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Ted Trainer: “El modelo va a tener que cambiar, nos guste o no”

Entrevista al filósofo australiano Ted Trainer, especialista en decrecimiento. "La crítica en mi trabajo no es hacia las energías renovables, sino hacia la tesis de que pueden alimentar una sociedad de alto consumo energético como la que tenemos ahora".

El pasado 2 de agosto fue el conocido como Overshoot Day, o día en que los humanos empezamos a vivir de prestado sobre la Tierra. A partir de ese día, el consumo de los humanos excede la capacidad para renovar los recursos el mismo año. Al mismo tiempo, los efectos del cambio climático recuerdan a diario que la humanidad está consumiendo demasiada energía.

Ante la crisis energética y de recursos, un retorno a un modo de vida más simple. Esa es la propuesta de Ted Trainer, filósofo nacido en Australia en 1941. Durante décadas, Trainer ha construido su alternativa al modelo de crecimiento basado en el libre mercado: Un sistema basado en pequeñas comunidades autosuficientes, cooperativas y que eviten el exceso de consumo que hoy está presente en los países ricos.

Trainer, que se confiesa admirador de las iniciativas anarquistas y ecorrurales españolas, tanto durante la Guerra Civil como en la actualidad, habló por teléfono con La Marea de la importancia de este momento histórico, la imposibilidad de que las renovables sustituyan a los combustibles fósiles y el error de pensar que la tecnología nos salvará.

¿Qué ha cambiado desde que escribió La vía de la simplicidad en 2012? ¿Hay lugar para el optimismo, viendo como está el mundo hoy?

Creo que las cosas están cambiando rápido, y eso trae buenas y malas noticias. El sistema, por supuesto, está cada vez peor y trata peor cada vez a más gente. Es obvio que esto ha supuesto el aumento de apoyo que Trump necesitaba, así como olas de insatisfacción política tanto en Europa como en Australia.

Creemos que esto no es del todo malo, porque significa que la gente está empezando a darse cuenta de que el sistema no les va a proteger, y no podemos avanzar en el desarrollo de alternativas hasta que un número importante de personas se de cuenta de ello.

¿Cómo podemos avanzar hacia un modelo de vida más simple?

Obviamente, no podemos avanzar en la dirección que queremos a no ser que una gran cantidad de gente esté de acuerdo en que es la mejor manera de salvar el planeta. Hasta entonces, no podemos hacer más que trabajar en la idea.

Por supuesto, los recursos del planeta no permiten que este modelo de abuso continúe, así que va a tener que cambiar, nos guste o no. La buena noticia, creemos, es que la simplicidad será un modelo mucho más satisfactorio, menos propicio para el estrés y los problemas derivados de la escasez y el desempleo.

Una de nuestras mayores tareas es conseguir que la gente lea los argumentos que presentamos, los evalúe, y decida si realmente podríamos gozar de una vida mucho más relajada y gratificante, si nos salimos de este modelo.

¿Qué puede hacer una persona antes de decidirse a adoptar un modelo de vida más simple?

Hablar. Hablar tanto como pueda. Visibilizar las contradicciones que encuentre en su día a día. No estoy diciendo que no haya otras formas de avanzar, pero nada es tan importante en este momento como ayudarnos a cambiar la conciencia de la gente.

No todos podemos tener un nivel de abundancia como el de los países ricos, pero la gente, como es natural, es lo que quiere. Es lo que han aprendido del sistema. Si en países como Grecia, en el que el ciudadano medio se ha empobrecido terriblemente por culpa del sistema, quieren volver al punto de partida, ¿por qué no querrían en otras naciones?

Nuestro trabajo a medio plazo es ayudarles a entender que esto no es posible, pero hay una alternativa: una vía de simplicidad basada en comunidades cooperativas que, siendo autosuficientes, se apoyen unas a otras. Esto puede proporcionarnos a todos una mayor calidad de vida.

Todo el mundo puede ayudar. No tienes que ser rico, ni tener gran elocuencia, ni contactos. Simplemente tienes que usar cada oportunidad, cada día, para mantener la exposición de estas contradicciones en la agenda: que la vía de la abundancia no es viable, pero que hay otra manera.

Si conseguimos que cale este mensaje, entonces podremos plantearnos la revolución que necesitamos.

Por supuesto, para alguna gente, no para todos, hay otras maneras de participar, construyendo experiencias piloto y sistemas alternativos. Un buen ejemplo es el movimiento de las Comunidades de Transición, e involucrarse en ellas también ayuda mucho.

Llama la atención en su trabajo la crítica a una transición a un 100% de energías renovables. ¿Por qué?

Nuestra postura en cuanto a las energías renovables es muy fácil de malinterpretar. Estamos completamente a favor de las energías renovables. Queremos que haya una transición hacia un 100% de energías renovables tan rápido como sea posible. Tenemos que salirnos de los combustibles fósiles ya.

La crítica en mi trabajo no es hacia las energías renovables, sino hacia la tesis de que pueden alimentar una sociedad de alto consumo energético como la que tenemos ahora.

Muchas personas bienintencionadas, preocupadas por el estado del planeta y el clima, asumen que podemos simplemente pasarnos a placas solares y aerogeneradores y seguir viviendo como vivimos ahora. Eso es lo que creo que no es verdad.

No digo que mi punto de vista sea el correcto, porque seguimos tratando de calcular el potencial y los límites de estas tecnologías. Sin embargo, por los estudios y análisis que tenemos, parece que está bastante claro que no nos podemos permitir el suficiente equipo material para reemplazar todo el consumo de combustibles fósiles que tenemos ahora, y seguir viviendo en la abundancia energética.

No criticamos las energías renovables, ¡al contrario! Lo que decimos es que, a no ser que avancemos hacia un modelo más simple que no requiera tanta energía como usa una persona media en un país rico hoy, no podremos vivir bien de las renovables.

¿Puede salvarnos la tecnología?

No. Esto es algo sobre lo que tenemos gran cantidad de análisis y argumentos sólidos. Es muy poco probable que algo así ocurra.

Para mediados de siglo se espera que la Tierra tenga unos 9.000 millones de habitantes. Si queremos satisfacer sus necesidades, y atendiendo a las proyecciones de crecimiento económico, para entonces, tendríamos que estar produciendo entre 10 y 20 veces más productos de consumo que los que fabricamos ahora.

Al mismo tiempo, los recursos cada vez son más escasos: minerales, pesca, agua… así que estaríamos asumiendo que la producción seguirá creciendo, al tiempo que la demanda de recursos se reduce dramáticamente. No sólo es ridículo asumir esto, sino que si miras la relación histórica entre producción y demanda de recursos, verás que están muy relacionadas.

Algunos optimistas hablan de separar la producción económica del uso de recursos, a través de la tecnología. Pero la realidad es que esa separación debería ocurrir a una escala enorme. En los últimos 20 o 30 años, no hemos visto prácticamente ninguna separación, así que consideramos extremadamente improbable que la tecnología pueda aportar nuevas maneras de producir cada vez más, al tiempo que reducimos el impacto sobre el planeta.

¿Cómo es la «vía de la simplicidad»? ¿Cómo sería la vida diaria de un ciudadano medio en su modelo?

Invertimos mucho tiempo y mucho esfuerzo tratando de esbozar cómo podrían ser las cosas. Hay muchas alternativas y el rango de tiempo en que podríamos alcanzar tal modelo también varía, pero intentaré dar alguna idea.

Para empezar, nuestro estilo de vida tendría que ser materialmente mucho más simple, desde el punto de vista del uso de recursos. También sería menos intensivo energéticamente. El sistema económico convencional no hace otra cosa sino aumentar la producción constantemente, así que necesitaríamos uno prácticamente nuevo.

Tendríamos que vivir en comunidades cooperativas pequeñas, autogestionadas y prácticamente autosuficientes. La principal tarea sería cooperar para construir economías locales para satisfacer las necesidades locales a partir de recursos locales. Y aún necesitaríamos una pequeña cantidad de grandes industrias centralizadas, para producir ciertos bienes a escala masiva, como por ejemplo acero.

Hay mucho margen dentro de estas comunidades para la propiedad privada y para que algunas funciones las lleve a cabo el mercado. Pensamos que, en los primeros pasos de este modo de vida, las funciones económicas no deben ser alarmantes o revolucionarias, ni suponer violencia. A medida que el modelo avance podremos decidir lo que queremos hacer y en qué dirección ir. En 10 o 20 años tendremos la experiencia para ampliar o reducir las fuerzas de mercado o la propiedad privada.

Es importante que no seamos demasiado dramáticos, porque en las próximas dos décadas vamos a vernos obligados, por la escasez de recursos, a tomar decisiones sobre la economía global. Tenemos tiempo de construir estas alternativas de manera global y así explorar lo que queremos hacer.

Lo importante, al final, es que el objetivo de la vida no será ganar dinero o tener éxito, sino vivir de manera segura en una comunidad cuyo objetivo principal será cuidar los unos de los otros, y no trabajar tanto para comprar casas y bienes de lujo. La consecuencia directa es que no tendrás que trabajar más que un par de días a la semana, y el resto del tiempo podrás dedicarlo a tus aficiones, o a tu jardín, o a tomar el sol si lo prefieres. Suena a utopía, pero ya hay gente que lleva décadas viviendo así.

Al menos desde Georgescu-Roegen en los 1970, numerosos académicos han defendido la vía del decrecimiento, pero nunca ha sido debatida como un argumento central en el discurso económico. ¿Qué le hace pensar que la situación puede cambiar ahora?

La situación ya ha cambiado. Es totalmente diferente ahora. El mundo nunca ha tenido un periodo de abundancia tan pronunciado como el que empezó tras la Segunda Guerra Mundial. El modelo empezó a tener problemas en los 1970 y los 1980, pero todavía podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que la mayoría de la gente en los países ricos puede ir a los supermercados y comprar productos. No ha habido muchos incentivos para hablar de estas cosas.

La situación, no obstante, está cambiando rápidamente. No sólo hay una escasez creciente de recursos, incluyendo el petróleo, sino que la economía mundial ha demostrado ser extraordinariamente frágil. Es muy probable que entremos en otra crisis financiera global en los próximos años, porque el crédito está de nuevo por las nubes.

Mucha gente va a darse cuenta muy pronto de que el sistema actual no va a mantenerlos. No sólo no va a hacerles más ricos, sino que los hará más pobres. Podrán ver entonces los ejemplos que tenemos en marcha, y valorar los incentivos que el modelo de la simplicidad puede ofrecerles.

Foto de Ted Trainer: Green Left Weekly

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