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Elecciones presidenciales en Chile: lo que está en juego

"En este momento ningún candidato puede sentirse realmente vencedor, por más que proclame lo contrario en su cierre de campaña". Manuel-Fabien Aliana analiza el panorama político de Chile a pocas horas de las elecciones presidenciales.

El expresidente liberal y conservador Sebastián Piñera es favorito en las encuestas. Foto: Gobierno de Chile.

MANUEL-FABIEN ALIANA // Este domingo se celebran en Chile elecciones presidenciales y parlamentarias para el periodo 2018-2022. Ocho candidatos se disputan la presidencia, en un espectro político que abarca desde la izquierda más radical hasta la derecha más conservadora. Tanto las encuestas como los medios de comunicación ya dan por sentado que estas elecciones serán las menos concurridas desde el regreso de la democracia en el país en 1990, y anuncian como triunfador al expresidente Sebastián Piñera, candidato de la derecha neo-liberal, tanto en primera como en segunda vuelta. Sin embargo, estas aserciones podrían resultar fantasiosas, si se toma en cuenta que los sondeos electorales han sido ridiculizados por los resultados de varias elecciones a lo largo de estos dos últimos años, por basarse en metodologías obsoletas, por ser incompletos, parciales y manipulables, y, muchas veces, por estar comandados por los mismos que detienen el poder político y económico. Las encuestas en Chile suelen restarle importancia a la volatilidad electoral y no miden apropiadamente el electorado indeciso. Estas encuestas tampoco logran captar la politización creciente de un país en el que han surgido nuevos movimientos, unos exigiendo cambios políticos y sociales estructurales, otros añorando un Chile de valores tradicionales.

En 2013, Michelle Bachelet logró conquistar por segunda vez al electorado gracias a una campaña en la que anunciaba una cruzada en contra de las desigualdades, defendiendo el acceso universal a los servicios básicos y prometiendo reformas en materia de educación, salud y tributación. Su proyecto de gobierno buscaba profundizar la democratización del país y generar un desarrollo inclusivo. Empero, los malos indicadores económicos, el desplome del valor del cobre y el costo de las políticas sociales reforzaron a una derecha alarmada por el estancamiento económico y la creciente deuda pública del país, que en 2016 alcanzó 21,3% del PIB. Mientras, surgía en la izquierda una nueva generación de políticos ansiosos de cambios profundos, que exigían una educación superior universal y gratuita, y una reforma tributaria más severa para los más potentados. Estas dinámicas arrinconaron a la mandataria, que decidió gobernar por consenso, tratando de mantener a sus aliados de izquierda sin irritar a sus apoyos del centro, y sin lograr doblegar tampoco a la oposición de derecha. Por ende, el gobierno de Bachelet no dejó las huellas profundas que se esperaba. Mas deja un centro-izquierda fraccionado, una izquierda insatisfecha por el alcance limitado de sus reformas sociales, un gobierno desgastado por escándalos de corrupción y su mala gestión de catástrofes ambientales, y una élite económica intacta, lista para tomar el relevo político en 2018.

El expresidente Sebastian Piñera (2010-2014), es hoy favorito de las encuestas para su reelección. El candidato multimillonario cuenta con el respaldo de sectores de clases medias y populares, apoyo que consiguió por su buena gestión ante las catástrofes naturales y por los hospitales que inauguró, pero por sobretodo, gracias al elevado precio del cobre durante su anterior mandato, que hizo de Chile una economía dinámica en la que se generaron miles de empleos. Pero bajo su gobierno se aprobó la tristemente célebre “Ley de pesca”, que segregó a los pescadores artesanales y repartió el mar de Chile entre cuatro grandes empresas. También se desempolvó, modificó y reactivó la ley anti-terrorista (promulgada por la junta militar chilena) para encarcelar y juzgar a militantes autonomistas mapuches. En 2011, cuando comenzaron las masivas protestas estudiantiles, Piñera optó por reprimirlas brutalmente. Durante su última campaña, prometió reformas al repudiado sistema de fondo de pensiones (las AFP, fondos de pensiones obligatorios administrados por instituciones financieras privadas, creadas bajo la dictadura militar por su hermano, José Piñera), la implementación de políticas que fomenten una educación escolar pública de calidad, “mano dura” contra la delincuencia y el hacer de Chile “ un país desarrollado y sin pobreza”. Lo sigue en intenciones de voto el senador Alejandro Guillier, candidato de Centro-izquierda y delfín de Bachelet, que se presenta como un hombre moderno, de mente abierta y defensor de las pequeñas y medianas empresas. Dentro de sus propuestas destacan la reforma de las AFP y la derogación de la Ley de pesca. Pero a pesar de ello, Guiller no ha logrado despegar según las encuestas.

Lo que vuelve impredecible el resultado de esta primera vuelta presidencial son las dinámicas políticas, la confianza y las expectativas que han estado generando dos candidatos en polos muy opuestos. En la izquierda, sucede con la coalición política Frente Amplio, que agrupa partidos y movimientos de diferentes tendencias. Su candidata, Beatriz Sánchez, periodista de profesión, defiende un programa que prioriza la descentralización, la lucha contra el cambio climático, la igualdad de género y la inclusión social. Su movimiento es el único que busca poner fin a la mercantilización de la educación superior y las AFP, que serían reemplazadas por un sistema de pensiones solidario. Radicalmente opuesta es la candidatura del diputado José Antonio Kast, hoy candidato independiente de una derecha católica y conservadora, que concibe la familia, el trabajo y la religión como los pilares de la sociedad chilena. Kast no solo promueve los valores tradicionales, también defiende abiertamente el legado de la dictadura pinochetista, y propone resolver el conflicto en la Auraucanía por las armas. Carismático, sonriente y apoyado por un ejército de activistas sociales, ha logrado ganarse el apoyo de jóvenes cristianos, y se presenta como alternativa a la derecha neo-liberal. Su apuesta: un duelo de derechas en segunda vuelta.

Lo que pase en esta primera vuelta solo lo sabremos cuando estén escrutadas al menos el 40% de las mesas. Pero lo más seguro en este momento es que ningún candidato puede sentirse realmente vencedor, por más que proclame lo contrario en su cierre de campaña.

Manuel-Fabien Aliana es latinoamericanista de nacionalidad franco-nicaraguense, licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Lyon.

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Comentarios
  1. El artículo refleja bastante bien la situación previa a la primera vuelta, y eso lo podemos verificar al día siguiente, y cuando comienza la campaña por la segunda vuelta, que sin duda requerirá nuevos análisis y comprensión muy fina.

  2. Piñera ganará. Por que es quién hizo creer a muchos chilenos, no a todos, qué hacerse la puñeta,es mejor qué tener sexo de verdad

    • Lo prioritario es mejorar la educación pública para, al menos, escribir correctamente. Eso para empezar, en Chile o en cualquier otro lugar. Gracias

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