Internacional | Opinión
Escenarios inéditos en Alemania
Aumenta la presión –externa y también interna– para que el SPD reconsidere su decisión de no volver a gobernar con los deocristianos de ANgela Merkel
Vivimos tiempos de ruptura en los que muchos esquemas tradicionales de la política se caen en pedazos. Ahí están la victoria de Donald Trump y del Brexit, o el fenómeno Emmanuel Macron, que ha puesto patas arriba el sistema político en Francia. Ahora le toca a Alemania, considerada habitualmente como un ancla de estabilidad en Europa, enfrentarse a una situación inédita (y sorprendente para mí que había elogiado en estas mismas páginas la cultura de los pactos políticos en mi país). Tras el fracaso de las negociaciones para formar un gobierno de coalición tripartito, liderado por la canciller Ángela Merkel, el domingo pasado se abren dos posibles escenarios nunca vistos desde que se creó la República Federal en 1949: repetir las elecciones o que la CDU gobierne en minoría. Hasta ahora, casi siempre ha habido gobiernos de coalición estables.
El liberal FDP ha sido durante décadas el socio menor tanto de democristianos (CDU) como de socialdemócratas (SPD). Pero ahora ha sido precisamente este partido, que obtuvo el 10,7% de los votos en las elecciones de septiembre, el que rompió las negociaciones con los democristianos de Merkel y los verdes, tras un mes de intensos debates. En el parlamento alemán actual hay seis partidos –siete si se considera que el socio bávaro de la CDU, la CSU, tiene bastante vida propia–. Y nadie quiere pactar con la ultraderechista Alternativa para Alemania, que entró por primera vez en el parlamento con el 12,6% del voto. Para los democristianos y liberales, la formación de izquierda Die Linke (9,2%) es igualmente tóxica, con lo que las alternativas de una coalición estable viable se reducen a dos.
Pero el SPD ha rechazado rotundamente repetir la Gran Coalición con Merkel, tras sufrir un batacazo que le dejó con un 20,5%, su peor resultado jamás. En un primer momento, todo el mundo entendía los motivos de los socialdemócratas, y hasta los compartía, ya que pactos entre los dos grandes partidos pueden reforzar opciones más radicales. Ahora aumenta la presión –externa y también interna– para que el SPD reconsidere su decisión. Alemania no puede permitirse un periodo prolongado de incertidumbre y una canciller debilitada. Especialmente teniendo en cuenta los grandes desafíos por delante, sobre todo una reforma profunda para revitalizar a la Unión Europea, para la que Macron ya ha presentado un proyecto.
Ahora se sienten confirmados en Alemania aquellos que admiran las ventajas de otros sistemas políticos que favorecen la gobernabilidad, como en EEUU, donde la gente básicamente tiene que optar entre dos candidatos. Reducir las opciones políticas a dos alternativas, facilita la estabilidad política pero puede incrementar el desencanto con la política. Prefiero poder elegir de un menú más amplio, siempre y cuando los partidos sean capaces de llegar a pactos en los que cada uno debe renunciar a parte de su programa. En este sentido, espero que los políticos alemanes conserven la tradición del pacto de coalición y no nos metan en un avispero.
Artículo publicado en El Heraldo (Colombia).