu prima entra a la habitación antes de colgarse.
Leila Guerriero es Leila Guerriero porque escribe desde la honestidad y la seguridad que dan conocer las vidas de las personas, esa cosa tan sensible que manoseamos a lo bestia con una llamada de teléfono, con ¡una entrevista por mail!
Cuando la escuché, acababa de editar Cuba en la encrucijada, un compendio de crónicas que pretenden desarmar los tópicos desde los tópicos. Hace mucho que no oímos hablar de Cuba.
Dice, seguía diciendo, que no se hace amigos de sus personajes. Vive con ellos, cuenta lo que ve y se va. Y se ve. Si abres un libro de Leila ves esas arrugas, esa nariz grande o ese corazón inmenso sin ninguna fotografía al lado. Y ocurre lo mismo con las fotografías hechas con tiempo. No necesitan palabras a su vera. Lo ha explicado muy bien estos días un grupo de fotoperiodistas en un artículo titulado Calidad o nada: «Las empresas, preocupadas solo en llenar el rectángulo en blanco de una maquetación, están acostumbrando al lector a una información de baja calidad con una profusión de imágenes planas, sin lecturas profundas ni calidad estética, sin intención ni valor periodístico, que atentan contra el derecho a la información. Estamos, pues, en medio de un empobrecimiento informativo que, a la larga, se paga. Porque el futuro del periodismo depende de la credibilidad de los contenidos, que van de la mano de la calidad».
Cuando ves el trabajo de estos fotógrafos y fotógrafas, cuando lees a tantas y tantos periodistas que hacen bien su trabajo -aun sin llamarse Leila Guerriero-, cuando escuchas a Soledad Gallego Díaz reivindicar las redacciones, cuando eres consciente de la cantidad de buenas historias que estamos perdiendo y de grandes profesionales que está abandonando este oficio hartos y hartas del ninguneo, una no sabe explicar muy bien cómo hemos llegado hasta aquí. Querer trabajar con rigor no es soñar con los mundos de Yupi. Querer trabajar con rigor requiere tiempo. Y el tiempo -una de las principales condiciones laborales más olvidadas- es una exigencia para acabar con la precariedad.
Que razón tienes.
La consigna de estos tiempos es ¡deprisa, deprisa! en parte sospecho que con la mala intención de que no nos de tiempo a reflexionar y en parte por abaratar costes.
UNOS SE SUICIDAN A OTROS LOS MATAN.
La que lían algunas bestias para 4 días que vivimos. ¿Que sería si viviéramos eternamente?
LOS NIÑOS PALESTINOS
Según ha informado este jueves la página web Middle East Monitor (MEM) citando un informe recientemente publicado por el Ministerio de Información Palestino, las fuerzas de guerra israelíes han matado en los últimos 17 años a más de 3000 niños, además de dejar heridos a más 13.000 menores de edad.
Las cifras también indican que en total detuvieron a más de 12.000 niños —mientras que en la actualidad mantienen encarcelados a unos 300—, de los cuales un 95 % ha sido víctima de agresiones y torturas en interrogatorios.
El número de niños palestinos detenidos por las fuerzas israelíes parece ir en aumento, ya que tras el inicio de la Segunda Intifada (“levantamiento”) en octubre de 2015 se detuvo a más de 2000 niños en un año, mientras que la cifra habitual era anualmente de unos 700 niños detenidos.
Por otra parte, las estadísticas muestran un severo aumento en la cantidad de niños palestinos que se ven obligados a trabajar (un aumento de unos 40.000 desde 2011 hasta 2017), lo que se atribuye en gran parte a las consecuencias de la agresión militar israelí de 2014 a la Franja de Gaza y al bloqueo impuesto a este enclave costero.
Casi 20.000 de los niños palestinos que forman parte del mercado laboral, revela el informe, trabajan en los asentamientos agrícolas israelíes y ganan un tercio del sueldo mínimo establecido por el régimen de Tel Aviv, además de haber abundantes reportes de abusos a menores palestinos en dichas fincas.
Del mismo modo, los niños palestinos sufren violaciones de sus derechos humanos en los puntos de control militar israelíes en las entradas a las ciudades, aldeas y campos de refugiados palestinos.
Me alegra leer esto.
Anima a uno a seguir ‘meando fuera del tiesto’ en las cosas del día a dia.
Saludos.