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‘La mano invisible’: una película invisible que debemos ver

¿Pensamos cuando trabajamos? ¿Estamos en una sociedad tan democrática y alardeamos de la libertad pero no la tenemos para mejorar nuestras condiciones de trabajo? Estas son algunas preguntas que se hace nuestro socio después de ver la película dirigida por David Macián.

Invisible es la mano de la alienación de las ocho horas de trabajo (sin entrar de otras jornadas, en horas extras u otras condiciones en otras partes del mundo). Mucho se ha escrito sobre el tema pero pocos nos hemos parado a pensar en medio de tanto ajetreo del día a día. La mano invisible es una cooperativa en sí misma. Sus distribuidores nos explican, en el preestreno en otra cooperativa, los cines Zumzeig de Hostafrancs (Sants) en Barcelona, la construcción de esta película de la forma más interesante que encontraron. David Macián apostó por dirigir este largometraje basado en el libro de Isaac Rosa, escritor que colabora para varios medios, entre ellos La Marea. Rosa cedió todos los derechos del libro para que Macián dirigiera una película arriesgada, en forma y contenido, y lideró con todo un equipo la creación de esta gran película. Ya no solo por el tema que trata, el trabajo, sino por la forma de hacerla. Todo el equipo es productor ya que pusieron el capital de su trabajo y crearon la cooperativa: la propia película. No se cobró pero se aportó ese capital humano y forman parte de la propia producción. Cabe destacar también, por supuesto, los mecenas que colaboraron para que en vísperas del Primero de Mayo, La mano invisible se estrene en más de quince salas en el Estado español. Y entre otros, resaltar este medio, La Marea, que forma parte de los colaboradores de la película.

Para describir esta película, quiero plantear las preguntas que me han surgido tras haberla visto y cómo en menos de noventa minutos te ves reflejado en tu jornada laboral. Aunque esta no resuelve ninguna de las preguntas, sí las ha vuelto a poner en la cabeza de quienes arriesgamos a vernos reflejados en el espectáculo grotesco que es el mundo actual del trabajo:

¿Pensamos cuando trabajamos? ¿Vemos el daño mental, emocional e incluso psicológico que nos provoca ocho horas monótonas? Ya ni hablar de las condiciones y las exigencias cada vez peores y en peores condiciones. ¿Estamos en una sociedad tan democrática y alardeamos de la libertad pero no la tenemos para mejorar nuestras condiciones de trabajo? ¿Y para decir lo que pensamos libremente sin tener miedo a que te despidan? ¿Es tan real tal libertad que solemos repetir cuando miramos a otros países? ¿Son realmente ocho horas la que debemos trabajar y aguantar lo que sea pese a las condiciones? ¿Es mejor tener jefe o organizar el trabajo en colectivo? Con ocho horas insufribles y monótonas, ¿habrá trabajo para todos y todas? ¿Qué pasa con la salud mental y física? ¿Se valoran más los títulos y no realmente el buen trabajo que se pueda hacer? El trabajo es su medida, claro que dignifica y en el fondo lo es todo para construirlo todo y desde cualquier punto de vista pero ¿vivimos para trabajar o trabajamos para vivir? ¿Es lo único que importa? ¿Es esclavismo, realmente, es lo que leemos en los libros de historia? ¿Tantas horas no nos afectan en lo emocional y acabamos viendo enemigos donde no los hay: otros trabajadores y trabajadoras que están igual que nosotros? ¿Como usuarios (también trabajadores y trabajadoras) exigimos la disponibilidad a los demás por encima de cualquier cosa? ¿El cliente siempre tiene la razón? ¿Y los y las trabajadoras nunca? ¿Existen más formas de organizarnos que de jefe todopoderoso y asalariado que recibe órdenes? ¿Por qué está mal visto hacer la huelga o reivindicar derechos? ¿Qué papel juegan los medios, tanto fuera como dentro de sí mismos? ¿Y qué pasa con las cooperativas? ¿Y la solidaridad? ¿Todo  en esta sociedad lo tenemos que hacer porque nos mueve el dinero? ¿Y si nos moviera otras cosas y no tengamos que pensar siempre en sacar beneficios? ¿Siempre crecer y sacar beneficios a costa de destruir el planeta? ¿Y si por cumplir tu trabajo como «pringado» es posicionarse contra tus compañeros? ¿Y si es el trabajo que se te ofrece cuando buscas desesperadamente para mantener tu familia? ¿Y si hubiera renta básica? ¿Y si lo que producimos es para la sociedad y no para un porcentaje pequeño de ésta? ¿Y si dividimos el trabajo y ganamos en tiempo de formación, cultura, ocio y respeto?

¿Y si vemos y difundimos esta película para que la mayor cantidad de personas plantean más preguntas y pensemos en las salidas? En el fondo todos y todas lo que queremos es ser felices y trabajar lo digno para vivir mejor. Si lo que queremos es un mundo diferente, La mano invisible es una buen comienzo para hacerse estas y muchas más preguntas.

«Entender el cine y entender el mundo», Jaime Pena. Sin paternalismos.

Jorge A. Trujillo es socio cooperativista de La Marea.

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