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Conversaciones entre jóvenes feministas
Cuatro chicas entre 19 y 21 años disertan sobre el amor, el feminismo, la violencia de género, la religión, la familia...
“Illo, nada, pues vale”, dice Teresa acorralada por sus amigas ante una teoría que no comparten. “Es que Teresa cree que el amor como reacción química dura… ¿cuánto?”, pregunta María. “Tres años y ya está. Luego te acostumbras a la otra persona”, insiste Teresa.
María: ¡Pero eso es horrible!
Teresa: Ea, pues eso es lo que yo creo.
Ana: Pues nos moriremos de pena. Yo veo a mis padres que se escapan los dos solos felices.
Teresa: Yo también veo eso en mi casa. Pero no me digáis que no, porque te tienes que acostumbrar, ves a esa persona todos los días el resto de tu vida y te acostumbras. ¿Tú no estás acostumbrada a verme a mí todos los días?
Ana: Sí.
Teresa: Ea, pues lo mismo es.
María: ¡Y si no te vemos te echamos de menos! (Risas)
Delfi: Pues yo creo que el amor es…
Explotan a carcajadas, sentadas en un banco de espaldas al Guadalquivir, como cuatro jóvenes filósofas de este siglo. Con zapatillas una, con el pelo rapado otra, con las uñas de colores, con la libertad de haber nacido en libertad, en familias donde la igualdad pone cada día la mesa. Teresa tiene 21 años, María, 20. Delfi y Ana, 19. Estudian Periodismo en Sevilla. “Lo más importante es que te haga sentir bien esa persona porque el amor empieza en uno mismo. Si tú no te quieres a ti mismo, no puedes querer a nadie. Y que te quieran tal y como eres”, reflexiona Ana. “El amor es una locura”, ríe.
María: Puede ser que dos personas completamente diferentes se quieran, se sientan atraídas y quieran compartir algo.
Teresa: Pero si no tienes nada en común con esa persona, o sea nada, nada. ¿Así vas a tener una relación? ¿Pues de qué vas a hablar?
María: Puedes aprender cosas nuevas.
Teresa: Sí, evidentemente, pero tienes que tener un punto en común con esa persona.
Delfi: Puede que haya cosas en común pero todo igual no va a ser. Si no me enseña nada ni yo le enseño nada…
María: No se aportaría nada y cuando te gusta una persona te tiene que aportar.
Ana: No hay que centrarse tanto en los gustos.
Teresa: Bueno, pues retiro lo de los gustos.
María: Dos personas totalmente opuestas se pueden enamorar, eso puede surgir.
Teresa: Yo no le veo futuro. Tienes que aprender de la otra persona, pero si no te aporta nada, ¿para qué quieres estar con otra persona?
María: Lo más importante es que esa persona no intente cambiarte.
Ana: Es difícil que ocurra, pero es real.
Delfi: Es utópico.
Ana: Pero hay mucha gente que tiene eso.
Y la conversación, como las buenas discusiones filosóficas, retorna al origen. “Vamos a ver, ¿quién, quién tiene eso? Eso pasa en la generación de tus padres y en la de mis padres porque yo ahora… no me veo en el futuro aguantando a una persona ni que nadie me aguante a mí”, espeta Teresa. “Pero es que no es aguantando”, corrige Ana.
María: No se trata de aguantar, es amor, Teresa.
Teresa: A ver, aguantarlo por decirlo de algún modo, que sois muy literales. Vivir, convivir, querer, no creo que una persona me vaya a querer toda mi vida, ni yo a ella ni ella a mí. Vamos a ver, yo no lo veo. No digo que no exista ni que no pase, pero que lo veo como una cosa muy difícil y que tienes que tener una suerte increíble. Porque si no, yo no creo que eso te vaya a pasar a ti por la cara.
Ana: Yo no me cierro en banda.
María: Pero si le ha pasado a tus padres y a tus abuelos…
Teresa: Que es otra generación, tía, que ahora…
María: Pero la gente sigue teniendo sentimientos.
Ana: Yo conozco a parejas que a lo mejor no duran toda la vida, pero se quieren y se respetan.
María: ¿Y por qué no pueden durar toda la vida?
Teresa: Porque no, María.
Delfi: Yo tengo una amiga que está con su novio desde hace cinco años, discuten, tienen sus rollos y están bien.
Teresa: ¿Y tú crees que van a durar toda la vida?
Delfi: Yo creo que sí.
Violencia machista
Respeto es la palabra en la que todas coinciden: respeto por encima de cualquier cosa, que uno no se obsesione con el otro, que cada persona es un individuo independiente. No entienden por qué se publican libros como Cásate y sé sumisa, por qué dicen barbaridades algunos curas. “La religión es lo que más favorece la discriminación de las mujeres”, opina María. “Lo que más anula la igualdad”, añade Ana. Y, sobre todo, no comprenden por qué los hombres matan a las mujeres.
María: Estamos inmunizados. Es algo del día a día, no se ve como algo que se tiene que acabar. Cuando sale en las noticias otra asesinada, dices ‘otra’, pero nadie le da la importancia que se merece.
Ana: A mí me da miedo que no se le dé importancia. Pero es que yo leo una noticia de esas y me preocupo, sí, pero luego dejo de darle importancia porque no está fuera de lo común. Y es horrible pensar esto. Es que es casi a diario.
María: Pero es que lo peor es que en el siglo XXI se sigan matando a mujeres.
Teresa: Es que lo peor es que está en nuestras vidas. Tú llegas, pones el telediario, escuchas y dices, ‘mira anda, han matado a otra mujer’, pero luego te quedas tan tranquila, porque como lo ves cada día es lo normal, es una mentalidad a la que estamos acostumbradas.
Y no han nacido con la mentalidad de sus abuelas. Han nacido en la época de internet y están creciendo con las redes sociales. Una etapa en la que, como dice María, “es más fácil que las últimas conexiones de whatsapp rompan más parejas que las Erasmus”. O en la que, como asegura Teresa, “quitar la última conexión del whatsapp es un desahogo, es libertad”. Porque ya no va a haber nadie que esté vigilando si has leído su mensaje, si le has contestado o si te has conectado. “Illo, déjame, que si quiero te contesto y si no, no. No estés controlándome, déjame, que te contestaré si a mí me da la gana”, afirma Teresa, que concluye que las nuevas tecnologías para las parejas son lo peor.
Teresa: Ahora vas de listo por el whatsapp y en realidad no sabes ni de lo que te están hablando. En persona es más natural, no dices, un momento, que no sé de qué me estás hablando, lo voy a buscar…
María: Espérate un momento, ahora seguimos con la conversación…
Teresa: Es como si fueras una inculta o una ignorante. Illo, pues si no lo sabes se lo preguntas y le dices, no lo sé, explícamelo. Y eso ya la gente no lo hace. Es como que si preguntas algo quedas mal. Y no, que te le expliquen y punto, y aprendes y no tienes que estar buscando en Google de qué te están hablando porque no te enteras. Me parece muy falso todo.
Delfi: No es que por la última conexión del whatsapp se vaya a montar la pelea del siglo entre dos personas, pero es verdad…
Ana: Que le acabas dando más importancia de la que tiene. Yo creo que estamos dejando de hablar más entre nosotros porque ya lo hemos hablado todo por Facebook, por whatsapp, incluso compartiendo cosas por Twitter y no nos queda por compartir nada cuando estamos con personas físicas. Por Facebook te hablo mucho y ji ji ja ja pero luego te veo y no te digo nada.
Maternidad
Lo confiesan. Ellas también se enfadan cuando la otra persona no les responde a pesar de haberse conectado. ¿Han sufrido discriminación? ¿Perciben machismo a su alrededor? Realizan un repaso mental y se les viene a la cabeza bastantes episodios. “Hay chavales que tienen que quedar por encima de ella, de la forma que sea, por ejemplo, ‘yo saco mejores notas que tú y me lo paso mejor que tú y si tú te lo has pasado bien con tus amigas, yo me lo he pasado mejor’. No es que te esté maltratando, pero ya hay ahí una superioridad que ejerce él sobre ella. Yo lo he visto y al final me parece lo mismo, machismo, de otra manera, pero es machismo”, admite Teresa. Ana asegura ver a sus padres, incluso en las discusiones, hacerlo como iguales. “Pero ahora hay parejas que tienen la misma edad que yo y él le dice a ella qué tiene que hacer, cómo lo tiene que hacer y ella está como un perrito faldero al lado. Incluso ahora hay un poco más de machismo que en relaciones de gente que ahora tienen 40 o 50 años, es lo que yo he visto en mi experiencia”, afirma Ana.
Teresa introduce un nuevo elemento: “Yo no veo diferencias entre el hombre y la mujer en mi familia. Pero sí en familias de mis amigas. Si la hija tiene un amigo gay, eso está bien, pero si ella es lesbiana, eso está mal. Como que las chicas no pueden ser homosexuales, y en los chicos está mejor visto. Incluso en ese ámbito hay diferencia.
María: Y me miras a mí…
Teresa: Tía, ¿a quién vamos a mirar?
María: Yo en ese caso he tenido suerte con mis padres, son modernitos.
Delfi: Lo de las lesbianas está menos visto y está como menos asimilado.
Teresa: Hay tíos, yo es que flipo, que ven a dos lesbianas y ya es como que es su fantasía sexual, ya las tratan como…
Ana: Es verdad, es horrible. Es que yo he tenido amigos que me han dicho que les encantan ver a dos tías liándose, pero es increíble. Eso sí que es machista.
Teresa: Es que ni para eso pueden estar tranquilas, vamos.
Ana: A mí eso siempre me ha dado mucho coraje.
María: Yo creo que pasarán 200 años y seguiremos igual.
Ana: ¿Por qué dos tíos no pueden liarse delante de mí para ponerme a mí, sabes? Es que… Pasamos a los hijos, a la maternidad, al derecho al aborto, a las políticas del Gobierno…
Delfi: En el futuro sí quiero ser madre.
Teresa: Sí, pero no ahora, ¿te imaginas? En un futuro sí, pero bastante mayor. Ni a los 30 ni a los 35.
Ana: Depende mucho de la calidad de vida que pueda tener porque como está ahora el trabajo y todo… plantearte tener una familia sin un trabajo, sin vivienda es como… ir a la locura totalmente.
María: Yo debo ser la oveja negra porque nunca me lo he planteado. Una familia ideal, no.
Ana: No, tampoco es familia ideal. Es verdad que te meten en la cabeza desde chicos el tener…
María: Nunca lo he pensado. ¿Os imagináis a una minimaría con rastas?
Ana: Ahora creo que tenemos más libertad en ese ámbito, como que no hay una presión de que tenemos que construir una familia el día de mañana, la mujer como individuo solo se concibe más.
Teresa: Pero desde pequeña te están diciendo qué quieres ser de mayor, que si te vas a casar, que si quieres tener niños. Te están indicando que lo normal e ideal es que tengas una familia, una familia feliz, con el padre de familia, y cuando te vas haciendo mayor, llega una edad que sí, pero cuando cumples los 20 no te pones a pensar en que tengo que tener un marido, un niño y una casa y más ahora.
Ana: Pero antes estaba más cerrado.
María: Yo estoy contigo. Ahora no se impone tanto eso y antes sí.
Delfi: Ahora es más ‘primero la carrera, luego el máster, luego el trabajo y después ya…’
María: Si eso, tienes hijos.
Ana: A mí mi madre desde chica siempre me ha dicho, tú el carné del coche, una carrera y un trabajo, y luego búscate un hombre y si quieres ten hijos, pero lo primero es lo primero. No sé, no creo que su madre le dijera eso en su momento a ella.
Teresa: Pero con la ley del aborto te han estado dejando caer que no puedes ser independiente, que tienes que tener un hijo, vamos. Que tienes que tener una familia y que si te quedas embarazada te aguantas y tienes que tener el niño. Yo lo veo así. Una manera indirecta para obligarte a formar la familia conservadora.
María: Estamos volviendo un poco a la familia tradicional, la mujer en casa con los niños y el hombre que trabaje.
Delfi: Primero nos tenemos que independizar, tener nuestro trabajo y tener nuestro lugar dentro de la familia.
Ana: Se no está cerrando un montón de caminos. Yo no sé si a una madre soltera con niño le darán beca, pero tampoco te prestan una ayuda.
María: Si tienes tres te dan más becas. (Risas)
Ana: Una de las primeras preguntas en el trabajo es si te estás planteando tener hijos ahora. ¿Cómo te van a preguntar eso?
Delfi: Eso es denigrante, sobre todo haciendo el mismo trabajo y esforzándote igual. Me parece fatal.
Teresa: Vamos a ver, ¿es necesario que lo sepas para que yo trabaje aquí? ¿Pongo en el currículum si estoy embarazada?
Delfi: Es que es personal, no tendría por qué importar a tu ámbito de trabajo.
Teresa: Ni le tiene que importar si tienes pareja estable o no. Yo mi trabajo lo hago igual.
Están, pese a tenerlo claro, desanimadas. Por mucho que la gente se queje, dice Teresa, el Gobierno va a hacer lo que quiera. Para evitarlo, tendrían que salir todas las mujeres a la calle. “No creemos que las cosas se puedan cambiar y habría que empezar por ahí, por entender que podemos cambiar las cosas”, reflexiona Teresa.
María: Nos machacan tanto que llega un momento en que tú dices, me da igual, es que paso, porque haga lo que haga no van a cambiar.
Ana: Ya, pero no podemos caer en eso.
María: No, por supuesto que no.
Feminismo
Sentadas en el mismo banco, de espaldas al Guadalquivir, valoran la lucha histórica del feminismo, que definen como el equilibrio entre los hombres y las mujeres, como una justicia entre los dos, que ninguno esté por encima del otro. Que nadie es más que nadie. Ni el hombre ni la mujer, que son iguales. Que el feminismo, continúan describiéndolo, no es lo contrario del machismo, como cree aún la abuela de Ana. Hay que hacer entender a todas las generaciones qué significa el feminismo, insisten. Porque hasta ellas, que tienen amigas que han entrado en “adopta a un tío” para ligar, también tienen amigas a las que sus parejas les prohíben salir con otros chicos. Y profesores que se han tomado a risa esa cosa de la igualdad. “¿Tú no quieres igualdad? Pues hazme las mismas flexiones que este. Llevan la igualdad a un extremo que no es igualdad, sino ponerte en ridículo porque yo te digo que quiero igualdad”, cuenta Ana.
María: Lo sufriremos, pero como estamos tan acostumbradas no lo vemos o no creemos que sea machismo.
Ana: Lo tenemos tan interiorizado ya… A veces el machismo es súper sutil e incluso te lo aplicas a ti misma sin querer muchas veces.
Delfi: Yo en mi ámbito nunca he sufrido machismo pero es verdad que puede ser muy sutil, y muy camuflado.
Ana: Yo tengo un hermano un año más chico y yo empecé a salir y mis padres me ponían una hora para llegar a casa y cuando empezó a salir él era como que todo vale, vuelve a la hora que quieras, como quieras, más libertad. Y yo no sé si eso será machismo pero yo me sentía como inferior. ¿Yo no me merezco tener la misma libertad que mi hermano por ser una mujer? No sé. ¿Por qué no?
Este artículo fue publicado originalmente en Andalucesdiario.es.