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Harto de historia(s)
El escritor Boris Matijas, nacido en Knin (Croacia), reflexiona sobre las similitudes dialécticas que encuentra entre el conflicto de los Balcanes y Cataluña a raíz de un artículo publicado por Antonio Maestre.
Yo estuve allí. Estuve en Knin el día que Martic dijo que nunca en “tvrdava” de Knin ondearía la šahovnica (bandera croata). Estuve en Belgrado cuando Milosevic dijo que nunca entregaría Kosovo. También estuve allí cuando los serbios dejaron sus hogares centenarios, tanto en Croacia como en Kosovo y detrás de todo estaban la tozudez y la miopía de un régimen centralizado que no entendía que el mundo había cambiado y con ello el país que querían gobernar.
Fue un ejemplo de manual de por qué la suma de dos monólogos nunca da un diálogo. Fue una lección práctica de la ley sistémica que demuestra que el sistema es siempre más que la mera suma de las partes.
Los que tenían el poder en aquellos últimos años de Yugoslavia no entendieron que la relación entre las partes también suma. Y que el elemento fundamental sobre el cual reposa la relación es la comunicación.
En mi antiguo país chocaron nacionalismos inacabados. Unos proyectos frustrados por siglos de violencia, debida a la suma de los intereses de las grandes potencias y la ignorancia de la población local. Fueron unos contextos volátiles que hicieron que los nacionalismos serbio y croata nunca consiguieran diferenciarse. Es justamente en la frustrada diferenciación donde falló el proceso de construcción de su identidad nacional.
Incluso hoy en día, dos décadas después de la última carnicería, el nacionalismo croata es incapaz de definirse a sí mismo sin el nacionalismo serbio. Y viceversa.
Es por ello que la violencia, tanto en su forma dialéctica como en su manifestación física, siempre está tan presente allí. Es por lo que hace falta tan poco para saltar de una a otra. Un partido de fútbol. Un incidente menor. Cualquier cosa puede ser el detonante de una escalada de violencia fuera de control. Para ello basta con tener una mayoría entrenada en pensar en términos nosotros vs. ellos. Una mayoría llena de seguidores que se atribuyen como logro personal el formar parte de una nación. El mecanismo es el mismo que hay en sentirse del Madrid o del Barça y, sin sudar una gota, volverse eufórico tras “meterles cinco”. Todos estos ganadores, que se creen que el uniforme les queda como el guante, son la materia prima de la carne de cañón.
Yo también estuve allí cuando el Estatut fue rechazado. Estuve allí cuando el 11-S y el 9-N. Luego me cansé.
Escucho unos monólogos conocidos de dos nacionalismos cuyas narrativas se construyen de la misma forma y por índole buscan su realización mediante la aniquilación del otro. Dos monólogos que se atrincheran en la “historia” para lanzar mensajes sectarios.
Es una prueba más del momento que viven y el punto de su evolución en el que se encuentran estos dos nacionalismos.
Hoy vivo en una ciudad sueca que todavía lleva el nombre del último rey danés que la ocupó hace más de 300 años y debo de ser el único aquí a quien este hecho le parece sorprendente. En mi tierra algo así sería impensable hoy en día. Me entristece mucho ver que España y Catalunya están cada día más cerca de que allí también pueda llegar a ser impensable. La iniciativa que planteó quitar el nombre de Antonio Machado a una plaza o el boicot al cava son algunos de los ejemplos que evidencian aquello que dice que hacen falta al menos seis generaciones para comprender una guerra con objetividad y responsabilidad.
Nosotros no aprobamos. Caímos después de tan solo dos generaciones y nos tocó repetir el curso. Empezamos de cero con la generación uno. Espero que vosotros seáis más listos. Espero que España y Catalunya se den al menos otras tres o cuatro generaciones para estudiar el problema.
Coincido con el artículo Cataluña, un paso antes del abismo cuando dice que “ningún conflicto es extrapolable, y menos aún el de los Balcanes”. Pero hay elementos en la construcción de la narrativa de este sinsentido-circo político que me resuenan. Uno muy importante: los que se sentían llamados a salvar a Yugoslavia también se agarraron ciegamente a la Constitución. Su mayor debilidad fue que tenían el poder de su lado y la arrogancia y torpeza para usarlo.
Todos sabemos cómo acabó aquello.
Si los que están elegidos a gobernar no son capaces de sentarse y hablar hasta encontrar soluciones, el ambiente se irá caldeando hasta el punto en que bastará una sola chispa para incendiarlo. Allí los libros ya no sirven.
La historia más importante es la que se hace hoy. Es la única donde todavía estamos a tiempo de hacer bien las cosas. Espero que España y Catalunya lo hagan antes de que esta historia entre en los libros.
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Boris Matijas es escritor y consultor. Autor de Cuenta siempre contigo (Premio Feel Good 2016). Nacido en Croacia, crecido y formado en Serbia, España, México y Suecia, entre otros países, Matijas también es periodista especializado en comunicación humana, storytelling y gestión de relaciones familiares.
En España hay un gobierno que lleva conculcando leyes desde que llegó, tanto para llegar como para mantenerse en el mismo, y cuya política se basa en la de los hechos consumados. Y se ha encontrado con una ciudadanía catalana y sus representantes que han hecho suya esa misma política después de ser ignorados durante muchos años. ¿De verdad se puede juzgar del mismo modo a unos y a otros? ¿De verdad se les quiere adjudicar la misma responsabilidad en el conflicto?
No salgo de mi asombro cuando escucho a todos los que piden que se suspenda el referéndum, prometiendo un diálogo que no pueden conseguir, porque en éste país, la derecha sólo concibe una forma de relacionarse con los demás: someterlos tras aplastamiento.
Estoy contigo LMN.Quién se beneficia de está New Catalonia, políticos, sus empresas afines,… Nadie se acuerda de los grandes «ideales» del señor Puyol.
¿Alguien puede decirme qué clase social y espectro ideológico saldrá ganando política, social y económicamente, si triunfa el modo de pensar, sentir y actuar independentista catalán?
Una lengua tarda unos 1.000 años en formarse. Por tanto, hace ya unos 1.000 años qué los catalanes son una cultura distinta. Ni mejor ni peór qué la española, pero distinta. Y, por consiguiente, con derechos propios. Esos son hechos, realidades palpables y es irracional no reconocerlos. Las personas normales las aceptan cómo algo natural; así cómo debemos aceptar la muerte y las leyes de la física. Las anormales no. Rajoys, PPs y Mazas, constituyen, pués,anomalías; seres de malos tiempos. De tiempos donde no existía el otro y cuando aparecía, había qué matarle. Tiempos qué ya han muerto en buena parte del mundo. Qué Rajoy y Maza los pretendan revivir les convierten en un lastre para España y para el mundo, no para Cataluña
El problema de los independentistas es que Alemania y EE.UU. no están, de momento, por la labor. En un tiempo, cuando quieran desmembrar España, como Yugoslavia, me parece que lo tendrán fácil.
Personalmente no estoy a favor de que las regiones ricas: Flandes, Veneto (Padania), Escocia (con petróleo), Baviera, Cataluña, …, se independicen. Por aquello de:
Proletarios de los países uníos, y no, dividíos.
Si fuese catalán, estaría entre la caspa españolista y los febriles catalanistas. Leyendo a Chorche no me sorprendo pero me hago preguntas: ¿Catalunya «siempre» la vanguardia… al norte del Ebro había homo sapien y al sur neardenthales? Culta también era Alemania y no sirvió para nada en el ascenso de Hitler. ¿Se llama ciudad cosmopolita a que recibe mucho turismo? Cosmopolita me suena muy alejado de independentismo y fronteras… algo contradictorio. Con la España facha que sigue subyugando a la mitad de España soy pesimista… Referendum para Cataluña y que decidan… sí, y como andaluz teneis todo mi apoyo. Ley y justicia no son sinónimos
Por ley natural no se puede obligar a vivir juntos a dos «cónyuges» incompatibles.
Herederos los unos de la impune dictadura genocida franquista parecen empeñados en llevar de vuelta al país a aquellos sus añorados tiempos.
Por contra Catalunya siempre ha sido la vanguardia de España, un pueblo culto y Barcelona una de las ciudades más cosmopolitas del mundo.
Muchos ciudadanos nacidos y residentes en territorios del interior tampoco nos sentimos ni queremos ser españoles con este gobierno y monarquía y su inmenso rebaño de votantes desinformados, manipulados, incultos y embrutecidos que nos arrastran a todxs a involucionar.
Me alegraré por Catalunya que se libere de tan indeseable cónyuge.
General Manuel Fernández-Monzón Altolaguirre: “La situación actual en Cataluña debería considerarse un acto de alta traición que impondría la aplicación del estado de guerra”
http://kaosenlared.net/general-manuel-fernandez-monzon-altolaguirre-la-situacion-actual-cataluna-deberia-considerarse-acto-alta-traicion-impondria-la-aplicacion-del-estado-guerra/
Buaf, te has lucido. Otro que piensa que sus ideas están por encima de las de los demás, otro que piensa que los demás son los borregos y adoctrinados, otro que piensa «si no en España no gobierna quién yo quiero y se adviene la III República me enfado, no respiro y además pido su desmembramiento».
Cataluña un pueblo culto, tan culto como Cantabria o Aragón, de hecho los pueblos no son cultos, son cultas las personas. Por otro lado no está de más recordar que hasta el Siglo XIX Andalucía era de las regiones más ricas de España, en el Siglo XVI lo era Castilla…Cataluña tuvo su momento durante la segunda mitad del Siglo XX, hoy día están por delante Madrid, Euskadi y Navarra. Dejemos de hacerle el juego a los nacionalistas de uno y otro lado, dejemos de enfrentar a las clases populares en una guerra que no es la nuestra, porque no nos va a ir mejor dividiendo España en 10-15 Estados minúsculos fáciles de manipular por las grandes potencias y poderes fácticos globalistas.
Enhorabuena, Boris. Su vivencia te hace un sabio consejero. Abrazo. Luiz Di Petta