Pavorosa pobreza infantil y siete preguntas tontas

Empiezo este artículo con un dato que dejo aquí y más adelante recojo: en España, el 40% de los niños y niñas viven por debajo del umbral de la pobreza (anclada)*. Dicho está.

Nadie puede pensar que Fátima Báñez sabía algo de Empleo ni María Dolores de Cospedal algo de Defensa. Nadie, que Juan Ignacio Zoido tenía capacidad para gestionar un ministerio de Interior, Alfonso Dastis de Cooperación, Dolors Monserrat de Igualdad o Íñigo Méndez de Vigo de Educación o Cultura. Por poner algunos ejemplos. Nadie, ni siquiera los militantes del PP, cree que el equipo de Gobierno del expresidente Mariano Rajoy sepa hacer nada más que obedecer, firmar y vomitar argumentario en los medios y tribunas.

El PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, ha corrompido y destruido lo público.

Sin embargo, la pregunta que no me quito de la cabeza no tiene que ver con ellos, sino con el alcance de nuestra responsabilidad en todo lo sucedido durante la destrucción. No la responsabilidad de sus votantes, sino la de quienes estábamos enfrente. Más allá de la corrupción, tremebunda, me refiero al ensañamiento de esas gentes contra la inmensa mayoría de la población, la forma en la que el Partido Popular ha impuesto dolor a millones de personas, un dolor desesperante y raso, un dolor que no ha tenido consuelo. Eso es, el consuelo, se trata de las acciones que no hemos llevado a cabo. Temo la posibilidad de que, más allá de la corrupción, el paso del Partido Popular por el Gobierno haya destruido nuestra capacidad de mirarnos como sociedad y de responder a la más urgente devastación.

Infancia, pobreza y suicidios

En España más de 10 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, y de ellas, 3 millones sobreviven en situación de pobreza severa, o sea en hogares cuyos ingresos totales por unidad de consumo es inferior a 342 euros al mes. Mientras, los beneficios empresariales aumentaron en 2016 más de un 200%, según el informe de Oxfam (enero, 2018) Premiar trabajo, no riqueza.

Durante los años que van de 2008 a 2018, la prensa ha dado noticia de 17 suicidios ligados a los desahucios (Wikipedia recoge los enlaces a todas esas noticias). Sirva pues dicha mínima cifra de registros como una base sobre la que construir nuestra ignorancia sobre el número de muertes ligadas a desahucios, pobreza, desesperación. Tampoco hay datos sobre el número de desahucios ni de familias echadas a la intemperie. Sumando datos de la PAH, del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y de algunos bancos, son cientos de miles. ¿Cuántos cientos de miles? Dos o nueve forman parte de la misma barbarie. El CGPJ informó de que, en 2017, solo en casos de alquiler, se produjeron 100 desahucios al día, 4 cada hora.

Y ahora, recupero el dato: el 40% de los niños vive por debajo del umbral de la pobreza.

El informe internacional Child Well-being in Rich Countries: A comparative overview, elaborado por Unicef y difundido en 2017, resulta demoledor: cerca del 40% de la población infantil vive en España por debajo del umbral de la pobreza. El siguiente gráfico muestra el porcentaje en cada una de las 29 “economías más desarrolladas del mundo” analizadas en dicho informe:

Pruebe a soltar dicha información en cualquier círculo social en el que se encuentre en España. Yo lo he hecho en numerosas ocasiones. Recibirá como respuesta la incredulidad general, cuando no la mofa. ¿Quién puede creer que en un país desarrollado de la Unión Europea la pobreza alcance a cerca de la mitad de los niños y niñas? Pero la cuestión no es si se cree o no se cree. La cuestión es que es así. Así lo han denunciado en los últimos años diversas organizaciones internacionales, y así lo acredita el concienzudo informe de Unicef. Pero no solo eso. El 13 de abril de 2017, la Agencia EFE difundió la noticia, que empezaba con el siguiente párrafo: “España tiene una de las tasas más altas de pobreza infantil de la UE y es el tercer país, por detrás de Rumanía y Grecia, tanto en pobreza relativa como en ‘anclada’, que alcanza a casi el 40% de los niños, con un aumento de nueve puntos porcentuales entre 2008 y 2014”. Los principales medios de comunicación se hicieron eco de ella. Sirva como ejemplo el diario de mayor difusión, El País, que dos días después, el 15 de abril de 2017, incluía el dato ya en su titular: “España es el tercer país en pobreza infantil en la UE. Con un 40% de niños con ‘pobreza anclada’, en la lista solo le superan Rumanía y Grecia”.

Así pues, el dato de que la pobreza infantil ronda al 40% de los niños y niñas en España no es un detalle oculto o alarmista, no es una cifra desconocida. Es una realidad que se ha difundido en los principales medios de comunicación españoles. ¿Y? ¿Ha sucedido algo después de que se conociera la noticia? Es más, ¿alguien parece ser consciente de tal brutalidad? Y más aún: ¿Por qué en lugar de alertar y horrorizar a la ciudadanía, tal información despierta incredulidad y burla?

¿Qué consideramos preocupante?

El 27 de julio de 2016, los medios de comunicación anunciaron a bombo y platillo que destacados “políticos, activistas e intelectuales” habían difundido y firmado un manifiesto. Se destacaron los nombres de Antonio López, Antonio Fraguas, ‘Forges’, Luis García Montero, Juanjo Millás, Javier Reverte, Vicente Verdú, Manuel Rico y Juan Madrid, Gaspar Llamazares, Joan Baldoví, Antonio Gutiérrez, Manuel de la Rocha, Juan Torres… Y así hasta más de 450 personas “relevantes” en España. El manifiesto se llamaba Por un Gobierno de Progreso. Por un acuerdo de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos.

Un año después, el 17 de septiembre de 2017, se volvió a anunciar, con más bombo si cabe, la firma de otro manifiesto de “intelectuales y artistas de izquierdas”. Esta vez, entre los firmantes estaban Javier Cercas, Javier Marías, Juan José Millás, Rosa Montero, Manuel Rico, Juan Marsé, Fernando Colomo, José Luis Guerín, Isabel Coixet, Rosa María Sardá, Javier Mariscal, Ignacio Martínez de Pisón, Miguel Ríos, Marisa Paredes, Francisco Frutos, Cristina Almeida entre otros. Los firmantes se definían como “personas de izquierdas, de variada adscripción ideológica y de distintas culturas políticas; que hemos luchado por las libertades contra el franquismo, contra el terrorismo y contra la guerra, por los derechos de las mujeres y de las minorías sociales, y ahora contra los recortes y la corrupción”. El manifiesto se titulaba “1-O Estafa Antidemocrática” y llamaba a impedir el referéndum catalán.

7 preguntas tontas

¿Por qué todos esos intelectuales, artistas, políticos y gentes “relevantes” de España se movilizan con brío para que Podemos pacte un gobierno con el PSOE y Ciudadanos y no mueve un músculo al enterarse de que el 40% de los niños y niñas vive por debajo del umbral de la pobreza?

¿Por qué aquellos que dicen considerarse “de izquierdas” alzan su voz conjunta y públicamente contra la celebración de un referéndum en Cataluña mientras quedan mudos no solo ante la abrumadora pobreza infantil sino ante la evidencia de que cientos de miles de familias se han quedado sin techo bajo el Gobierno que dicta esa agenda que ellos defienden?

¿Por qué la población en general, y muy en particular los medios de comunicación, no han reclamado ninguna medida urgente ante las pavorosas realidades anteriormente citadas?

¿En qué momento dejó de ser noticia la pobreza extrema en general y la pobreza infantil en particular?

¿Cuáles son los mecanismos que han conseguido silenciar el dolor de varios millones de personas que no pueden alimentar ni vestir correctamente a sus hijos?

¿Cuál ha sido el papel de los medios de comunicación en este silencio y cuál la imperdonable desatención por parte de los sectores sociales en teoría “de izquierdas”, en teoría sensibles a la pobreza?

Y, en fin, ¿cuál es nuestra responsabilidad en la devastación llevada a cabo por el PP, que no tiene que ver solo con la corrupción, sino con la destrucción de nuestros mecanismos de apoyo mutuo y lucha por la dignidad?

*Pobreza ‘anclada’: este término significa que el umbral de pobreza no se cambia cada año analizado –en función de los mayores o menores ingresos del conjunto de la población–, tal y como se hace en el análisis habitual de la pobreza relativa, sino que se fija la línea de pobreza en un año concreto (en este caso 2008) para estudiar cómo cambia el bienestar de la población respecto a ese umbral de pobreza. Esta técnica permite evaluar hasta qué punto el bienestar de una población mejora o empeora en términos reales a medio y largo plazo. Por ejemplo, en España el umbral de la pobreza para un hogar con dos adultos y dos niños era de 17.597€ anuales en 2008, y de 16.719 en 2014. La pobreza anclada significaría usar el umbral de pobreza de 2008 con la situación de los ingresos de los hogares en 2014 y calcular cuántas personas en esos hogares estarían bajo ese umbral de la pobreza (un hogar con ingresos de 17.000 euros en 2014 no estaría en riesgo de pobreza con el umbral correspondiente a ese año, pero sí con la pobreza “anclada” en 2008).