Los socios/as escriben

Donde no hay harina… el PSOE

"El PSOE se sigue presentando como un partido de izquierdas, pero creo que los términos de socialdemócrata-neoliberal lo definen mejor", reflexiona el autor.

Es muy conocido, y bastantes veces comprobado, el viejo refrán “donde no hay harina, todo es mohína”. Mohína, según el diccionario de la RAE viene a significar enojo, disgusto, tristeza, y también pendencia o reyerta. Pues, según los medios de comunicación, actualmente todo eso se da con abundancia en el llamado Partido Socialista Obrero Español. En el reciente debate entre los candidatos a la Secretaría General del partido pudimos comprobar que esta vez los medios de comunicación no nos engañan.

Y es que, según mi modesta opinión, en el PSOE hay muy poca harina. Claro que no nos referimos a ese producto con el que se elabora el pan. Naturalmente aquí significa otra cosa, lo que pasa es que dentro del PSOE el significado de harina es muy distinto para unos y otros. Para las bases, harina sería un gobierno de izquierdas que nos retornara al Estado de Bienestar pasado, que devolviera los derechos laborales perdidos e impulsara fuertemente la creación de empleo. Para los dirigentes del partido harina serían los sillones de ese gobierno. Unos opulentos sillones de ministro para unos cuantos elegidos y elegidas, y miles de silloncitos y silloncetes para una legión de vividores que sueñan con esos sillones, o por lo menos con una cómoda silla, que por ahí fuera hay mucho paro y la vida está muy achuchada. Y de lo que piden las bases, pues lo que se pueda, que no será mucho estando como están los de Bruselas y ¡los mercados!

Lo que parece muy poco probable es que en el PSOE  vuelva a abundar la harina, porque el partido socialdemócrata-neoliberal que fundó Felipe González sobre los restos del viejo partido socialista está totalmente agotado. El PSOE se sigue presentando como un partido de izquierdas, pero creo que los términos de socialdemócrata-neoliberal lo definen mejor. Tuvo una primera época en la que lo de socialdemócrata brillaba bastante. En España se salía de la nube gris del franquismo, así que todo resultaba novedoso y positivo. Además la socialdemocracia todavía se paseaba triunfante por Europa, resultaba fácil unirse a un carro vencedor. Pero ya entonces se sembraron las primeras semillas del neoliberalismo: privatización de empresas y venta a multinacionales del tejido industrial español. Y, por otro lado, con la práctica del pelotazo urbanístico, una forma rápida y fácil de hacerse rico, se impulsó el culto al beneficio económico, con la consiguiente pérdida de valores éticos.

Podemos ver que el PSOE tiene un discurso socialdemócrata y una política neoliberal, pero esos dos términos son radicalmente contradictorios. La socialdemocracia aspira a un bienestar general, mientras que el neoliberalismo defiende el enriquecimiento sin límites de los triunfadores en una competencia despiadada. Y los perdedores “que se jodan”.

Intentar mantener esas dos posturas forzosamente lleva a la ruptura de cualquier grupo. Además en la pugna que hay actualmente en el PSOE creo que tampoco serviría el triunfo claro de una de las dos tendencias. La socialdemocracia está en franco declive en toda Europa, parece utópico pensar que en España sí va a triunfar. Si, por el contrario, de estas primarias resultara un PSOE todavía más inclinado al neoliberalismo, tampoco el panorama resulta alentador. Perdería todavía más votantes, y poco puede esperar del poder económico que hoy no necesita para nada al PSOE.  Ya tiene a un fiel y sumiso PP para defender sus intereses, y si el PP se quema demasiado con el tema de la corrupción, ahí tienen a Ciudadanos como recambio. No parece, pues, que el PSOE pueda tener esperanza de mucha harina, y en ese caso seguirá o se acentuará la mohína.

Los que aspiramos a un mundo mejor, más justo, tenemos que buscar caminos nuevos, que indudablemente existen. Tenemos que trabajar para encontrarlos porque lo viejo no sirve. Y que no nos digan que no puede haber alternativa a un sistema tan irracional y bárbaro como el capitalismo.

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