Internacional
La izquierda de Chile resiste la primera ronda de las presidenciales
El conservador Sebastián Piñera queda en primera posición pero no obtiene el amplio apoyo que vaticinaban los sondeos electorales.
Los sondeos llevaban semanas vaticinando una victoria holgada del empresario y expresidente conservador Sebastián Piñera, pero este domingo Chile dejó la puerta abierta a un futuro gobierno de izquierdas. La primera ronda de las elecciones presidenciales chilenas queda así: Sebastián Piñera se alza como candidato favorito con el 36,6% de los votos, lejos del 43% que le daban las encuestas, seguido de Alejandro Guillier (22,6%), el socialdemócrata y ‘sucesor’ de la presidenta Michelle Bachelet, y la izquierdista Beatriz Sánchez (20,3%), gran sorpresa de la jornada electoral y líder del Frente Amplio, la coalición de partidos y movimientos de izquierda y ecologistas que daban por muerta en las encuestas (le asignaban menos del 8% de los votos).
Hasta el sábado pasado, los principales medios y analistas de Chile daban por hecho que el próximo gobierno sería conservador y estaría encabezado por Piñera. Sin embargo, estos resultados abren la posibilidad de que la presidencia recaiga en Guillier si consigue forjar una alianza con Sánchez para obtener el apoyo de su electorado, así como el de Carolina Goic (5,9%), candidata de Convergencia Democrática (democristianos y socios de gobierno de Bachelet). «Somos más y, por tanto, ganaremos en diciembre», declaró Guillier tras recibir la felicitación de Sánchez y Goic por teléfono. «Chile quiere un cambio y lo dijo hoy día votando», señaló Sánchez tras anunciarse los primeros resultados, unas palabras que muchos interpretan como un guiño al candidato socialdemócrata.
El equipo de campaña de Piñera, una de las principales fortunas del país y líder de la coalición derechista Chile Vamos, sabe que el próximo 17 de diciembre (segunda vuelta) recibirá la mayoría de los votos que en primera ronda fueron para el ultraderechista José Antonio Kant (7,9%). Tanto Kant como Piñera y sus socios de Chile Vamos muestran posturas complacientes e incluso admiración por Augusto Pinochet.
Guiller y Sánchez tienen varios puntos en común. Ambos fueron periodistas (Guiller era una cara conocida de la televisión), no proceden de familias de la élite chilena, tienen poca experiencia como líderes políticos y defienden un mayor rol del Estado en cuestiones sociales, aunque con diferencias sobre la velocidad y profundidad de las reformas necesarias para el sistema educativo, el de pensiones o el sanitario, por ejemplo. Sin embargo, también hay diferencias que podrían agrietar el apoyo mutuo que muchos chilenos esperan para la votación de diciembre. Guiller quiere continuar con las tímidas reformas emprendidas por Michelle Bachelet, mientras que Sánchez propone un cambio más marcado y se atreve a hablar públicamente de temas tabú en el país, como la legalización del aborto.
En las próximas semanas la polarización del electorado y los medios de comunicación jugarán un papel clave. Piñera continuará forjando su imagen conservadora y tradicionalista, pidiendo mano dura para atajar las protestas, principalmente las de mapuches en el sur de Chile (siendo presidente resucitó la ley antiterrorista de Pinochet), defiende medidas liberales en un país muy centralizado donde prácticamente todos los sectores están privatizados –educación superior, sanidad, pensiones, transporte, etcétera– y sabe sacar partido cuando el país enfrenta momentos en los que la sociedad es más sensible, como en las frecuentes catástrofes naturales que afectan a Chile. Por otro lado, Guiller tratará de reforzar su imagen de independiente y progresista tras marcar distancias con la presidenta Michelle Bachelet, quien no dejó las huellas profundas que prometió en su anterior campaña electoral y llega al fin de su mandato con un centro-izquierda fragmentado y descontento, además de una situación económica debilitada y lastrada por la caída del precio del cobre.
Este domingo votaron por primera vez los chilenos residentes en el extranjero. También fue novedad la aplicación de cuotas (ni hombres ni mujeres podían superar el 60% de las candidaturas). No obstante, la participación volvió a quedarse por debajo del 50% (exactamente, el 46,7%). La desmovilización, principalmente entre la gente joven, es una de las grandes bazas de la derecha en Chile.
Y ¿qué podría haber pasado si las encuestas no le hubiesen dado un resultado tan malo a Sánchez? Parece muy factible que hubisese pasado a Guillier.