12 de octubre | Opinión | OTRAS NOTICIAS
El futuro del republicanismo en España
"Y aquí podemos extraer una de las primeras conclusiones para lo que vendrá: la república no es tan solo una forma de jefatura del Estado contrapuesta a la monarquía, sino la vehiculación política que en España toman los cambios de gran calado", escribe el autor.
Artículo publicado en #LaMarea59, revista de análisis, investigación y cultura. A la venta aquí.
Creo que corre la última parte del año 2001, ese inicio de siglo que apenas unos meses atrás se ha visto sacudido no por el terrorismo a secas, sino por la vuelta del integrismo religioso en los tiempos del integrismo neoliberal. Una manifestación de estudiantes recorre la calle Princesa en Madrid contra la enésima ley de enseñanza a cargo del primer gobierno del PP con mayoría absoluta, aznarato sin paliativos. Yo, como estudiante, participo en la marcha, llevo una bandera tricolor española, la única presente entre miles de jóvenes. Algunos chicos, quizá de instituto, quizá universitarios, se me acercan. Y en una parada, entre cántico y consigna, me preguntan a qué país pertenece, pero sobre todo por qué la ondeo, qué significa. Trece años después Juan Carlos de Borbón abdica, de mal grado, obligado por una repentina ola de noticias en torno a su persona, durante décadas intocable, y las ciudades de todo el país llenan sus plazas con esa misma bandera. Sin embargo, la pregunta de los estudiantes aún sigue presente y posiblemente irresuelta.
Que el republicanismo en nuestro país haya salido de su acotación histórica tiene que ver, paradójicamente, con el concepto de memoria histórica. La recuperación del justo recuerdo de los represaliados por el franquismo, la idea de restituir su dignidad, fue un intento de enfrentar un pasado que primero fue vilipendiado por el régimen fascista y luego sepultado por el consenso oficial del 78. La idea no era recuperar a los republicanos de los años treinta para la parte de la sociedad española que se siente afín a ellos, sino recuperarla para toda la sociedad: si el homenaje era conjunto, si la reivindicación era compartida, entonces la herida podría cerrarse.
Si bien la derecha, a mediados de los noventa autodenominada centro reformista, llegó al poder presentando los diarios de Manuel Azaña, uno de los presidentes de la Segunda República, pronto dejó a un lado las caretas y se decidió a combatir esa memoria histórica tirando del revisionismo más burdo y esperable: la guerra y el franquismo no fueron la reacción contra el aumento del poder de la clase trabajadora, sino una consecuencia inevitable del desorden de esa república, un caos, del que, por cierto, fueron los máximos instigadores. La batalla no era tan solo histórica, sino el inicio de un camino para que las raíces franquistas de nuestros conservadores dejaran de ser una mancha y, más allá, traer los valores del nacionalcatolicismo a nuestro presente.
Este revisionismo ha quedado, por desgracia, impreso en una parte sustancial de la ciudadanía, no en vano años de tertulias televisivas, ensayos pseudo-históricos y homilías salvajes de los radio-predicadores han dado sus frutos. Lo peor es que el republicanismo ha quedado anclado, por esta trampa que ha obligado a la izquierda al movimiento defensista, al periodo de los años treinta. Hablar de esta idea parece que nos conduce inexorablemente hacia 1936 y eso, obviamente, no es una buena carta de presentación para el futuro. Por otro lado los límites del debate, convertido en batalla, se estrechan, y no hay ni siquiera espacio para hacer una crítica desde la izquierda a los periodos más oscuros de una república que se pretendió defensora de la Edad de Plata de nuestra cultura pero que también fue Casas Viejas y Asturias ensangrentada.
De 1873 apenas nos queda memoria, pero también hubo una Primera República tras aquel peculiar, y profesional, rey italiano. El republicanismo del siglo XIX no es una anécdota de apenas un año de duración, sino toda una experiencia política de la que aún hoy se pueden extraer conclusiones. Por la presión popular que la hizo posible tras La noche del matadero, por el concepto moderno de ordenación de un país anclado aún en la servidumbre medieval, por los límites de la política ilustrada sin contar con la gente a la que se decía representar, incluso por el glorioso periodismo posible con las mordazas algo más flojas. Y por el tema que le dio cuerpo pero que a su vez la condenó al fracaso: el federalismo, el cantonalismo, el independentismo, es decir, la forma política geográfica del Estado y su relación con las nacionalidades ibéricas.
De algo nos suena, ¿verdad? El intento independentista catalán del otoño de 2017 ha vuelto a traer el republicanismo a primer plano de nuestra realidad política. La forma en que la secesión tendría lugar, y que de hecho la tuvo aunque solo lo fuera de manera simbólica, fue la proclamación de la República catalana. Y aquí podemos extraer una de las primeras conclusiones para lo que vendrá: la república no es tan solo una forma de jefatura del Estado contrapuesta a la monarquía, sino la vehiculación política que en España toman los cambios de gran calado. Sin embargo, estos cambios, si no van acompañados de un proyecto de envergadura social, acaban siendo un recambio de élites, una coronación de monarquías sin apellido nobiliario pero con aspiraciones parecidas.
No hay mayor error para el republicanismo que subestimar la figura del rey e incluso a su casa. Los Borbones no han acabado ninguno de sus reinados de forma tranquila, saben que su destino como estirpe está unido a las necesidades de la burguesía española, a los grandes poderes empresariales y financieros. La monarquía del 78 es el parapeto para que la jefatura del Estado finja ecuanimidad cuando no es más que una maquinaria de clase para mantener el orden social capitalista y, más específicamente, la forma del capitalismo español: especulación y sobreexplotación de la fuerza de trabajo como motores económicos, corrupción como manera de relación entre el poder político y empresarial y herencia de mando entre unas pocas familias patricias. Los Borbones saben que el cuestionamiento de este orden es también interrogación hacia su reinado, por eso contemplan con tanta inquietud cualquier reivindicación social, por eso su trono es representación de poder pero a la vez mascarada del mismo. Por eso históricamente suelen morir matando.
Cataluña y su independentismo han dado pie al otoño rojigualdo, pero no lo han creado. El plan viene de mucho antes, de Aznar y su patriotismo constitucional. El españolismo, que no es aprecio hacia el país sino imposición de su forma más reaccionaria, es la herramienta utilizada esta vez para cortar definitivamente las ansias de cambio del periodo 2011-2015 y de paso instaurar un sistema con apariencia democrática pero con formas autoritarias. Felipe VI no será el juancarlismo campechano que hizo amable desde el pelotazo del PSOE en los ochenta hasta el ladrillazo pepero de los dos mil, sino el rey que conducirá a España en el contexto internacional actual, uno en el que se mezclan la senilidad absurda del tardocapitalismo con el deslizamiento ultraderechista en gran parte del mundo occidental. Estamos más cerca de Turquía que de los Balcanes, no nos cansaremos de repetirlo.
Por eso el republicanismo es hoy mucho más que un debate en torno a la forma de la jefatura del Estado, mucho más que la justa reivindicación de la memoria histórica. El republicanismo, hoy y aquí, es la condición necesaria para el cambio, un excelente vehículo para unir todos los problemas, luchas y aspiraciones de cualquier ciudadano que crea que el nivel de encanallamiento de la política y la economía deben tener una respuesta. El periodo anterior de movilizaciones pudo parecer cerrado, más tras las banderas en los balcones como narración ultra de un pueblo que se situó tras su rey para frenar a los independentistas. Pero manifestaciones como las del pasado 8 de marzo demuestran que, respetando la autonomía del movimiento feminista, la salida a la crisis ha sido en falso, cargando sobre las espaldas de los que menos tienen el peso de la recuperación. La derecha como identidad política, bien azul bien naranja, su sistema económico y su monarquía tienen poco que ofrecer, más allá de insistir en España no como oportunidad y sí como cárcel.
El republicanismo puede, debe ser la respuesta que dé cobijo al modelo de construcción territorial, que dé forma de una vez por todas a un nuevo pacto entre las nacionalidades ibéricas e insulares. Debe ser una nueva forma de Estado que se blinde contra la corrupción no solo desde la deseable ética, sino desarrollando una economía que no se base en la extracción de capital público para enriquecer la promoción privada con sobrecostes.
La radicalidad republicana debe ser quien dé respuesta a la lucha constante de identidades que la trampa de la diversidad ha extendido contra la acción colectiva. Debemos ser ciudadanos en cuanto a nuestro deber de participar en política, no respecto a quiénes somos en relación con lo que podemos pagar o creemos poder aspirar. En tiempos de conflictos intergrupales, religiosos, étnicos, de género, el republicanismo debe ser lo que marque nuestra relación con las leyes civiles, nuestro pacto de convivencia basada en la igualdad, principalmente la social, aquella que dirime el conflicto capital-trabajo.
En el año 2008 la orquesta de Praga interpretó el himno de Riego en el Bicentenario del Sitio de Zaragoza. Los arreglos a la composición, elegantes, concisos, claros, otorgaron una nueva dignidad a la pieza, un aire de nueva Ilustración, de racionalidad, de modernidad sin imposiciones. Tres minutos que permiten imaginar un nuevo futuro en el que este país se decante, por fin, por esa senda alejada de la losa que Fernando VII nos dejó incrustada en nuestra tierra. Orden y progreso, libertad, igualdad y fraternidad, una tradición, también española, que espera a ser recuperada.
LA CORRUPCION Y LOS BORBONES HAN IDO HISTORICAMENTE DE LA MANO. SIN EXCEPCION.
SI DE SIMBOLOS PRECISAMOS, LA REPUBLICA ES EL SIMBOLO Y LA FEDERACION ES LA UNIDAD.
SUPEREMOS DE UNA VEZ, LA EDAD MEDIA.
La jefatura del Estado es una cosa y la República otra. Hay que leer a Montequieu antes de matarlo. la división de poderes no necesita un JEFE. Ni rey ni presidente, mejor un Rey sin poder que un Presidente con poder
Será que este rey no tiene poder?
Sólo hay que recordar sus declaraciones tendenciosas y fascistas sobre temas cómo la religión, la Memoria Histórica, Catalunya….
«El ministro de Relaciones Sindicales en aquella época era Rodolfo Martín Villa, a quien la justicia argentina ordenó detener en 2014 precisamente por los hechos de Vitoria. Como recuerda la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, Martín Villa también fue ministro de Gobernación cuando se ordenó la quema de miles de documentos para borrar los crímenes del franquismo. Y es el mismo a quien los reyes entregan ahora una medalla por su papel en la Transición española y en las elecciones constituyentes de 1977.
A pesar de las denuncias de la ONU, Felipe VI nunca ha reconocido o defendido justicia, verdad y reparación para las familias de las víctimas que a día de hoy siguen buscando los restos de sus padres, abuelos o hermanos. A pesar de las innumerables pruebas de los crímenes de lesa humanidad de la dictadura, el rey continúa sin mencionarlos».
¿A qué división de poderes te refieres si aquí todos emanan del francofascismo?
…»Como recordaba en una información el diario New York Times en 2014, «hoy en día, la política, los negocios y la ley en España están salpicados de personas con vínculos directos o indirectos con Franco. (…) Los tribunales españoles han rechazado oír estos casos [de las víctimas] durante cuarenta años».
La necesidad de una III República Española para construir una nueva educación.
El 14 de abril se conmemora la proclamación de la II República Española en el año 1931. Con motivo de su 87 aniversario, al Colectivo Estudiantil de Ciudad Real nos gustaría echar la vista atrás en el tiempo y poner nuestros ojos en los profundos cambios que se llevaron a cabo en dicho momento. Pondremos nuestra atención en las reformas en materia de educación.
Con la constitución del Gobierno Provisional republicano, la educación española, que arrastraba un atraso de más de 100 años, tomó un rumbo totalmente distinto. Desde el primer momento, fue prioridad del gobierno la alfabetización del pueblo español (había alrededor de un millón de niños sin escolarizar). Por ello, promulgó una nueva Ley de Instrucción Pública. Llevó a cabo también un programa de creación de escuelas y se estableció una separación entre Iglesia y Estado (escuela laica). Una educación universal garantizada para todos los niños y niñas españoles, y que velaba especialmente por garantizar los estudios a los sectores más necesitados de la sociedad.
Esta nueva educación republicana tenía como pilares fundamentales, además de la instrucción, la difusión de la cultura y la educación en los valores democráticos del pueblo español. Así lo reflejaba el artículo 48 de la constitución de 1931: el servicio de la cultura pasaría a ser atribución del Estado y se prestaría en las instituciones educativas. Para ello era muy importante la figura del maestro, considerado el alma de la escuela. Durante el Gobierno Provisional y el Bienio Progresista se instruyó a gran cantidad de docentes, que pasaron a ser, todos ellos, funcionarios del Estado.
Con el fin garantizar este modelo de educación se creó el Patronato de Misiones Pedagógicas, que entre sus acciones realizó conferencias y lecturas donde se analizaban cuestiones relativas a la estructura del Estado y la participación ciudadana, y que se esforzó en extender la educación hacia las zonas rurales, y en mejorar la formación de los profesores de dichos lugares.
Cabe destacar el carácter social que dichas reformas imprimieron a la educación: se implantó la coeducación (educación mixta de niñas y niños), todos los niveles estaban relacionados entre sí, y las instituciones educativas debían mantener relaciones con padres, entidades profesionales y culturales, etc. (comunidad educativa en general). El reconocimiento del Estado Plural de los gobiernos progresistas de II República y el respeto a las lenguas maternas de los estudiantes también se pudo apreciar en la educación que los instruía en ellas. Un respeto hacia los pueblos de España que posteriormente se tornaría en represión durante el Franquismo….
https://www.eldiario.es/clm/palabras-clave/necesidad-III-Republica-Espanola-construir_6_760184012.html
Ningún Borbón ha sido un rey (o reina) usual, nacido príncipe y muerto rey, así, sin mas.
Todos ellos o han nacido fuera, han vivido en el exilio o en él han muerto
Ningún Borbón ha respetado nunca la integridad de los territorios pertenecientes a España, a la que siempre han considerado su cortijo particular, y que, con todos ellos, ha sufrido mermas, la última el Sahara español con Juan Carlos I siendo ya Jefe de Estado (Aún recuerdo los procuradores saharauis con sus chilabas en las Cortes de Madrid)
El problema es que merma sufrirá España con este Borbón y donde y cuando terminará su reinado
Mi deseo, que no vuelvan, nunca mas Borbones
No veo como el republicanismo pueda dar respuesta a nada. El republicanismo francés acaba de bombardear Siria junto al monarquismo español y el neofascismo norteamericano. Desgraciadamente el republicanismo español murió hace más de ochenta años y no creo que resucite. El camino debiera ser otro y no alcanzo a vislumbrar cuál pudiera ser. Qué triste.
La profusión en los balcones de la Tierra aragonesa de banderas monarcofascistas me tenía con el ánimo derrotado (Son los medios de comunicación de masas que han fanatizado a las mentes, unas mentes que más allá del futbol no están acostumbradas a pensar pues es fatigoso).
Ayer, una multitud de chavalas y chavales, educados, sanos, majos a rabiar, en la Manifestación por la Tercera (mirar las 14 diapositivas) me devolvieron la esperanza de que tal vez será posible.
«La tricolor recorre las calles de Zaragoza para conmemorar la II República».
En ella han participado más de 2.500 personas, entre las que destacaban personas jóvenes que quizá no sientan a Felipe VI como ‘su’ rey, de ahí la contestación en las calles. También ha sido bastante notable la presencia de gente de edad más avanzada, que al parecer tampoco sienten ni a Felipe VI ni a Juan Carlos I, en su tiempo, como jefes del Estado español.
http://arainfo.org/la-tricolor-recorre-las-calles-de-zaragoza-para-conmemorar-la-ii-republica/
Hermosa canción-homenaje de la Ronda de Boltaña: BAJO DOS TRICOLORES
https://www.youtube.com/watch?v=7CsxnPDPQKU
Muy emocionante. Gracias.