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Joanna Haigh: “El campo de juego está inclinado en nuestra contra”
Charlamos con la codirectora del Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente del Imperial College.
Aunque Joanna Haigh es una institución en la investigación europea en ciencias físicas, enseguida se presenta como Jo. Su campo de investigación es la variabilidad solar (los cambios en la energía que recibimos del Sol), pero su pasión desde niña es el clima (construyó su propio pluviómetro con 12 años). Haigh, que fue recientemente nombrada codirectora del Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente del Imperial College, no se cansa de torpedear los argumentos de aquellos que ponen en duda la ciencia del clima, aunque eso sí, les invita a dar explicaciones alternativas. Desde su despacho de Londres nos cuenta su experiencia como científica. Es una de las escasas mujeres que forman parte de la Royal Society.
Solo el 5% de los miembros de la Royal Society son mujeres. En 2017, de entre los nuevos miembros, solo el 23% fueron mujeres. ¿Por qué?
Sí, el 23% no es suficiente. Pero si miras a años anteriores verás que era todavía peor, alrededor del 10%. Estamos mejorando. ¿Por qué el número es tan bajo? No lo sé. Puede tener que ver con los prejuicios inconscientes, o que las mujeres sean menos asertivas. Para entrar en la Royal Society tienes que ser nominada, y muchas mujeres tienen menos tendencia a pedir que las nominen. A mí me sorprendió mucho serlo. Otra gente, en cambio, se esfuerzan por ser nominados, por encontrar personas que los nominen para avanzar en sus carreras. En cualquier caso, no lo sé. Lo que sí sé es que los comités de selección se toman muy en serio los criterios de la igualdad de género, así como la de origen étnico, religión y todas las demás. Pero estoy de acuerdo: aún no lo hemos conseguido.
He leído que usted construyó su primer pluviómetro con 12 años. ¿Qué le recomendaría a esa niña hoy, con su experiencia?
Mi consejo para cualquier persona joven es que siga su corazón. Si te preocupas demasiado por lo que es mejor para tu carrera, si deberías elegir tal o cual asignatura porque así conseguirás no sé qué trabajo… Si no disfrutas realmente lo que haces, no lo vas a hacer bien, y si no lo haces bien, no vas a avanzar. Así que, si disfrutas con la ciencia, lánzate a por ella. Por supuesto, tienes que escuchar los consejos que te dan, ¡pero no tienes por qué seguirlos! Tienes que tenerlos en cuenta y pensar si eso te vale a ti. Y si no te vale, seguir adelante de todas maneras, y buscar apoyo para tus decisiones. Pero que sean tuyas. En cuanto a mí… ¡no sé! Yo era muy introvertida. Veo a mis hijas hoy y son mucho más sociables. La mera idea de hacer un pluviómetro les haría partirse de risa. Pero yo era quien era, y me lo pasaba bien. Y he terminado donde he terminado, y no creo que hubiese podido hacer ninguna otra cosa.
Dice que sus hijas se reirían de la idea de tener un pluviómetro, pero ¿cree que hay más niñas hoy que hacen cosas similares a las que usted hacía cuando tenía 12 años?
Sí. Definitivamente. Yo trabajo en uno de los mayores departamentos de física del país y, a pesar de nuestros esfuerzos, de entre los estudiantes de grado y de postgrado solo alrededor del 20-23% son mujeres. Pero en física aplicada, como la física atmosférica, hay más o menos paridad, tanto en la plantilla como entre el alumnado. No sé si nos están eligiendo ellas a nosotros, o nosotros a ellas, pero de cualquier forma cada vez tenemos más mujeres. Creo que hay un sentimiento generalizado entre las mujeres de que quieren hacer algo útil. Puede que piensen que estudiar el bosón de Higgs es muy excitante, pero que no cambia su mundo. Creo que quieren tener un impacto notable en la sociedad. Pero todo esto son generalizaciones. Cada una tendrá sus razones.
¿Qué dificultades ha encontrado en su carrera por ser mujer?
He tenido mucha suerte. Me han apoyado mucho. Es solo a veces que te das cuenta de que pasan ciertas cosas que no están en tu radar. Te pongo un par de ejemplos. Cuando era todavía bastante joven, ya de profesora, me invitaron a un comité muy prestigioso en uno de los consejos de investigación de Reino Unido. Yo pensé “¡vaya! ¡debo estar haciéndolo muy bien!”. En un evento social organizado después de una de las reuniones, la esposa de uno de los miembros varones del comité me dijo, básicamente, “ah, tú eres la que han puesto ahí como mujer simbólica”. A mí me sentó fatal, y la verdad es que no estaba siendo agresiva. Simplemente estaba afirmando un hecho tal y como se lo habían dicho a ella. Me di cuenta entonces de que, incluso cuando consigues algo, la gente va a intentar denigrarte. Otro ejemplo. Hace un tiempo lideré un proyecto de investigación europeo que tenía siete miembros. Cinco eran mujeres, lo que es bastante raro en ciencia. No elegí a estas mujeres por ser mujeres, sino porque eran buenas en lo que hacían. Obtuvimos la financiación y empezamos a trabajar. Pues lo mismo. En una reunión, alguien me dijo que nos habían dado el proyecto no porque fuésemos buenas, sino por el número de mujeres… No diría que he sufrido mucho por ser mujer, y sé que hay otras mujeres que lo pasan mucho peor. Pero tampoco diría que las normas son iguales para todos. El campo de juego está inclinado en nuestra contra.
Hablemos un poco de su campo de trabajo. ¿Qué es la variabilidad solar y por qué debe importarnos?
El Sol proporciona a la Tierra prácticamente toda la energía del clima. Casi nada viene de otras fuentes. Es una propiedad fundamental del sistema climático y tenemos que conocerlo. Es obvio que si hay cambios en la cantidad de energía que nos llega del Sol habrá cambios en el clima. Y si miramos hacia muy atrás en el tiempo, y hablo de cientos de miles de años, podemos ver cambios en el clima que pueden asociarse a cambios en la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Pero si estudiamos el cambio climático actual, esas consideraciones realmente no importan. Son minúsculas. Lo que nos preguntamos es si la cantidad de energía que sale del Sol ha cambiado y si eso ha afectado al clima. Es un tema polémico, y hay mucha gente que piensa que los cambios solares han influido en el clima. Es un pensamiento que ya existía en el siglo XIX, con los autoproclamados “astrometeorólogos”, que estudiaban las posiciones de los planetas y otras variantes astronómicas para predecir el tiempo. Ni que decir tiene que no funciona, pero hoy se siguen haciendo prácticas parecidas. Hasta que tuvimos mediciones tomadas por satélite, en 1978, era muy difícil establecer relaciones entre la energía que venía del Sol y el clima. Cuando el Sol está más activo recibimos un 0,1% más de energía, más o menos, que cuando no lo está. Vemos pequeñas variaciones en la temperatura media global que responden a eso. Pero no es lo que está causando el calentamiento global del que hablamos.
¿Qué le diría a las personas que creen que el Sol está detrás del cambio climático?
Cuando empecé a trabajar en este tema, me dedicaba a estudiar las emisiones ultravioletas, tratando de descubrir si había mecanismos que relacionasen los cambios en el Sol con cambios en la Tierra. Descubrí algunas cosas, pero ninguna demasiado grande. Mi interés en el clima empezó como un tema más ambiental que científico. Empecé a debatir con gente desde un punto de vista más amplio que mi trabajo sobre la energía del Sol. Discutí varias veces con personas con estas ideas. Al principio, la gente pensaba que estaría de acuerdo con ellos por mi campo de estudio, y acabé inscrita en una serie de listas de distribución de la comunidad negacionista del cambio climático. Fue una experiencia bastante interesante ver a qué se dedicaban. Lo que le diría a alguien que piense esto es que es perfectamente válido tener teorías alternativas y testarlas científicamente. Una de estas teorías es que el cambio climático lo produce el Sol. Por supuesto. Hagamos ciencia y veamos si eso es lo que de verdad ocurre. Tienes que enunciar una hipótesis de un proceso particular, y luego probarlo contra los modelos y los datos. Y si no funciona, pues tienes que aceptarlo y pensar otra hipótesis. Así que les preguntaría ¿cuáles son los mecanismos físicos que lo causan? y ¿podéis explicar cómo funcionan?
Además de su trabajo en investigación también asesora a legisladores desde un think tank. ¿Cree que están haciendo un buen trabajo, o es todo retórica? Aparte de Trump, claro…
Va un poco por fases. Cuando llegamos a la Cumbre de París todos queríamos que hubiera algún tipo de acuerdo, sobre todo después del desastre de Copenhague [en la COP 15, celebrada en 2009, en la que a pesar de las esperanzas no se alcanzaron compromisos]. Cuando se llegó a este acuerdo unánime para situar el umbral máximo en 2ºC fue fantástico. No puedes quitarle mérito a ese éxito, y nos llenó a todos de esperanza. ¡El mundo se va a poner en marcha! Sin embargo, mirándolo ahora, con más frialdad, no vale solo con la ambición. Tienes que cumplir los objetivos. Y aquí es donde las cosas se ponen difíciles. Hay muchos gobiernos que están haciendo cosas buenas, que están cortando con el carbón o con los vehículos impulsados por diésel o gasolina. En el Reino Unido tenemos una Ley de Cambio Climático desde hace 10 años, y por ahora hemos cumplido los primero tres objetivos, pero no vamos bien para cumplir el siguiente. Y podría ser que algunas de las reducciones se deban a la crisis económica más que a la acción del gobierno. Lo que tenemos que hacer, en el Reino Unido y en el resto de países, es asegurarnos de que los gobiernos implementen medidas para cumplir con estos objetivos. Van a necesitar científicos para entender cómo mantener las temperaturas a raya, pero también ingenieros para descubrir las maneras más inteligentes de quemar menos combustibles fósiles, reduciendo nuestra huella de carbono.
¿Podemos conseguir contener el aumento de temperatura a 2ºC o 1,5ºC?
Creo que las posibilidades de mantenernos por debajo de 1,5ºC son muy pequeñas. Ya estamos por encima de 1ºC. Estaría bien, pero… Mantenernos por debajo de los 2ºC es un gran desafío, pero si nos ponemos todos a trabajar ya, podemos conseguirlo.
Una mujer admirable