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Con la política exterior no se juega
Las relaciones con Turquía se han convertido en un tema estrella de las campaña electoral en Alemania. El candidato socialdemócrata Schulz ha forzado a la canciller Merkel a aceptar la promesa populista de terminar las negociaciones con Ankara.
Las campañas electorales suelen ser el mejor vivero para promesas falsas, declaraciones de principios insostenibles y todo tipo de ataques exagerados. Y el escenario se vuelve particularmente propicio a proclamas populistas cuando en el debate entran asuntos de política exterior.
En la campaña para las elecciones parlamentarias del 24 de septiembre en Alemania se ha colado un protagonista insospechado: las relaciones con Turquía. A ambos países les unen lazos históricos desde la época del Imperio otomano. Además, en Alemania viven tres millones de personas de origen turco, de los cuales la mitad mantiene la nacionalidad turca. Es lógico que en Alemania preocupe mucho la deriva autoritaria de Recep Tayyip Erdogan, que se ha acelerado tras el fallido golpe de Estado contra su gobierno hace un año.
El presidente turco ha puesto en marcha una purga masiva de personas acusadas de pertenecer a la organización del clérigo Fethullah Gülen, el supuesto cerebro detrás de la asonada militar. Se han cerrado medios de comunicación y hay decenas de periodistas encarcelados. En los últimos meses, las autoridades turcas además han detenido a ciudadanos alemanes, algunos de origen turco, entre ellos periodistas y activistas por motivos políticos.
Pero las necesarias protestas por parte del Gobierno alemán ante estos abusos han dado paso a declaraciones encendidas de los dirigentes políticos. El tono entre Berlín y Ankara ha subido a niveles preocupantes, hasta el punto de que las relaciones con Turquía ocuparon buena parte del debate televisivo entre Angela Merkel y Martín Schulz el domingo pasado, incluso más tiempo que las políticas sociales o la educación. El candidato socialdemócrata sorprendió a la canciller con su promesa de que, en caso de ganar, intentaría cancelar las negociaciones de adhesión a la Unión Europea con Turquía. Un golpe barato, ya que estas negociaciones llevan mucho tiempo en el congelador.
En un primer momento, Merkel contestó a Schulz que no pensaba romper las relaciones diplomáticas con Turquía solo porque en la campaña electoral los candidatos intentaran hacerse los duros con el tema. Pero tras unos instantes, añadió que plantearía el asunto de las negociaciones a sus socios europeos. Eso sí, en octubre, después de las elecciones…
La promesa de Schulz no solo es populista sino también hipócrita, ya que, al mismo tiempo, defiende el acuerdo entre la UE y Ankara para que Turquía ‘contenga’ a los refugiados de Siria, Irak y otros lugares. Pero el oportunismo de Schulz alberga varios riesgos. Primero, envenena la convivencia con la comunidad turca en Alemania. Segundo, con la amenaza de terminar las negociaciones de adhesión, propina un golpe duro a la oposición en Turquía que, pese a todo, sigue manteniendo una voz crítica contra Erdogan. Una ruptura de este calibre sería todo un regalo para el presidente turco, porque reforzaría su discurso de que en Occidente no quieren a los turcos. Los populismos se retroalimentan.
Artículo publicado en El Heraldo (Colombia)
Nueve defensores y defensoras de derechos humanos en Turquía continúan en la cárcel a la espera de juicio.
Las autoridades turcas las han encarcelado, al igual que a cientos de periodistas, alimentando la propaganda de que los defensores y defensoras de derechos humanos son peligrosos y no se les puede dejar seguir con su labor.
Actúa:
pide a las autoridades turcas que pongan en libertad de forma inmediata a las personas detenidas y paren la caza de brujas contra estos defensores y defensoras de derechos humanos.
https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/turquia-defensores-jun17/