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Ecologistas de Noruega se enfrentan a nuevas concesiones petroleras en el mar de Barents
Acusan a la administración de incumplir la constitución, que prevé que el Estado debe velar por unas condiciones ambientales estables y saludables para las generaciones actuales y futuras.
Guardacostas noruegos confiscaron este jueves en el mar de Barents el emblemático buque Arctic Sunrise y arrestaron a 35 personas, entre activistas de Greenpeace y la organización Natur og Ungdom (rama juvenil de Amigos de la Tierra en el país nórdico), así como observadores internacionales y tripulación. El arresto se ha efectuado al entrear el barco en la zona de exclusión del pozo petrolífero Korpfjell, de la compañía estatal Statoil. Los detenidos ya han sido puestos en libertad, pero la organización está aún a la espera de conocer las repercusiones legales de la operación.
El navío ecologista se encuentra en aguas noruegas en una campaña para visibilizar las perforaciones árticas permitidas por el gobierno de Oslo, que está planeando la apertura de nuevas concesiones petroleras en el mar de Barents. Tanto Greenpeace como Natur og Ungdom han presentado una querella contra el ejecutivo, que se resolverá en noviembre en un juzgado de Oslo.
Las organizaciones ecologistas acusan a la administración de incumplir la constitución, que prevé que el Estado debe velar por unas condiciones ambientales estables y saludables para las generaciones actuales y futuras. Los querellantes consideran que continuar extrayendo petróleo, especialmente en una región tan frágil como el Ártico, es incompatible con la disposición legal. Además, perforar el Ártico tampoco sería consistente, según Greenpeace y Natur ug Ungdom, con el cumplimiento de los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París.
Esta estrategia se ha popularizado en varios países, tras la demanda de 21 jóvenes (muchos de ellos menores de edad) contra el gobierno de Estados Unidos, que se presentó en 2015 y todavía está en fase de instrucción. Esta es la primera querella de este tipo en Noruega.
«Aquí en Noruega la política ambiental va por su lado, mientras que las concesiones petroleras se otorgan sin la más mínima consideración hacia las consecuencias climáticas. El gobierno no está haciendo lo que está obligado a hacer: No se está tomando el cambio climático suficientemente en serio, y después de más de dos décadas luchando por el mar de Barents, creemos que los tribunales es una buena herramienta para cambiar eso», declaró a La Marea Ingrid Skjoldvaer, líder de Natur og Ungdom (Naturaleza y Juventud).
Doble moral
Noruega es el undécimo proveedor mundial de petróleo, produciendo unos 1.900 millones de barriles al día. Parte de este petróleo procede de aguas del ártico, que el país nórdico explota a través de Statoil. Al mismo tiempo, el país se presenta como defensor del medio ambiente y modelo de legislación ambiental. Esta contradicción se vuelve más visible en el mar, donde las grandes plataformas extraen el crudo.
«La industria petrolera en Noruega es muy fuerte, y lleva muchos años presentando el petróleo nacional como si fuese más limpio que el de otros países. Nos intentan hacer creer que extraer hasta la última gota es, de hecho, bueno para el clima. Por supuesto, esta no es la verdad, pero muchos noruegos piensan que el petróleo es parte de la solución y no el problema. Noruega es un país rico gracias a la contaminación, ¿qué derecho tenemos a ser los que extraigamos hasta la última gota? ¿No deberían tener ese derecho algunos países menos desarrollados?», se pregunta Skojldvaer.
La líder de la organización juvenil es optimista en cuanto a las acciones emprendidas, pero se mostró preocupada por la falta de tiempo: «Creo que vamos a conseguir cambiar las cosas, pero no estoy segura de si será demasiado tarde.»
Elecciones
Además, los ecologistas temen que las próximas elecciones parlamentarias, que se celebrarán el 11 de septiembre, puedan poner sobre la mesa la opción de abrir a la explotación el archipiélago de Lofoten. Las islas, consideradas de alto valor ecológico, han estados protegidas por una moratoria los últimos cuatro años. Sin embargo los dos principales partidos del país están de acuerdo en abrirlas a la industria petrolera.
«Estamos intentando hacer de Lofoten una cuestión importante durante la campaña, obligarles a hablar sobre ello,» afirma Skjoldvaer, añadiendo que el gran desafío será incluir el mensaje del clima en el discurso, y «no sólamente hablar de la industria pesquera y la naturaleza».