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Gracias, queridos terroristas

"Sabemos perfectamente que no se puede garantizar la autenticidad de las cosas que circulan por Internet...". Pero lean esto.

TERRRORISTAS

En Internet nos podemos encontrar las cosas más inesperadas. Parece que un hábil hacker ha logrado penetrar en el sistema informático de un gobierno occidental y allí se ha encontrado con este sorprendente documento, un mensaje dirigido a ciertos elementos del ISIS.

Queridos terroristas: con este mensaje queremos expresaros nuestros verdaderos sentimientos hacia vosotros. Como comprenderéis, las circunstancias nos obligan a poneros verdes en público y expresar nuestro rechazo más violento e indignación ante vuestras acciones, pero eso es de cara a la galería. La gran amistad y las cordiales relaciones que mantenemos con vuestros principales patrocinadores, la monarquía saudí y los emiratos del golfo nos obligan a tener la mayor consideración con vosotros. La verdad es que os estamos profundamente agradecidos. Lo mismo nosotros que los fabricantes de armas, las empresas de seguridad, las petroleras o las constructoras vemos que vuestros atentados, que casi siempre acaban con vuestra propia muerte, benefician enormemente nuestras tareas. No tenéis ni idea de los millones de dólares que estas empresas ganan con el sacrificio de cada uno de vosotros, y lo que facilitáis la labor de los políticos con vuestras actividades.

Ya sabéis que nuestros países han pasado una grave crisis económica que ha supuesto un serio empeoramiento de las condiciones de vida de una gran mayoría, pero pingües beneficios para nosotros. Además, la forma en que llevamos la economía hace inevitable que vengan nuevas crisis, que esperamos aprovechar también para seguir aumentando nuestros beneficios. El peligro es que la gente acabe dándose cuenta del juego y nos corran a gorrazos. Para evitar eso son muy útiles vuestros atentados, nos permiten desviar totalmente las preocupaciones de los ciudadanos alejándolas de esos problemas económicos  (¡llegan a olvidarse hasta de la corrupción!) y centrando su atención en los temas de seguridad. Conseguís que la gente esté atemorizada, y un pueblo atemorizado es mucho más fácil de manejar. Aceptan restricciones de libertades con tal de aumentar la seguridad. Dais la imagen de un enemigo temible y acuden a nosotros pidiendo protección, que nosotros se la damos naturalmente con leyes más restrictivas, aumentando los controles e incrementando los gastos en armamento, en seguridad y en reforzamiento de las fronteras.

A propósito de las fronteras, otro problema son los millones de refugiados que llegan huyendo de las guerras que montamos en sus países. Hemos conseguido con una hábil propaganda que mucha gente esté en contra de su llegada: “nos quitan el trabajo”, “se llevan muchas ayudas sociales”, “nos molestan sus costumbres”. Pero ahora, que les hemos cerrado totalmente el paso, el espectáculo terrible de millones de seres humanos, ancianos, mujeres y niños, pudriéndose ante nuestras fronteras o ahogándose en el Mediterráneo es demasiado fuerte para las personas que conservan un mínimo de humanidad y de conciencia. Nos reprochan nuestra cruel indiferencia y egoísmo con lo que nos ponen en un brete, pero vuestros actos criminales nos proporcionan la excusa perfecta: tenemos que cerrar las fronteras para evitar que se infiltren terroristas. 

Confiamos en que sigáis actuando de la sensata forma actual: la mayoría de vuestros golpes los dais en países musulmanes para demostrar vuestra fuerza, y en los países occidentales sólo algunos golpes de vez en cuando. Eso sí, lo más espectaculares posible para producir el mayor impacto en la opinión pública. Sentimos la pérdida de vidas humanas, pero, ¡qué le vamos a hacer! Siempre que no os carguéis a algún político de primer nivel o algún dirigente de multinacional, los muertos corrientes son “daños colaterales” inevitables para conseguir un bien mayor (que es el beneficio económico, naturalmente). Y al fin y al cabo, ¿qué son unas decenas de víctimas de un atentado comparados con los cientos de miles de víctimas, “daños colaterales” de las guerras que emprendemos en defensa de nuestros intereses económicos? Que, por cierto, vuestras acciones también nos ayudan a justificar esas guerras. ¡Y qué sería de nuestras fábricas de armas si nos las montáramos!

Insistimos en que seáis moderados en vuestras acciones. Si os pasáis con la cantidad de golpes y de víctimas, puede llegarse en nuestras sociedades a un estado de temor y de crispación que empuje a la gente a elegir gobiernos de extremísima derecha, una especie de nuevo fascismo. Eso a las grandes empresas o a los bancos no les importa nada. Se adaptan perfectamente a cualquier dictadura y funcionan incluso mejor que en un sistema verdaderamente democrático. Pero a los políticos demócratas de toda la vida nos van a poner en la calle de mala manera. Y esos extremos hay que evitarlos a toda costa.

Confiamos en que Alá premie vuestros sacrificios, porque acá, a pesar de todos los favores que nos estáis haciendo,  lo tenéis muy crudo.

Sabemos perfectamente que no se puede garantizar la autenticidad de las cosas que circulan por Internet, pero este documento tiene pinta de reflejar bastante bien lo que se oculta en el fondo de los grandes gestos y los durísimos discursos de condena inapelable del terrorismo.

Antonio Zugasti es socio cooperativista de La Marea.

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