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Algo más difícil que acreditar el máster de Cifuentes: cubrir la rueda de prensa de Cifuentes

El PP impide a 'La Marea' acceder a la rueda de prensa de la presidenta madrileña en Sevilla.

Ayer sentí miedo, rayos y centellas, cuando intentaba acreditarme para la rueda de prensa convocada por Cristina Cifuentes en la convención nacional del PP, que se celebra este fin de semana en Sevilla. Por un momento, mientras se llevaban mi DNI para concederme o denegarme el acceso como si de un amigo o enemigo se tratara, pensé que me iban a pedir un TFM. Dios mío, a ver de dónde saco yo ahora un TFM, que me he venido corriendo después de escuchar al rector, sin comer ni nada. Pero el miedo, los rayos y centellas fueron en aumento a medida que pasaban los minutos y no volvían. ¿Y si piden mi extraditación a Andalucía? ¿Y si me piden el TFM de la presidenta madrileña? Los dientes me castañeaban. Afortunadamente no me pidieron nada, pero debieron enfadarse mucho mucho mucho porque no me dejaron pasar. Lo único que podía ofrecerles era un simple DNI sin falsificar. Ingenua. ¿Quién me habrá enseñado a ir por la vida con documentos auténticos?

Me decía esta tarde un compañero que era imposible que Cristina Cifuentes estuviera mintiendo. Esa seguridad, ese porte, esa cara de a mí no me han dado nada por la cara… A ver si te va a pasar como a los personajes de Justicia -le advertí-, aquel libro de Dürrenmatt en el que los mismos que ven con sus propios ojos cómo el asesino comete el asesinato terminan dudando sobre si el asesino, que insiste en su inocencia, mató a alguien. Me lo decía mi compañero, creo que irónicamente, mientras le contaba por teléfono que el PP no me había dejado acceder a la rueda de prensa de Cifuentes porque, según justificó la señora acreditadora -y vetadora, yo solo iba a cubrir la rueda de prensa de Cifuentes… y no toda la convención del PP. ¡Qué escándalo! Eso es como ir solo a una clase y pretender que te den el título que acredita un máster entero, que no te enteras chiquilla. «Anda ya, pero si yo tampoco estaba acreditado para la convención y lo han hecho sobre la marcha… ¿Has hablado con los de prensa?», me preguntó sorprendido mi compañero. Y entonces comencé a empatizar un poco con la pobre Cifuentes, con las llamadas que ha debido de hacer esta mujer estos días, y otros días de su vida. «Sí, sí, he llamado y se lo he pedido en persona allí mismo al máximo responsable de prensa de Juanma Moreno, a otra responsable de prensa del PP andaluz y a la jefa de prensa de la propia Cifuentes». «¿Y no te han dejado pasar?», seguía interrogándome incrédulo. «Que no, tío, que no. ¿Me estás diciendo que te crees a Cifuentes y no me crees a mí?», le espeté.

Pero claro, en esas comencé a entender el razonamiento de mi compañero –y amigo, que no vaya a creerse la gente que solo la pobre Cifuentes tiene amigos–. Es decir, resulta casi más difícil de creer que a una periodista no la hayan dejado cubrir ¡una rueda de prensa! que el hecho de que Cifuentes siga defendiendo, a pesar de las pruebas, que hizo un máster sin hacerlo. Es mucho más difícil que una periodista consiga una acreditación para cubrir una rueda de prensa del PP convocada en el último momento que «reconstruir» un acta para una dirigente del PP en apenas unas horas. Y, por supuesto, es mucho más difícil que las llamadas de una periodista a asesores del PP surtan tanto efecto como las llamadas de asesores del PP a la Universidad Rey Juan Carlos.

«Pero, alucino, ¿y qué te han dicho los de prensa?», prosiguió mi amigo. «No, nada, que no podían hacer nada, que dependía de la dirección del PP. Que eso de cambiar las notas, perdón, que eso de dejar pasar a periodistas es muy complicado. Es más, la de prensa de Cifuentes me dijo que iba en un taxi y que veríamos a ver si a ella la acreditaban también», proseguí por el teléfono, que tuve que apartar de la oreja ante la carcajada estruendosa de mi amigo.

Y en ese momento, delante de mis narices, dieron acceso a una compañera en la misma situación que yo. No constaba que estuviera acreditada previamente y había ido a cubrir la rueda de prensa de Cifuentes. «Ah, que esta periodista va a cubrir la convención, ¿verdad?», subrayó la señora acreditadora a la persona que tenía que dar el visto bueno, al otro lado del teléfono, en voz muy alta, para asegurarse así de que yo me estaba enterando de que ella sí iba a cubrir el máster entero, digo la convención. «Menudo papelón», le dije. Y la señora acreditadora, que siguió aguerrida en la defensa de las puertas del partido, sonrió educadamente como cuando los malos (educados) ganan en las películas y no saben que en realidad han perdido. No me fijé en si le brilló algún diente.

El caso es que terminé viendo a Cifuentes en mi móvil, a través de Telemadrid, junto a las unidades móviles de televisión que la retransmitían en directo, a escasos metros de la sala de prensa. Si no fuera por que Cifuentes no dimite, también pensaría que esta historia es surrealista.

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