Cultura | Opinión
Cómo ser una mujer y tener que vivir como un hombre
Un libro narra la historia de las niñas afganas que, para honrar a su familia o ganar un poco de libertad o de dinero, acaban travestidas en niños.
No es la primera vez que Capitán Swing se aventura con el difícil género del ensayo, ni es la primera vez que lo hace con uno tratando un tema femenino que es, claro está, analizado desde el punto de vista feminista. Como tampoco es la primera vez, congratulémonos, que acierta en su elección. Y en esta ocasión lo ha hecho con un tema que, a priori, puede parecernos ajeno, el de los bacha posh, literalmente “vestida como un niño”, en Afganistán y quizás por eso es más interesante si cabe.
‘Las niñas clandestinas de Kabul. La vida oculta de las chicas afganas disfrazadas de muchacho’ (Jenny Nordberg, Capitán Swing) nos transporta, de la mano de los retratos de distintas familias también realizados por la periodista sueca Jenny Nordberg, a una parte de la reciente historia afgana con una primera frase tan triste como sobrecogedora: “Mi hermano es, en realidad, una niña”. A partir de ahí, se suceden las historias en las que el denominador común acaba siendo cómo se vive, si eres mujer, en una sociedad en la que “controlar y despreciar a las mujeres se convirtió en un reverso símbolo de virilidad”.
En Afganistán, con una cultura gobernada casi por completo por los hombres, el nacimiento de un hijo es motivo de celebración mientras que la llegada de una hija a menudo se lamenta como una desgracia; así pues, algunas niñas, para honrar a su familia, para ganar un poco de libertad, o para conseguir un dinero indispensable para que su familia coma, acaban travestidas en niños durante unos cuantos años. Una vez convertidas en niños, pueden cambiar el destino; ya sea ayudando económicamente a sus familias trabajando o colaborando en los negocios familiares, o yendo a la escuela hasta unas edades en las que a las niñas no les está permitido.
Nordberg ha entrevistado a numerosas familias que cuentan en su familia con una de sus niñas que, “al ser niño”, “disfruta” de un estatus privilegiado, pero al mismo tiempo peligroso ya que, si son descubiertas, pueden ser rechazadas por la sociedad, ya que una mujer en contacto con hombres no puede garantizar su pureza. Un libro en el que, además, la periodista realiza un recorrido no solo de cómo acaban decidiendo convertirse en niños, sino también de cómo lo viven sus familias, por qué se mantiene esta figura en la sociedad afgana y, lo más sorprendente de todo, cómo esta costumbre existe en numerosos países del mundo, aunque no sea siempre por motivos religiosos. En el ensayo, además, conocemos la situación de la mujer en Afganistán, de la homosexualidad o de las agresiones sexuales nunca denunciadas.
Las voces las ponen Mehran, Zahra, Shukria, Nader y muchas otras mujeres que de niñas fueron convertidas en niños y que, conforme cumplen años, no saben cómo encauzar su vida en el momento en que ya no tienen más remedio que retomar su feminidad.