Opinión
Las Juanas están en cualquier casa
"Juana Rivas ha huido de la injusticia, pero sigue habiendo muchas Juanas a las que no conoceremos hasta que la situación sea irreversible".
La primera vez que escuché el nombre de Juana Rivas se me vino a la cabeza otra Juana. Juana Vacas. Recuerdo a esta otra Juana vestida de negro, saliendo de los juzgados, callada, sin entender qué estaba haciendo allí, por qué le pedían que pagara las deudas del asesino de su hija. Al aceptar la herencia de su hija, Juana, de 73 años, había aceptado sin saberlo las deudas del que fue su yerno.
La movilización social llevó la historia de esta mujer de un pueblo de Jaén a las portadas y televisiones nacionales. La justicia, en este caso, se puso del lado de la justicia y evitó finalmente la consumación de un acto que además de injusto, era cruel e inhumano. El calvario, aun así, duró varios años.
Juana también se llamaba la mujer que «por humanidad» volvió con su marido recientemente, enfermo de cáncer. El hombre la asesinó antes de suicidarse. Esta Juana era Juana Monge y tenía 54 años. Juana, Juana González, era una niña de 14 años que fue asesinada por un hombre de 55 con el que mantuvo relaciones. La noticia no es de ahora. Ocurrió en los años 80 y entonces, según recortes de prensa, se justificaba de alguna manera la actuación del hombre, que se había derrumbado –pobre– por celos.
Han cambiado muchas cosas, se ha avanzado en muchas otras. Este mismo viernes se aprueba un Pacto de Estado contra la violencia de género. Pero sigue habiendo muchas Juanas a las que no conoceremos hasta que la situación sea irreversible. La Juana que se llamaba Andrea fue asesinada por su padre maltratador durante una visita no vigilada. Su madre, Ángela González, sigue clamando justicia como el que pide agua en el desierto.
¿Qué aconsejarías a una mujer que sea obligada a permitir visitas no vigiladas con un padre maltratador? «Que se vaya de España. Yo hoy me iría de España lo más lejos posible, sin pensarlo. De hecho, muchísimas veces me arrepiento de no haberlo hecho. En aquella época no lo pensé. Pensé algo peor, y también me arrepiento», respondió Ángela González en una entrevista realizada en Público.es.
Eso es lo que ha hecho Juana Rivas esta semana con sus hijos de 3 y 11 años. Huir de la injusticia. No entregarlos a su padre, condenado por maltrato y con otra denuncia por resolver. «Juana Rivas está en mi casa», dicen las muestras de solidaridad que se han multiplicado en las últimas horas. Las Juanas están en cualquier casa. María Salmerón es otra. Otra Juana que sigue peleando para evitar ir a la cárcel por las multas derivadas del origen de sus condenas: incumplir el régimen de visitas que su exmarido, condenado por maltrato hacia ella, tenía con la hija de ambos.