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El aparato cultural del Estado español: hacia una ensoñación totalitaria
"Cuando la lógica política del Gobierno es superada por aquellas que establecen las fuerzas económicas, al Estado sólo le queda tratar de encontrar la legitimidad para responder a este momento histórico de crisis de Régimen mediante el uso de medios autoritarios y jerárquicos", sostiene el autor.
“Debe imponerse la fuerza de la razón”, le dijo Donald Tusk a Mariano Rajoy sobre la forma de lidiar con el conflicto catalán. Ocurre que la razón perdió su significado cuando desde Bruselas se instigó a que coincidiera con las máximas de la austeridad. Cuando la lógica política del Gobierno es superada por aquellas que establecen las fuerzas económicas, al Estado sólo le queda tratar de encontrar la legitimidad para responder a este momento histórico de crisis de Régimen mediante el uso de medios autoritarios y jerárquicos. Y el independentismo catalán lo ha sacado a relucir. Ya sólo queda movilizar al eficaz aparato cultural con el fin de eliminar cualquier atisbo de disidencia e imponer definitivamente la voluntad del Gobierno de Mariano Rajoy para mantener el orden y la ley. Sólo existe un límite, y nada tiene que ver con consideraciones democráticas, sino con una cuestión de marca internacional: que el conflicto no escale hacia el uso de la fuerza policial y genere mala prensa en los medios extranjeros.
Interpretar el pasado para impedir un presente alternativo
No obstante, cuando hablamos de la batalla por el relato, también nos encontramos ante una lucha por la forma en la que entendemos la historia; el camino mediante el cual hemos llegado hasta aquí. De esta forma, Javier Cercas recuperó de forma cínicamente inteligente “el momento en que el Gobierno de la Generalitat se rebeló contra la legalidad democrática, proclamó el Estado catalán dentro de la República Federal española y cortó con el Gobierno de Madrid”. En la misma línea, pero ampliando las fronteras de su enfoque, Fernando Savater apuntaba recientemente que “el comunismo y el nazismo son la mugre política que la Unión Europea trató de erradicar. Pero ahí siguen”. Además definió con absoluto desprecio a la eurodiputada Marina Albiol como un “error histórico”. No es casualidad.
Los intelectuales de este débil y caduco momento buscan aquellos patrones similares en el tiempo anterior con dos finalidades: recuperar la conformidad del pasado para los valores del presente e impedir el surgimiento de un momento histórico que desemboque en grandes modelos alternativos. Algo que el propio Nietzsche ya criticó en sus segundas consideraciones intempestivas allá por el siglo XIX: “La historia solo resulta prometedora cuando nace de una nueva cultura naciente”. Cercas y Savater son parte de un amplio elenco de sacerdotes de una historia que se ha revelado inservible para establecer un ideal de democracia real en España. Tratan de usar el conocimiento del pasado para desarraigar un futuro, no ya que permita a los pueblos obtener su libertad, sino siquiera tener la capacidad para intentarlo.
Se da otro suceso curioso. En el mismo momento en que el Estado trata de hacer hegemónico el relato presente sobre la crisis catalana polarizando las posiciones de forma que quede enterrado cualquier matiz, observamos que el relato futuro que quedará sobre el conflicto vasco trata de asentarse sobre las mismas bases. Es una casualidad del destino que el Premio Nacional de Narrativa lo recibiera la Patria de Fernando Aramburu -esa novela ensalzada por todo el aparato patrio que presenta una idea de Euskadi en la que están las víctimas y aquellos cuya pistola sólo parecía conocer una patria-. Legítimo, desde luego, pero como ocurre con el relato que promueve el Estado, cualquier tinte intermedio es desdeñado. Cuando se tiene aprensión del contenido subversivo que posee todo recuerdo del pasado, el precio que pagamos no es otro que el olvido. El mismo que ya permite a Alfonso Alonso amenazar a Euskadi con aplicar el 155 o a Pablo Casado, enfant terrible del neoconservadurismo, dar un aviso a navegantes. Oriol Junqueras y los otros siete consellers enviados a prisión sin fianza son el mejor ejemplo de la represión que trata de justificar el relato cultural hegemónico contra cualquiera de la formas que adopte la disidencia. Aunque sea en forma de sátira, como la que ha llevado al director de ‘El Jueves’ a ser imputado.
España pasó de una dictadura a una democracia de forma pacífica, entró a formar parte de la actual Unión Europea en pocos años y, sin disfrutar la memoria española de lo que se denominaron los «Treinta Gloriosos», pronto se vio obligada a pagar con sus derechos sociales la factura de la austeridad. Fiel a Angela Merkel, el Ejecutivo de Rajoy cargó todo el peso de la supuesta recuperación sobre la clases más bajas, eliminó de forma sucesiva distintas libertades civiles y cerró la puerta a cualquier ideal de avance democrático en nuestra sociedad. Lejos de cambiar de idea, el reorden del establishment español -que coincide con un proceso de expansión global del capitalismo- trata ahora de que cualquier futura agenda económica o antisocial, por dura que sea, no reciba oposición alguna. Los conservadores usarán toda la fuerza de la Constitución, y en caso de que deba hacerse una reforma, la encabezará una derecha desbordada de poder gracias al apoyo de PSOE y Ciudadanos. Aquello que esté a la izquierda o tenga tintes discrepantes tratará de ser barrido.
Probablemente, el suceso más clarividente de cómo el relato gubernamental trata de acallar a los críticos fuera el artículo en donde Antonio Muñoz Molina atacaba frontalmente a un periodista de la talla de Jon Lee Anderson. Incluso el mundo artístico, ese plano subjetivo que crean los grandes novelistas -algunos articulistas ya convertidos en propagandistas del régimen-, trata de impedir la reflexión con el fin de justificar las acciones del Gobierno. En una entrevista con Nueva Revista, Anderson fue apelado sobre este tema de la siguiente forma: “[El artículo de Muñoz Molina] quizá demuestre que la democracia española es frágil, y por eso hay que defenderla”. A lo que respondió: “¿Y van a ganar adeptos a su causa atacando a los que intentan observar el proceso con ojos críticos pero constructivos?”. Cuando la democracia española es tan frágil que no admite crítica, la tendencia antidemocrática queda de manifiesto. Y solo la perspicacia del aparato cultural puede camuflarlo.
España en un mundo post-orwelliano
En un breve texto publicado en What Orwell Didn’t Know, un libro sobre la propaganda y la nueva cara de la política americana, Alice O’Connor apuntaba que si bien George Orwell describió a la perfección la maquinaria de propaganda en los regímenes totalitarios, nunca imaginó que el consenso de Washington establecido después de la Guerra Fría por los ideólogos de la derecha se convertiría en el nuevo pensamiento único de época. En esta suerte de mundo post-orwelliano, donde el libro más vendido ha vuelto a ser 1984, las élites hasta invocan al escritor inglés para eliminar una oposición que es bastante más moderada que aquella representada entonces por Vladímir Ilich Lenin. Pero han ocurrido muchas cosas desde que Orwell ironizó sobre la revolución rusa en Rebelión en la Granja. Y aún más desde que el mismo Lenin escribiera sobre la imposición de las exigencias socialdemócratas que “la libertad de crítica se redujo en el acto no sólo a la falta de crítica, sino a la falta de todo juicio independiente en general”.
En algo menos de un siglo, el triunfo de la democracia burguesa asentada en un liberalismo embridado ha dado lugar a una suerte de nuevo totalitarismo económico impuesto violentamente por la burguesía neoliberal, donde la socialdemocracia que criticaba Lenin es ya una breve distopía de lo que fue. No es ninguna causalidad que su precaria situación coincida con la avanzada bifurcación entre capital y democracia. Sin embargo, en España aún se mantiene viva. Aunque sea al precio de justificar la cara menos democrática del gobierno conservador.
Lo verdaderamente preocupante es que, si bien es cierto que la crisis catalana es la forma en la que se pone de manifiesto la crisis 78, pareciera como si la forma en la que el Estado español ha gestionado el suceso le hubiera permitido superar el eje arriba/abajo y la crisis de un régimen cuyas brechas permitieron emerger a un movimiento contrahegemónico como el que en su momento trató de ser Podemos. Los conservadores han logrado que la idea del “Estado de Derecho” adquiera la suficiente legitimidad como para colocarnos en una especie de momento histórico donde todo vale para legitimar intervenciones sociales radicales que muchos rechazarían en tiempos normales. Todo concepto debe adaptarse a aquel tiempo en que se utiliza, y la unidad de España es cada vez más una idea totalitaria. Lo vislumbraba Iñigo Errejón en conversaciones con La Marea tras las primeras elecciones: “El consenso ha tenido más peso por parte de las élites que el término democracia. El valor consenso se ha abierto camino de una forma totalitaria”.
A ver… que termináis creyéndoos vuestra propia propaganda.
Después de casi 59 años, decir que «la ley y más ley» acabó con ETA es ridículo.
Que es más de medio siglo, coño.
Y encima, hacemos una ley que sólo permita un mensaje.. y luego nos la damos de que ha vencido tal mensaje.
Es totalitarismo puro y duro.
Hasta aqui llegan los trolls. Esa epidemia que se cuela en cualquier medio progresista.
MALOS TIEMPOS PARA LOS DERECHOS CIVILES
Parafraseando el título de un poema del poeta y dramaturgo alemán
Bertold Brecht, “Malos tiempos para la lírica”, nos encontramos en una
situación en la que bien podríamos afirmar que corren malos tiempos para
los derechos civiles. El incesante recorte de libertades al que el Gobierno
español de Mariano Rajoy, con la connivencia de PSOE y Ciudadanos,
somete a la ciudadanía, no deja de provocar situaciones más propias de una
dictadura que de un Estado democrático.
Uno de los ejemplos más palpables dentro de esta regresión en lo que se refiere a derechos civiles y libertades lo encontramos este pasadomes de octubre en Aragón con el juicio a ‘los 10 de Zaragoza’. Diez jóvenes antifascistas encausados tras protestar por la celebración de un concierto nazi en Zaragoza en 2015 y para los que Fiscalía solicitaba penas de 64 años de prisión y más de 22.000 euros de multa. Un acto
xenófobo y racista que se celebró con el beneplácito de la Delegación del
Gobierno en Aragón.
Este caso es fácilmente extrapolable a otros que se han sucedido tanto en Aragón como en otros territorios. Sirva de ejemplo para ello las elevadas peticiones fiscales: los ocho de Yesa (un total de 36 años de cárcel), Raquel Tenías (cuatro años de cárcel), los ocho de Altsasu (un total de 375 años de cárcel), el grupo de los diez de Puerto Real (un total de 27 años y cinco meses de cárcel), Alfon (cuatro años de cárcel); Andrés Bódalo (tres años y medio de cárcel), Cassandra y sus chistes sobre Carrero Blanco (dos años y seis meses de cárcel y tres años de libertad vigilada),César Strawberry (un año de cárcel) y, recientemente, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, líderes de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural (penas que pueden alcanzar los diez años de prisión por un delito de sedición).
Todos estos recortes de libertades “en pro de la seguridad” tienen un
denominador común y un nombre propio: la Ley Mordaza y el Partido Popular.
No lo olvidemos.
(Editorial «El Salto» – Aragón)
¿Que poco nos queremos los Españoles,no?.o es lo que nos quieren hacer creer algunos que estan muy acomplejados.Por favor,confundimos el ponernos de perfil ante los problemas con el modernismo.Ley y más ley así es como acabamos con ETA y los nacionalismos solo buscan la debilidad del estado y atacarlo,no suman,restan,¿para que acomodarlos cuando no acatan las reglas del juego que nos dimos todos?.
Lo de periodico independiente,no sé yo,más bien diria independentista.
Todos los análisis de este estilo, que presentan a la democracia, ese concepto hoy en día vacío, como el baluarte de la lucha contra el capital y el (neo)liberalismo, ocultan la solidaridad que existen entre estos términos. No es de extrañar que los teóricos modernos de la democracia, como Rousseau, y los fundadores de la ciencia económica liberal, leáse Adam Smith, no hicieran más que secularizar aquello que los teólogos llamaban el gobierno divino del mundo. Para los cristianos, como para los liberales y los demócratas, todo está decidido de antemano. Así Dios lo ha dispuesto. Por tanto, si alguien todavía cree que la palabra democracia debe jugar algún papel en el futuro, deberá pensarla desde cero. Desgraciadamente, por responder a Errejón, el consenso es la democracia.
Son periodistas, tampoco se les puede pedir mucho. Saben de la vida real lo mismo que un niño
Yo creo que la carencia de argumentos les fuerza a meter con calzador citas autores y reflexiones retorcidas. Si la cosa está mucho más clara: una región rica lleva 40 años pidiendo más y más y, cuando finalmente el Estado les dice que no, que la SOLIDARIDAD interterritorial no está en juego, tratan de coaccionar al Estado, a todos los españoles, con un acto de secesión. Frente a esto las instituciones, de acuerdo, por cierto, con la opinión de la inmensa mayoría de los españoles, actúan conforme a derecho.
Como rebatir esto no es fácil, los periodistas «progres» intentan rebestirse de cierto grado de intelectualidad, retuercen las expresiones de tal forma que no es fácil entenderlas y utilizan expresiones como post-orwelliando que, como paradigma, o epísteme, siempre quedan muy molonas es los textos.
Ah, y claro, en un texto progresista nunca puede faltar alguna alusión a la represión del Estado, a la pobreza intelectual de los que no piensan como uno y a la conjura judeo-masónica.
Sinceramente, no os da un poquito de verguenza creeros siempre los abanderados de la cultura y de la razón? No pensais que es posible que las cosas no tienen que se exactamente como las veis? Dice M Seligman que crítico no es el que cuestiona las ideas de los demás, sino el que cuestiona las propias ideas.
«Yo creo que la carencia de argumentos les fuerza a meter con calzador citas autores (…) Dice M Seligman que…»
Que bien lo haces, oye, de verdad…
Menos mal que tenemos tus comentarios para iluminarnos…
Quizá estaría bien que te aplicases el último párrafo para ir practicando ¿no? y por favor recuerda que «si no puedes tal vez sea mejor que no digas nada».
Yo creo que la solidaridad interterritorial es algo de doble dirección.No es buen argumento de solidaridad interterritorial ese de ayudame siempre a mi y tu ya te apañarás .Por lo mismo que nos ayuden los ricos a los pobres por solidaridad interpersonal.Demagogo me llaman. Ah claro , eso va contra el onceavo mandamiento del capiutalismo de amiguetes. «Ayudarás a los ricos por encima de todas las cosas por que de ellos es el reino que no gozas». Florentino vive encantado con esa máxima.A los hechosy a CASTOR me remito.Lo digo como valenciano , el peor de los financiados por el estado español,119 euros por habitante. ¿Cuando se aplicarà la solidaridad de resto del estado a nuestra comunidad? . Montoro nos llamó llorones y haí zanjó la cuestión.Gran argumento. Cuando dices » la opinión de la inmensa mayoria de los españoles «. ¿ Cuando el poder nos han pedido opinión o votado esa cuestión que no me he enterado ?. Hablando de retorcer el imperio de la ley ,¿ que tienes que decir del partido corrupto popular ? Ya sabia que la realidad es la intersección de multiples visiones lineales y no lineales ¿ Son las cosas exactamente como las veo yo o las ves tu ?. Claro que no. Imagino que Seligman ( al cual no conocia ) diria que cuestionaran sus propias ideas , cosa que el PP no ha hecho ni por casualidad. Claro , para que , si es el poder. Pues eso, como yo no puedo , no tengo razón y no tengo ni mi parte de la verdad.
Vaya, vaya… Nos has colocado en un breve comentario las palabras «secesión», «progres» y «conspiración judeo-masónica»… Y todo ello, sin «calzador» ni forzar, ni nada. Qué nivelazo !