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François Ruffin: “Un discurso populista de izquierdas puede servir para canalizar la cólera”
François Ruffin, director del documental satírico ¡Gracias jefe! e impulsor del movimiento Nuit Debout, se presenta a las legislativas francesas.
ENRIC BONET, PARÍS // De Michael Moore a Pablo Iglesias francés. Con su documental satírico ¡Gracias jefe!, que vieron más de 500.000 franceses en las salas de cine y que recibió el premio César (el equivalente de los Goya) al mejor documental, François Ruffin (Calais, 1975) fue uno de los principales impulsores del movimiento de los indignados Nuit Debout de la Plaza de la República en París. Este periodista militante, que dirige la revista Fakir, pretende canalizar ahora la cólera popular presentándose como candidato en Amiens (norte de Francia) en las elecciones legislativas francesas, cuya primera vuelta se celebrará este domingo y la segunda el 18 de junio.
Ruffin explica a La Marea las motivaciones principales de su candidatura. Bautizada como Picardie Debout, la “Picardía en Pie”, esta ha recibido el apoyo de los insumisos de Jean-Luc Mélenchon, los verdes y los comunistas franceses. Esta unión de la izquierda francesa, inexistente en el resto del país, espera que le sirva para ser elegido diputado en una circunscripción de la que es originario el presidente Emmanuel Macron y donde el Frente Nacional obtuvo el 28% de los sufragios en la primera vuelta de las presidenciales.
Usted participó el año pasado en la creación de Nuit Debout, un movimiento inspirado en el 15M español y que se mostró crítico con la política representativa. ¿Por qué ha decidido presentarse ahora como candidato a las legislativas?
Inicié el movimiento Nuit Debout y lo hice porque estaba en contra de la reforma laboral [del gobierno socialista de Manuel Valls]. Pero siempre he pensado que la lucha debe llevarse a cabo al mismo tiempo en la calle y las urnas. Mi modelo es el Frente Popular francés de 1936. Entonces, una victoria en las urnas dio lugar a un amplio movimiento popular. En el caso de Nuit Debout, vi rápidamente cuáles eran sus límites en términos de implantación popular. Nunca hubo Nuit Debout en localidades obreras como Flixecourt y el movimiento estuvo demasiado aislado en la Plaza de la República en París. ¿Cómo podemos volver a entusiasmar a la gente? Quizás las elecciones son un arma entre otras.
¿Por qué el movimiento de indignación Nuit Debout no consiguió implantarse en Francia? El 15M en España dio lugar a las mareas ciudadanas…
En España la situación económica era mucho más catastrófica que en Francia. En vuestro país alcanzasteis unos niveles de paro y una crisis inmobiliaria catastróficos. Las contrarreformas que se han llevado a cabo en Francia son como un puntito en comparación con las que se hicieron en España. Además, los países tienen historias distintas. En Francia las reivindicaciones sociales todavía pasan por los sindicatos. Cuando se produjo la reforma de las pensiones de Sarkozy, se produjeron manifestaciones gigantes en Francia. Cuando emergió Nuit Débout, defendí una convergencia entre el movimiento y los sindicatos.
Uno de sus mantras políticos es la lucha en contra de la indiferencia. ¿Cómo intenta hacerlo a través de su campaña en las elecciones legislativas?
Intento poner fantasía y energía en la política. Tenemos un gran equipo haciendo campaña. Hacemos proyecciones del documental Merci Patron! (¡Gracias Jefe!) en los salones de casas de particulares. Tenemos un camión que nos acompaña durante la campaña en el que hacemos crêpes. Pienso que es un estilo que funciona y hay un montón de gente que se ha revitalizado por lo que hacemos.
Además, queréis promover vuestra campaña a través de la cultura popular…
Yo formo parte de esta cultura popular, no me hace falta hacerlo ver. He estado en las puertas de las fábricas desde que tengo 18 años vendiendo mi diario Fakir. Juego a fútbol cada domingo con un equipo que hace una gira por los pueblos de la región. He comido como mínimo un millar de salchichas en las puertas de las fábricas. Podría hacer una guía gastronómica comparando las salchichas de las fábricas de Goodyear, Whirlpool…
En las últimas elecciones presidenciales, se produjo una fractura evidente entre las clases obreras que votaron mayoritariamente por el Frente Nacional y las clases medias, sobre todo aquellas con un nivel de estudios más elevado, que lo hicieron por Macron. ¿Cómo la izquierda puede volver a unir las clases medias y las clases populares?
Primero de todo, hay que reanudar el vínculo con las clases populares y mostrarles que hay otra voz distinta a la del Frente Nacional para expresar su cólera. Luego, debemos mostrarles a las clases medias y las obreras que existen unos intereses convergentes. Cuando los funcionarios, los profesores o los enfermeros lamentan los recortes del gasto público, estos son golpeados por el mismo mal que el mundo obrero. Así que debemos mostrarles que existen causas comunas como el rechazo a la Europa del librecambio y la austeridad. Pero es cierto que actualmente se produce una división social muy fuerte en Francia en función de las desigualdades educativas. Es decir, si uno dispone de un nivel de diploma suficientemente elevado para sentirse protegido ante la globalización.
Reivindica la necesidad de difundir un discurso populista. ¿Qué puede aportar el populismo de izquierdas?
Un discurso populista de izquierdas puede servir para canalizar la cólera. Conseguir que la rabia de la gente no se dirija hacia los refugiados o los asistidos, sino hacia aquellos que dirigen la sociedad. Puede servir para volver a politizar aquellas personas que se sienten abandonadas. En cualquier caso, aquellas personas que lo pasan mal siempre necesitan un adversario. Así que es mejor que les designemos un adversario justo.
El 37% de los electores de condición obrera apostó por el Frente Nacional en la primera vuelta de las presidenciales. ¿Por qué las clases populares francesas dirigen mayoritariamente su cólera hacia los inmigrantes?
El voto al FN no se debe sólo al racismo. Por desgracia, cuando la gente lo pasa mal en Francia, suele votar por Marine Le Pen. El FN ha sido durante mucho tiempo el partido más visible en el terreno contestatario del tablero político. Pero actualmente vemos como emerge la figura de Mélenchon.
Además, las élites económicas resultan menos visibles que los inmigrantes o los refugiados.
Tenemos la ventaja ahora de que Macron mostrará una cara política de estas élites. Pero es cierto que las élites económicas no son visibles. Ha habido unos 800 reportajes sobre el cierre de la fábrica de secadoras de Whirlpool en Amiens y en ninguno de ellos se ha hablado de Jeff Fettig, propietario de Whirlpool. Tampoco ninguno de ellos cita el fondo Vanguard Group, que es el máximo accionista de Whirlpool y Monsanto.
Para combatir la desindustrialización y las deslocalizaciones industriales defiende la necesidad de aplicar medidas proteccionistas. ¿Por qué?
El proteccionismo sirve en el plano industria, agrícola, pero es necesario sobre todo en el plano democrático. Cuando un país tiene un modelo de economía abierta, sólo puede aplicar políticas liberales. Porque si prefiere aplicar políticas de progreso social, de transformación ecológica o de justicia fiscal, terminarán diciéndole que este país no es suficientemente competitivo. La palabra competitividad la entendemos todo el tiempo. Así que debemos ponerla entre paréntesis. Las tasas fronterizas, las barreras aduaneras o las cuotas de importación resultan buenas herramientas para amortiguar esta exigencia de competitividad.
¿Pero no teme que este proteccionismo favorezca una guerra entre los pueblos?
No debemos decir que estamos en contra de Polonia, sino de las multinacionales que se instalan en Polonia para aprovecharse del dumping fiscal, medioambiental y social. Pero actualmente ya nos encontramos en una guerra económica. Hemos permitido que los trabajadores se confronten entre ellos. No es una guerra que se lleve a cabo con las armas, sino en las fábricas donde los obreros son abatidos.
¿Qué se puede hacer para que esta guerra económica resulte comprensible para las clases trabajadoras y las clases medias?
Las clases populares en Francia ya son hiperconscientes de esta guerra económica. Si miras todos los sondeos sobre el amor al libre comercio o a la UE, las respuestas de las clases trabajadoras siempre son negativas. El 90% de los obreros franceses votó que no en el referéndum sobre la Constitución europea en 2005. Fue un verdadero voto de clase. Pero en cambio los que no son conscientes de esta guerra económica son las clases superiores o los intelectuales. Pero por una simple razón: a ellos no les afecta.
Los sondeos pronostican que Macron obtendrá una holgada mayoría absoluta y que la oposición parlamentaria será muy heterogénea. ¿La verdadera oposición al programa neoliberal del joven presidente, como su reforma laboral, se encontrará en la calle?
No creo que durante los primeros meses del quinquenio de Macron haya una movilización social fuerte. Soy escéptico respecto a ello. El gobierno estará legitimado por su resultado en las urnas y esto amenaza con deslegitimar a la movilización social. Tras una victoria electoral, el poder no puede ser contestado. En la cabeza de la gente, este es legítimo y hay que darle su oportunidad. No tengo ninguna duda de que aprovechará este estado de gracia para aprobar su reforma laboral durante los primeros meses de su mandato.