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Cambia su historia
"Si no te gusta lo que ves, piensa que en lo colectivo está nuestra fuerza para cambiar las cosas", escribe Francisco José Vega Borrego, de Medicusmundi.
FRANCISCO JOSÉ VEGA BORREGO * // Antonio tenía 36 años. Trabajaba como camionero en una empresa que se dedicaba a transportar coches. Aquella vez le tocó viajar a Alemania en pleno mes de diciembre. El último día se fue pronto a la cama, pero a medianoche se despertó empapado de sudor y con unas ganas tremendas de vomitar. La fiebre hacía estragos en su cuerpo. Y así pasaron las horas, hasta que al mediodía siguiente, con las fuerzas justas, pudo ponerse al volante de vuelta a casa. Nunca se había sentido tan indefenso, en un país extraño, con una lengua extraña, sin tener a quien pedirle ayuda.
Antonio pudo darse cuenta de lo que siente una persona cuando está enferma y no puede recurrir a nadie que le ayude. Eso es lo que le pasa cada año a 400 millones de personas, que no tienen acceso a los servicios más básicos de salud. ¿Es esto justo? No lo parece, desde luego. ¿Es evitable? Debería serlo, porque esta desigualdad es fruto de la acción humana. ¿Hay voluntad para cambiarlo? Dudamos de ello. Un dato: cada año se gastan 1,57 billones de euros en armamento en todo el mundo. Solo con el 1,2% de esa cifra, conseguiríamos que las personas más pobres tuvieran acceso a unos mínimos servicios de salud.
En un viaje a Ecuador conocí a otro Antonio. Tenía 10 años y una hermana a la que hacía poco había visto escupir sangre. Su hermana necesitaba alimentarse mejor y medicamentos para combatir la tuberculosis. Su familia no tenía dinero para ninguna de las dos cosas. Y es que la pobreza es uno de los peores enemigos de la salud: 100 millones de personas caen cada año en la pobreza por culpa de sus gastos en salud, según la Organización Mundial de la Salud. No sabemos el final de esta historia, aunque esperamos que Antonio haya cumplido su sueño: aprender a curar a todas las personas que sufren del pulmón.
Nuestros derechos son pisoteados y no solo en los países empobrecidos, sino aquí, a tu lado. Lo vemos cada día en las noticias: personas que pasan dificultades para acceder a una vivienda digna, a un trabajo con un salario decente, disfrutar de libertad de expresión, de salud…
Ya no se trata de ir poniendo parches en las ruedas para que el sistema siga funcionando, sino de transformarlo, de acabar con un modelo económico y social depredador que genera cada vez más exclusión.
“Ya”, dirás, “pero eso es cosa de los Estados, de los gobiernos, yo qué puedo hacer…”. Sí, sí, no vamos a negar la responsabilidad de los gobiernos, pero tampoco es menos cierto que a lo mejor sí que puedes hacer algo más. Para empezar, levanta los ojos de la pantalla de tu smartphone y mira lo que está pasando a tu alrededor. ¿Te gusta lo que ves? Lo que pasa cerca de ti, las preocupaciones, los retos, las propuestas, está cada vez más relacionado con otras realidades. La desigualdad, la injusticia, la exclusión no solo no tienen fronteras, sino que en muchos casos están generadas por las mismas causas. Así que si no te gusta lo que ves, piensa que en lo colectivo está nuestra fuerza para cambiar las cosas, elige tu causa y únete a aquellas otras personas que están trabajando por lo mismo. Y sobre todo no olvides una cosa: tú también puedes hacer algo para cambiar esta historia.
* Francisco José Vega Borrego. Medicusmundi Navarra-Aragón-Madrid