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La izquierda en Francia: ‘ménage à trois’

"No es de extrañar que la izquierda real francesa aborde el largo proceso de elecciones presidenciales y legislativas de abril, mayo y junio en ese país clave de la UE con una formación de combate inédita que mucho se parece a un ménage à trois o a un triángulo amoroso de opereta: PCF, Mélenchon y Hamon".

izquierda en francia: Mélenchon, en un mitin durante la campaña electoral. LA FRANCE INSOUMISE

Muchos veranos, el candidato socialista a la presidencia de Francia, Benoît Hamon, asiste a una discreta ópera en un aún más discreto pueblo de alta montaña con participación de estrellas internacionales que trabajan de incógnito. En contadas ocasiones y en privado, Jean-Luc Mélenchon, candidato presidencial de Francia Insumisa (FI) apoyado por el Partido Comunista Francés (PCF) y los alterglobalistas, explica que su apellido viene de los melenchones, cante y baile tradicional popular de Jaén que, como la ópera, habla de amores picantes y de enredos.

No es de extrañar, pues, que la izquierda real francesa aborde el largo proceso de elecciones presidenciales y legislativas de abril, mayo y junio en ese país clave de la UE con una formación de combate inédita que mucho se parece a un ménage à trois o a un triángulo amoroso de opereta: PCF, Mélenchon y Hamon.

La conquista de poder político, gracias a esa formación imprevisible, podría estar a tiro. Pero los progresistas también se juegan a cara o cruz una exterminación  en las instituciones. Porque esta vez, la oligarquía y los medios dominantes apuestan como un solo hombre por un caballo ganador también inédito, que quiere entrar a matar: Emmanuel Macron, banquero y exministro supuestamente postmoderno. El sistema electoral francés, escrutinio mayoritario a dos vueltas, le regala muchas bazas de antemano.

Los preparativos para las presidenciales de abril y mayo han estado plagados de sorpresas. El presidente saliente, François Hollande, tras un quinquenio catastrófico, tuvo que renunciar a la reelección. En sus primarias, los ecologistas eliminaron a la favorita, la exministra Cécile Duflot. Last but not least, un personaje que era casi totalmente desconocido hace solo tres años, Macron, traicionó en directo a Hollande y al PS, que le habían colocado a la cabeza del Ministerio de Economía e Industria. Dio un portazo al Gobierno y anunció que iba a ser candidato presidencial en solitario, sin pasar por las primarias.

De esas primarias del PS, salió otro bombazo: el joven líder del ala izquierda socialista, Benoît Hamon, aplastó literalmente al que se suponía que era el delfín de Hollande y hombre mejor posicionado en el centro gravitacional de un partido cada vez más centrista: el exprimer ministro Manuel Valls.

Problema: Hamon, con su programa recolocado en el corazón de la izquierda, irrumpe como un enano primerizo en un espacio político nuevo, el de la izquierda altereuropea renovada, que estaba siendo sabiamente construido desde 2008 por Jean-Luc Mélenchon, el dirigente que aquel año abandonó el PS al observar su deriva derechista y sus políticas de austeridad.

Tras fundar su Partido de la Izquierda (PG), y con ayuda del PCF y de extrotskistas, Mélenchon generó un espacio político nuevo, basado en la planificación ecológica, la “Regla Verde”, contra la “Regla de Oro” euroortodoxa. Diseñó un programa que conjuga keynesianismo tradicional con fiscalidad innovadora, capaz de sostener tanto a los hogares de clase media y popular como a las pymes que se adapten a la Regla Verde. Todo ello en el marco de una Asamblea Constituyente, que redactará la Constitución de la VI República.

De facto, Hamon viene, deliberadamente o por desconocimiento, a restar espacio a Mélenchon, el líder que en 2012 había puesto los pelos de punta a Hollande en la primera vuelta. Y el socialista lo hace con un programa improvisado de último minuto destinado a captar clientelas electorales concretas  –para los jóvenes, legalización del cannabis; para las rentas bajas, promesa poco definida de una renta básica universal…– sin plan de financiación.

El PCF, que tuvo su propio proceso de elecciones internas, se encuentra ahora en posición de pivote o incluso de Celestina. Ha intentado acercarse a Hamon y al conjunto del ala izquierda del PS, pero apoya para las presidenciales a un Mélenchon que, efectivamente, sin la fuerza militante roja, no podría pegar tantos y tantos carteles ni organizar mítines con casi 100.000 personas como ocurrió en París hace unas semanas.

Al mismo tiempo, para las legislativas de mayo y junio, el PCF mantiene conversaciones con el PS de Hamon. Y, por el contrario, para esos comicios legislativos, anda camino de enfrentarse a la Francia Insumisa (FI) del propio Mélenchon.

Es una comedia de enredos. “Con ese novio / que tienes ahora / le das la lata al otro / y el tonto llora”, reza uno de los melenchones jiennenses.

Configuración imprevisible multiforme de la izquierda real que asusta a quienes tienen un único objetivo a piñón fijo: mantener a Francia, quinta potencia mundial, dentro del corsé de austeridad y prosiguiendo las inyecciones de ultraliberalismo en el modelo social francés, como ha ocurrido con Macron, Valls y Hollande. Una oligarquía que, por otra parte, ha promovido desde los medios una única alternativa a esa austeridad ultraliberal por dosis: la neofascista Marine Le Pen, que ha contado para su ascenso con la complicidad de los medios mainstream.

Frente a esa conminación calamitosa, Macron/Le Pen, Mélenchon formuló la otra salida: “Francia será el país que construirá la paz en toda circunstancia. Va a haber que hacerla, esta revolución ciudadana, si no queremos sufrir un golpe de Estado étnico, o un golpe de Estado financiero o, peor aún, los dos a la vez”.

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