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Comedia disidente ‘made in Spain’

El monólogo recupera su condición de altavoz del pueblo y actúa como palanca a favor del cambio social.

The comedy should punch up  («la comedia debería golpear hacia arriba») es una de las frases hechas más comunes en el circuito de humor anglosajón. Tanto, que el origen y artífice de la regla se ha diluido, y el mensaje ha quedado para la oralidad. El formato de monólogo o stand up comedy, a pesar de la simpleza de su fundamento (un humorista que habla detrás de un micrófono) es uno de los de más reciente creación en el campo de la «ficción». Referentes del formato podemos encontrar millones, remitiéndonos a aquellos juglares que viajaban de pueblo en pueblo y contaban sus historias. También, en el formato narrativo del cuentacuentos y los ingleses «cuentachistes» de los que hablaba Mark Twain.

Pero el nacimiento real de la comedia hablada en forma de monólogo, tal y como la conocemos hoy, ocurrió hace muy poco: durante los años 50 del siglo pasado, con la Beat Generation de EEUU y la llegada de los open mics. En los años 60/70 hubo un repunte en Inglaterra, más acentuado algunos años después durante el mandato de Margaret Thatcher, cuando el humor volvió a transformarse en el modo de expresión pertinente para escapar de la censura. Referentes históricos livianos para enfrentarnos a un formato que, en la actualidad, resulta de los más populares y de los menos valorados.

En España, debido quizás a una Guerra Civil y al régimen franquista que impedía el desarrollo de una acción tan subversiva como el hecho de expresar opiniones en público, no llegó el formato hasta hace bien poco, gracias a la popularidad de programas televisivos importados de EEUU, como El Club de la Comedia, y a canales de televisión privados, también de origen anglosajón, como Paramount Comedy. Discusión aparte merecería si Gloria Fuertes, con su grupo de Poetas con faldas, con el que recorría los bares de Madrid en un formato casi humorístico; o Miguel Gila, con sus monólogos al teléfono («¿Es el enemigo?») podrían considerarse los precursores del stand up español.

«Aquí, el origen de la comedia fue televisivo. El inicio fue industrial. Empezó porque hubo dos cadenas que apostaron por ello, y de hecho tuvieron que sacar a cómicos de debajo de las piedras. Y solo desde hace seis o siete años tenemos realmente a unos cómicos underground, puros», explica Tomás Silberman, coordinador de cómicos en Comedy Central, única puerta de entrada actual para los humoristas emergentes en el terreno de la comedia profesional española.

En 1999 se emitió el primer programa de El Club de la Comedia, y el monólogo empezó a ser popular en España, aunque de una manera perversa: «Todo el mundo asumió que un monólogo era un famoso interpretando un guión escrito por otro. Y eso ha generado una perversión muy rara, en la que nadie está a gusto. Aquí renegamos automáticamente de los famosos que hacen monólogos, cuando en la HBO tienes a Billy Crystal y Saturday Night Life, el mejor programa de comedia que hay y que habrá, donde un famoso interpreta un monólogo que, muchas veces, no ha escrito él», añade Silberman.

Boom de comedia

Porque resultaba perverso el hecho de recibir un formato nacido de la libertad de expresión y la lucha contra la censura (en su origen anglosajón), transformado en un pequeño reducto en el que tan solo se permitían unas pocas voces (casi siempre, masculinas heterosexuales cisgenéricas). Aunque «enseguida pasa a ser un negocio de funcionar en bares. De alguna manera empezó siendo un cortijo un poco de hombres, y ahora hay un boom de comedia urbana, con open mics que están mucho más equilibrados», opina este guionista. Silberman sostiene que solo desde hace siete años es cuando el humor ha vuelto a su cauce expresivo natural. «Había realmente una necesidad de crear una profesión. Ahora sí que tenemos a gente que intenta hacer algo distinto».

El humor, la comedia y el monólogo han recuperado su fundamento social, y es ahora cuando podemos ser testigos de las nuevas voces disidentes que son capaces de expresarse a través de un formato subversivo, directo y oral. Mujeres, inmigrantes, colectivos LGTB… voces que, de por sí, ya se encuentran ninguneadas en la sociedad bienpensante española, encuentran su hueco en el stand up patrio. El monólogo recupera su condición de altavoz del pueblo, y desecha (por fin) los lugares comunes a los que se había aferrado hasta ahora. «La comedia vive del estereotipo, que es lo que nos une (referentes comunes de todo tipo, desde la chica que solo se preocupa por estar guapa, hasta los de derechas que son todos fachas). Pero no deja de ser un pensamiento revolucionario, porque siempre tienes que partir de un prisma original frente a lo que es el ‘pensamiento único’. El cómico, lo que hace, es ofrecer un punto de vista alternativo sobre esa realidad. Esa es una de las partes apasionantes de la comedia», remata Silberman.

Las otras voces



Ignatius Farray

Tenerife, 1973

Bien podría considerarse como el primer (e inclasificable) cómico en desarrollar expresiones alternativas dentro del formato stand up. Desde la adquisición de popularidad que supuso su aparición como «Loco de las coles» en La Hora Chanante (La2), el tinerfeño no ha dejado de explorar «los límites del humor», pasando por etapas surrealistas y, ahora, apostando por una comedia de protesta política.

«Yo no diría que hemos llegado a desarrollar una comedia activista. Hay comedia alternativa y eso para mucha gente ojalá pudiera llegar a ser inspirador. Pero no llamaría a esa comedia ‘activista’. Yo creo que, cuando alguien intenta utilizar la comedia para algún fin en concreto, está menospreciando la comedia y maltratándola… La comedia no es una herramienta, es una energía superior. Es como Shiva, la Destructora. La comedia florece cuando se la ningunea… La comedia nunca puede formar parte del statu quo. Esa es su ley. Uno siempre tiene la ilusión de hacer las cosas a su manera… A veces eso se consigue más y otras veces menos… Lo que se ha denominado poshumor pienso que en el fondo es tener un poquitito de vergüenza e intentar hacer las cosas de otra manera que no sea la forma cliché y estándar. Y pienso que cada vez somos más los cómicos que intentamos hacer eso».


Eva Cabezas

Barcelona, 1986

Supone esa extraña excepción que confirma la regla en el terreno del stand up patrio: ni su cuerpo ni su discurso se asemejan al statu quo de la comedia española, al no cumplir los cánones estéticos occidentales, ni desarrollar un mensaje cómodo para el espectador. Cabezas habla de las chicas curvy («antes solo éramos gordas, ahora somos curvy«), apuesta por una «prostitución sexual masculina para mujeres» (quizás su sketch más conocido), y remueve los lugares comunes del pensamiento.

«Quiero pensar que es simplemente una evolución y una aceptación de la diversidad social, pero seguramente hay un alto porcentaje que tenga que ver con la moda. Yo creo que tiene que ver, en el tema político, con el movimiento del 15-M. Con que hay que aceptar que hay una parte de la sociedad que diside, que busca otras cosas. Y eso, al final, tiene que tener su representación en ciertos puntos de la cultura. Y ahí, en la comedia, también. Hay que aceptar a gente diferente porque parece que se ve un poco más. En cualquier caso, espero que no sea pasajero. Y todavía falta mucha aceptación. Lo que pasa es que la comedia, como vehículo, es maravillosa para aceptar ciertas realidades sociales, claro. Y es una pena, porque hay discurso, pero en este mundo de la comedia tan manejado por hombres (programadores, promotores, etc), hay una parte importante que está manteniendo el statu quo, y no les interesa el discurso. Por ahora, interesan solo los discursos de algún hombre, con lo cual, con el tiempo, igual interesa también el discurso de alguna afortunada».


Pamela Palenciano

Jaén, 1982

No se considera humorista, sino activista feminista. Hace diez años que transmite su mensaje de prevención de la violencia machista en institutos y teatros con su espectáculo No solo duelen los golpes, basado en su experiencia personal como maltratada, y en desmontar los mecanismos sociales e institucionales que permiten que esta violencia se perpetúe.

«El humor vino después. Yo impartía talleres sobre violencia de género en institutos desde mi experiencia como mujer maltratada. ‘Me llamo Pamela, me pasó esto con mi primer novio…’. No decía siquiera su nombre, decía ‘mi ex’. Pero la gente me juzgaba tanto que empecé a rayarme. Las primeras preguntas siempre eran: ‘¿Pero por qué tus padres no hicieron nada?, ¿pero tú cómo aguantaste esto?’. Me estaba exponiendo. ¿Cómo podía yo lograr que dejaran de una puñetera vez de verme a mí como el problema y verlo a él? ¡Si el que me jodió la vida fue él, no yo! Cuando empecé con el teatro en El Salvador, me daba cuenta que el monólogo me ayudaba. Era improvisado (de hecho, ni está escrito, tengo que hacerlo ya). Y ahí es cuando me dije: ‘A ver si metiendo el jiji jaja empiezan a verlo a él’. Y fue cuando empecé a ver El Club de la Comedia. Me gustaba mucho Dani Rovira. Lo que hice fue agarrar sus cosas, y darles la vuelta. Ciertas maneras de hablar, ese ‘no lo cuento, lo hago’ que le cogí a Goyo Jiménez. Me di cuenta de que, con el humor, la gente iba reflexionando. Antes era desde las tripas y desde el dolor. Acababa muerta, estaba destrozada, incluso quería dejarlo. A través del humor y del teatro, parto del artificio del recuerdo para contar lo que cuento, no revivirlo».


Patricia Sornosa

Manises, 1977

Supone, en palabras de Silberman, «un caramelito. Aparte de que la sociedad lo pedía, se trata de algo que no habíamos tenido hasta ahora, y encima funciona». Ese «algo» que faltaba era el discurso abiertamente Feminista, título del monólogo que ha convertido a Patricia en una de las cómicas más admiradas (y odiadas, pues acumula un número récord de amenazas y comentarios violentos en redes sociales) de nuestro país.

«En realidad no me las esperaba, las críticas. Siempre espero que la gente se ría. Pero la mayoría han sido al respecto de los cigarrillos electrónicos. Hice un par de bromas sobre los fumadores de cigarrillos electrónicos y se enfadaron mucho conmigo, porque se sintieron heridos en su masculinidad. Somos pocas mujeres cómicas, pero cada vez somos más, afortunadamente. La comedia es una forma de expresión que siempre se ha dejado un poco como para los hombres. Por una parte, porque no estamos acostumbrados como sociedad aún a que las mujeres den su opinión, y también porque hay cierta idea equivocada sobre que las mujeres no somos graciosas. Y digo equivocada porque solo hace falta mirar un poco a tu alrededor, y verás que muchísimas de las personas graciosas que conoces son mujeres. Pero, a la hora de subirse profesionalmente a un escenario, sí que existe esa creencia entre ciertos programadores y determinada parte del público. Es una creencia estupidísima».


Archie Bezos

Madrid, 1977

Supone uno de los primeros ejemplos de cómicos abiertamente gays en nuestro país. Su comedia, a la que él mismo define como «comedia gay», incomoda y entusiasma por igual al espectador, al expresar realidades normalmente marginadas o escondidas. «Sigue habiendo mucho gay famoso armarizado, pero que mientras lo estás viendo solo piensas: ‘Nena, deshazte de las pinzas que esas cejas tienen un límite'», comenta.

«También creo que hasta ahora el humor estaba secuestrado por los hombres. Me explico. Vivimos en una falocracia en la que todo tiene que llevar el sello de APTO por parte del hombre blanco hetero cisexual. Y si no haces chistes de Iniesta y de lo psicópatas que son las tías, el hombre hetero no se ríe. Y si no se ríe él, no se ríe su novia. Y esto que suena tan choni es el público tipo que consume monólogos en España. El Club de la Comedia” con su mal llamado ‘humor blanco’ –imagino porque es humor de blancos para blancos– ha hecho y sigue haciendo mucho daño, porque ha conseguido que se perciba el stand up como un arte menor, zafio, burdo y sin discurso, que solo tiene cabida para lo que les hace gracia a los hombres heteros –que a muchos nos suena a unga-unga sin más.  ¿Qué pasa? Que el público de cierto nivel intelectual y mente más abierta no consume monólogos. Y ese es el público que intento ganarme. Al otro simplemente es que no le interesan las ‘cosas de maricones’, como me han dicho en varias ocasiones los dueños de locales, que, como veis, encima no se cortan un pelo con algo que hoy en día constituye un delito de discriminación por razones de sexo y orientación sexual en este país».


Elsa Ruiz

Madrid, 1987

Empezó en la comedia profesional con cuerpo y nombre masculino. Ahora, su humor se ha acoplado a sus circunstancias personales, bajo un nombre y físico de mujer. Concretamente, de mujer transexual. En sus monólogos podemos encontrar desgranados los tabúes asociados a su condición sexual, así como un mensaje de empoderamiento que surge de las mismas entrañas.

«Como digo siempre al subir a un escenario, ‘sé lo que todas las chicas estáis pensando: vaya piernas tiene la hija de puta’, y sé lo que todos los chicos estáis pensando: ‘vaya paja más rara me voy a hacer después’. Hago ese tipo de chistes porque rebaja el ambiente, la gente se relaja, y es como ‘sí, soy trans, y los chistes sobre esto los voy a hacer yo. Primero, porque estoy viviendo esta situación, y dos: soy cómica profesional. Es decir, no hagas tú los chistes, que no te van a salir tan bien ni van a ser tan acertados como los que pueda hacer yo’. Soy muy consciente de mantener un discurso disidente con mi comedia. Es algo que me gusta mucho, aparte de que soy bastante gamberra. Y porque hago un activismo que no parece activismo. Digamos que soy una especie de Matahari que me he colado en esto, soy un caballo de Troya en la comedia. Gracias al humor puedo llegar a mucha más gente y puedo hacer ver una realidad que yo creo que muy pocos son conscientes de ella».



Y además…


Esther Gimeno y Coria Castillo

Precursoras del humor feminista y en exponer cuerpos no hegemónicos sobre el escenario.

Luis Álvaro

Un cómico one-liner que desarrolla un humor original y poco explorado. Una de las excepciones formales y conceptuales más interesantes del panorama humorístico.

Fernando Moraño

Otro de los pioneros en recoger el habla popular, introduciendo conceptos subversivos (sectas religiosas, drogas) en sus monólogos.

Ofelia Pastrana

Cómica mexicana especialista en cuestiones de género (suele desarrollar talleres sobre género en colegios e institutos).

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