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#MiMaster “Me pregunto si ese orgullo no se va a trasformar en ‘cara de tonta’ al saber que de mi esfuerzo se ríen todos esos políticos”

Al acabar la jornada como arqueóloga, Míriam cogía el coche "a toda prisa" para ir a la Universidad sin tiempo siquiera para cambiarse las botas llenas de barro.

Miriam // Yo realicé un Máster de Patrimonio Cultural de 2 años de duración mientras, nada más licenciarme, comenzaba trabajar como arqueóloga, después de haberme pasado infinidad de veranos currando para pagarme mis estudios (poniendo copas, vendimiando, haciendo de canguro…). Dicho máster se impartía concentrando las horas en dos días por las tardes y recuerdo que fue una etapa muy dura, cargada de esfuerzo para poder compaginar y de infinidad de noches sin poder dormir…

Trabajando como arqueóloga en una empresa, tenía que estar, evidentemente, en las obras y recuerdo como, al acabar la jornada, me tocaba coger el coche a toda prisa y presentarme en la Universidad sin tener tiempo ni siquiera para cambiarme. Me recuerdo perfectamente corriendo por los pasillos de la facultad mientras mis botas iban soltando barro de la obra y como los profesores, que conocían mi situación, no me decían nada por presentarme con toda la ropa llena de polvo…

Fueron dos años muy duros pero de los que no me arrepiento en absoluto ya que aprendí muchísimo en ese Máster, tanto de los profesores, como del resto de compañeros que lo cursaban (había arquitectos, historiadores, especialistas en Arte, etc).

Luego llegó la crisis o, mejor dicho, lo que llamaron crisis y me tocó, al igual que tantos de mis compañeros y compañeras, cambiar nuestra profesión por una barra de bar… Pero, aun en esos años también duros de no poder ejercer, nunca me arrepentí de haber cursado mis estudios…

Ahora, poco a poco, puedo ir recuperando esa vida arrebatada por la crisis y, de repente irrumpe el caso del máster de Cifuentes y te preguntas ¿de qué valió todo ese esfuerzo de dinero y de tiempo si a otras personas les regalaban los títulos? Me parece una absoluta falta de respeto a esta sociedad que se hayan permitido (y se permitan) este tipo de prácticas que vienen a confirmar que en este país, por desgracia, hay estudiantes de primer y de segundo nivel.

Yo tenía muy orgullosa el título de mi máster pero, a raíz de todo esto me pregunto si ese orgullo no se va a trasformar en «cara de tonta» al saber que de mi esfuerzo se ríen todos esos políticos que han obtenido dichos títulos sin ni siquiera pisar una facultad.

(Solo espero que la Justicia haga su trabajo con ellos…)

Fdo. Miriam.

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