Opinión
Las monedas que usted usa
“Sus transportes cuestan dinero, sus formas de desplazarse. Su agua y su luz cuestan dinero. Su calor cuesta dinero", escribe Fallarás.
Antes de seguir leyendo, PÁRESE y responda, si puede (y si no puede, pregúntese por qué):
1 ¿Cuántas monedas lleva en los bolsillos?
2 ¿Cuál fue la última vez que buscó monedas por la casa?
3 ¿Recuerda alguna ocasión en la que, habiéndosele caído una moneda pequeña al suelo, no se haya agachado a recogerla?
Somos monedas. Entiendo que, tras el perpetuo atraco al que nos someten, usted piense que somos billetes. Se engaña. El billete arde, la moneda quema.
Heredé de la idiotez periodística el análisis de la realidad en 6 preguntas. Vamos a usarlas, ya que las mamamos:
WHAT: ¿Qué son las monedas? Una unidad negociada para comprar tiempo, nuestro tiempo. Por eso al hecho de trabajar se le llama “ganarse la vida”.
HOW: ¿Cómo las ganamos? Entregando una parte (cada vez mayor de) nuestro tiempo a cambio de ellas.
WHERE: ¿Dónde sucede el intercambio? En lugares sin lugar a los que llamamos “entidades financieras” o similares.
WHEN: ¿Cuándo manejamos las monedas? Después de que las hayan desviado al pago de techo, comida, higiene, agua, luz, gas, transporte, educación y otras necesidades. ¿O sea?
WHY (pese a que el “por qué” es una pregunta que acostumbro a rechazar, procedo): ¿Por qué la moneda resulta esencial, imprescindible? Porque aquello que necesitamos para vivir pasa por un intercambio de monedas que parte del tiempo dedicado al trabajo hasta llegar a techo, comida, higiene, agua, luz, gas, transporte, educación y otras necesidades.
WHO: ¿Quién maneja la moneda? Llegados a este punto, me siento incapaz de responder a esta pregunta. Y ya lo siento, ya.
Un día, hace ya un tiempo que parece un siglo y puede haber sucedido ayer, escribí cómo me eché a andar:
“Qué acierto, andar. Andar como la única forma de recuperar la humanidad. También como una manera de tomar las riendas, de enfrentar todo esto. Las riendas de mí frente a ellos. No necesito nada ni a nadie si tengo mis pies. Algo así: Los pies y las manos tengo, no les necesito. Nada necesito para nada. Y por lo tanto puedo narrarme, o sea elegir el desnudo de mi no pertenencia o de lo contrario.
“Nada tengo».
“Sus transportes cuestan dinero, sus formas de desplazarse. Su agua y su luz cuestan dinero. Su calor cuesta dinero. Yo tengo nada ahora, pero puedo vivir sin sus mecanismos, sus obligaciones, sus construcciones de dependencia. Yo eché a andar desnuda. Esa es la prueba de que puedo: camino. Puedo echarme a andar, he podido, y entonces ya todo es solo una cuestión de tiempo. Soy fuerte porque ando. Soy frente a todos, porque ando.”
Esto es todo lo que tenía que decir y usted sabrá coserlo.
Vaya rizos muchacha