Opinión | OTRAS NOTICIAS | Política
¿Hacia dónde va Puigdemont? La estrategia de la Tensión Permanente
"Desde Bruselas, lejos del Parlament de Catalunya y sin contacto directo con el partido ni con la masa social ‘indepe’, Puigdemont necesita mantenerse en el centro de cualquier polémica sea la que sea. Estar en el exilio no hace feliz a nadie", escribe Sergi Picazo en Crític.
Estamos en el mes de febrero del año 2008. Gabilondo acaba de hacer una entrevista al presidente Zapatero en el canal Cuatro pocos días antes de las elecciones españolas. Se acaba la entrevista, pero alguien se deja un micrófono abierto. Se escucha todo.
—¿Qué pinta tenéis? ¿Qué sondeos tenéis?—, pregunta Gabilondo.
—Bien. Lo que pasa es que yo creo que nos conviene que haya tensión—, responde ZP.
—A mí me parece que os conviene muchísimo.
—Y luego ya empezar, a partir de este fin de semana, a dramatizar un poco.
—Ya…
—Nos conviene mucho… Si no, la gente…
Carles Puigdemont intenta conseguir su investidura, aunque sea simbólica, forzando todas las costuras del reglamento del Parlament. El TC obliga ‘de facto’ a Puigdemont a pasar primero por la prisión si quiere presentarse a la investidura. El presidente del Parlament, Roger Torrent, retrasa el pleno de investidura solo tres horas antes de lo previsto sin pactarlo con Junts per Catalunya. El núcleo duro de Puigdemont y la CUP saltan juntos a criticar a ERC. Manifestantes independentistas saltan los controles policiales y llevan la protesta hasta las puertas del Parlament. La serie de Netflix sobre el Procés sigue ofreciendo emoción, tensión, peleas y conflictos. Hay una lucha real por el Poder.
Cataluña ha entrado en una nueva escalada de tensión que puede continuar durante los próximos días, semanas y meses. Una especie de Estrategia de la Tensión Permanente. Después del otoño caliente… ¿vendrá un invierno caliente? Hay, no obstante, una diferencia: en octubre, el aumento de la tensión política y social tenía el objetivo de convocar un referéndum sobre la independencia que culminaría con la DUI; hoy, el aumento de la tensión no parece conducir a un hecho similar. Junts per Catalunya no ha presentado todavía un programa de Gobierno, una hoja de ruta ni un plan concreto para lo que en la lengua neoprocessista se denomina ahora «implementar la República». Imaginemos un supuesto: si Puigdemont no fuera perseguido por la justicia española y pudiera ser presidente… ¿qué haría? ¿Declarar de nuevo la independencia? ¿Hacer efectiva la República que no va hizo efectiva en octubre? ¿Las amenazas de violencia por parte del Estado ahora han desaparecido?
Los procesos históricos de cambio, como el que vive Cataluña desde hace algunos años, son procesos complejos y que se han de analizar teniendo en cuenta que se dan siempre en situación de excepcionalidad. Avanzan y retroceden. Se tensionan y se suavizan. No van nunca en línea recta. Ahora, sobre todo si el movimiento social independentista volviera a la calle con fuerza, el Procés podría volver a la dimensión desconocida del post-1 de octubre. El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo afirmaba hace poco: «Todo dependerá de lo que quieran hacer los independentistas y hasta donde quieran llevar ahora el desafío al Estado».
Habrá tensión social: «Ya se ha demostrado antes como los Comités de Defensa de la República (CDR), la ANC y Òmnium pueden llegar a presionar a los actuales dirigentes de ERC y de Convergència. El movimiento social independentista quiere volver a la calle para decir la suya. La indignación no se ha apagado como alguien decía: ha ido ‘in crescendo’ desde octubre.
Mantener la tensión y moverse en la excepcionalidad
El plan A sobre la mesa es únicamente hacer presidente a Puigdemont. Pero si analizamos los porqués en su conjunto, parece que el plan A sea mantener la tensión judicial y política con el Estado y la tensión social entre el movimiento de base independentista para que ninguno afloje. El plan A es forzar la máquina. Con microdesobediencias. El núcleo duro de JxCat necesita mantener la excepcionalidad. Si no se mantiene la tensión y la excepcionalidad, Puigdemont tendría un problema quedándose solo en Bruselas: no hay un programa político, no se ha presentado ninguna hoja de ruta, no pueden volver a hacer la DUI que ya se hizo, no pueden volver a votar en un referéndum, no pueden implementar la República sin desobediencia. Por tanto, parecería que el objetivo será ahora moverse en la excepción.
Junts per Catalunya y Puigdemont seguirán insistiendo hasta el final en su investidura, forzando la situación legal y poniendo la nueva Mesa del Parlament, encabezada por la nueva figura política emergente en ERC, Roger Torrent, en una situación muy compleja, ante la posibilidad de recibir nuevas querellas e, incluso, la prisión preventiva. La Mesa anterior se expuso a un proceso judicial por hacer un referéndum. Ahora, ¿todo el independentismo ve claro que la Mesa actual se haya de exponer a un proceso judicial para investir a un presidente de la Generalitat? La investidura de Puigdemont podrá tener un carácter simbólico muy potente tanto en Europa como para hundir todavía más al Partido Popular, pero al final será la investidura de un presidente autonómico.
Puigdemont quiere poner contra las cuerdas al Estado español a golpe de tuit y de imagen de Telediario. El presidente-periodista se mueve mejor que nadie en el entorno de la comunicación de masas, las nuevas tecnologías de la información, las redes sociales y las ruedas de prensa en múltiples idiomas. Quiere ponerse en el centro de la tormenta. Está en una situación muy difícil de resolver: ha ganado contra todo pronóstico y prometió que volvería si ganaba las elecciones, y no lo está cumpliendo. El problema, seguramente, fue continuar con una campaña independentista mágica donde, según decían, si ganaba Junts per Catalunya se seguiría adelante con la República Catalana independiente y el Govern en el exilio volvería sin ningún problema. Pero ahora la única manera de no quedarse en el olvido en un largo e incierto exilio es abonarse a la Estrategia de la Tensión.
Desde Bruselas, lejos del Parlament de Catalunya y sin contacto directo con el partido ni con la masa social ‘indepe’, Puigdemont necesita mantenerse en el centro de cualquier polémica sea la que sea. Estar en el exilio no hace feliz a nadie. Obviamente, Puigdemont no busca quedarse en esta situación. Como es obvio, Puigdemont busca la mejor manera posible para ser presidente y, a la vez, evitar que el Estado español le cierre entre rejas por tiempo indefinido como ha hecho con Junqueras, Forn, Cuixart y Sànchez. Tiene toda la legitimidad para hacerlo. Es probablemente una de las pocas salidas que le ha dejado el Estado. No se quedará de brazos cruzados viendo como el 155 se aplica a troche y moche. Nadie puede ceder. La escalada verbal y política irá en aumento. Esto solo es el principio.
No se puede analizar la actuación de Puigdemont o de Rajoy en el vacío, si no en su contexto: autonomía suspendida, un Govern entre el exilio y la prisión, activistas sociales presos ‘sine die’, amenazas judiciales sobre una treintena de políticos catalanes, el aparato del Estado español a toda máquina y un enorme caos jurídico donde nadie sabe ya decir donde estamos. Juristas consultados por el medio Nació Digital aseguraban que la situación actual es de «limbos jurídicos», «laguna parlamentaria» o «materia espiritual». Una situación insólita.
¿Y cuáles son los planes de Puigdemont y de su núcleo para los próximos años? Aquí se entrevén diferencias sensibles entre los dos futuros socios de Gobierno sobre si conviene o no mantener la estrategia de la tensión: ERC y la nueva Convergència entorno a Puigdemont. Así lo explicaba hace poco el subdirector del diario Ara, David Miró: «A grandes rasgos, la diferencia con ERC es que el expresident considera prioritario mantener un grado de tensión elevado para mostrar la excepcionalidad del momento histórico». Aquí, según el análisis de Miró, «Puigdemont tiene un aliado en la CUP, que, aunque fueron los únicos que avisaron de que el camino sería largo y en pendiente (nada de ‘de la ley a la ley’ y otros ‘mantras’ de los juristas del Procés), no tienen previsto en su ADN nada que no sea el choque directo con el Estado».
Una posibilidad en el marco de la estrategia de la tensión es ir a nuevas elecciones. Dirigentes de Junts per Catalunya ya han amenazado con unos segundos comicios. Seguramente creen que podrían obtener un mejor resultado gracias a la tensión política y judicial entorno de la figura de Puigdemont y obtener una mayor ventaja respecto a la ERC de Oriol Junqueras.
El Parlament protegido con vallas metálicas y un dispositivo de Mossos / ACN
Al PP le conviene mucho la confrontación con los independentistas
Actualmente, la Generalitat está controlada, como si tuviera mayoría absoluta, por el partido que ha obtenido peores resultados el 21-D, el Partido Popular, con 4 diputados. En medio de todos los casos de corrupción desde la Gürtel hasta el dinero negro del PP del País Valencià, Rajoy prefiere responder preguntas sobre Cataluña antes que hablar sobre Bárcenas, ‘El Bigotes’ o Francisco Camps. «La segunda, ya tal…», recuerden que decía Rajoy. Por tanto, al PP le servirá sin complejos un escenario de tensión contra Puigdemont y contra el independentismo. Más Guardia Civil, más «lo encontraremos aunque sea en el maletero de un coche», más registros provocativos en Òmnium y en la ANC y más detenciones políticas.
El Estado probablemente no hará ninguna reforma constitucional ni iniciará ningún diálogo para satisfacer la demanda catalana. De hecho, el PP no puede bajar la guardia en el conflicto catalán: teme la alargada sombra de Ciudadanos, que tiene muchas ganas de presentarse como «la solución al problema catalán».
La politóloga Núria Alabao, en un artículo en CRÍTIC titulado Los ‘neocon’ tienen un plan para Cataluña (y para España), explicaba cómo «el eje nacional que Cataluña vuelve a poner sobre el escenario ofrece a los neoconservadores [del PP y de Ciudadanos] la oportunidad de oro para su resurgimiento». Es una oportunidad que la FAES no quiere desaprovechar «porque se habrá de definir un gran proyecto español que aún no está definido», en palabras de Álvarez de Toledo. Alabao lo compara con la estrategia seguida por otras derechas populistas en Europa: «Si extrapolamos el campo ‘populista’ que está funcionando en la ultraderecha europea, vemos que la cuestión nacional —Cataluña y tal vez, si el plan les funciona, también de alguna manera el País Vasco— puede cumplir el mismo papel que la islamofobia o la antiinmigración en otros países: cohesiona, culturiza la desigualdad, y condensa las preocupaciones materiales de ciertas capas sociales».
Y la izquierda, ¿qué?
¿Y qué ha de hacer la izquierda ante este panorama de ‘guerra cultural’ y ‘batalla política’ entre Puigdemont y los neocon españolistas? Si contribuye a la tensión y se enfrenta contra ellos, ayuda a imponer el frame de la Estrategia de la Tensión. Si no hace nada y habla de otras cosas, abandona el principal debate del país y se automargina de la centralidad.
La tensión política, la situación excepcional, el momento inédito, etc., son terrenos de juego que permiten hacer políticas que en un momento normal serían impensables. Pura ‘Doctrina del Choque’ de Naomi Klein: Junts per Catalunya aprovecha una situación de crisis política, una sociedad en estrés postraumático y las respuestas autoritarias del Estado para llevar la situación a un abismo de tal magnitud que ERC y la CUP casi no pueden negarle el apoyo a cualquiera de sus propuestas. Los republicanos y los cuperos vuelven a pasar el mal trago de ceder la presidencia a un partido de derechas. Se ha de matizar que ERC se está enfrentando con más dureza que nunca después del 21-D —de hecho, la decisión de Torrent ha enfadado a buena parte de los parlamentarios neoconvergentes— y que la CUP ha pedido a Puigdemont en diversas ocasiones un programa concreto para sacar adelante la República, explicaciones por el caso Palau o la retirada de los conciertos a las escuelas del Opus Dei per poder defender entre los suyos un voto a favor de la investidura de Puigdemont.
Además, hay un problema de fondo para las izquierdas soberanistas en Cataluña: ERC tiene su propia agenda, la CUP tiene su propia agenda y los Comunes tienen su propia agenda. Y, ahora mismo, estas agendas políticas no coinciden.
estos ala carcel de una vez
LA VIA CATALANA HACIA LA LIBERTAD (vídeo)
http://arainfo.org/la-via-catalana-hacia-la-libertad/
Han participado en este reportaje los periodistas Jesus Rodriguez (La Directa) y Beñat Zaldua (Gara), la representante de la ANC Natalia Estevez, el miembro de Súmate Alex Montes, Eulalia Reguant (CUP) y Mark Pares (Catalunya en Comú).
https://www.vilaweb.cat/noticies/un-coronel-de-la-guardia-civil-condemnat-per-tortures-amenaca-els-votants-de-l1-o-danar-porta-per-porta/
Los familiares de los Jordis, de Forn y Junqueras ahora estan siendo entrevistados en TV3.
«La reivindicación soberanista es, cómo pasa con otros movimientos antiautoritarios, una acérrima defensa de la democracia y del derecho que tiene un colectivo a decidir su futuro».
(Agustí Colomines i Companys, profesor de historia contemporánea de la UB).
Ah, amigo, pero habéis topado con el machismo celtibérico más casposo, cerril y caciquil: antes te quiero muerta que libre.
FIELES A AQUELLOS AÑORADOS TIEMPOS:
Rafael Hernándo portavoz del PP:
Puigdemont y todos los consejeros acabarán inhabilitados y algunos en la prisión: no habrá impunidad, inmunidad ni indulto.
PABLO CASADO, vicesecretario de comunicación del PP:
Puigdemont puede acabar cómo acabó Companys.
El mismo Pablo Casado a Roger Torrent:
«si permite la investidura de Puigdemont tiene dos hijas y ya sabe a que se atiene»
REPORTEROS SIN FRONTERAS DENUNCIA FALTA DE LIBERTAD DE INFORMACION EN CATALUNYA.
El informe anual de R. sin F. alerta de que la prensa ha vivido los meses más negros de la historia democrática dentro de una atmósfera irrespirable.
El abogado especialista en derechos humanos Ben Emmerson manifiesta que «el gobierno español no puede reprimir a los disidentes políticos a través de detenciones arbitrarias. En una democracia no se puede utilizar la prisión para suprimir la libertad de expresión y asociación.
«ESPAÑA ESTA REGISTRANDO UN RETROCESO EN LOS PRINCIPIOS DEMOCRATICOS UTILIZANDO LA MAQUINARIA DEL ESTADO COMO METODO COERCITIVO. ESPERO QUE ESPAÑA NO ESTE VOLVIENDO A LOS TIEMPOS PASADOS DE SU EPOCA OSCURA».
«En Londres nunca se tomarían medidas como éstas contra los líderes independentistas escoceses. Es inconcebible que se aprese a alguien por sus ideas».
(Es que ésto es Spañistán, querido Emmerson, y lo penoso es que el gobierno que toma estas medidas debería estar encarcelado por corrupción, podredumbre, por recortes a nuestros derechos y ataques a nuestras libertades, por ser el enemigo nº 1 del pueblo, pero a este pueblo español lo han anestesiado profundamente y, semiincosciente, el rebaño sigue votando al lobo. A cualquier cosa le llamamos democracia y no, no es ésto.
LLEVAMOS MAS DE 500 años DE EPOCA OSCURA
Si quieres entender la intención, mira los resultados.
La estrategia es clara, si España no nos deja decidir, forcemos un cambio constitucional español, que vista la deriva dictatorial que está sucediendo, pasa a ser prioridad después de que hayamos escuchado durante tantos años que si no es prioritario que si bla bla bla. Sólo cuando la gente entienda que es la hora, y que es la solución, habrá salida.
La «Doctrina del Choque» la aplican los Estados, el poder, para manejar, manipular y oprimir al pueblo. Puigdemont y su plataforma no son parte del Estado,son perseguidos, encarcelados, silenciados y reprimidos por el Estado. Por favor, no confundamos los términos y no manipule la opinión de los lectores. El soberanismo ha ganado las elecciones y Puigdemont tiene elmandato popular para gobernar.¿O es que ERC ha vuelto a ser partícipe del Estado y le niega a Puigdemont y los votantes sus derechos fundamentales?.
«EL PUEBLO MANDA, EL GOBIERNO OBEDECE»
Miles de personas exigen frente al Parlament que se haga efectivo el mandato de las urnas del 21-D.
Durante la marcha se han gritado consignas como “El pueblo manda, el gobierno obedece”, “Libertad presos políticos”, “Fuera las fuerzas de ocupación” o “Puigdemont es nuestro presidente”.
http://arainfo.org/miles-de-personas-exigen-frente-al-parlament-que-se-haga-efectivo-el-mandato-de-las-urnas-del-21-d/
La realidad parece ir mucho más deprisa que nuestra capacidad de análisis.
Porque este artículo estupendamente razonado y que suscribo de principio a fin, parece haber sido escrito antes del “pantallazo” del teléfono móvil del Sr. Comins.
No obstante, reitero lo dicho y, a mi juicio, D. Sergi Picazo da en el clavo en cada uno de los párrafos.
Lo que ocurre es que la actualidad nos atropella y, aunque es lamentable y no cabe aplaudirla, ni le resta miseria moral a la actitud que han mantenido el Gobierno del Estado, los partidos palmeros de su política, los jueces amancebados y el apoyo del mundo mediático subvencionado, alegra saber que, desde el otro lado del esperpento y la sinrazón, algunos de sus responsables y figurones parecen decididos a poner los pies en el suelo y reconocer la cruda (e injusta) realidad.
El Estado, omnipotente (debido a la ovejuna mansedumbre y conformidad de la mayoría de los ciudadanos) le ha ganado esta batalla a un independentismo aventurero, irresponsable y milagrero que les ha vendido a muchos ciudadanos catalanes una entelequia a sabiendas de que no era viable.
Y lo grave de ese asunto, aparte del desprestigio de los políticos soberanistas (que personalmente me importa poco), es la brecha social que han abierto entre sus propios paisanos y los daños colaterales derivados de más de un año de parálisis política y administrativa, destrozo de sus propias instituciones y previsible desentendimiento de la parte de los ciudadanos catalanes que, por no ser acérrimos partidarios de ninguno de los extremos, son quienes mejor podrán recomponer el consenso y ayudar a recuperar una cierta normalidad.
Aún quedan por el camino bastantes minas por desactivar; Pero muchos desearíamos que los políticos nacionalistas asumieran una actitud realista y constructiva para intentar recuperar algo del prestigio que han malbaratado, aprovechando de paso este Waterloo para desprenderse de la roña y basura de tantos dirigentes corruptos y tantos años de corrupción.
Eso ayudaría a poder intentar un proceso paralelo a nivel de todo el Estado, cuyos dirigentes, en materia de corrupción y prácticas corruptas están al mismo miserable nivel.
Y ello sin renunciar al “derecho a decidir” de todos los ciudadanos de este país, con arreglo a unas normas medianamente razonables y consensuadas que en estos momentos no existen y habrá que “fabricar”
Saludos.