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Las cínicas

El 8M pone en evidencia el uso habitual del cinismo como práctica política del PP y las mentiras de la ministra Tejerina y la presidenta Cifuentes

Declaraciones de la presidenta Cristina Cifuentes sobre la huelga feminista del 8M de 2018.

Ya entrado el mes de febrero, el Partido Popular repartió entre sus gentes un argumentario sobre cómo opinar acerca de la huelga feminista de este 8 de marzo. Un argumentario consiste en varios folios donde la dirección del partido indica a sus miembros qué deben decir, e incluso qué deben pensar, cuando alguien les pregunte sobre un tema concreto. En este caso, y como afirmaron durante varias semanas los populares, debían pensar y decir que la huelga feminista era “irresponsable”, “insolidaria”, “elitista” o “convocada por Podemos”. Así lo hicieron en conexiones con tertulias políticas o informativos, en entrevistas y comparecencias públicas.

El asunto del argumentario tiene su enjundia, ya que impone una uniformidad de pensamiento en todos los miembros del partido, una tutela infantil y una de las mayores muestras de cinismo político. En realidad, se trata de pergeñar una mentira, distribuirla y afirmarla machaconamente en la creencia de que la realidad consiste en una mentira repetida a varias voces.

Si algo ha puesto de manifiesto, en cuestión de práctica política, la huelga de las mujeres es que el cinismo no funciona al margen de los partidos. Es decir, que la acción común y el convencimiento de una parte significativa de la población puede derribar y derriba el cinismo como arma política. Y, por lo tanto, dejar en evidencia a los cínicos. En este caso, a las cínicas, ya que de mujeres se trata.

Mentiras

Esta semana la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, han mentido de forma palmaria y ridícula.

“Si a mi me preguntan, diría que mi manera de celebrarlo, sería con ‘una huelga a la japonesa’, trabajando más horas y demostrando la capacidad que tenemos las mujeres de este país”, afirmó ante los medios de comunicación la ministra Tejerina el pasado 21 de febrero. Solo un día después, la presidenta Cifuentes afirmaba ante cámaras y micrófonos: “Haré una huelga a la japonesa para avanzar en igualdad y seguir disminuyendo esa brecha salarial que, hoy en día, es totalmente intolerable”.

Sin embargo, ambas tuvieron que comerse sus palabras. Y puestas a comer, optaron por mentir y negar que lo hubieran dicho. Este miércoles día 7, jornada anterior a la huelga, Cifuentes afirmó, de nuevo ante los medios: “He leído en algún sitio que yo proponía una huelga a la japonesa. Jamás he dicho eso”. Exactamente lo mismo hizo la ministra, negar rotundamente haber dicho que haría “huelga a la japonesa”.

El ejercicio de cinismo que supone haber negado sus palabras roza el ridículo y demuestra un muy preocupante desprecio por la verdad por parte de dos altísimas representantes públicas y del PP, una ministra y una presidenta. Las afirmaciones sobre su intención de “huelga a la japonesa” estaban grabadas, de hecho, estaban registradas solo dos semanas antes de que negaran haberlo dicho. ¿Cómo pues atreverse a negarlo?

Líder del cinismo

La razón, de tan simple, sonroja. El miércoles 24 de enero, Carlos Alsina, al frente del informativo de Onda Cero, preguntó a Mariano Rajoy, su opinión sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres. El presidente del Gobierno se despachó entonces con un “No nos metamos ahora en eso” que ya consta en su sumario de faltas. Y añadió: “Los gobernantes debemos ser muy cautos a la hora de saber cuáles son nuestras competencias y cuales no, y desde luego, no hay ninguna que sea igualar salarios. Que el Gobierno empiece a fijar los salarios de las empresas… No me vería yo diciendo lo que tienen que cobrar ustedes, por ejemplo, francamente”.

Sin embargo, a medida que se acercaba el 8 de marzo, la realidad se le iba echando encima al Gobierno y al Partido Popular. Las encuestas les indicaban un apoyo mayoritario a las acciones contra la discriminación de la mujer, incluso en sectores no pequeños de sus propias votantes.

Así que dos días antes de la huelga feminista, este martes 6 de marzo, Mariano Rajoy afirmó en el Senado: “No me reconozco en la afirmación de la huelga a la japonesa que ha hecho, o no, algún miembro de mi partido”. Y con esas palabras desautorizaba de forma cruel y tajante a su ministra Isabel García Tejerina y a la presidente de la Comunidad de Madrid (PP) Cristina Cifuentes. De ahí que menos de 24 horas después ambas corrieran a declarar ante los micrófonos de los periodistas que nunca habían dicho lo que sí habían dicho.

A las mentiras de las dos dirigentes del PP se une el habitual desparpajo en el ejercicio de cinismo por parte de Mariano Rajoy, capaz de decir un día que no le compete la brecha salarial y al siguiente colocarse un lazo violeta de apoyo a la lucha de las mujeres. Las tres responden a prácticas habituales entre los miembros del Gobierno de España y del Partido Popular. Se trata de la idea de una “política de argumentario”, por la cual se difunden falsedades para explicar la realidad. A no ser que, como en este caso, la realidad les pase por encima y tengan que recurrir a la mentira manifiesta para lavar sus fingimientos.

Más allá de las opiniones contradictorias del PP y Ciudadanos, de sus contorsiones ante una contundente acción popular que ni siquiera supieron prever, la huelga feminista del 8M parece haber abierto una brecha en el ejercicio del impudor. El papel de la ministra Tejerina y la presidenta Cifuentes, tanto en su desvergüenza como en sus respectivas mentiras, podría resultar el principio del fin del cinismo como práctica política habitual.

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Comentarios
  1. Genial como siempre Cristina , falta señalar el cinismo de los lideres de ciudadanos y el viraje en último minuto !

  2. Atinadas palabras. La memoria es muy frágil y estas damas de la derecha necesitan algún tipo de ayuda sicológica.

    • En cambio, si bien no discuto el mensaje de fondo, a mí no me parece un artículo excesivamente brillante. Por ejemplo, habla del cinismo de propagar un argumentario como si fuese una exclusiva del PP; o también, basándome sólo en lo contenido en él, sin haber escuchado en todo su contexto las declaraciones de la ministra de agricultura, a partir del texto citado y nada más, diría que ésta no falta a la verdad al «negar rotundamente haber dicho que haría “huelga a la japonesa”».

      Dejando de lado el hecho de fondo, que es haber participado en la propaganda de dicho argumentario (y lo que es peor, con la intención consciente de hacer creer a una buena parte de la audiencia, falta del suficiente espíritu crítico, que sí había dicho precisamente lo que se le achaca, mientras evitaba hacerlo realmente -otra parte del cinismo populista que, por cierto, también pertenece a la práctica totalidad del estamento político-), lo cierto es que en lo que se desprende de sus palabras reflejadas aquí no llega a afirmar fuera del ámbito hipotético que haría dicha huelga de celo (por cierto, en Japón tampoco las hacen, es un mito).

      Es una lástima porque la actitud que intenta criticar la pieza merece ser criticada, y mucho, y sería refrescante que el tema se tratara de una forma más propia de un diario independiente tan necesario como éste.

      Un saludo.

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