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Cansada de obedecer

"Juana no es jueza pero es víctima como Karen y está cansada de obedecer leyes injustas. Pero su posición es mucho más frágil", escribe el jurista y escritor Antonio Manuel.

Asistí hace unos años a la audiencia pública de la Corte Interamericana de Derechos Humanos celebrada en Bogotá. También era verano. Se juzgaba el caso de Karen Atala e hijas contra el Estado de Chile. Y la vida me regaló la oportunidad de ver y escuchar a Karen. Discriminada por lesbiana. Acudió al juicio despeinada, sin maquillar, elegante, serena, íntegra. Nadie en la sala le preguntó por el encarcelamiento interior que sufrió durante su primer matrimonio. Tuvo un hijo. Nadie le preguntó por el encarcelamiento interior que sufrió durante su segundo matrimonio. Tuvo tres hijas. Pero todos le preguntaron por las terribles secuelas que padeció tras su liberación emocional cuando confesó a su segundo marido que era lesbiana. Acordaron separarse. A Karen le correspondió la custodia de sus hijas con derecho a visita del padre. Ella es juez. Él, fiscal. Por motivos de trabajo, Karen se vio forzada a trasladarse y decidió vivir en el nuevo destino con su pareja. Una mujer. Fue entonces cuando el padre solicitó la custodia alegando que este modelo familiar de convivencia afectaría negativamente a las menores. El tribunal desestimó sus pretensiones. Pero la fiscalía, por orden de no se sabe quién, procedió a una investigación sin preaviso con el único objetivo de estigmatizarla por su lesbianismo y “promiscuidad”. Preguntaron a los funcionarios que Karen tenía a su cargo. Rastrearon su ordenador. Sus llamadas de teléfono. Y aunque no hallaron pruebas de perjuicio alguno para sus hijas, la Corte Suprema de Chile empleó la vía disciplinaria para corregir a sus jueces de apelación. Karen no fue parte del proceso. Nadie le preguntó. Tampoco a las niñas. Y le quitaron la custodia. Por lesbiana. Y promiscua.

“Cansados de obedecer” fue el lema empleado por los comuneros en su levantamiento contra la monarquía austriaca en España. Estaban hartos de impuestos injustos. De la privación de sus derechos. De las imposiciones de un rey extranjero que no hablaba su lengua, ni entendía sus razones, ni compartía su corazón. Los emperadores sólo emplean este órgano para bombear sangre, no para perderla. Por eso los mató. Perdieron. Estaba escrito. Como canta Drexler, habrá otras guerras y perderemos los mismos. Los débiles. Pero al menos ellos hicieron lo que creyeron que debían hacer. Estaban cansados de obedecer y desobedecieron. Igual que Karen. Quizá no habría ocurrido lo mismo de no ser jueza. Pero precisamente por eso, hizo lo que debía hacer y reclamó justicia ante la Corte: “para que nadie sufra lo que sufrí yo”.

Juana no es jueza pero es víctima como Karen y está cansada de obedecer leyes injustas. Pero su posición es mucho más frágil. Como una mariposa en un incendio. Soy jurista y profesor. Enseño a mis alumnos y alumnas que la ley debe ser la garantía de los débiles. Cuando no es así, se convierte en un cuchillo desalmado que nunca ofende a quien la empuña. Yo no les pido que desobedezcan sino que empuñen las leyes con corazón para hacer justicia. No me cabe la menor duda que jueza y fiscal habrán estudiado minuciosamente el caso para evitar el infierno que está padeciendo Juana. Y si al final les ha sido imposible, será porque unas leyes sin corazón les obligan a cometer una injusticia. Llegado a este extremo, a la víctima sólo le queda cumplir esta condena inhumana o desobedecer por humanidad. Juana es mujer y madre. Para ella, sólo existía la segunda opción. Y al ejercerla, asumiendo el enorme coste vital que se le viene encima, ha dejado a los políticos sin ninguna: reformar con urgencia este modelo infame que favorece a maltratadores.

Desde este reducto de libertad individual, invito a quienes estéis cansados y cansadas de obedecer a avalar a cuántas Juanas encontréis por el camino. Sé que los comuneros perdieron. Y que estamos maniatados por el sistema. Pero como Karen, lo utilizaremos para pedir justicia y democracia. Seguro que así ganaremos la batalla.

Antonio Manuel es jurista y escritor. Su último libro es El soldado asimétrico @antoniomanuel__

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Comentarios
  1. Algunos jueces no merecen ese nombre. Una jueza que no sabía lo que era un servidor web falló en mi contra en un juicio por una web que me acusaban de no haber terminado. Todavía me pregunto cómo se atrevió a juzgar con su ignorancia. La justicia está en manos de ignorantes muchas veces. No es que tenga nada que ver con este caso, pero pienso que muchas veces los jueces son demasiado osados o sus miras son tan estrechas que no debería autorizárseles a ser jueces de vidas humanas.

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