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Kelsey Davenport: “Se ha destruido el 90% de los arsenales químicos”

La experta de la Arms Control Association exige a EEUU y Rusia que den más pasos para erradicarlos completamente.

Kelsey Davenport

Esta entrevista a Kelsey Davenport está incluida en #LaMarea49

La experta de la Arms Control Association, Kelsey Davenport, ve progreso en la erradicación de las armas químicas pero exige a EEUU y Rusia que den más pasos. Responde desde la sede de esta organización en Washington por correo electrónico.

¿Cuáles son los errores más frecuentes al hablar sobre armas químicas?

Sigue habiendo mucha confusión sobre qué son las armas químicas y qué tipo de químicos están prohibidos bajo la Convención sobre Armas Químicas. El gas lacrimógeno, por ejemplo, está prohibido en escenarios de guerra, pero hay excepciones legales para su uso doméstico, en casos como el control de disturbios. El fósforo blanco, usado en municiones iluminantes o para crear pantallas de humo, se confunde con un arma química. EEUU y Arabia Saudí han sido acusadas de violar la Convención por usar fósforo blanco en Iraq y Yemen respectivamente. Pero aunque el fósforo blanco puede ser ilegal si se usa con fines incendiarios, no se trata de un arma química. También hay confusión sobre el gas cloro, porque se utiliza con fines industriales, y es legal poseerlo, pero su uso en combate supone una violación de la Convención.

¿Es posible pensar en la erradicación de las armas químicas considerando la actitud de las naciones más poderosas?

La Convención fue un éxito rotundo en la reducción de arsenales químicos y la creación de una normativa contra el uso de químicos tóxicos. No obstante, todavía hay que hacer cambios en el tratado. Que Rusia proteja a Siria en el uso de armas químicas es un serio problema. En los 90, los oficiales estadounidenses dijeron que era muy probable que Israel tuviera programas de armas químicas, pero Washington debería tener un papel más activo para que Israel se sume a la Convención y abandone las armas químicas que estén en su poder. Más allá de esos retos, tanto EEUU como Rusia siguen avanzando en sus obligaciones con este tratado para eliminar sus arsenales químicos. Eso es un signo positivo.

La Convención entró en vigor en 1997, pero se siguen usando armas químicas en distintos conflictos. ¿En qué fase de implementación se encuentra el tratado?

En octubre de 2016 el tratado contaba con 192 países y habían sido destruidos el 90% de los arsenales químicos de todo el mundo. Además, los arsenales de EEUU y Rusia avanzan hacia su destrucción total, previstas para 2020 y 2023 respectivamente. Seguir acercándonos a la plena destrucción de arsenales y mantener las normas internacionales contra el uso de armas químicas son claros beneficios de este tratado que la Administración Trump debe reconocer y apoyar. El uso continuado de armas químicas en Siria supone un desafío para la Convención. Establecer un conjunto de pruebas para responsabilizar a los culpables ayudará a fortalecer y mantener la norma contra el uso de armas químicas, y a evitar cualquier otra violación del tratado. Además, hay países que todavía no forman parte del mismo, como Egipto e Israel, y deberían ser presionados para firmarlo.

¿Hasta qué punto es difícil desarrollar o transportar armas químicas?

Hay diferentes tipos de armas químicas que pueden ser fabricadas y transportadas con mayor o menor facilidad. Los agentes nerviosos como el VX o el gas sarín son más complejos. Las propiedades químicas de algunas de estas armas también dificultan su almacenamiento y su ensamblamiento en municiones durante largos periodos de tiempo. Por otra parte, el gas cloro es más fácil de obtener y producir, en parte debido a que el cloro se utiliza con fines industriales y es legal poseer esa sustancia.

Informes oficiales aseguran que parte de los arsenales químicos de Libia y Siria podrían estar en manos de grupos terroristas.

Está claro que los actores no estatales han desarrollado capacidad de producir armas químicas y tienen intención de usar químicos tóxicos en actos terroristas. La ONU y la Organización para la Prohibición de Armas Químicas están investigando las armas utilizadas en Siria. En 2016 este mecanismo investigador atribuyó los ataques químicos con sulfuro de mostaza al Estado Islámico. Los servicios de inteligencia estadounidenses también indican que el Estado Islámico tiene capacidad de producir sulfuro de mostaza. Además, Aum Shinryko, una secta de Japón, usó sarín en un ataque en el metro de Tokio en 1995.

¿Habría que prohibir también otras bombas con gran capacidad de dañar a objetivos no militares, como la GBU-43/B, conocida como “la madre de todas las bombas”?

Las armas químicas son aterradoramente únicas. Apuntan de manera indiscriminada contra objetivos civiles y pueden afectar a grandes áreas, lo que dificulta las labores de rescate o la respuesta de los trabajadores para auxiliar a las víctimas. Estas son las razones por las que el uso de armas químicas constituye un crimen de guerra y está prohibido. Pienso que es útil conversar sobre la responsabilidad en el uso de grandes explosivos convencionales contra objetivos no militares, pero esas bombas no son equiparables al uso de armas químicas.

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